Actualmente, el norte de Mali está sometido militarmente a grupos "salafistas" que comparten la visión del mundo de Al Qaeda y practican la charia en su versión más dura, aplicando castigos como la lapidación o la amputación.
Si dejamos de lado a los países colindantes y a la antigua potencia colonial (Francia), son raros los países en los que hayan oído habían oído hablar de Mali hasta hace muy poco. Y más raros aún en lo que se conozca la historia y política de este país. Actualmente, el norte de Mali está sometido militarmente a grupos "salafistas" que comparten la visión del mundo de Al Qaeda y practican la charia en su versión más dura, aplicando castigos como la lapidación o la amputación.
La "ocupación" del Norte de Mali fue condenada unánimemente por el Consejo de Seguridad de las Nacionales Unidas, que estimó que esta situación constituía "una amenaza a la paz y la seguridad internacional". La resolución habla del " deterioro rápido de la situación humanitaria en la región del Sahel", de la "presencia cada vez más consolidada de grupos terroristas" y de las "consecuencias (potenciales en esta situación) para éste y el resto de los países (Senegal, Mauritania, Argelia, Níger, Chad, Sudán y Eritrea) del Sahel ". Las Naciones Unidas se declararon dispuestas a constituir una " fuerza militar internacional (…) para recuperar las zonas ocupadas al norte de Malí".
Aunque la resolución fue adoptada por unanimidad, caerá en saco roto. Hoy en día Mali constituye el ejemplo claro de una situación de parálisis geopolítica. Todos los Estados de la región, sean grandes o pequeños, y los principales agentes internacionales se inquietan realmente por la situación, pero ninguno tiene voluntad o la capacidad de actuar por miedo a que la situación desemboque en la "afganización" de la región. Por otra parte, son casi una docena los países implicados en el conflicto, con una profunda división entre ellos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Malí, que durante la colonización francesa (1892) se denominaba "Sudán francés", es un Estado independiente desde 1960. Al inicio contó con un régimen laico de partido único que desarrolló una política socialista y nacionalista. Este régimen fue derrocado por un golpe de Estado militar en 1968. Los golpistas instauraron un régimen de partido único pero más liberal en lo económico, pero ese régimen también fue derrocado por un nuevo golpe de Estado militar en 1991 que desembocó en una Constitución que autorizaba el multipartidismo. Sin embargo sigue siendo un único partido el que domina la situación política. Solo que, al hacerse en base a un proceso electoral pluralista, Occidente consideró que el régimen maliense constitutía un ejemplo de "democracia".
Durante todo este período, el personal político y administrativo de los sucesivos gobiernos se nutría los grupos étnicos del Sur del país: 40% del territorio maliense. En el norte (60% del territorio), las poblaciónes tuareg, dispersas y menos numerosa, fueron marginadas y acumularon un gran resentimiento. Lo que provocó que regularmente se dieran rebeliones acompañadas de reivindicaciones independentistas.
Muchos tuaregs huyeron a Libia (y a Argelia) y en las regiones del Sur también acogieron poblaciones tuaregs. Algunas se sumaron al ejército Libio. El caos posterior a la caída de Muamar Gadafi, los soldados tuaregs acumularon armas y volvieron a Mali para luchar por un Estado Turareg Independiente (Azawad) en las filas del Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad (MNLA).
El pasado 22 de marzo, un nuevo golpe de Estado (el tercero tras la independencia) llevó al poder a un grupo de jóvenes oficiales liderados de Amadou Haya Sanogo. Los golpistas justificaron el golpe por la incapacidad del ejército maliense para hacer frente a las ambiciones secesionistas del MNLA. Francia, Estados Unidos y la mayoría de los Estados de África occidental condenaron firmemente el golpe de Estado y exigieron el restablecimiento del gobierno destituido.
Finalmente se logró un difícil compromiso entre las fuerzas de Sanogo y el gobierno precedente que se tradujo en el nombramiento de un nuevo presidente interino: Dioncounda Traore. Éste eligió como primer ministro a un hombre vinculado familiarmente con el cabecilla del golpe de Estado de 1968 (Cheick Modibo Diarra). Actualmente es difícil decir quién controla el Sur de Mali. Para empeorar las cosas, el ejército malí, mal entrenado, es incapaz de emprender una acción militar de envergadura en el Norte del país.
