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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

La "prueba" en el asesinato de Dalton que la justicia salvadoreña se niega a analizar

En 1977, la dirección del ERP reconoció que no tenía pruebas de que el poeta Roque Dalton hubiera sido agente de la CIA, como le acusó dos años antes para justificar su asesinato. 
 
La “autocrítica” de la organización reconoció que el crimen fue solo una maniobra para apartarlo del camino. 35 años después, el Idhuca ha presentado a la justicia ese documento como prueba contra dos excomandantes guerrilleros por lo que considera que es un crimen contra la humanidad.

Hay dos documentos internos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que en su momento, hace 35 años, tuvieron una circulación sumamente restringida y que fueron como un informe que la dirección nacional dio a su militancia sobre el asesinato del poeta Roque Dalton el 10 de mayo de 1975.
 
 En ellos, la dirección nacional, incluidos Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez, reconocen que la acusación de que Dalton era un agente de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos solo fue un montaje para justificar su asesinato en una disputa por el liderazgo de la organización guerrillera.

Uno de dichos documentos es ahora una de las pruebas que los querellantes contra los excomandantes Villalobos y Meléndez esperan que la justicia salvadoreña valore para deducir responsabilidades. 
 
La Fiscalía ya se negó a darle curso a las investigaciones y pidió al tribunal noveno de paz de San Salvador, que recibió la demanda hace dos años, que archive el caso porque el homicidio ocurrió hace ya demasiado tiempo.
 
 El juzgado dictó sobreseimiento en enero pasado, pero el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca), en representación de la familia Dalton, apeló y obtuvo respuesta favorable, de tal manera que sigue viva la acusación contra Villalobos, que ahora es un asesor internacional en proceso de paz, y contra Meléndez, secretario presidencial para asuntos de Vulnerabilidad.

El poeta fue ejecutado por la Dirección Nacional del ERP acusado, entre otras cosas, de ser un agente de la CIA, pero pocos meses después del crimen, los documentos internos reconocían que ese señalamiento fue un montaje para eliminar a alguien a quien solo podían acusar de ser un intruso y un aventurero.
 
 "Un indisciplinado que era perjudicial y dañino para el proceso revolucionario salvadoreño”.

En julio de 1977, un informe del Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), la rama política del ERP, esgrimía que el asesinato de Dalton fue resultado de una competencia caudillista entre el poeta y el entonces líder de esa organización, Alejandro Rivas Mira, "Sebastián Urquilla".
 
 Aunque reconocían que fue un error asesinar a Dalton, la dirección del ERP, ya en manos de Joaquín Villalobos, no dudaba en señalar al poeta de moverse a favor de intereses foráneos, marcados por la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética; pero, sobre todo, de ser un intelectual pequeño burgués que fue protagonista de su propia muerte.

Dalton llegó a El Salvador procedente de Cuba el 24 de diciembre de 1973 como asesor de Rivas Mira. 
 
Los años previos, había roto con el Partido Comunista de El Salvador (PCS) y un intento de reacercamiento en La Habana había fracasado. 
 
Fue el mismo gobierno cubano el que propició entonces un encuentro entre Rivas Mira y Dalton. 
 
En los siguientes 17 meses, tras su retorno a El Salvador, el ERP sufrió una crisis interna que culminó con el asesinato del poeta y con la separación de un sector que formó la Resistencia Nacional (RN), grupo que cuestionaba la visión de Rivas Mira.
 
 "El más grave error del grupo de dirección que sostenía posiciones políticas consecuentes, fue en aquel momento el no medir la profundidad de la desviación militarista", publicó la RN en su órgano de difusión "Por la causa proletaria".

Hasta ahora, algunos detalles de esa pugna están descritos en los libros "Crónica entre los espejos" y "En silencio tenía que ser", escritos por Eduardo Sancho y Carlos Eduardo Rico Mira.
 
 El historiador Jorge Arias y el escritor Luis Alvarenga también han reseñado cómo el ERP vivió aquel proceso y cómo lo zanjaron posteriormente, cuando terminaron reconociendo que el asesinato de Dalton había sido un error.

