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Las manipulaciones de la prensa en contra del candidato que no represente a los verdaderos poderes ocultos, que temen les sean trastocados sus intereses.

¿Puede existir alguna relación entre fenómenos lindantes en el escándalo, aunque se hayan suscitado con años de distancia, pero que señalan que existe “algo” en común, pues al parecer favorecen un sector reducido de la sociedad?

Hace unos ocho años, cuando la elección dudosa de Oscar Arias Sánchez frente a Ottón Solís, el Tribunal Supremo de Elecciones no argumentó, como lo hace ahora, que al ser menos del dos por ciento la diferencia de votos entre los candidatos había que realizar el conteo manual, cosa que ahora sí argumenta con contundencia.

 Sobre todo cuando en aquellas elecciones se dieron irregularidades (comprobadas), lo que dejó una sensación muy negativa en los ciudadanos, y desmejoró considerablemente la imagen y el prestigio de dicho tribunal.

En aquella campaña el periódico La Nación se mostraba sin disimulos partidaria de una postulación a todas luces inconstitucional e ilegal, y la prueba de ello es que –a pesar de que el fenómeno se dió- la constitución no ha sido modificada hasta ahora, para permitir la reelección de una persona que haya ocupado la presidencia de la república.

 ¡Y no me vengan ahora con que una sentencia de la Sala Constitucional respalda el hecho! Porque la Sala Cuarta no tiene la potestad de modificar la Constitución, solamente interpretarla, y estas interpretaciones, como hemos visto reiteradamente, han sido modificadas en otros temas por la posición absolutamente contrarias.

Tan es así, que estos hechos pasarán a la historia como un ejemplo de cómo el poder político, asociado al poder económico y el mediático, pudo colocar una persona en la presidencia de la república, de forma inconstitucional y con graves sospechas de fraude electoral.

Por otro lado, recientemente, la periodista del periódico La Nación Giannina Segnini dejó su puesto tras asegurar, mediante un correo electrónico, “que una serie de decisiones editoriales de este diario, fundamentadas en razones que considero ajenas al periodismo, me impiden continuar trabajando para esta empresa (…) los espacios para hacer periodismo independiente que durante 20 años he agradecido y aprovechado en La Nación se han venido reduciendo y limitando durante los últimos dos años, y en especial hace tres semanas.” (CRhoy.com)

Segnini no es la primera en hacer esas aseveraciones. Ya el año anterior Mauricio Herrera, quien fuera un destacado periodista dentro de La Nación, aseguró a Revista Paquidermo que “Yo tuve roces muy fuertes con las jefaturas del periódico a raíz de la posición que yo mantuve durante el referendo para la aprobación del TLC (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos). 

La razón fue que La Nación tuvo un papel vergonzoso en la cobertura de todo ese proceso (…) el periódico olvidó todos sus estándares de calidad y principios éticos para sesgar, tergiversar y ocultar información”. (CRhoy.com)

Es decir, el papel de dicho grupo económico utilizó todo su poder mediático para “segar, tergiversar y ocultar información” cuando la consulta popular para dar o no dar la aprobación al TLC; y la semana antes de las elecciones el mismo medio se negó a publicar los resultados de una encuesta que todos sospechamos hubiera incidido poderosamente en los resultados. 

Estaba en su derecho, al fin y al cabo era su dinero el que pagaba la encuesta, pero ¿por qué antes sí, y en esta ocasión no?

El hecho de que el poder mueva ocultamente sus hilos para garantizar y asegurar la prolongación de su dominio, es una de las verdaderas y más antiguas practicas en la política.

 La política moderna a incumplido una y otra vez las promesas de transparencia y verdadera participación, esto solo nos hace pensar q la política es un poder controlado por un poder controlador de los ciudadanos.

El siglo XX nos llenó de manifestaciones escandalosas, de influyentes poderes tras del poder, que han inclinado la balanza política a su favor. 

Uno de los ejemplos más elocuentes lo ha constituido el poder de las mafias, en caso de Italia, o de servicios secretos ultra poderosos como la KGB en la antigua unión soviética, en lustros pasados, el poder del narcotráfico en Colombia. 

