Pablo Gonzalez

Nicaragua: COLUMNA JACINTO HERNÁNDEZ


Era el 17 de mayo de 1979. La Oficina de Leyes y Relaciones Públicas de la Guardia Nacional informó ese día que a las 7:30 de la mañana, en el lugar conocido como “Paso de la Yegua”, lograron dar muerte a Iván Montenegro Báez (Ernesto), Oscar Benavides (Rosendo), Yelba María Antúnez (Verónica), José Noel Navas Ríos (Bienvenido), José Manuel Rodríguez (Miguel) y Frank Sirias Tenorio (El Mono). 

Todos militaban en la columna “Jacinto Hernández”. El mismo comunicado daba razón de cómo en el sector de Toro Bayo sometieron a Carlos Galvez, profesor y sociólogo de origen hondureño que había jurado lealtad a la causa sandinista. También cayó en combate el guerrillero y doctor en leyes Luis Felipe Moncada. De ellos, nos dijeron que sus restos fueron enterrados en el mismo lugar donde fueron muertos. 

Aquel comunicado de los enemigos del pueblo, dado a conocer con tambores de victoria, buscaba diezmar la moral de los hombres en la montaña, y regar una especie de terror colectivo dentro de las filas insurgentes. 

El intento, como otros, no logró su propósito. Los diezmados fueron ellos en julio del 79. 

En Punta Gorda y en camino a Puerto Cabezas, fuego enemigo acabó con la existencia física de los guerrilleros costeños Peter Ferrera Robinson e Iván Dixon Brauthigan. A ese mismo destino se sumaron Braulio Mejía (Rubén) y Enrique Zepeda (Rafael), ambos internacionalistas de origen costarricense que dejaron tierra y familia para unirse a la gesta de liberación. 

Sucumbieron por esa misma época los combatientes panameños miembros de la brigada internacionalista “Victoriano Lorenzo”; René Castillo Quintero (Tortuguita). En el combate de “El Pajarito” Castillo Quintero y Juan de Dios Borga (Juancho), sucumben ante las balas de un francotirador de la Guardia Nacional. 


Digno de recordar también por ser miembro de aquella columna histórica al combatiente y poeta Felipe Joya (Lucas), quien también se destacó en el asalto al cuartel de San Carlos en los sucesos de “Octubre Victorioso”. 

¿Y cómo olvidar a Marta Conrado? Susana le llamábamos. La Guardia Nacional se ensañó con ella hasta asesinarla con métodos que resultan impublicables. Tampoco se puede pasar por alto el sacrificio de Martín Valverde (Carlito). Después de la emboscada en la Hacienda Toro Bayo, a “Carlito” se le engusanó una herida en una de sus piernas; este valiente hombre ofreció cubrir nuestra retirada a costa de su propia vida. 

Y continúan los nombres; Omar Morales Camacho (Chinandega), Miguel Muñiz (Chicha Fresca), José Manuel Rodríguez (Miguel), Mario Ramón Gaytán (Denis), Elio Cuarezma (Pico), Wilberto Cano (Porfirio), quien participó también en el asalto al Palacio Nacional en agosto del 78, y otros cuyo papel nos haría falta para nombrar. 

Otros murieron después del 19 de julio de 1979. Arnulfo Aguirre Barrios (Justiniano), hombre de edad, que murió cuando quiso morirse, de carácter fuerte y terco, cuando de defender sus principios se trataba. De grato recuerdo es Olson Pelos, ex miembro del Ejército Popular Sandinista, y cayó en cumplimiento de su deber irónicamente en el mismo sector de Nueva Guinea. Cómo olvidar a Mario Arcia (Jhonny), Pedro Pablo Meneses (El nafre), “Tijuana”, un querido hermano y Julio Mejía. A Mejía lo recuerdo de forma entrañable, pues asumió el seudónimo de quien escribe a manera de reivindicación después de un comunicado de la Guardia sobre mi muerte. Él se autollamó “Chacalote 2” hasta que la muerte natural lo sorprendió en su casa. 