“No sé qué tanto se conoció (el documento) fuera del ERP en su tiempo.
 
 Lo publicaron en Prensa Comunista, que fue durante algunos años como la publicación política ideológica para los cuadros", comenta Alvarenga.
 
 "La autocrítica se va sobre todo en el sentido de hacer un balance y decir: bueno, lo que ha habido acá es el predominio de un pensamiento, una concepción muy militarista del trabajo de la organización y es necesario retomar el trabajo organizativo de las masas. 
 
Yo creo que ahí sí hay una autocrítica importante.
 
 Ahora, en el caso de Roque yo no sé hasta qué punto es autocrítica: 
 
Ellos lo presentan como ese enfrentamiento entre caudillos que tiene ese final trágico.
 
 Y aunque no dicen está bien que lo hayan matado, lo que están diciendo es que él se la buscó (…) 
 
Para la dirección del ERP es una manera de zanjar cuentas del asunto”, dice.



 
 
Los abogados del Idhuca entregaron el documento a la Fiscalía con dos objetivos: primero, averiguar quiénes lo elaboraron y justificaron el crimen y, segundo, demostrar que el ERP reconoce como una práctica las sentencias a muerte contra quienes conspiraran contra la organización.
 
 Esta última práctica, dicen los querellantes, demuestran que la organización cometió crímenes de lesa humanidad.
 
 “Los crímenes de lesa humanidad no son patrimonio estatal, también pueden realizarse por particulares que incluyen organizaciones políticas o grupos rebeldes. 
 
El ERP era una estructura con dirección, capacidad de acción política y militar y, por tanto, actor colectivo potencialmente responsable de violar el derecho internacional e interno”.

La calificación del asesinato como un crimen contra la humanidad permitiría, según el Idhuca, que la justicia salvadoreña lo investigara a pesar de que ya han pasado casi 37 años desde el homicidio.
 
 La ley salvadoreña establece que si en un plazo de 10 años después de haber ocurrido un asesinato no se inicia la persecución penal, el caso ya no podrá prestarse para perseguir penalmente a nadie. Por el contrario, el derecho internacional establece que los crímenes contra la humanidad nunca prescriben.
 El excomandante de la RN Eduardo Sancho describe en su libro “Crónicas entre los espejos” la razón del turbio ambiente político de cuando Dalton fue ejecutado.

Se trata de un episodio de esos por los cuales acusaban a Dalton de ser indisciplinado, una característica fundamental en aquellos días de incipiente actividad guerrillera. "En esos días, el ERP declara estado de guerra por estar preparándose un alzamiento e insurrección en alianza con oficiales de la juventud militar. Están a la orden del día juicios sumarios por faltas graves.

 Las faltas leves de Julio Dreyfus -Dalton- y Pancho -José Armando Arteaga- se dan en el marco siguiente: Roque regresa de entrenar a un núcleo guerrillero obrero en el ejercicio de uso de armas cortas y granadas hechizas que debían ser entregadas al jefe de operaciones, pero estas no son entregadas por haber terminado tarde".

Vladimir Umaña, "El Vaquerito", era jefe de operaciones del ERP, tercero en la jerarquía militar y hombre de confianza de Rivas Mira. Después de la falta de Dalton y Arteaga, Umaña ordena el arresto de Dalton el 13 de abril de 1975.

 En los siguientes días, la cúpula del ERP agrega una nueva y grave acusación contra Dalton: agente de la CIA. Sin embargo, el 7 de julio de 1977 el ERP acepta que el principal argumento para asesinar a Dalton fue una farsa:

 “Dalton nunca debió ser ejecutado porque no podemos asegurar que fuera un traidor, tampoco se puede justificar su ejecución por sus posiciones pequeño burguesas”.

El documento de autocrítica del PRS-ERP fue elaborado cuando Rivas Mira ya había desertado, llevándose consigo una considerable cantidad de dinero producto de los secuestros que había hecho la organización.