Durante este tiempo, en el Norte, los musulmanes relativamente laicos del MNLA trataron de buscar acuerdos con grupos más fundamentalistas, pero éstos tomaron el control de todas las grandes ciudades del Norte de Malí y excluyeron al MNLA. Estos sectores radicales están constituidos por tres grupos diferentes: Ansar Eddine, constituido por tuaregs de la región; Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), compuesto fundamentalmente de no-malienses; y el Movimiento por el Tawhîd y la Yihad en África Occidental (MUJAD) que no es más que una escisión del AQMI. Los miembros del MUJAD echan en cara a AQMI -lo que ha estado al origen de la ruptura- el estar demasiado interesado en el Norte de África mientras que para ellos la prioridad está en propagarse hacia los países del África Occidental. Estos grupos controlan diferentes zonas y es difícil de medir su grado de unidad, tanto en lo que respecta a la táctica como lo que se refiere a los objetivos que persiguen.
Otro conjunto de agentes en la región es el constituido por los países vecinos de Mali. Todos ven mal que los grupos "salafistas" , que no ocultan su voluntad de extenderse a los países vecinos, se hagan con el control de este vasto territorio. Pero, están muy divididos entre ellos sobre el qué hacer. Excepto Mauritania, el resto pertenece a la Comunidad Económica de los Estado de África del Oeste (Cédéao), compuesta por quince Estados, que -salvo Liberia- fueron antiguas colonias del Reino Unido, Francia y Portugal.
El Cédéao quiso ayudar al gobierno maliense a superar las divisiones. Eventualmente, se declararon dispuestos a enviar tropas para recuperar el control del Norte de Malí. Sin embargo, hay dos problemas. El primero, que las fuerzas presentes en el Sur de Malí, en particular en el campo de Sanogo, no ven con buenos ojos una intervención prolongada del Cédéao. El segundo, que el único país susceptible de ayudar con tropas -Nigeria- tiene muchas reservas en torno a esta perspectiva, ya que necesita sus soldados para hacer frente a su propio problema: los salafistas de su territorio, la secta Boko Haram.
Por su parte, Mauritania, que supo contener a los grupos "salafistas" mejor que el resto de los Estados de África occidental, se inquita mucho por los riesgos que acarrearían las incursiones armadas en su territorio, en caso en el que la Cédéao decidiera desarrollar una intervención militar contra los "salafistas" en Malí. En cuanto a Libia, donde numerosos grupos armados generan ya graves desórdenes, su mayor temor es que la población tuareg al Sur del país se sume a la lucha por un gran Azawad.
Francia, al igual que Estados Unidos consideran que es urgente arrojar a los "salafistas" del Norte de Mali. Pero Estados Unidos, cuya capacidad militar está súper-explotada, no desea envíar tropas. Francia -o, sobre todo, su presidente François Hollande- adoptó una posición más enérgica. Por lo que parece, este país está dispuesto a enviar tropas. Sin embargo, siendo Francia una antigua potencia colonial, la presencia de sus tropas en Mali podría engendrar una fuerte reacción nacionalista. Por ello, Francia y Estados Unidos están tratando de convencer Argelia, que comparte la frontera con el Norte de Mali y dispone de un ejército potente, de que se sitúe a la cabeza de una operación militar. Esta idea genera muchas dudas en Argel, ya que, por un lado, el Sur de Argel es tuareg y, por otro, porque hasta el presente, el gobierno argelino tiene el sentimiento de haber contenido el peligro "salafista" y teme profundamente que una intervención militar en Malí ponga en peligro esta situación.
En definitiva, todo el mundo desea la desaparición de los grupos "salafistas", pero a condición que el "trabajo sucio" lo haga el resto. Sobre todo, cuando en cada uno de estos países hay muchas voces que se oponen a cualquier intervención militar que alimentaría el riesgo de "afganizar" la situación. Dicho de otro modo, su temor es que una acción militar tengo por efecto reforzar (en lugar de debilitar) a los "salafistas" haciendo afluir hacia el Norte de Mali a los partidarios de Al Quaeda. Afganistán se ha convertido en el símbolo de lo que no hay que hacer. Es este caso concreto, eso es sinónimo de "parálisis geopolítica".
Mali aparece, pues, como la víctima del caos geopolítico actual. Lo más probable es que no habrá intervención militar. La única cuestión en suspense es saber si las poblaciones del Norte de Malí, que practican el "sufismo" -especie de islam muy tolerante- y que aceptan de mala gana la situación actual, se opondrán a los "salafistas" o no.
