Pablo Gonzalez

La lucha de clases, las ideologías, la izquierda y la derecha


(...) Muchos ex-izquierdistas proclaman que superaron el maniqueísmo izquierda-derecha, inadecuado para este mundo globalizado.

 Mera retórica para justificar el aburguesamiento de quien, en nombre de la izquierda, adoptó un estilo de vida a imagen y semejanza de los poderosos de la derecha (...) 

Ser de izquierda hoy es defender los derechos de los más pobres, condenar la superioridad del capital sobre los derechos humanos, abogar por una sociedad en que haya, estructuralmente, reparto de los bienes de la tierra y de los frutos del trabajo humano. 

El hecho de que alguien se autonombre marxista no le convierte en una persona de izquierda, así como el hecho de tener fe y frecuentar la iglesia no hace de ningún fiel un verdadero discípulo de Jesús. La teoría se conoce por la práctica, dice el marxismo.

 El árbol por sus frutos, dice el Evangelio. Si la práctica es el criterio de la verdad, es muy fácil no confundir a un militante de izquierda con un oportunista demagogo (...)". (Frei Betto)

Creo que a estas alturas de la crisis a nadie se le escapa - incluso a aquellos que se resisten a ver la realidad que les oprime - la irracionalidad del sistema capitalista en el que estamos atrapados y el sadismo de las clases dirigentes que nos gobiernan nacional e internacionalmente. Son muchos los ejemplos que se podrían poner desde el inicio de la crisis y que prueban esta afirmación. 

El más reciente lo vimos hace dos unos días tras conocer las cifras aportadas por la organización católica Cáritas Europa en un reciente informe y casi a la vez escuchar el optimismo de las clases capitalistas que nos anuncian insistentemente el final de la crisis económica. Según dicho informe España, que es la cuarta economía de la Eurozona, tiene la segunda tasa de pobreza infantil más alta de toda la Unión Europea, sólo por detrás de Rumanía.

 En España, "el riesgo de pobreza entre los niños menores de 18 años se situó en 2012 en el 29,9%, casi nueve puntos por encima de la media de la UE, que estuvo en el 21,4%", según datos de 2013 de Eurostat. También sabemos que tenemos 6 de desempleados, millones de trabajadores precarios, 700.000 españoles que se ven obligados a emigrar, 12 millones de personas que se encuentran en situación de pobreza o riesgo de exclusión social, entre otras muchas desgracias y datos alarmantes, como desahucios, suicidios, falta de asistencia a dependientes, etc.

Al día siguiente de la presentación de este dramático informe de Cáritas Europa, el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, se sumaba a la propaganda neoliberal del gobierno y los medios de comunicación y afirmaba frente a los accionistas de su Banco que "la recuperación de la economía española es un hecho", y que esta mejora de la situación responde a que las reformas estructurales (es decir, los recortes sociales y la precariedad laboral) "están dando sus frutos". Ya en octubre del pasado año tuvo la desfachatez de decir que en España "vivimos un momento fantástico". 

Y en realidad tiene razón, porque este capitalista - que se libró de la cárcel por evasión fiscal gracias al gobierno de Zapatero primero y al de Rajoy después - cuando habla de "España" se está refiriendo a su España, se refiere a los de su clase social, a la aristocracia y a la burguesía financiera y empresarial parasitaria. Todos los demás, las clases trabajadoras y populares, la mayoría social, somos solo la chusma que necesita el sistema para explotar nuestra mano de obra, nuestros recursos colectivos, y nuestras propias vidas (lo hacen cuando privatizan nuestra Sanidad, por ejemplo).

Existe un evidente divorcio entre la realidad social que viven las mayorías y las cifras macroeconómicas y las finanzas que sólo indican el margen de ganancia de los propietarios del capital. El "crecimiento económico", el aumento del PIB, no garantiza por sí mismo la dignidad de todos los ciudadanos si no existe reparto de la riqueza creada por las clases trabajadoras. 

