
El Senado brasileño aprobó este martes una polémica reforma de las leyes
que regulan el uso de los suelos, que según grupos ecologistas dará un
“golpe mortal” a la ya degradada Amazonía y abrirá puertas a una mayor
deforestación.
El proyecto, que será devuelto a la Cámara de Diputados para que
examine algunos cambios, se aprobó con 58 votos a favor y 8 en contra
con el respaldo de casi todo el oficialismo, unido a sectores de la
oposición agrupados en la llamada “bancada rural”, un grupo
suprapartidista que representa a los grandes empresarios del campo.
Los senadores ignoraron así las protestas de ecologistas que, por
medio mundo, han denunciado el impacto que, en su opinión, tendrá la
reforma del Código Forestal, que data de 1965 y establece normativas
para la actividad agropecuaria y el uso general de los suelos.
La decisión del Senado, que introdujo ligeras modificaciones, da como
segura la aprobación definitiva del texto en la cámara baja, que en una
primera discusión lo respaldo con una sólida votación de 410-63.
El proyecto, presentado por el propio Gobierno y respaldado por la
poderosa industria agropecuaria, plantea entre otros puntos que las
áreas de selva protegidas en propiedades privadas en la región
amazónica, equivalentes al 80%, se reduzcan a un 50%.
El Gobierno de Dilma Rousseff, principal defensor del proyecto y que
cuenta con el apoyo de los sectores agrícola y ganadero, deberá sortear
las decenas de enmiendas presentadas por los senadores al texto, que
serán debatidas antes de su votación.
Carta blanca al agronegocio para la explotación de áreas protegidas
También establece que las zonas protegidas a la vera de los ríos, que
hoy suponen una franja de 30 metros a cada lado, pasen a ser de 15
metros.
En contrapartida, establece la obligación de recuperar las áreas que
sean degradadas en el futuro e incentivos económicos para los
agricultores que adopten prácticas sustentables.
El punto que más discusiones ha generado propone una amplia amnistía
para los hacendados que, en las últimas décadas, violaron las leyes
actuales, desforestaron donde estaba prohibido y mantienen en esas zonas
su actividad agropecuaria.
Ese perdón generalizado fue criticado hasta por la presidenta Dilma
Rousseff, quien adelantó que podría vetar ese y otros puntos del
proyecto antes de sancionarlo.
Según medios locales, de los 18 diputados que aprobaron
previamentente el código en julio de este año, 13 recibieron juntos
aproximadamente 6,5 millones de reales (unos 2,7 millones de euros)
donados por empresas del sector del agronegocio, la ganadería y del ramo
del papel y la celulosa durante el su campaña a la reelección.
Un sin número de protestas
El lunes, personalidades del mundo de la cultura y de la política se
daban cita en Rio de Janeiro en un acto contra la aprobación del
proyecto. Entre los asistentes se encontraba el director de las
populares Ciudad de Dios, y El jardinero fiel, Fernando Meirelles, que
acaba de finalizar su documental Xingú en favor de la Amazonia.
La última protesta contra la posible aprobación del Código la
protagonizó el martes el grupo ecologista Greenpeace, que en un acto
celebrado ante el Senado pidieron a Dilma que “apague la motosierra”.
“Esa reforma va a propiciar un aumento de la deforestación en la
Amazonía, perdonará a quienes talaron los bosques en forma ilegal y
abrirá brechas para nuevos asentamientos” en el mayor pulmón vegetal del
planeta, denunció la ingeniera agrónoma Tatiana de Carvalho, del
capítulo brasileño de Greenpeace.
El rechazo al proyecto generó hace unos meses una inédita unión de
los diez ministros de Medio Ambiente que tuvo Brasil entre 1973 y 2010,
quienes en una carta enviada a Rousseff le pidieron impedir lo que
calificaron de “desastre anunciado”.
Por otro lado, junto con el nuevo código forestal el proyecto que
mayor repercusión y reacción ha generado es la construcción de la
tercera presa más grande del mundo, la de la hidroeléctrica de Belo
Monte.
Entre las voces que se han alzado contra ella, además de la del
citado Fernando Meirelles, está la de James Cameron, director de Avatar
que en su momento aprovechó la promoción de la película para
pronunciarse contra el proyecto.
También lo hizo Sigourney Weaver que
colabora en la campaña contraria al proyecto.
Agencias