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Fukushima vierte 300 toneladas de agua radiactiva al mar cada día


El Gobierno japonés ha decidido tomar las riendas de la gestión de la crisis de la central nuclear de Fukushima
El primer ministro, Shinzo Abe, ha asegurado este miércoles que el Ejecutivo se va a implicar directamente en la resolución del problema, para entre otros, evitar el vertido de más agua subterránea radiactiva al mar, en lugar de depender únicamente de la compañía propietaria de la planta —Tokyo Electric Power (Tepco)—, cuya labor ha sido muy criticada. Abe ha dicho que se trata de “una cuestión urgente”.

El primer ministro ha ordenado al Ministerio de Economía, Comercio e Industria –que supervisa a la industria nuclear- que afronte de manera urgente la situación del agua contaminada y garantice que Tepco emprende las acciones adecuadas para la limpieza y el desmantelamiento de la central; una tarea que se prevé que lleve alrededor de 40 años y cueste 11.000 millones de dólares (8.290 millones de euros).
 “No dejaremos esto en manos de Tepco, sino que prepararemos una estrategia gubernamental. Dirigiremos a Tepco para asegurarnos de que hay un plan rápido y polifacético”, ha señalado Abe en una reunión ministerial, informa Bloomberg.

Poco antes, Yoshihide Suga, secretario jefe de Gabinete de Abe, ha afirmado que el Gobierno está considerando aportar fondos públicos para hacer frente a la crisis, aunque el primer ministro no ha revelado nada en este sentido. Suga, máximo portavoz del Ejecutivo, ha reconocido que la acumulación de agua contaminada en la central es un problema muy grave.
El Ministerio de Economía estima que se filtran 300 toneladas diariamente al mar en Fukushima.

La entrada en acción de Abe se produce después de que el lunes pasado la Autoridad de Regulación Nuclear asegurara que el agua radiactiva que se ha acumulado en la instalación ha superado probablemente el nivel de la barrera subterránea prevista para contenerla y se está filtrando hacia el mar por encima de los niveles legales admitidos, lo cual ha creado una situación de “emergencia” a la que Tepco no ha prestado atención suficiente.

En mayo, Tokio ordenó a Tepco que construyera nuevas barreras alrededor de los reactores para frenar el agua utilizada para refrigerarlos, ya que se cree que las protecciones actuales se verán pronto desbordadas. “Dado que esta construcción de muros no tiene precedente en el mundo, creemos que el Gobierno debe intervenir y apoyar el plan”, ha dicho Suga. 
El coste de la iniciativa se estima en 40.000 millones de yenes (310 millones de euros).

“El empeoramiento de las fugas de agua contaminada en la planta nuclear de Fukushima prueba que Tepco es incapaz de gestionar el desastre”, dijo ayer la organización ecologista Greenpeace. “Las autoridades de Japón deben intervenir ahora y garantizar que se actúa para detener las filtraciones”.

El periódico Nikkei ha publicado que los fondos públicos serán utilizados para congelar el suelo con objeto de evitar que las aguas subterráneas entren en los edificios de los reactores. 
Los técnicos tienen que bombear unas 400 toneladas diarias de agua subterránea que fluye desde las colinas cercanas hacia los sótanos de los edificios destruidos de la central, donde se mezcla con agua muy radiactiva utilizada en la refrigeración de los reactores.

Tepco está intentado evitar que el agua llegue a la instalación mediante una desviación.
 También ha estado trabajando desde mayo con el Ministerio de Industria en una propuesta para congelar el suelo, una técnica similar a la utilizada para evitar que las aguas subterráneas inunden las obras en las líneas de metro.
 Pero los expertos afirman que mantener controlada la temperatura del terreno durante meses o años sería muy costoso. Otros creen que es muy difícil impedir las filtraciones de esta forma y que sería mejor bombear el agua antes de que alcance la central.

Tepco admitió el mes pasado por primera vez lo que se sospechaba desde hacía tiempo, que agua subterránea contaminada estaba llegando al océano. 
El viernes pasado dio una estimación del tamaño de la fuga de tritio radiactivo al mar desde que se produjo la catástrofe: entre 20 billones y 40 billones de becquereles desde mayo de 2011. 
Esto supone entre 10 y 100 veces el volumen liberado en un año con la central en funcionamiento normal, o, según Tepco, más o menos el equivalente a lo que permitían las normas de seguridad antes del accidente: 22 billones de becquereles al año.

La crisis de la central atómica de Fukushima fue desencadenada por el tsunami que asoló la costa noreste de Japón en marzo de 2011. El maremoto provocó explosiones y fusiones en los reactores, en el peor accidente nuclear que ha sufrido el mundo desde Chernóbil en 1986.

Las críticas a la gestión de la crisis de Fukushima por parte de Tepco ha complicado también los esfuerzos de Tokio para volver a poner en marcha sus 50 centrales nucleares, casi todas las cuales han sido paralizadas desde la catástrofe por miedo sobre su seguridad. 
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/07/actualidad/1375863706_857950.html

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