Cuando las élites políticas y económicas españolas y europeas nos hablan de la necesidad de acometer "ajustes" y "reformas estructurales" en España, no están pensando en mejorar las condiciones de vida de la población, sino que pretenden socializar las pérdidas económicas de la Banca y las grandes empresas fruto de los abusos que cometieron gracias a la desregulación financiera y la no intervención del Estado en la economía; privatizar recursos y servicios públicos (incluido las Pensiones y la Sanidad) para ofrecer un nuevo "nicho de mercado" a las empresas para que hagan negocio con lo que deben ser derechos fundamentales de los ciudadanos; y asentar el "crecimiento" futuro sobre la base de la explotación y la precariedad laboral como fórmula para que España y Europa puedan competir con los "mercados emergentes" mundiales. 

Esta es la finalidad de las "políticas de austeridad" que se nos imponen. Nada más. No hay ninguna explicación técnica o económica que nos obligue a aplicar esas políticas tan lesivas para la mayoría. No es un problema técnico, sino político. Es una decisión política que responde a unos intereses particulares muy determinados. 

Todo esto, esta distancia entre la macroeconomía y la economía real, la imposición por parte de los gobiernos de políticas que perjudican a la mayoría, el hecho de que aumenten los beneficios de las grandes corporaciones mientras se empobrecen las clases populares, demuestra con total claridad la existencia de una lucha de clases en nuestra sociedad y en toda Europa. Aunque la izquierda institucional no quiera plantear el debate en estos términos, se está desarrollando una lucha de clases como la que siempre ha existido históricamente, pero que a partir de la crisis capitalista de 2008 se ha transformado en una auténtica guerra de clases iniciada por la clase capitalista contra la clase trabajadora y las clases populares para eliminar los derechos que anteriormente se habían conquistado. 

A día de hoy la mayoría de los ciudadanos en general percibe en carne propia que está perdiendo derechos sociales y laborales. Sin embargo, todavía una parte muy importante piensa que todo ello es fruto de una "crisis pasajera", o que se ha producido porque "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", o que realmente estamos en una etapa en la que "no hay dinero", o que si les va bien a los ricos (a "los mercados", a los inversores, a las grandes empresas, etc.) nos irá bien de nuevo a todos siguiendo la famosa regla del reparto por "desbordamiento" (si los ricos ganan mucho dinero habrá más inversión y crearán empleo y todos nos contagiaremos indirectamente de su riqueza). 

La derecha y los medios de comunicación ocultan la existencia de esta lucha de clasesenfrentadas e irreconciliables. La socialdemocracia niega también su existencia y hace décadas que abrazó el neoliberalismo como ideología política y económica. La izquierda institucional, ya sea por falta de convicción o por estrategia para "no asustar al electorado", también ha dejado de lado este lenguaje que describe la realidad social. Nadie hace pedagogía política. 

Nadie nos ha explicado que existe un conflicto entre la clase trabajadora que vive de su trabajo y la clase capitalista propietaria de la Banca, de las empresas, de las finanzas, de la tierra, de los medios de comunicación, de los recursos naturales, etc. 

Un conflicto entre los que producen y los que no producen, entre los que crean riqueza con su trabajo y los que sin trabajar se adueñan de la producción, especulan y excluyen a los que trabajan, entre explotadores y explotados (históricamente entre amos y esclavos, patricios y plebeyos, terratenientes y campesinos, burgueses y proletarios, ricos y pobres, entre depredadores y presa). 

Estas clases capitalistas, los propietarios de la riqueza en todas su formas, los que conforman el poder económico, dominan las instituciones "democráticas" y políticas en España y en Europa. Existe una enorme concentración de la riqueza y del poder político y mediático en manos de esta minoría burguesa parasitaria del Estado.

 No habrá democracia mientras a estas clases dominantes no se les expropie ese poder económico, político y mediático y sean las clases trabajadoras y populares las que tomen en mando de la economía y la vida política del país. 

