
El vecino del sur se niega.
Es un tema de nunca acabar.
Pero, más allá de las diferencias políticas, Nicaragua, y tampoco el mundo, necesitan cálculos sobre cómo un proyecto así afecta una Reserva de la Biosfera.
Lo que necesitan es evitar dañar una joya de la Humanidad.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO), en referencia a sitios como Río San Juan,
“las Reservas de Biosfera son zonas de ecosistemas terrestres, costeros
o marinos, o una combinación de estos, que han sido reconocidas
internacionalmente como tales…
Se las ha creado para promover y demostrar una relación equilibrada entre los seres humanos y la biosfera”.
Se las ha creado para promover y demostrar una relación equilibrada entre los seres humanos y la biosfera”.
La definición de una Reserva de Biosfera es clara como una línea
fronteriza.
Pero los ecosistemas no conocen fronteras. Si se les limita, simplemente morirán, como la naranja que se daña entre las podridas.
Pero los ecosistemas no conocen fronteras. Si se les limita, simplemente morirán, como la naranja que se daña entre las podridas.
La carretera de Costa Rica no llegará sola. Con ella vendrá el
desarrollo económico, la industria, el turismo, y toda la contaminación
del país que más agroquímicos consume en promedio en el mundo (51.2
kilogramos por hectárea), según el World Resources Institute, dedicado a
este tipo de estudios.
Esto lo sabe el Gobierno de Costa Rica, porque dejó sus desagües
apuntando al San Juan. Lo saben también los costarricenses que se
disfrazan de ambientalistas, que no se han pronunciado al respecto.
Lo saben los integrantes de la Comisión Ramsar que rige los humedales de importancia internacional, que se quedan callados porque tienen intereses familiares.
Lo sabe todo el que necesita saberlo.
Lo saben los integrantes de la Comisión Ramsar que rige los humedales de importancia internacional, que se quedan callados porque tienen intereses familiares.
Lo sabe todo el que necesita saberlo.
Todo está anunciado. Pero, contrario al despiste de Santiago Nasar,
en Crónica de una muerte anunciada, el río mismo sabe que lo van a
“matar”.
De nada valen autoridades como Lázaro Aponte, policías como Leonardo
Pornoy, si estamos como Meme Loaiza y la Escolástica Cisneros,
presenciando la muerte… y al final quedaremos como Wenéfrida Márquez,
siendo quienes vieron con vida por última vez a este cuerpo de agua.
http://blogs.vivenicaragua.com/ientonces/2011/12/07/testigos-de-una-muerte-en-proceso.html
http://blogs.vivenicaragua.com/ientonces/2011/12/07/testigos-de-una-muerte-en-proceso.html