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ISIS, la ‘yihad’ de la CIA y la OTAN en Irak



¿Qué está pasando en Irak? ¿Por qué se están recrudeciendo las posiciones del “yihadismo” radical en un país ya de por sí devastado por los EEUU y sus aliados occidentales? 

El llamado Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) es la penúltima organización islamista fantasma que está haciéndose con el control del país, sobre todo en su parte Norte y en el Oeste.
 A los ojos del mundo estas nuevas siglas no son otra cosa que la ya consabida cantinela otaniana de un grupo de extremistas yihadistas que luchan con el Corán en una mano y las armas en la otra, ejecutando horribles crímenes que publicita, por cierto, muy calculadamente.

 Pero detrás de la cortina integrista iraqui hay algo más siniestro. El ISIS es otro soporte terrorista amamantado por EEUU y sus brazos criminales de la CIA y el Pentágono, además de por las monarquías petrofeudales del Golfo (Arabia Saudi, Qatar o Kuwait), con el fin de satisfacer las necesidades geoestratégicas del nuevo orden atlantista.

La consecuencia del imparable avance del grupo terrorista ISIS en Irak, sin mucha “oposición” militar por parte de la pantomima de ejército que queda en ese país, sirve para muchos pretextos y algunas enjundiosas consecuencias. Según el periodista iraní Sabah Zanganeh

“ISIS no tenía capacidad operativa para ocupar y conquistar la importante región iraquí de Mosul por sí mismo. Lo ocurrido es el resultado de la colaboración de ese grupo terrorista con los aparatos de seguridad e inteligencia de algunos países de la región (obviamente, las monarquías petrogolfas), así como con algunos grupos extremistas que están en el gobierno iraquí”. 

Pero Tony Cartalucci, un experto analista que suele ver lo que otros sólo intuyen, tiene otro punto de vista aún más ilustrativo y clarificador, de más largo alcance: El territorio que ha conquistado ISIS, dice Carlucci, está constituido por una gran región aledaña a la frontera de Siria, casi del tamaño de este último país.. Con Bagdad clamando por la intervención extranjera, ISIS está dando el pretexto perfecto a la OTAN, aprovechando que ha tomado el consulado turco en Mosul, para que proceda, factiblemente, a una (re) invasión de Irak. 

Con los medios de comunicación occidentales focalizados hacia la notoria brutalidad de ISIS, que incluye decapitaciones masivas y cientos de miles de civiles huyendo de las hordas “yihadistas”, una campaña en este sentido es capaz de influir en la opinión pública para que se active otra intervención extranjera en Irak.

Pero hay otros elementos de mayor importancia que van más allá que explicitar una simple invasión del martirizado país iraquí. Siria (e Irán) está en el horizonte miitar-terrorista de la OTAN. Y no ceja en su empeño. Dice Carlucci: el norte de Irak permitiría a la OTAN efectuar, y justificar, operaciones transfronterizas en el este de Siria. 

Aunque, en realidad lo que la OTAN haría es establecer su anhelada “zona tampón”, donde los terroristas podrían lanzar ataques más eficazmente sobre territorio sirio. Cuando Siria está yendo a pasos agigantados hacia la paz después de una serie de victorias continuadas del gobierno de Asad, el último frente que les queda a las fuerzas aliadas de la OTAN es seguir expandiendo el terror de Al Qaeda a lo largo de la frontera de Turquía, en el este de Siria y, como importante recurso adicional, en el norte de Irak. 

La presencia de la OTAN en el norte de Irak supondría también un obstáculo para el comercio y la logística sirio-iraní, sentencia Carlucci. Las piezas maestras del terror otaniano y de la CIA: anular a dos bandas tanto a sirios como a iraníes.


La agenda desestabilizadora de EEUU y Europa pasa por lo que la ex traductora del FBI Sibel Edmonds advirtió hace tiempo como uno de los objetivos del Gladio B de la OTAN, “la islamización radical de Asia Central y la región del Cáucaso y, sobre todo, del Oriente Medio”. 