En este afán interesado y premeditado por desideologizar a la clase trabajadora, y contando con la complicidad de gran parte de la izquierda y los grandes sindicatos, nos dijeron un buen día que ya no había clases sociales con intereses opuestos, sino que todos éramos "clase media". Nos dijeron que todos podíamos hacernos ricos de la noche a la mañana, que todos podíamos convertirnos en empresarios, en pequeño burgueses, en propietarios, incluso en inversores y especuladores.

 Que quien era pobre era porque no se esforzaba, porque era un conformista, porque no quería prosperar. Que ser clase obrara era un fracaso, una deshonra. Que todos éramos "clase media", y de ahí a hacerse rico sólo había un paso. Sólo teníamos que endeudarnos para toda la vida. Consumir sin conocimiento aunque nuestros salarios fueran de miseria y nuestros contratos fueran temporales y precarios. Nos dijeron que el capitalismo, al contrario que el Comunismo o el Socialismo, consistía en hacernos ricos a todos. 

Y por supuesto, nos dijeron que no nos metiéramos en política. Que dejáramos la economía en manos de "los expertos". 

Que las ideologías habían muerto. Que no había derechas ni izquierdas. Que sólo se trataba de "gestionar" bien el país, como si fuera una empresa privada o una familia. El Estado del Bienestar se convirtió en los últimos años en la prueba definitiva de que las revoluciones, la lucha de clases, las ideologías... eran cosa del pasado y de que bajo este sistema capitalista "todos" encontraríamos dignidad, derechos y bienestar. 

Hoy en día, en un momento histórico en el que el capitalismo no tiene enfrente ningún otro modelo político-económico-cultural que haga peligrar su hegemonía (a excepción del proceso integrador progresista iniciado recientemente en América Latina y el Caribe), y acuciados por su enésima crisis sistémica, las clases dominantes han llegado a la conclusión de que ese Estado del Bienestar y las propias democracias se han convertido en un impedimento para seguir incrementado sus beneficios y mantener con vida al sistema. 

Es ahora, en este contexto de destrucción social, cuando despertamos de nuestro sueño y sentimos en nuestras propias carnes los efectos de esa lucha de clases que siempre existió pero que antes se ocultada bajo la manipulación política y mediática, la sensación colectiva de una falsa prosperidad económica basada en la especulación, y la ceguera propia de una sociedad consumista e individualista al máximo.

Existe y está vigente la lucha de clases, puesto que unas clases que dominan la esfera política, económica, mediática y cultural atentan contra los intereses de otras clases sociales más indefensas. Existen las ideologías, puesto que esas clases poderosas imponen su ideología: el neoliberalismo (recortes sociales, privatizaciones, bajada de salarios, desregulaciones laborales, financieras, comerciales, etc). Y existe la izquierda y la derecha. Por supuesto que existen.

 El problema es que la socialdemocracia en Europa se ha apoderado del término "izquierda" prostituyendo sus principios para aplicar el mismo modelo económico y las mismas políticas neoliberales que la derecha liberal clásica. La socialdemocracia (el PSOE en España) no es "la izquierda", puesto que defiende un sistema bajo el cual es imposible el desarrollo de los principios y valores clásicos de la izquierda como la igualdad, la justicia social, la solidaridad, la cooperación, la libertad, la emancipación de la clase trabajadora, la propia democracia, la soberanía popular...

No podemos permitir que los mismos que nos roban nuestros recursos y nuestros derechos nos roben también nuestro lenguaje. Cuando alguien afirma, por ejemplo, que en España "los gobiernos de izquierdas hicieron lo mismo que los gobiernos de derechas", hay que tomar la palabra y negar la mayor: en España nunca ha gobernado "la izquierda", así que esa afirmación no se puede aceptar como principio.

 No podemos aceptar que Felipe González y Zapatero, o Toni Blair, o Francois Hollande, o Gerhard Schröder o Romano Prodi, o en el colmo de la manipulación Barack Obama, representan a la izquierda y a sus valores y principios. Como decía anteriormente, estos políticos socialdemócratas o de "centro-izquierda" parasitan el término "izquierda" solamente para diferenciarse aparentemente de la derecha, captar los votos de las clases trabajadoras y populares, y dar la falsa imagen de que vivimos en una democracia donde tenemos la posibilidad de elegir entre varios modelos contrapuestos.

