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INSURGENTE.ORG – Grupos de manifestantes se han acercado a la simbólica plaza de la Independencia de Kiev (Maidán) y han quitado las vallas de acero que la rodean. No han encontrado resistencia por parte de la Policía, que anteriormente controlaba el acceso.

Según ha difundido la Policía en un comunicado, al menos un centenar de agentes han resultado heridos durante los enfrentamientos, y algunos de ellos se encuentran hospitalizados por diferentes traumatismos.

La protesta proeuropea partió desde el parque Taras Shevchenko de Kiev hacia la plaza de la Independencia, cercada por la policía tras el violento desalojo de la madrugada del sábado. Una vez que llegaron a la plaza, rompieron las barreras metálicas que la policía había instalado alrededor y del gran abeto de Navidad que se montaba allí para las fiestas.

Un tribunal de Kiev prohibió este sábado, y hasta el 7 de enero, toda manifestación en la Plaza de la Independencia.

El Presidente Yanukóvich pareció ceder al emitir un comunicado que aplacó (al menos por el momento las manifestaciones) pero en realidad ha dicho lo mismo que cuaqndo rechazó la Unión con Europa.

La columna de manifestantes iba encabezada por una gran bandera ucraniana, azul y amarilla, y de acuerdo con distintas fuentes, marchaban hasta 10.000 personas. 
 
Los manifestantes recorrieron la principal avenida de Kiev a los grito de “Revolución” y “Fuera criminales”, según describió una corresponsal de Radio Francia Internacional (RFI).

Los congregados pasaron por la Plaza de la Independencia, el centro de la Revolución Naranja de 2004, también acordonado por las fuerzas policiales.

Desde ahí, la manifestación comenzó a moverse a la cercana Plaza Europa, liderada por el expresidente polaco Lech Kaczynski.

Yanukóvich parece ceder, pero dijo lo mismo que cuando rechazó la Unión

Voy a hacer todo lo que de mí dependa para acelerar el proceso de acercar a Ucrania a la Unión Europea», señala Yanukovich en un mensaje a la nación

El presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, ha anunciado este domingo que hará todo lo que esté en su mano para estrechar las relaciones entre su país y la Unión Europea, según un comunicado emitido hoy por su oficina.

Yanukovich reacciona así a días de protestas a favor de la integración con la UE después de que el Gobierno de la ex república soviética, marcado por sus importantes relaciones con Rusia, suspendiera provisionalmente las negociaciones sobre el acuerdo de asociación con la Unión Europea.

«Voy a hacer todo lo que de mí dependa para acelerar el proceso de acercar a Ucrania a la Unión Europea, sin permitir para ello grandes pérdidas para nuestra economía ni el empeoramiento de las condiciones de vida de nuestros ciudadanos», en un mensaje a la nación al celebrarse hoy el aniversario del referéndum de independencia de Ucrania de la URSS.

«Debemos guiarnos exclusivamente por los intereses nacionales, y ser responsables ante el futuro. Debemos situar a nuestro país en el mapa político de Europa y del mundo, como un Estado grande y soberano», agregó Yanukóvich.

El presidente aseguró que Ucrania ha hecho su elección: «Somos un país europeo y nuestro camino está marcado por la historia. Al mismo tiempo, mi convicción profunda es que la integración con la Unión Europea debe ser como socios igualitarios», concluyó.

Rechazo al Acuerdo de Asociación

Las palabras de Yanukóvich confirman la posición que expresó el 21 de noviembre pasado, cuando anunció su rechazo a firmar un Acuerdo de Asociación negociado con la UE tras alegar que Ucrania sufrirá grandes pérdidas para adaptar su economía y su legislación a la comunitaria.

En la cumbre de Vilna celebrada el jueves y viernes pasado entre la UE y la Asociación Oriental, el mandatario ucraniano dijo que su país mantenía la intención de firmar el documento llamado a acercar a esta antigua república soviética a los valores y estándares de la Unión Europea.