Un guerrillero de mil batallas fue Manuel Morales (Mario), ejemplo de disciplina militante; participó en el asalto al cuartel de Masaya en los sucesos de “Octubre Victorioso”; fue miembro de las tropas “Pablo Úbeda”. Murió en un accidente acuático. 

Este homenaje no estaría completo si no mencionara a los miembros de la columna “Jacinto Hernández”, que sobreviven y pueden rememorar la gesta de Nueva Guinea. 

Hombres que juraron morir por sus ideales, que ahora más que nunca están vigentes en esta nuestra Nicaragua. 

El actual gobierno y sus instituciones deben escuchar --para insertarlos dentro de sus políticas de paz y desarrollo-- el clamor y la necesidad de estos revolucionarios, cuya mística aún no se agota. 

Y menciono: Emett Lang Salmerón, José Abraham Rojas Moreno (El Zorro), Marlon Moreira Guillén (Yodo), Gerardo Álvarez Chamorro (Mauricio), Edin Manuel Mairena (Rufino), Álvaro González Cerrato (Antolin), Bayardo Obregón López (La Gallina), Carlos Bello Solís (Casamosca), Porfirio Jalima (Hugo), Aida Alemán (Josi), Manuel Antonio Chavarría (El chino) y otros más, cuyos nombres son sinónimos de firmes convicciones. 

Sé que la lista es larga, por lo que pido disculpas a familiares de caídos y sobrevivientes que no se hayan podido mencionar. El tributo valdrá doble para ellos. Hace 29 años en un mes como éste, mes de lluvias y esperanzas en Nueva Guinea, la sangre de nuestros hermanos también corrió por aquellos ríos, inundó también campos que florecieron aquel 19 de julio del 79. 

El mismo presidente Daniel Ortega lo dijo en una conmemoración de la gesta: “En San Carlos, Nueva Guinea, Río San Juan, donde el camino, la trocha, la carretera, no eran más que un mal pensamiento para los campesinos; la columna “Jacinto Hernández” marcaba el rumbo abriendo paso a la esperanza”. 
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UN 17 DE MAYO DE 1979, EN NUEVA GUINEA, LA COLUMNA “JACINTO HERNÁNDEZ” FUE EMBOSCADA POR LA GUARDIA SOMOCISTA 

La Columna “Jacinto Hernández” se creó un viernes 13 de abril de 1979, con más de cien compañeros al mando de los comandantes Óscar Benavides Lanuza, Iván Montenegro Báez y Adolfo García, inició la marcha desde el Frente Sur “Benjamín Zeledón” en Rivas con el fin de formar un nuevo frente de guerra en la región sur del departamento de Zelaya (hoy Región Autónoma Caribe Sur – RACS), propiamente en la zona de Nueva Guinea. 

En la emboscada del 17 de Mayo de 1979, son asesinados los Comandante Óscar Benavides “Rosendo”, Iván Montenegro “Ernesto” y los compañeros Yelba María Altunez “Verónica”, Francisco Sirias Tenorio “Miguel” y José Noel Navas “Bienvenido”. 

Barricada Historia, comparte el relato de uno de los sobrevivientes, Humberto Salazar López “Choncito” quien recuerda cuando la columna guerrillera avanzaba en Nueva Guinea. 

A partir de las acciones de la toma del asalto al Palacio, el 22 de agosto de 1978, se vinieron tiempos difíciles, debido a las acciones guerrilleras y la consecuente represión desatada por las hordas somocistas, se debatía en un estado de inseguridad, de persecuciones, cárcel, tortura y muerte. 

Estos acontecimientos anteceden a la masacre realizada en Nueva Guinea, acciones realizadas a poco tiempo de conseguir la libertad del pueblo nicaragüense. 







El 5 de mayo de 1979 la Columna “Jacinto Hernández” llega a la comunidad de “El Chacalín” donde la guardia los estaba esperando. 

Salazar, asegura que, al momento de la sorpresa nefasta, lo que hizo es poner en guardia a todo su personal, unos 65 hombres. 

