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Syriza triunfa y… pierde las elecciones.


El activista de los comités anti deuda Yorgos Mitralias esribe sobre la derrota ajustada de la coalición Syriza: "perdió su ventaja y con ella, las elecciones", por moderar su discurso en los tres últimos días de campaña.

Faltó solamente un 2,77 % para que la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) ganara las elecciones griegas y culminara triunfalmente la extraordinaria ascensión de sus resultados electorales, que pasaron del 4,5 % a cerca, muy cerca, de un 27 % en menos de 3 años. 
 
Sin embargo, la coalición de derecha Nueva Democracia y sus acólitos de todo tipo ( los viejos socioliberales del PASOK y los aprendices de social demócratas de Izquierda Democrática) tienen todo el derecho de suspirar aliviados: la amenaza de la formación de un gobierno de izquierda que aboliese las medidas de austeridad se aleja, por el momento…

Por otra parte, el alivio es general entre aquellas y aquellos de arriba que nos gobiernan y nos hacen pasar hambre. El euro no se hunde, los mercados respiran. 
 
La señora Merkel desborda de alegría y la Internacional supuestamente "socialista" de los Papandreu y Hollande se felicita de la “derrota” de esos puñeteros llamados Tsipras y Cia. 
 
Por lo tanto, ¿es el fin de una pesadilla donde las cobayas griegas se sublevaban y ocupaban el "laboratorio griego"? 
 
La respuesta es un NO categórico. 
 
La pesadilla continúa y se quedará y todo indica que el nuevo gobierno griego será frágil y débil, socavado por sus contradicciones internas, la crisis que nos domina y, sobre todo, por la creciente resistencia del pueblo griego…

Además, un análisis un poco más profundo de los resultados electorales de Syriza nos indica un futuro no muy halagüeño para los partidarios de los planes de austeridad. 
 
Syriza se dispara en la franja de electores de entre 18 a 45 años y se asegura un verdadero triunfo en los grandes centros urbanos como al área metropolitana de Atenas, El Pireo o Patrás donde vive y trabaja más de la mitad de la población griega. 
 
Resumiendo, Syriza se asegura el apoyo de la población activa y joven mientras que los partidarios de la Troica y de la austeridad (Nueva Democracia y PASOK) sobreviven gracias al respaldo de la gran mayoría de la gente de más de 65 años y de las zonas rurales.
 
 Una realidad social política de mal augurio para los reaccionarios griegos y sus patrones internacionales si pensamos que son precisamente los jóvenes y las poblaciones urbanas las que tradicionalmente hacen la historia de los países del Norte…

Por consiguiente, si podemos sacar una lección de estas elecciones griegas es que Syriza gana desde ahora entre los trabajadores y los parados, la juventud y los barrios populares, los bastiones históricos de la izquierda comunista, allí donde el partido comunista griego (KKE) mantenía hasta hace poco una presencia indiscutible. 
 
El cambio ha sido radical e histórico, ya que ese KKE, que aventajaba a Syriza hasta hace sólo 2 o 3 meses, se ve reducido a una influencia electoral marginal (4,5 %) después de haber sufrido una verdadera hemorragia de militantes y simpatizantes hacia la Coalición de la Izquierda Radical.

Hay que reconocer que la recomposición de hecho del paisaje de la izquierda griega es casi total, si se le agrega otra, y a aún más grande, sangría, la que sufrió la coalición de organizaciones de extrema izquierda Antarsya en provecho de Syriza, ya que se quedó en un elocuente 0,33 % de los votos.
 
 Antarsya debe ahora hacer todo lo posible para evitar que su crisis no conduzca a un dramático desencanto de miles de militantes revolucionarios en el momento en el que más los necesita toda la izquierda radical

Sin embargo, sería totalmente falso creer que Syriza tendrá desde ahora la vida fácil, que puede hacer valer la fidelidad permanente de sus 2 millones de votantes. 
 
Al más mínimo paso en falso de su dirección, Syriza se arriesga a perderlo todo en muy poco tiempo ya que una aplastante mayoría de su electorado apoyó a la coalición no por razones "ideológicas" sino para que proponga y aplique soluciones radicales a problemas vitales.
 
 Por otro lado, esa es la razón de la aceleración de su ascenso desde el momento en el que puso como objetivo de su campaña ganar las elecciones y formar un gobierno de izquierda, que anularía de forma inmediata todas las medidas de austeridad. 
 
Y, a la inversa, porque durante los tres últimos días de campaña su dirección intentó tranquilizar a sus adversarios con un programa y un discurso menos radical, Syriza perdió su ventaja y con ella las elecciones.

Por lo tanto se debe prestar mucha atención a no dar un paso en falso, ya que las consecuencias serían un cataclismo: los que sacarían partido no serían los ex grandes partidos tradicionales sino los criminales neonazis, "que llegaron para quedarse". 
 
No sólo en las urnas sino sobre todo en las calles, donde se multiplican las terribles agresiones contra los inmigrantes y los militantes de izquierda. 
 
Desgraciadamente, la falta de preparación de la izquierda ante la peste parda permitió que la serpiente neonazi haya salido con éxito de su huevo. 
 
Nunca es tarde para que esta izquierda griega se decida lo más rápidamente posible a afrontar el naciente monstruo aunque sólo sea para garantizar su autodefensa.
 
 Habiendo dicho todo lo anterior, podemos todavía sacar dos o tres lecciones de la experiencia de Syriza, que se formó, hace casi 9 años, de la alianza, o más bien del matrimonio, entre un partido reformista de izquierda (Synaspismos ) con una docena de organizaciones y corrientes de extrema izquierda.

La primera lección es que la unidad es posible. La segunda es que esta unidad paga. 
 
Y la tercera es que la unidad es posible y paga con la condición que sea una unidad basada en la radicalidad. 
 
Con los tiempos que corren, una experiencia como la de Syriza merece toda nuestra atención y, evidentemente, nuestra solidaridad internacionalista activa. 
 
Puesto que en Grecia la victoria de la izquierda radical continúa siendo posible, y sólo puede haber habido un aplazamiento…
 

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