Incertumbre en las calles de Tripoli por el tipo de sharia que el nuevo
gobierno impondrá.
La posibilidad de un estado laico no es posible, y
las declaraciones recientes de algunos islamistas que declararon que "tras 40 años de ateísmo había llegado la hora del islam"
hacen temer que se haya pasado de la tiranía de Gadafi a la de una
sharia como la Afganistán. Muchos piden una ley islámica moderada como
la de Qatar.
La anunciada introducción de la ley islámica en la Libia posterior a Muammar Gadafi suscita todo tipo de interrogantes en la población de este país. Las mujeres, los ateos y la comunidad amazig (bereber) encabezan las críticas.
"La shariá (ley islámica)
implica que vivamos el día a día de acuerdo a la ley de Dios, y eso es
lo más natural para un musulmán", explicó Ibrahim Mashdoub, imán de la
mezquita de al Garamaldi, en pleno casco antiguo de Trípoli.
A
pesar de tan categórica afirmación, este líder religioso vaciló cuando
las preguntas de IPS se volvieron más específicas: ¿Deberán cubrirse la
cabeza las mujeres? ¿Podrán conducir? ¿Se cortará las manos a quien
robe?
"Ese es uno de los problemas con la shariá: todo el mundo
habla de ella, pero nadie sabe en qué consistirá realmente", se quejó
Wail Mohammad, un joven tripolitano, desde una cafetería de moda a
escasos 50 metros de la mezquita.
Muchos jóvenes como Mohammad
difícilmente pueden ocultar su disgusto ante el relevante papel que
tendría la religión en Libia a corto plazo.
El Consejo Nacional
de Transición (CNT), que guerreó desde febrero contra el régimen de
Gadafi (1969-2011), asesinado el 20 de octubre, anunció tres días
después que este país se regiría en el futuro por la shariá.
"¿Qué
shariá vamos a escoger? ¿La de Pakistán? ¿La de Indonesia? ¿Acaso la de
Irán?", se preguntó Mohammad, extraductor de inglés hoy sin trabajo.
Otros ya han hecho su elección.
Es
el caso del jeque Omar Mujtar, que ejerce como máxima autoridad militar
en el antiguo bastión gadafista de Bani Walid, 150 kilómetros al
sureste de Trípoli.
"Todos los libios queremos una shariá como
en Qatar, o en Emiratos Árabes Unidos. Eso nos dará la cohesión que el
país necesita", dijo a IPS este mando militar y tribal, casi
parafraseando lo que han dicho los líderes del CNT en las últimas
semanas.
Sea como fuere, la shariá de Qatar –donde las
mujeres pueden conducir vehículos y el consumo de alcohol tiene cierta
tolerancia– parece lograr cierta aceptación.
Pero son muchas las voces que se oponen a que la futura Constitución eche raíces en el Corán.
"Desde
el mismo CNT se empeñan en criminalizar a los que no somos religiosos",
se quejó Abdulah Zlitani, un conocido abogado de Trípoli.
"Se está
lanzando un mensaje que intenta convencer a la gente de que una carta
magna no islámica abolirá por ley el culto religioso y promoverá la
prostitución.
Es una locura", sentenció Zlitani desde su despacho en el
barrio de Gargaresh, en el suroeste de la capital.
Y no son, ni
mucho menos, los ateos o los agnósticos como Zlitani los únicos que
abogan por una separación entre Estado y religión.
Fathi
Buzajar es musulmán y preside del Congreso Amazig de Libia, una entidad
que lucha por los derechos de la principal minoría de Libia, que
constituye alrededor de 10 por ciento de la población.
"Separar
política y religión es fundamental para poder construir un estado
democrático, pero el nuevo gobierno libio parece haber descartado ya por
completo dicha vía", dijo Buzajar a IPS en su residencia de Trípoli.
El
líder amazig denunció asimismo que el último borrador del texto
constitucional no reconoce a su pueblo ni su lengua, algo que él no se
esperaba después de la brutal asimilación que Gadafi ejerció sobre los
bereberes.
"No solo no somos árabes, sino que además profesamos
una corriente muy moderada del Islam, la ibadí, cuyos imanes fueron
casi todos ejecutados por Gadafi, por constituir nuestro culto otro
símbolo identitario", sostuvo Buzajar.
Este intelectual amazig
considera que la "ideología arabista-islamista importada desde el Golfo
es una de las causantes históricas de la desdicha de Libia".
Renglones "prohibidos"
Probablemente sean las mujeres las que más razones tengan para temer la aún no definida, pero casi inevitable shariá.
Muchas
empiezan a preguntarse incluso si habrán de "compartir" a sus maridos,
tras las polémicas declaraciones del presidente del CNT, Mustafá Abdul
Jalil, sobre la legalización de la poligamia.
"Abdul Jalil no
para de repetir que Libia adoptará la shariá", se quejó la joven Asma
Hassan, activa defensora de los derechos civiles en Trípoli. El
presidente del CNT lo hizo por última vez el 12 de este mes ante la alta
representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad, Catherine Ashton.
"Pero lo cierto es que esa es una decisión que ha de tomar el pueblo libio, de forma consensuada y democrática", añadió Hassan.
Que
haya tantas versiones de la shariá obedece a las múltiples
interpretaciones de textos y tradiciones, advirtió. Y puso un ejemplo.
"Lo
que dice literalmente el Corán es que te puedes casar con dos, tres y
hasta cuatro mujeres, pero a continuación añade que 'no estaría bien'.
Parece que la mayoría aquí ha decidido prescindir del segundo renglón",
protestó Hassan, quien lleva puesto el velo "más por discreción que por
convicción".
Se materializan así otras preocupaciones sobre cuánto del pasado gadafista seguirá vivo en el futuro libio.
Al
gran número de miembros del régimen de Gadafi en la actual
administración se suma el papel que el Islam jugaría en la "nueva"
Libia. No en vano "Dios, Muammar y Libia" era uno de los lemas más
coreados en las cuatro décadas del coronel en el poder.
Aquella
Libia era ya un estado islámico en el que el Islam se practicaba de
forma rigurosa. No fue por puro azar que Gadafi llamó Libro Verde (el
color del Islam) al volumen de lectura obligatoria que recogía su
ideología.
Miedo al caos
Las elecciones constituyentes
del 23 de octubre en la vecina Túnez –primer país en destapar la caja
de Pandora de las revoluciones en el norte de África– pueden ser un
termómetro y a la vez un catalizador de lo que ocurra en Libia. Con un
40 por ciento de los votos, la coalición islamista moderada Ennahda se
hizo con el triunfo en los primeros comicios celebrados tras las
revueltas.
"Probablemente, el Islam moderado sea la única
posibilidad que hay en Libia de 'civilización' frente al caos", dijo a
IPS el escritor y analista político Santiago Alba Rico, afincado en
Túnez hace 12 años.
"Una democracia islámica en Libia sería un
avance mucho más 'progresista' que la dictadura de Gadafi, y la salida
más realista a la posibilidad de un enfrentamiento entre milicias",
añadió Alba Rico, en referencia al desorden que reina hoy en un país
donde esas facciones armadas imponen su ley.
"Se adopte o no la
shariá –añadió el intelectual madrileño–, lo más deseable es que eso lo
decida el pueblo libio en las urnas".
(FIN/2011)