 No es cierto. Su ideología es la misma, el neoliberalismo, y su sometimiento ante la supremacía del capital es idéntica. Los partidos liberales o conservadores y los partidos socialdemócratas han sido cooptados por las élites económicas que financian sus partidos, que contratan a estos dirigentes políticos y familiares en sus empresas y Bancos, le ofrecen sus medios de comunicación para difundir sus mensajes, financian sus fundaciones, sus organizaciones particulares, sus proyectos personales, etc. 

Las élites políticas gobernantes - los "conservadores" y los "socialdemócratas" - ejercen de facto como representantes o altos ejecutivos comerciales de las grandes corporaciones financieras y empresariales (este es también el papel principal de la monarquía borbónica heredera del franquismo). Hay que desenmascarar a los falsos socialistas y a la falsa izquierda política y mediática y ponerlos en el lugar ideológico que les corresponde. La izquierda es otra cosa bien diferente a lo que ellos representan y defienden. 

Soy partidario de adaptar el lenguaje a los nuevos tiempos para llegar a todas las personas posibles, pero eso no puede ser equivalente a pervertir el lenguaje y desligarlo de la realidad y la evidencia. Cuando algunas organizaciones o plataformas rehúyen de ser identificados como movimientos políticos "de izquierdas" cometen un gran error (por ejemplo Podemos). 

Sé que lo hacen porque pretenden diferenciarse del PSOE y de sus políticas, ya que en la sabiduría convencional el PSOE es considerado como "un partido de izquierdas", y el término "izquierda" está muy devaluado debido a las políticas neoliberales que este partido socio-liberal impuso desde el gobierno. 

Pero no es esa la respuesta que hay que darles. Si los que defendemos los intereses de la clase trabajadora huimos del término "izquierda" estamos aceptando que ese espacio le corresponde al PSOE. Y no puede ser que el PSOE desplace a la verdadera izquierda del lugar que le corresponde. Hay que reivindicar orgullosamente los valores que defiende y siempre ha defendido la izquierda y colocar al PSOE frente a sus contradicciones. El PSOE se define como un partido de izquierdas, socialista y obrero, y todos sabemos que esa definición no aguanta el menor análisis, no se corresponde en absoluto con la realidad, es solo una marca electoral. 

La teoría se conoce por la práctica, decía Marx. Son los hechos, las políticas y valores que defiendes en la práctica los que te definen ideológicamente. Entonces hay que decirlo, hay que decírselo a ellos, denunciar su hipocresía poniéndolos frente al espejo, y reivindicar como nuestras las verdaderas políticas que siempre defendió la izquierda transformadora surgida del movimiento obrero de este país.

 Porque me pregunto, qué haríamos si mañana el PSOE (o incluso el PP y la extrema derecha) también se apodera cínicamente del término "república" o "republicanismo", ¿también desde la izquierda vamos a renunciar a nuestra identidad republicana y a sus valores éticos y políticos para distanciarnos del PSOE? Repito que es el PSOE y la socialdemocracia quienes usurpan el lugar que le corresponde a la verdadera izquierda para defender unas políticas y unos modelos contrarios a los principios clásicos de la llamada izquierda política. 

Tenemos que conseguir que sean ellos quienes se avergüencen de haber utilizado y manipulado ese término en beneficio propio y de las clases capitalistas a las que les unen tantos lazos e intereses particulares ("puertas giratorias"). 

Y lo mismo ocurre con los medios (empresas) de comunicación y los falsos periodistas y comunicadores supuestamente progresistas o de izquierdas que ejercen como meros altavoces de los intereses del poder corporativo. Si no fuera así sencillamente no estarían donde están.