Las riendas de esa organización estaban en manos de Joaquín Villalobos, jefe de la zona oriental, quien durante el proceso de ejecución de Dalton recién había ingresado a la Comisión Política.

 Bajo la dirección de Villalobos se elaboró el documento que cuestionaba a Dalton:

"Fue en todo instante, un elemento perjudicial y dañino al proceso revolucionario salvadoreño y su ejecución fue el resultado de la puesta en práctica de sus propios métodos y concepciones de la lucha ideológica, es más, recae sobre sus concepciones y tendencias pragmáticas la responsabilidad de haber sumido a nuestra organización en una lucha fratricida”, dice el documento.

Villalobos, en una entrevista que le hizo en 1993 Juan José Dalton, hijo del poeta, reconoció como un error el asesinato de Dalton, y dijo que la decisión había sido compartida por la dirección nacional del ERP, y en ella se incluyó a sí mismo e involucró a Jorge Meléndez, el secretario para asuntos de Vulnerabilidad de la Presidencia de la República. Meléndez niega haber tenido autoría en el asesinato, al que prefiere llamar "un proceso político". Villalobos está radicado en Inglaterra desde hace años.

El informe del ERP está anexado al expediente que, el pasado 10 de enero del 2012, el Juzgado Noveno de Paz abrió contra Villalobos y Meléndez.

 Las más de 50 páginas hablan sobre la necesidad de consolidar una estructura partidaria, que debe pasar por una autocrítica, proceso en el que es inevitable hacer referencia al asesinato de Dalton y Armando Arteaga, el 10 de mayo de 1975.

 “No creemos que Dalton haya sido un cobarde; él fue un pequeño burgués pragmático, consecuente con sus posiciones pequeño burguesas y no fue un revolucionario.

Hay un profundo abismo ideológico que separa al militante proletario del aventurero”, concluyó la dirección del Ejército Revolucionario del Pueblo en 1977.

El detalle de los calificativos que la organización guerrillera tenía hacia el poeta han sido de escaso conocimiento hasta ahora.

El crimen, que sigue en la impunidad, está marcado también por la permanente controversia.

En los años 90, la misión de observaciones de Naciones Unidas en El Salvador (Onusal), dijo tener información de que los restos de Dalton, asesinado junto a Arteaga en una casa en San Salvador, habían sido lanzados en el manto de lava que del volcán de San Salvador se extiende hacia el poniente, hacia Quezaltepeque.

 "El Playón" era un lugar donde los escuadrones de la muerte de la derecha iban a lanzar cadáveres de sus víctimas. Onusal intentó persuadir a los excomandantes del ERP, ya desmovilizados, de que informaran dónde exactamente dejaron los restos del poeta, pero nunca lo consiguieron.

Hasta ahora, la justicia salvadoreña no ha hecho ni una sola diligencia para buscar pruebas o documentos que detallen cómo ocurrieron los hechos, y en el ámbito de la academia y del periodismo sólo han existido referencias generales al documento de crítica y autocrítica del PRS-ERP.

"Todo lo anterior no fue el producto del capricho de una persona, fue el resultado de decisiones colectivas, así, los dirigentes del ERP en su autocrítica reconocen que fue un error de juventud", es lo que Rico Mira escribió sobre este documento.

El historiador Jorge Arias también hizo alusión al documento, citando algunos de sus párrafos en los que se describía a Dalton como aventurero e indisciplinado.

E Faro pidió a un excomandante del ERP que comentara este documento. Con la condición de hacerlo bajo el anonimato dijo que después del asesinato de Dalton el PRS elaboró dos amplios documentos dirigidoso a la militancia, tratando de aplacar una creciente inquietud derivada de la ruptura de 1975, cuando nació la RN.

"En ellos se abordaba el problema del pragmatismo, entendido como una corriente ideológica que busca cumplir con sus objetivos ya sea aplicando medios justos o injustos.

Así hay espacio para las maniobras, las conspiraciones y las calumnias en un proceso de lucha ideológica. El documento tiene la forma y todo el lenguaje de la época”, dijo el exdirigente.