Si dejamos de lado a los países colindantes y a la antigua potencia colonial (Francia), son raros los países en los que hayan oído habían oído hablar de Mali hasta hace muy poco. Y más raros aún en lo que se conozca la historia y política de este país. Actualmente, el norte de Mali está sometido militarmente a grupos "salafistas" que comparten la visión del mundo de Al Qaeda y practican la charia en su versión más dura, aplicando castigos como la lapidación o la amputación.
La "ocupación" del Norte de Mali fue condenada unánimemente por el Consejo de Seguridad de las Nacionales Unidas, que estimó que esta situación constituía "una amenaza a la paz y la seguridad internacional". La resolución habla del " deterioro rápido de la situación humanitaria en la región del Sahel", de la "presencia cada vez más consolidada de grupos terroristas" y de las "consecuencias (potenciales en esta situación) para éste y el resto de los países (Senegal, Mauritania, Argelia, Níger, Chad, Sudán y Eritrea) del Sahel ". Las Naciones Unidas se declararon dispuestas a constituir una " fuerza militar internacional (…) para recuperar las zonas ocupadas al norte de Malí".
Aunque la resolución fue adoptada por unanimidad, caerá en saco roto. Hoy en día Mali constituye el ejemplo claro de una situación de parálisis geopolítica. Todos los Estados de la región, sean grandes o pequeños, y los principales agentes internacionales se inquietan realmente por la situación, pero ninguno tiene voluntad o la capacidad de actuar por miedo a que la situación desemboque en la "afganización" de la región. Por otra parte, son casi una docena los países implicados en el conflicto, con una profunda división entre ellos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Malí, que durante la colonización francesa (1892) se denominaba "Sudán francés", es un Estado independiente desde 1960. Al inicio contó con un régimen laico de partido único que desarrolló una política socialista y nacionalista. Este régimen fue derrocado por un golpe de Estado militar en 1968. Los golpistas instauraron un régimen de partido único pero más liberal en lo económico, pero ese régimen también fue derrocado por un nuevo golpe de Estado militar en 1991 que desembocó en una Constitución que autorizaba el multipartidismo. Sin embargo sigue siendo un único partido el que domina la situación política. Solo que, al hacerse en base a un proceso electoral pluralista, Occidente consideró que el régimen maliense constitutía un ejemplo de "democracia".
Durante todo este período, el personal político y administrativo de los sucesivos gobiernos se nutría los grupos étnicos del Sur del país: 40% del territorio maliense. En el norte (60% del territorio), las poblaciónes tuareg, dispersas y menos numerosa, fueron marginadas y acumularon un gran resentimiento. Lo que provocó que regularmente se dieran rebeliones acompañadas de reivindicaciones independentistas.
Muchos tuaregs huyeron a Libia (y a Argelia) y en las regiones del Sur también acogieron poblaciones tuaregs. Algunas se sumaron al ejército Libio. El caos posterior a la caída de Muamar Gadafi, los soldados tuaregs acumularon armas y volvieron a Mali para luchar por un Estado Turareg Independiente (Azawad) en las filas del Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad (MNLA).
El pasado 22 de marzo, un nuevo golpe de Estado (el tercero tras la independencia) llevó al poder a un grupo de jóvenes oficiales liderados de Amadou Haya Sanogo. Los golpistas justificaron el golpe por la incapacidad del ejército maliense para hacer frente a las ambiciones secesionistas del MNLA. Francia, Estados Unidos y la mayoría de los Estados de África occidental condenaron firmemente el golpe de Estado y exigieron el restablecimiento del gobierno destituido.
Finalmente se logró un difícil compromiso entre las fuerzas de Sanogo y el gobierno precedente que se tradujo en el nombramiento de un nuevo presidente interino: Dioncounda Traore. Éste eligió como primer ministro a un hombre vinculado familiarmente con el cabecilla del golpe de Estado de 1968 (Cheick Modibo Diarra). Actualmente es difícil decir quién controla el Sur de Mali. Para empeorar las cosas, el ejército malí, mal entrenado, es incapaz de emprender una acción militar de envergadura en el Norte del país.
