(Desaparecido por la Guardia Nacional en septiembre de 1978 en Nueva Segovia. Su cadáver fue encontrado junto con el de EFREN REYES, en una montaña de Tastali en Jalapa el 18 de noviembre de 1979).
La María quedó triste
como si presintiera algo
Venancio y Ricardo con sus machetes
se fueron a la milpa.
Los perros se inquietaron
y hubo unos toques en la puerta.
Por las rendijas
la María identificó los uniformes
con miedo abrió.
Uno de los hijos que tenía siete años
apretó los puños nerviosos
Cuando escuchó preguntar por Venancio.
Bajo amenazas lo hicieron hablar
y el niño tuvo que llevarlos a donde estaban.
.
De allí se lo llevaron a la cárcel de El Jícaro
Lo torturaron, lo mataron
Pero Venancio no dijo dónde estaban los Sandinistas
Nunca lo dijo.
(1980)
Este poema está basado a la historia que fue contada sobre la captura de Venancio Blandón.
Venancio Blandón Landero y Efrén Reyes son de los Muertos que hay que recordarlos porque dieron su vida por una Nicaragua libre.
Venancio Blandón, campesino, delegado de la palabra y un hombre con mucha sabiduría, andaba de valle en valle hablando sobre la palabra de Dios.
Fue Amigo del Gran Fray conocido en las Segovia Padre Evaristo.
Venancio Blandón dedicó su vida al trabajo religioso y a la lucha contra las injusticias sociales.
Tuvo la oportunidad de viajar al Vaticano, con mucho orgullo dicen que hablaba de ese viaje que fue muy importante en su vida espiritual.
Cuentan que en la cárcel de Ocotal lo torturaron, que lo vieron guindado de las manos.
Nunca se supo de él, lo buscaron por muchos lugares, pero nunca lo encontraron hasta que el 18 de noviembre encontraron sus restos junto a su compañero de lucha Efrén Reyes.
La historia de la familia Blandón Landero, no termina con el asesinato de Venancio Blandón, sino que continua cuando su hermano Ricardo Blandón Landero y sus hijos son asesinados con sadismo por la contrarrevolución.
La familia Blandón Landero y Blandón Bustillo tiene muchos héroes y no hay que olvidarlos porque ellos también dieron sus vidas por la Paz de Nicaragua.
Por Sofía Sánchez