La última víctima fue Carlos Humberto Martínez, de 24 años. Vivía en el asentamiento “La Lempira” y pertenecía al Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA).
Participó
activamente en la lucha para que miles de familias campesinas del Valle
del Aguán pudiesen tener acceso a la tierra y a una vida digna.
Por
defender este derecho, el 2 de octubre fue brutalmente asesinado por
desconocidos, en medio de una creciente militarización y represión en la
zona.
“Salió de la comunidad para ir a saludar a su familia en Tocoa y nos
dijo que al día siguiente iba a trabajar en una milpa, que es parte de
la empresa campesina. Como a las 5 de la mañana se escucharon varios
disparos y dos horas después nos avisaron que había una persona muerta.
Fuimos a ver y nos percatamos que era Carlos. Seguramente los asesinos
esperaron que saliera de la milpa y le propinaron siete balazos”, relató
a Sirel, Ricardo Morales, habitante de La Lempira y miembro del MUCA.
Ese nuevo asesinato ocurre pocos días después del atentado perpetrado
contra Germán Castro, presidente de la cooperativa Prieta de COAPALMA y
miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) de Tocoa.
Durante el atentado perdió la vida su esposa, Enelda Fiallos,
mientras que Castro fue herido de gravedad y se encuentra hospitalizado.
Con estos graves hechos, que tiñeron nuevamente de sangre inocente el
suelo del Bajo Aguán, suman 40 los campesinos organizados asesinados en
menos de 2 años.
Una vez más, queda al descubierto la hipocresía del régimen
hondureño, que pretende solucionar el grave conflicto por la tierra que
existe en la zona con más militarización y medidas paliativas.
Por el contrario, no parece interesado en tomar en cuenta las
problemáticas reales que viven miles de familias campesinas, es decir la
falta de acceso a la tierra, el acaparamiento de territorios por parte
de unos pocos terratenientes, y un modelo de producción y desarrollo
agrícola que privilegia la depredación del territorio, generando
inseguridad alimentaria y el desplazamiento campesino.
“Aquí en La Lempira el hostigamiento es continuo. Estos
terratenientes y productores palmeros no quieren que nosotros los
campesinos vivamos dignamente. Lo quieren todo para ellos y nos dejan en
la miseria.
Carlos acompañó todo el proceso de lucha para la recuperación y la
defensa de esta tierra. Pese a los acuerdos alcanzados con el gobierno y
con Facussé -continuó Morales- sabemos que esta violencia no va a
parar.
No es ni con la militarización, ni con la firma de débiles acuerdos
que se va a resolver el conflicto, porque estos empresarios voraces
quieren debilitar al movimiento campesino para después quebrarnos”,
concluyó el miembro del MUCA.
La trágica noticia de este brutal asesinato alertó a las más de 450
personas que estaban participando del “Encuentro sobre la
militarización, represión y ocupación de Honduras”, las cuales se
desplazaron de inmediato hacia La Lempira, para solidarizarse con la
familia de la víctima y con la comunidad.
“Estos asesinos, obedeciendo nefastas ordenes, dispararon y segaron
la vida del compañero Carlos Martínez, creyendo que con eso iban a
intimidar a ese pueblo, que ha tomado la decisión de construir una
sociedad más justa y recuperar la tierra, porque pertenece a quien la
trabaja.
Carlos nunca nos va a dejar solos y solas, porque es de los que nunca
mueren. Seguirá apoyando desde dónde esté a su familia, a sus
compañeros y compañeras de lucha, en el proceso de refundación del país y
la distribución justa de la tierra”, dijo en medio de una gran
conmoción Salvador Zúniga, directivo del Consejo Cívico de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), una de las
organizaciones convocantes del evento.
En su declaración final, los
participantes del Encuentro se solidarizaron con las víctimas de la
represión en el Bajo Aguán y condenaron “la brutalidad con que se violan
sistemáticamente sus derechos humanos personales y colectivos”, así
como los asesinatos de Enelda Fiallos y Carlos Humberto Martínez,
“hechos sucedidos durante la inauguración y cierre de nuestro Encuentro
contra la militarización”.
Rel-UITA