Durante este tiempo, en el Norte, los musulmanes relativamente laicos del MNLA trataron de buscar acuerdos con grupos más fundamentalistas, pero éstos tomaron el control de todas las grandes ciudades del Norte de Malí y excluyeron al MNLA. Estos sectores radicales están constituidos por tres grupos diferentes: Ansar Eddine, constituido por tuaregs de la región; Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), compuesto fundamentalmente de no-malienses; y el Movimiento por el Tawhîd y la Yihad en África Occidental (MUJAD) que no es más que una escisión del AQMI. Los miembros del MUJAD echan en cara a AQMI -lo que ha estado al origen de la ruptura- el estar demasiado interesado en el Norte de África mientras que para ellos la prioridad está en propagarse hacia los países del África Occidental. Estos grupos controlan diferentes zonas y es difícil de medir su grado de unidad, tanto en lo que respecta a la táctica como lo que se refiere a los objetivos que persiguen.
Otro conjunto de agentes en la región es el constituido por los países vecinos de Mali. Todos ven mal que los grupos "salafistas" , que no ocultan su voluntad de extenderse a los países vecinos, se hagan con el control de este vasto territorio. Pero, están muy divididos entre ellos sobre el qué hacer. Excepto Mauritania, el resto pertenece a la Comunidad Económica de los Estado de África del Oeste (Cédéao), compuesta por quince Estados, que -salvo Liberia- fueron antiguas colonias del Reino Unido, Francia y Portugal.
El Cédéao quiso ayudar al gobierno maliense a superar las divisiones. Eventualmente, se declararon dispuestos a enviar tropas para recuperar el control del Norte de Malí. Sin embargo, hay dos problemas. El primero, que las fuerzas presentes en el Sur de Malí, en particular en el campo de Sanogo, no ven con buenos ojos una intervención prolongada del Cédéao. El segundo, que el único país susceptible de ayudar con tropas -Nigeria- tiene muchas reservas en torno a esta perspectiva, ya que necesita sus soldados para hacer frente a su propio problema: los salafistas de su territorio, la secta Boko Haram.
Por su parte, Mauritania, que supo contener a los grupos "salafistas" mejor que el resto de los Estados de África occidental, se inquita mucho por los riesgos que acarrearían las incursiones armadas en su territorio, en caso en el que la Cédéao decidiera desarrollar una intervención militar contra los "salafistas" en Malí. En cuanto a Libia, donde numerosos grupos armados generan ya graves desórdenes, su mayor temor es que la población tuareg al Sur del país se sume a la lucha por un gran Azawad.
Francia, al igual que Estados Unidos consideran que es urgente arrojar a los "salafistas" del Norte de Mali. Pero Estados Unidos, cuya capacidad militar está súper-explotada, no desea envíar tropas. Francia -o, sobre todo, su presidente François Hollande- adoptó una posición más enérgica. Por lo que parece, este país está dispuesto a enviar tropas. Sin embargo, siendo Francia una antigua potencia colonial, la presencia de sus tropas en Mali podría engendrar una fuerte reacción nacionalista. Por ello, Francia y Estados Unidos están tratando de convencer Argelia, que comparte la frontera con el Norte de Mali y dispone de un ejército potente, de que se sitúe a la cabeza de una operación militar. Esta idea genera muchas dudas en Argel, ya que, por un lado, el Sur de Argel es tuareg y, por otro, porque hasta el presente, el gobierno argelino tiene el sentimiento de haber contenido el peligro "salafista" y teme profundamente que una intervención militar en Malí ponga en peligro esta situación.
En definitiva, todo el mundo desea la desaparición de los grupos "salafistas", pero a condición que el "trabajo sucio" lo haga el resto. Sobre todo, cuando en cada uno de estos países hay muchas voces que se oponen a cualquier intervención militar que alimentaría el riesgo de "afganizar" la situación. Dicho de otro modo, su temor es que una acción militar tengo por efecto reforzar (en lugar de debilitar) a los "salafistas" haciendo afluir hacia el Norte de Mali a los partidarios de Al Quaeda. Afganistán se ha convertido en el símbolo de lo que no hay que hacer. Es este caso concreto, eso es sinónimo de "parálisis geopolítica".
Mali aparece, pues, como la víctima del caos geopolítico actual. Lo más probable es que no habrá intervención militar. La única cuestión en suspense es saber si las poblaciones del Norte de Malí, que practican el "sufismo" -especie de islam muy tolerante- y que aceptan de mala gana la situación actual, se opondrán a los "salafistas" o no.