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Las alarmantes declaraciones difundidas por las nuevas autoridades de Kiev sobre la ausencia de metálico en la caja ucraniana no surtieron el efecto que esperaban.
El primer ministro Arseni Yatseniuk ya anunció que Ucrania aceptará todas las condiciones a fin de obtener un crédito del FMI, incluida la subida de tarifas.
Pero el FMI, en la persona de Christine Lagarde, declaró evasivamente que Ucrania “no necesita de ayuda económica urgente y otros donantes mundiales líderes discutían con respecto a quién de ellos debe entregar a los ucranianos más dinero.
Al parecer, las consideraciones financieras enfriaron las cabezas afiebradas occidentales que no hace mucho ensalzaban a la nueva dirigencia ucraniana.
En los últimos veinte años, el FMI ha entregado a Kiev préstamos que suman diecinueve mil millones de dólares. Más de tres cuartos de este monto fueron asignados entre 2008 y 2010, o sea, después del comienzo de la actual crisis financiera mundial. La deuda general de Ucrania, al 31 de diciembre de 2013, era de siete millones trescientos mil dólares.
Pero las condiciones de estos préstamos son muy interesantes. Las tasas de interés por los créditos son muchas más elevadas que lo que el país puede recibir de los bancos privados.
Así las cosas, monopolizando su papel en la entrega de préstamos a Ucrania, el FMI propone al mismo tiempo las condiciones financieras más draconianas, ni hablar ya de las exigencias políticas, habitualmente “adheridas” a los paquetes de préstamos del Fondo.
Alemania, que desde el comienzo no ha respaldado medidas demasiado activas en Ucrania, plantea dudas serias en la necesidad de nuevos créditos.
Pero, cuando son millardos concretos de los fondos europeos, la precaución alemana devino a todas luces renuencia abierta a financiar Ucrania con sus problemas políticos, sociales y étnicos que se multiplican.
Es cierto que no se puede afirmar que el FMI se marginó del todo de la ayuda a Ucrania. En los próximos días, entre el FMI y las nuevas autoridades ucranianas deben comenzar las conversaciones.
Pero, en ellas se tratará en primer lugar de la entrega de la última parte del crédito asignado anteriormente bajo las condiciones anteriores.
Y es que, en el año en curso, Ucrania deberá pagar unos seis mil millones de dólares dentro de la cancelación de los préstamos internacionales.
Difícilmente logrará Europa distanciarse de los hechos en Ucrania si la situación continua agravándose. Torrentes de refugiados y de emigrantes acudirán a la UE, y el sistema actual de su adaptación simplemente no lo resistirá, por una razón muy simple: dichos mecanismos sociales, ya sin Ucrania están semiderruidos, explicaba a nuestra emisora Borís Kagarlitski, director del Instituto ruso de Globalización y de Movimientos Sociales:
–En la Europa actual han sido prácticamente eliminados todos los mecanismos que existían para la integración y adaptación de inmigrantes.
Ellos fueron en parte destruidos debido a que estaban vinculados a un estado social y a una política social que han sido eliminados en los marcos de las reformas liberales.
En parte, fueron destruidos a través de la reforma del sistema de educación que estaba vinculada a las reformas liberales en general y, en parte, dichos mecanismos fueron destruidos a causa de la degradación de la cultura industrial como mecanismo integracionista de suma importancia.
Y por último, todo esto se destruye en considerable medida, conscientemente, en los marcos de la política multicultural, que apunta justamente a no admitir la integración de los inmigrantes y su transformación en ciudadanos del país con derechos plenos.
Resumiendo, el círculo se ha cerrado.
Tras provocar con su política una crisis interna profunda en Ucrania, y el colapso de sus autoridades constitucionales, Occidente, con el servicio de Alemania y del FMI, se hace ahora olímpica y mañosamente a un lado para no arriesgar con sus propios préstamos e inversiones.
Lo principal es recibir los intereses de los viejos créditos y cuentas y tapizar un nuevo foso de la deuda.
La lógica del neocolonialismo y del avasallamiento financiero-político es implacable.