Nueva Guinea: una estrategia que permitió el avance de las tropas insurgentes en otros frentes 

Salazar, al explicar el porqué de la acción de Nueva Guinea, dijo que el fondo de esta gesta, que pretendía abrir un nuevo frente, estuvo relacionada con una estrategia guerrillera de llamar la atención de la Guardia Nacional (GN), sobre un objetivo militar que Somoza priorizó y buscó como aplastar, pero a costa de debilitar la defensa de posiciones estratégicas en las ciudades más importantes del país. 




Según Salazar, a Nueva Guinea se movió el grueso de la GN y su Fuerza Aérea Nacional (FAN). 

“Somoza pensaba que éramos 5 mil hombres y éramos apenas 155”, reveló Salazar López. 

Para el ex mayor del Ejército de Nicaragua, “fue la columna Jacinto Hernández, en Nueva Guinea, la que hizo la democracia en el país”. 

Luego de la Masacre ocurrida en Nueva Guinea, de los 155 guerrilleros sólo quedaron 11 con vida. 

Jossy Alemán, una mujer panameña, quien se integró a la Brigada de internacionalista “Victoriano Lorenzo”, publicó un poema que escribió en 1980 en honor a sus compañeros caídos en Nueva Guinea: 



Homenaje a los compañeros de la Columna “Jacinto Hernández” 

Por: Jossy Alemán (1980) 

Partimos alegres, a liberar Orión, 

enviados a cubrir de estrellas el valle. 

Entre el silencio de la noche y la luna 

pasaban nuestras sombras, una por una 

vestidos de verde olivo y armaduras al talle, 

nosotros, los felices hijos del gran Sión. 



¡Qué orgullo, dijo Ernesto, somos noticia! 

¡El pueblo, verdaderamente nos necesita! 

Decía el Comandante, con el hambre en los labios 

y Rosendo asistía con porras, las palabras del sabio. 

Más a lo lejos, la música estrépita de la metralla 

marcaba las notas, de la macabra noche de ofrenda. 

¡El cerco hay que pasar! Domingo inquiría. 

despliéguense sin parar y a los lados no deben mirar. 

Esperemos los morteros, que Coco va a detonar, 

¡Pum Pum Pum! 

Con golpe de tambor, el enemigo va a morir 

Pero esa noche, la victoria nos vio vivir. 

Fuimos obligados a beber un amargo vino 

Mientras cansados, bailábamos en la pista del amor, 

fue allí, donde hubo el rítmico tableteo 

también el tronar del duro zapateo 

y el rugir de la terrible música del terror. 

Eran los 15 años de la niña héroe y la noche, 

se llenó de sangre de los hijos de Sandino. 

dije: ¡Vámonos muchachas, no podemos continuar!, 

“iré con los Comandantes” dijo Verónica, con ingenua hermosura. 

Susana se fue triste, quedo atrás vacía y desesperada. 

Verónica partió con los Comandantes, con orgullo y sin ternura, 

Y Susana, cruelmente asesinada, mortalmente humillada 

y no la pude ayudar a ninguna, no pude hacer nada. 

Así fueron cayendo las sombras, una tras una, 

De los hijos de Sandino en la tierra de Orión, 

Aquellos que fueron a llenar el valle de estrellas 

y volvieron con el corazón y las almas llenas 

con las duras balas, en la noche de la decepción. 

Nueva Guinea era la sombra del hastío, 

la muerte y el odio en comunión. 

Donde los recuerdos pasan, pero quizás, no pasan 

porque son una hoguera, a la que siempre le queda brasa, 

por culpa de la cruel y mortal ambición. 

Adiós a todos mis compañeros del alma, 

nunca jamás los he de olvidar. 

Portando sus ropajes verdes y sus armaduras 

con sus ojos en la tierra llenos de estrellas, 

y sus cuerpos inertes, brotando raíces, por los que ayer lloré, 

hoy me hacen decir, nos volveremos otra vez a encontrar. 

Fuentes: 



[1] EMILIO MENA. “CACHALOTE”. Sobreviviente de la columna “Jacinto Hernández”, y del asalto al Palacio Nacional, “Comando Rigoberto López Pérez”. Mayo 2008 emiliomena@yahoo.es 

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