La Universidad Católica, centro del pensamiento y la cultura en el Perú, está en peligro de caer en manos de los sectores mas retrógrados, cavernarios y oscurantistas de la sociedad, cómplices de los crímenes perpetrados por aquella mafia homicida que gobernó el país durante la infame década de los noventa y cuyo máximo responsable – Kenyo Fujimori – purga una condena de 25 años de prisión por ello.
Resulta que el conflicto que el Arzobispado de Lima y la Universidad Católica sostienen por la administración de los bienes que José de la Riva Agüero dejó al centro superior hace 73 años, se agudizó este fin de semana cuando el Vaticano pidió arbitrariamente a esta casa “modificar sus estatutos” para que el cuestionado cardenal Juan Luis Cipriani – defensor de los malditos curas pederastas , fujimorista convicto y confeso y para quien “ los Derechos Humanos son una cojudez ” – intervenga en sus decisiones, cuando no tiene derecho alguno a hacerlo.
Ante esa amenaza , la Asamblea Universitaria de dicha casa de estudios se reunió en una sesión extraordinaria para analizar la propuesta de reforma de los estatutos presentada por El Vaticano, para luego emitir un breve pronunciamiento.
A través de un comunicado, las autoridades de la PUCP acordaron “respaldar el actual modelo de la PUCP plasmado en su Estatuto, enraizado en su historia institucional y que goza del consenso de su comunidad universitaria”, rechazando de esta forma la intromisión del nazi Benedicto XVI en sus asuntos.
En la misma línea la asamblea dejó en claro que “los bienes de la universidad no son eclesiásticos ni regidos en tal condición por el Derecho Canónico, sino que se rigen por las leyes peruanas”.
De esta manera, la asamblea respaldó al rector Marcial Rubio en su lucha contra las sucias intenciones de la mafia de apoderarse a como de lugar de dicho centro de estudios.
Al respecto, el rector Rubio sostuvo que “solo la Asamblea Universitaria puede modificar el Estatuto, no el Vaticano ni el Cardenal Cipriani, y la universidad cree que solo la Asamblea se encarga de elegir al rector”.
“El cardenal Cipriani busca presionar para apoderarse de la universidad y no lo logrará, pues el centro del conflicto es el patrimonio: mil millones de soles están en juego, es un tema de dinero y de poder.
El arzobispo está en guerra con la universidad desde hace 12 años, pero las propiedades son de la universidad y no bienes eclesiásticos”.
Si bien admitió que la universidad podría perder el título de Pontificia y Católica y en ese caso, debería cambiar de nombre. “Sin embargo, el nombre de Pontificia Universidad Católica del Perú nos pertenece, de acuerdo a la legislación peruana” puntualizó. Demás esta decir que esta absurda intromisión ha generado un rechazo absoluto de parte de la sociedad.
Así el constitucionalista Henry Pease señaló que la elección del rector, vicerrectores y la reforma de los estatutos de la universidad solo es potestad de la Asamblea Universitaria y que la Ley 23733 establece su autonomía.
Explicó que el rector es elegido por dos tercios de los profesores, un tercio de los estudiantes y una representación menor de promotores. “Este tipo de intromisión es inexplicable e inaudita y nunca se ha visto en la universidad.
La Universidad defiende valores y principios de sus fundadores y es una obra de católicos, no sujeta al capricho de jerarcas de la Iglesia peruana”, dijo.
La Universidad defiende valores y principios de sus fundadores y es una obra de católicos, no sujeta al capricho de jerarcas de la Iglesia peruana”, dijo.
El sociólogo y ex congresista, señaló que el título de Pontificia fue otorgado a este centro al cumplir sus 25 años, en 1942 y que ahora se quiere utilizar esta denominación católica para ejercer su control.
Por lo visto, es el momento de estar alertas e impedir que se cumplan los deseos de aquella menuda panda de impresentables liderados por Cipriani, quien debería responder ante la justicia por su complicidad con el régimen asesino de Fujimori.
Es el momento de acabar con este indeseable -así como la nefasta influencia en la sociedad de una decadente y corrupta organización como es la Iglesia Católica – de una vez por todas y para siempre.