El papa Benedicto XVI llamó hoy a los mexicanos y latinoamericanos a mirar dentro del corazón en momentos de dolor, un reclamo especial en un país marcado por la violencia que causó 50 mil muertos en seis años.
Total, una nadería que se soluciona con ajo y agua: a joderse y a aguantarse.
En su misa, el Sumo Pontífice se refirió al dolor y la esperanza por los que atraviesa el pueblo mexicano, del cual dijo, es de “corazón puro sincero y humilde”.
Propongo esta frase como la más repugnante del impostor más despreciable del Vaticano, aunque tiene mucha competencia.
Ni una palabra sobre los crímenes de la Iglesia española en México desde 1492.
Benedicto XVI pidió porque la Virgen María continúe “acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos” para que les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad.
Debía aludir a los terremotos que suele enviar la señora mentada.
A los pies del Cerro del Cubilete, centro geográfico de México, el Santo Padre insistió en que el reinado de Cristo Rey no se basa en la violencia, sino en el amor.
Totalmente falso: los enamorados y representantes de Cristo Rey se han pasado la existencia robando, asesinando, violando, siendo cómplices de las dictaduras más sanguinarias y del terrorismo de estado.
Y México no fue excepción.
Este personaje, en un mundo justo, debería estar en la cárcel, pero los fieles perdonan las mentiras en la seguridad de que “en la otra vida alcanzarán la justicia“.
Pues, hale, a mirarse el corazón y a callar cuando te maten a un ser querido.