Si las cosas andan crudas por Siria y sus islamistas de paja no están consiguiendo los objetivos deseados por Occidente, hay que reconfigurar las prioridades de los halcones del Pentágono: por ejemplo, debilitar a Irán (país mayoritariamente chií) mediante la creación de grupos extremistas sunitas (los más partidarios de una visión totalitaria del Islam) en el país vecino Irak. 

Curiosamente, la religión suní es mayoritaria en el socio por excelencia de EEUU en Oriente Medio, la dictadura petrocriminal de Arabia Saudí. El ISIS se sabe que ha actuado en Siria desde la frontera de Turquía, donde la CIA ha efectuado un minucioso seguimiento y entrega de armas a estos grupos “yihadistas”. Ayuda militar a los terroristas que combaten en Siria reconocida por el propio gobierno de EEUU, mediante programas por entregas de cientos de miles de toneladas de armas.

AlQaeda, AlNusra, ISIS, son los mismos brazos terroristas, con diferentes denominaciones, que actúan coordinadamente para el objetivo estratégico común de Washington, la OTAN e Israel: incendiar la región árabe mediante guerras sectarias (básicamente, entre suníes y chiíes). Occidente es algo así como el pirómano que echa gasolina al “yihadismo” más radical para que éste arda en la región que estime oportuna, de acuerdo a sus intereses y, de este modo, se abona el terreno para una intervención militar extranjera cuya “misión” sería garantizar (es un decir) la estabilidad en la zona. 

Este sería el cínico y macabro guión de lo que está aconteciendo en Siria, antes en Libia, ahora en Irak o Nigeria. La fabricación de enemigos no tiene límites para Occidente, un especialista, en los últimos tiempos, en avivar la llama del “integrismo” sectario, mediante la llamada “fitna” o división sangrienta de los territorios del islam que le son “infieles”, lo que en la práctica se resume en la debilitación de esos países y la incapacidad de éstos para hacer frente, con alguna posibilidad de éxito, frente a una agresión exterior por parte de EEUU-OTAN.

El ISIS y su sucursal, el llamado ISIL (el Estado Islámico de Irak y el Levante, otra invención terrorista made in USA-Israel), dicen algunos que es el último negocio del “ala más sionista” de la CIA para la“fabricación en serie de muñecos diabólicos terroristas musulmanes, que parecen haber sido manufacturados por un “casting” de Hollywood, industria del cine especializada en crear villanos de lo más despreciable, sobre todo si proceden del Islam, esto es, pérfidos musulmanes, extremistas radicales que imponen la visión más dura de la “ley islámica” a todos los que caen en sus manos”. 

Simbad el Marino debió ser el último buen “islamista” para el imperio y Douglas Fairbanks Jr…sin enterarse.


La yihad es la moneda de curso común de los estrategas militares y policiales de las “democracias avanzadas”, exacerbada por sus palanganeros mediáticos, para endilgar a todo musulmán “radical” que se encuentren por el camino o, más exactamente, que esté bajo su órbita manipulable. 

Funcionó a la “perfección” en las grandes patrañas terroristas de Estado del 11-s y del 11-m (donde nos vendieron como idealistas de la “yihad” a chivatos policiales, juerguistas y traficantes de droga; cabezas de turco, en definitiva, para escenificar el crimen terrorista).

 Pero, como se ha referido en otra entrada, acerca del 11-m, se ha pervertido y manipulado ese término de forma deliberada puesto que la “yihad”, en el Islam, significa, literalmente, lucha, esfuerzo, tesón por tratar de ser mejor persona, en el ámbito propio y de la comunidad a la cual pertenece el practicante musulmán.

Así pues, controlada, conformada y manipulada la opinión pública occidental, muchos seguirán creyendo que repetida mil veces la connotacion negativa de la palabra “yihad” el enemigo islamista solo desea la destrucción de la civilización cristiana, de los “valores” de Occidente, de la democracia y de otras “cantamañanadas” cuarteleras otanianas.

 La guerra contra el “terror” islámico estará servida y la gente, atomizada por Falsimedia, no pondrá muchos obstáculos para que sus gobiernos se encaminen hacia el aventurerismo genocida, mientras que el gran beneficiario que recogerá todos estos dividendos seguirá siendo, entre otros, el sionismo internacional.

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