Pero pidió a sus socios europeos una «labor conjunta sobre un programa de ayuda a Ucrania», que permita al país «prepararse para las secuelas negativas del período inicial que, sin lugar a dudas, sentirán las capas más desfavorecidas de los ucranianos» tras la firma del Acuerdo.

Kiev cifra en 160.000 millones de dólares el monto necesario para la homologación de su industria y su producción, sin contar con el coste que supondría en dinero y empleo la pérdida del mercado ruso.

ELSA CLARO EXPLICA EL “NO” DE UCRANIA

No fueron 7 pecados capitales los cometidos por la Unión Europea, pero en la estrategia seguida con Ucrania para llevarla hacia una alianza comercial, lejos, muy lejos de la asociación al pacto comunitario, sin duda, hubo 2 gravísimos errores.

Ante todo, pensaron que en Kiev la ansiedad por enrolarse en la UE les haría aceptar cualquier condicionante. No falta interés en ser miembros de Los 28, pero, según parece, no a cualquier coste, y la exigencia de Bruselas para que liberaran a la ex primera ministra Julia Timochenko, quien cumple condena por abuso de poder, tenía rasgos de insolente injerencia pero ningún vínculo con los convenios económicos que iban a firmarse el 29 de noviembre. 
 
El parlamento rechazó esa petición.

En la negativa a continuar el proceso, tuvo importancia considerable la ausencia de estímulo financiero. Todas las naciones que concluyeron siendo miembros de la UE, fueron cortejados a partir de suculentas promesas o tentadores empujes. Créditos blandos, fáciles de liquidar y condescendencias similares fueron otorgados a los aspirantes.
 
 Esos “fondos de estabilización” necesarios para alcanzar ciertas armonías entre los nuevos adherentes y los estándares europeos, no le fueron ofrecidos a Ucrania. No se pregunte el motivo, pues, por ahora, no hay respuesta, a menos que semejante excepcionalidad esconda una destemplada arrogancia.

Desde luego, se puede suponer que la UE está demasiado comprometida con las ayudas a varias naciones miembros muy en apuros, comenzando por Grecia, algo entendible, pero de ser así ¿por qué no admitirlo?

Otras dificultades que deslomaron el deseo ucraniano de figurar como objeto de ambición y pugna encaminado a un supuesto destino de ascenso y distinción, fueron exigencias que implican pérdida de soberanía o el cierre del camino de regreso si, en la praxis, no les convenía continuar acompañado.

¿Cuáles? Obligaciones como sustituir el sistema legislativo propio por el europeo, adoptar como única posibilidad de desarrollo el neoliberalismo y el libre comercio en su variante embudo: inundar el mercado ucraniano con producciones de sus socios occidentales, sin permitirles hacer algo similar a la inversa.

Parecían dispuestos en Kíev a aceptar. Hasta último momento, entre políticos y analistas, se manejó que durante la semana transcurrida desde el día en que el presidente Víctor Yanukovich anunció la suspensión de las tratativas con el pacto comunitario y el inicio de la cumbre en Vilna, era posible que la UE llevara a la capital lituana una nueva opción, en cuyo caso, las autoridades ucranianas podrían flaquear y concluyeran suscribiendo el trajinado acuerdo.

La realidad desnuda es que para unirse a la UE Ucrania está obligada a cambiar mucha o toda su tecnología, aparte de cambiar leyes. 
 
Según cálculos, necesita alrededor de 20 mil millones de dólares anuales para hacer esa reconversión y salir a flote en condiciones regulares. También se ve obligada a aplicar medidas antisociales parecidas a las que se aplican en diferentes países muy comprometidos y recargados de incertidumbre con respecto a su futuro.

Algunos aseguran que debido a su afán de no perder el favor popular, a un año de las elecciones, Yanukovich optó por no arriesgarse a emprender una política de shock. 
 
Es posible, pero la lógica llana sugiere que teniendo tanto por exponer y tan poco a lograr a corto plazo, cuando el Viejo Continente, además, atraviesa por una delicada etapa y demasiada incertidumbre, lo razonable era acogerse a la oferta de Rusia que sí se dispone a otorgarle créditos y mantenerse como el primer comprador de Ucrania.