Y sobre todo la manipulación del imperio norteamericano en América Latina, apoyando y financiando dictaduras sangrientas y genocidas, así como las economías de estos países, haciéndoles daños gravísimos cuando se alineaban a sus instrucciones.

La problemática del poder es casi siempre ambigua, pues compromete a distintas esferas y sectores de la sociedad que representan intereses diversos. Esto explica en parte la existencia de parapoderes.

 Esta racionalidad del poder nos pone a reflexionar sobre la complejidad de fuerzas materiales y organizadas, que actúan en el teatro político bajo formas supuestamente neutrales.

Por otro lado, para nadie es un misterio que el orden político mundial influye crecientemente en los comportamientos políticos de los estados nacionales .En buena parte del siglo XX ese orden estuvo supeditado a la confrontación entre el comunismo y el capitalismo, representados por dos bloque mundiales: los estados unidos y la unión soviética. 

Hoy se encuentra en plena lucha entre el neoliberalismo y el progresismo proveniente de las corrientes socialistas. La influencia del poder de esos grandes países en las decisiones de otros estados ha sido clara y evidente y suspendió muchas de las llamadas decisiones de los estados nacionales a sus intereses.

La corrupción, el populismo, la demagogia, el sectarismo y la incompetencia son males que afectan en mayor o menor medida a la clase política. 

Puede ser un miembro formalmente reconocido y activo de un gobierno, o una persona que ejerce influencia sobre el modo en como una sociedad es regida, por medio de conocimiento sobre las dinámicas sociales y el ejercicio del poder el que manipula las fuerzas y la información a favor de ciertos sectores. 

Esto incluye a las personas que ostentan cargos con poder de decisión en el gobierno, y a aquellas que buscan obtener tales posiciones, mediante elecciones o por designación o nombramiento, o a través de una revolución, golpe de Estado o fraude electoral.

Por encima del poder político se sitúa un supra poder (de naturaleza oculta) fundamentado en un trípode: Las grandes cámaras empresariales con sus vínculos estrechos con empresas transnacionales, las embajadas extranjeras, sobre todo la norteamericana, y los monopolios de medios de comunicación. 

El político es sólo la expresión gerencial de ese poder. 

Las mayorías, alienadas y embrutecidas por el descerebramiento mediático, creen habitualmente que "el poder" son los presidentes y los gobiernos de turno. 

Esta concepción masificada, alimentada por los propios analistas de la prensa convencional, un "Presidente" es algo así como una entidad supra independiente que toma decisiones autónomas por encima de la trama estructural del poder económico y empresarial.

En sus análisis (y así como hacen desaparecer la dinámica de las relaciones capitalistas) los comunicadores del sistema presentan un escenario de conflictos cuyo eje sólo pasa por las competencias y las guerras entre políticos y partidos. 

Este enfrentamiento, entre políticos con otros políticos por el posicionamiento electoral, por un lado, y las peleas del gobierno de turno con la "oposición", por otro, nunca se asocia con el establishment económico (el poder detrás del trono) y marca la dinámica de la "información" que a diario consumen las mayorías. 

Por lo tanto, para el nivel promedio estadístico masivo (incluido los intelectuales) el poder de decisión es una área de exclusiva competencia de la "clase política" y del gobierno de turno, en perpetua lucha por el sillón presidencial y por el resto de los gobiernos locales y comunales y sus áreas legislativas. 

Y aquí, se produce la primera distorsión reduccionista: La estructura gerencial (los políticos) es confundida con los patrones (el poder empresarial que controla el Estado capitalista y todo el sistema económico productivo).

Estas reflexiones tienen la intención de que pensemos un poco acerca de qué es lo que realmente sucedió en las pasadas elecciones, con los inesperados resultados obtenidos, el papel de la prensa, y lo que se nos viene por delante hasta el próximo 6 de Abril, fecha de la segunda vuelta electoral.

 Para nadie debe permanecer oculto las manipulaciones de la prensa en contra del candidato que no represente a los verdaderos poderes ocultos, que temen les sean trastocados sus intereses.

http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/80179-costa-rica-el-suprapoder-es-el-que-ordena-lo-que-debemos-saber-y-hacer.html

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