Y llegados a este punto la pregunta es, ¿y qué es ser "de izquierdas", qué se supone que defiende "la izquierda"? La izquierda es plural, son diversas sus sensibilidades, pero hay unos principios básicos que son irrenunciables: 

1) la centralidad de la economía no puede estar en "el mercado", sino en el ser humano y sus necesidades; la riqueza y el poder político, económico y mediático no puede estar concentrado en manos de unas clases dominantes minoritarias que explotan a las clases trabajadoras mayoritarias; o dicho de otra manera, en la práctica no se puede ser de izquierdas sin ser antineoliberaly anticapitalista.

 2) de igual forma que no se puede aceptar la supremacía del capital sobre los seres humanos y la explotación de unas clases sobre otras, no se puede tolerar la supremacía y la explotación de unos países poderosos sobre otros más humildes; no se puede ser de izquierdas sin ser antiimperialista. 

Hay que escuchar al pueblo trabajador, escuchar las necesidades de los más humildes y las aspiraciones de la clase trabajadora, que es lo que ha hecho siempre la izquierda, al menos la izquierda que no ha perdido su identidad de clase y no se ha vendido su alma al capital y al dios mercado. 

A grandes rasgos podríamos resumirlo así: 

Ser de izquierdas es exigir la derogación de la modificación del artículo 135 de la Constitución Española que PP y PSOE cambiaron de espaldas al pueblo por orden de los "mercados". Ser de izquierdas es negarse a pagar la deuda y negarse a aceptar un sistema irracional de financiación que sólo beneficia al capital financiero y ahoga a los Estados. 

Ser de izquierdas en exigir la recuperación de la soberanía nacional (monetaria, política, económica, comercial...) como paso previo para para poder conquistar la soberanía popular. Ser de izquierdas es exigir que la Banca, las empresas de los sectores estratégicos de la economía, la tierra, los recursos naturales y económicos del país estén en manos del pueblo trabajador organizado en torno a un Estado verdaderamente democrático. 

Ser de izquierdas es abrir un proceso constituyente para romper con régimen monárquico corrupto del 78 heredero directo del franquismo y que sean los ciudadanos quienes decidan y definan las líneas maestras sobre las que se debe asentar su futuro y el futuro de la República. Ser de izquierdas es romper con la Troika y decirle al capital financiero internacional que en España "la economía" está al servicio del pueblo y no al revés. 

Ser de izquierdas es trasladar la vida política de los despachos a los barrios; democratizar la economía, las instituciones, y el derecho a la información (fomentando los medios de comunicación comunitarios y prohibiendo los oligopolios mediáticos). Es defender el derecho de las personas a decidir sobre su propio cuerpo y sus vidas (aborto, eutanasia, matrimonio homosexual...). Es defender el respeto por la naturaleza, los seres vivos y animales del Planeta.

Ser de izquierdas en estos momentos es también condenar el golpe de Estado en Ucrania por parte de la derecha neonazi con el apoyo de EE.UU y la Unión Europa. Es condenar el "golpe suave" fascista que sufre el pueblo de Venezuela. Es condenar los ataques terroristas que sufre el pueblo sirio por parte de mercenarios yihadistas dirigidos y financiados por EE.UU-OTAN y sus aliados en la zona. 

Es condenar el sionismo. Ser de izquierdas es oponerse al Tratado de Libre Comercio que se está negociando entre EE.UU y la UE que sólo beneficiará a las grandes corporaciones. Es oponerse al modelo deglobalización capitalista que extiende la explotación laboral (incluido la infantil) y elimina las barreras para que los capitales y las grandes corporaciones especulen con las vidas de millones de personas en el mundo. 

Ser de izquierdas, en definitiva, es condenar y luchar contra la hegemonía del capital sobre los seres humanos; es condenar y luchar contra el neoliberalismo y el imperialismo; condenar y luchar contra la explotación que cometen las clases dominantes sobre las clases trabajadoras; y condenar y luchar contra la explotación que cometen las potencias imperialistas sobre los Pueblos del mundo que pretenden ser libres y soberanos.

http://adolfof.blogspot.com/2014/03/la-lucha-de-clases-las-ideologias-la.html

Related Posts

Subscribe Our Newsletter