El analista Álex Corrons, enfoca el tema planteando que ante la evidencia de que la Unión Europea abusa de los países del sur con los ajustes ordenados por la Troika, vale suponer que “(…) la asociación con la UE… a lo mejor es un suicidio para Ucrania”. 
 
Y se explica: “Las instituciones como el Banco Central Europeo prestan el dinero a la gran banca internacional, principalmente a la banca alemana, se lo presta al 0,75% o al 1% para que luego estos bancos privados se lo presten al 7% a los Estados. Es decir, los Estados al entrar en la Unión Europea, no solo pierden la soberanía monetaria, sino que se ganan un buen paquete de intereses de deuda para pagarles a los bancos privados”.

Otra opinión pertenece a la investigadora belga Ria Laenen, publicada en De Standaard: “La Unión Europea intentó atraer Ucrania a la Asociación (Oriental*) presentando solo sus propias exigencias (la reforma judicial y la entrega de Yulia Timoshenko) sin proponer nada por su parte”. O sea, “No quiso asumir ningún compromiso serio en materia financiera o económica.”

No faltan quienes remiten este episodio a una confrontación geoestratégica entre Moscú y Bruselas, pasando por Washington, que ha tenido que ver con el asunto por vía del FMI, donde predominan las decisiones norteamericanas, organismo que le negó a Kíev un préstamo para aliviar sus tensiones económicas actuales y ayudar a la reconversión industrial u otras exigencias si pacta con la UE.

Esa tesis se basa en que Rusia “amenazó” a Yanukovich con cortarle el suministro de energéticos y no mantenerse como comprador neto de las producciones ucranianas. En realidad y, aparte de lo conveniente de mantener ese mercado, Moscú ofrece a su vecino la ayuda financiera que requiere, sin dilaciones.

Suponiendo que hubo coacción o esos movimientos se basen en el plan euroasiático del Kremlin, para entrelazar varios territorios postsoviéticos mediante la Unión Aduanera que ya cuenta con la filiación de Bielorrusia y Azerbaiyán y la anunciada adición al proyecto también de Armenia, ¿cuál es la diferencia entre el propósito de asociar a conveniencia un grupo de naciones en torno a un proyecto?
 
 ¿Acaso válido para la UE pero no para Moscú? (* La Asociación Oriental pretende comprometer a varios países del espacio postsoviético a la UE, buscando ventajas pero otorgando escasos beneficios).

Los europeos se interesan en estas naciones porque poseen petróleo, gas y valiosos minerales. En particular, Ucrania es el territorio sobre el cual pasa un 30% de las conductoras con energéticos hacia la zona occidental del Continente. 
 
Posee una extensa frontera con Rusia y tenerla de aliado frágil cierra más el círculo tendido en torno a Rusia, a la cual le conviene sumar a la propia, la industrialización y el personal calificado alcanzado por Ucrania durante la era soviética.

La antigua URSS constituyó su entramado económico inter vinculando sus 15 repúblicas. Un significativo porcentaje de esas estructuras se mantiene a través de la similitud tecnológica y varios factores concretos. Buena parte de los 45 millones de habitantes de Ucrania son de origen ruso y no son las únicas conveniencias mutuas.
 
 Darle la espalda a Moscú, perdiendo su mercado y exponerse a las incertidumbres de cambios sin certezas de éxito ni plazos cercanos, resulta insensato.

Entre los problemas a dilucidar, están las divisiones clásicas de la ciudadanía ucraniana. Casi a partes iguales son pro occidentales o pro rusos. 
 
La oligarquía interna y los intereses ajenos, se mueven para potenciar estados de discernimiento a partir de esa parcelación del criterio. Son de esperar jornadas intensas y complejas.

Aun cuando es obvio el éxito del Kremlin en la disputa por el importante enclave, y pese a que distintos politólogos califican de enorme ese triunfo de la administración Putin, el saldo de las negociaciones ucranio-europeas, demanda prudencia y tiempo para despejar sus numerosas interrogantes.
 
 Este es uno de esos suelos resbaladizos que incluso bien dispuesto, pueden provocar un tremendo traspié.
 
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