El director del Idhuca, Benjamín Cuéllar, lamenta que la Fiscalía no realizó ninguna diligencia para establecer la autenticidad del documento, y que tampoco investigó quiénes justificaron el crimen. Bajo el argumento de que el delito ya prescribió, los fiscales solo anexaron el documento al expediente.

El juez noveno de paz confirmó esa postura, pero los abogados de la familia Dalton presentaron una apelación y la investigación judicial sigue activa.

Alvarenga considera que en ese documento hay pistas que podrían seguir para deducir responsabilidades:

“La síntesis del asunto es bastante compleja porque uno no encuentra una función explícita de la autoría. Están diciendo: bueno, los que lo mataron fueron otros, pero… ese hombre se la buscó.

Por lo menos para conocer el contexto esto nos da una interpretación particular del contexto en que se generan los hechos, reconstruyen cómo se fue generando los conflictos que llevaron al asesinato de Roque, con su perspectiva muy particular”.

Alejandro Rivas Mira, conocido también por su seudónimo en la clandestinidad "Sebastián Urquilla", era el máximo líder del ERP cuando la organización asesinó a Dalton. Rivas Mira desertó con una millonaria cantidad de dólares a mediados de 1976 y nadie aparentemente volvió a saber de él. Rivas Mira decía: "En política, la maniobra es válida y es correcta. Quien actúa sin maniobrar es un ingenuo".

Rivas Mira aceptó que Dalton llegara desde Cuba para incorporarse a la organización.

 Él era el jefe indiscutible del ERP gracias a la mitificación de algunas acciones que permitieron financiar al naciente movimiento guerrillero como el secuestro de Tomás Ernesto Regalado, en 1971, cuando un grupo de jóvenes provenientes de la juventud comunista y de la juventud democristiana, organizaron lo que autodenominaron como El Grupo.

 En marzo de 1972, el Ejército Revolucionario del Pueblo se dio a conocer con un audaz operativo en el que mataron a dos guardias nacionales en San Salvador, en cercanías del Hospital Bloom, para capturarles las armas de fuego.

Con el paso de los meses, Dalton comenzó a realizar trabajos de zona con su propio criterio y metodología. Por ejemplo, hacía circular documentos sin informar a la organización, algo que Rivas Mira interpretó como una conspiración.

“Para las tendencias pragmáticas el problema de la resolución de la lucha ideológica era un problema de poder y de control interno de fuerzas (...)

Estaba seguro de que su prestigio de poeta y escritor causaría impacto favorable a los posibles virajes internos de la correlación de fuerzas (…)

Al despuntar las primeras contradicciones comienza el trabajo de Sebastián Urquilla tendiente a minar las influencias de Dalton”, dice el exdirigente del ERP consultado por El Faro.

Las acciones del poeta fueron encajadas, entonces, en un contexto de guerra fría. El documento del ERP elaborado en 1977 lo plantea así: “La llegada de Dalton al país fue parte de una maniobra del revisionismo internacional para intervenir e influir decisivamente la organización (…)

 Los intereses del revisionismo internacional sobre el movimiento revolucionario latinoamericano no están ligados a los procesos revolucionarios nacionales o un internacionalismo proletario sino más bien a luchar por la hegemonía del mundo entre la URSS y los Estados Unidos”.

 El mismo Dalton había dicho a sus compañeros que realizó trabajos especiales para la policía de seguridad del Estado soviético y cubano.

A esa circunstancia, Rivas Mira sumó otros cuatro hechos “oscuros” para promover el asesinato: la captura e interrogatorio de Dalton por agentes de la CIA y su posterior fuga del penal de Cojutepeque, algo que etiquetaban de “extraño”; su desaparición mientras realizaba una tarea especial de organización por casi 10 días en México; su posible vinculación con la desaparición de Mauricio, en abril de 1974, responsable de contrainteligencia de la organización; y una supuesta confesión ante Rivas Mira sobre su vinculación con la deserción de otro militante.

“Todos estos hechos no los señalamos como pruebas sino como el marco que permitió mediante una maniobra elaborada directamente por Sebastián Urquilla, sostener el cargo de que Dalton era agente de la CIA.

Lógicamente estas no constituyen pruebas que vayan más allá de establecer una serie de incidentes raros que podrían tener incluso cada una de sus propias explicaciones, pero que ameritaban ser investigados”, concluyó, dos años después del crimen, el ERP.

En el documento, el ERP también comenta sobre el otro guerrillero asesinado junto a Dalton. Armando Arteaga, conocido como Pancho, tuvo una actitud ejemplar durante su ejecución, valora el ERP.

El Directorio Nacional le dio la oportunidad de retractarse de su posición rebelde y reconocer la estructura verticalista. Vladimir Rogel, partidario de la visión militarista de la organización, le planteó que Dalton estaba dispuesto a reconocer a la dirigencia, solventando así el problema. "No seas tonto", le dijo Rogel.

Y Pancho replicó que a él no iban a amedrentarlo, pues a diferencia de Dalton, él no le temía a la muerte. "Es que Julio es pequeño burgués, le tiene miedo a la muerte y por eso no defiende sus ideas.

Yo no, yo no voy a cambiar mi manera de pensar de la noche a la mañana.

Voy a discutir con mi célula, no voy a discutir con los que me están apuntando. A mí me han enseñado que se le apunta solo a los enemigos, yo nunca le voy apuntar a un compañero", dijo a sus captores.

Arteaga y Dalton fueron ejecutados. “Fueron la misma inmadurez y falta de visión política por parte nuestra en aquel entonces las que llevaron a aceptar conclusiones mecanicistas de la disciplina militar sin tomar en cuenta que había todo un marco político e ideológico que definía la situación como una lucha ideológica”.

El documento se cierra con una crítica a la “intelectualidad pequeño burguesa” y que, más de tres décadas después, coincide con algunas declaraciones que Jorge Meléndez dio a la salida del juzgado, donde fue exonerado del crimen por la prescripción del delito.

 “La ejecución de Dalton desencadenó una rabiosa campaña que poco a poco se iba convirtiendo en un trabajo tendiente a convertir a Dalton en una bandera política”, escribieron en 1977.

 “Espero que no tenga motivaciones políticas”, dijo Meléndez, el 10 de enero pasado, en referencia a la demanda de la familia Dalton para que se haga justicia. Entrevistado por los periodistas, Meléndez se rehusó a dar información y llegó a anunciar que posiblemente en un libro escriba en el futuro su versión de los hechos.

El documento de la dirección del ERP cerraba con un rabioso ataque a los intelectuales de izquierda.

“Estos señores elaborando sus juicios, sus ensayos y sus poemas, desde la comodidad de sus exilios parásitos; desde la vanalidad de su vida existencialista o desde posiciones academicistas, han visto en Dalton la posibilidad no solo de justificarse a sí mismos como la intelectualidad pequeño burguesa que se considera padre y madre de la izquierda revolucionaria”, plantearon aquellos dirigentes encabezados por Villalobos y Meléndez.

Juan José Dalton, quien entrevistó a Villalobos en 1993, dice que algunos aspectos del documento coinciden con lo que el excomandante del ERP le dijo aquella ocasión. En el documento no se menciona nada sobre Villalobos, pero Dalton recuerda que el exguerrillero le mencionó dicho informe.

 "Me dijo que hicieron ese balance en 1977, pero lamentablemente en esa época la capacidad de que hiciéramos algo y que se conociera tardaba años”.

Villalobos y Meléndez siguen procesados por el asesinato de Dalton. Meléndez ha dicho que está comprometido con la verdad, pero paradódicamente se niega a revelar detalles del caso.

 Él y Villalobos siguen procesados, a la espera que una cámara de lo penal de San Salvador resuelva sobre una apelación del Idhuca que pide anular el sobreseimiento del caso por la prescripción del delito.

 Los querellantes insisten en que se trata de un crimen de lesa humanidad porque el ERP tenía una estructura para cometer sistemáticamente una serie de asesinatos, como lo demuestran las sentencias a muerte contra disidentes de la RN, penas que fueron levantadas en 1977.

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