Siempre hemos sabido que el candidato presidencial de la oposición –digo de la oposición porque es presentado como el candidato de consenso, aunque carezca del mismo-, Fabio Gadea, se caracteriza o se ha caracterizado por ser un ferviente defensor del somocismo, del somocismo como sistema, pues y aunque estuvo en algún momento de su vida en contra del dictador porque peligraban sus intereses de clase, no es menos cierto que hoy añora los años en que el pueblo llano se tenía que postrar con deferencia ante el paso de tiranos, oligarcas, burgueses y demás opresores…, postrados como dando las gracias porque se le permitiera vivir que no existir…
Y es que su Estampa de Ayer pretende ser un bucólico recuerdo de otro años o quizás intentando acercarnos a su personalidad, pero lo que le ha salido es lo único que le podía salir, lo único que domina su pensamiento como sujeto que vive del recuerdo de una época ya superada por el pueblo nicaragüense; un profundo sentimiento clasista, discriminador, somocista; casi colonial, que en el fondo pretende disfrazar de recuerdos “pintados de rosa” los años que él entiende mejores…, y puede que para él lo fueran, pero para el pueblo que pretende gobernar es la época más amarga y trágica de su historia reciente…;
¿Cómo olvidar los tiempos en los que el caballo del jinete que describe con detalles, tenía muchos más derechos que el pueblo que lo veía desde los márgenes de las calles para regocijo del amo que se paseaba ante la atenta mirada de los excluidos que entendían normal aquellos hechos?; pero llegó Sandino, y luego los sandinistas, y aquello ya no pudo ser más…, salvo en sus enfermizos recuerdos... y de otros como el…, que podemos resumir en este párrafo de su letanía:
“(…) Antes los jinetes iban uno tras otro o de dos en dos exhibiendo su destreza.
Hoy en día en la calle aparece todo género de vehículos, motocicletas, grupos de gentes, algunos caballos chapiollos montados por cipotes que van ahí como si fueran a la fiesta patronal del más remoto de los pueblos (…)”
¿Cómo no va a salir decepcionado el hombre del desfile si había tanta gente mal vestida, tanto indio, tanta familia, tanto chapiollo, tanto pobre con sus caballos de poca alzada mil veces cruzados y desprovistos de toda elegancia?
¿Cómo va a salir contento el tipo, si ese era el desfile del pueblo y no el de la Clarita Parodi y su hermoso corcel…?
¿Cómo sería si este hombre determinara las reglas del hípico –que particularmente no son de mi agrado- en cuestión?, serían estas:
“(…) caballos de calidad, vestimenta apropiada, monturas y aperos de caballería a todo lujo, etc. (…) Debería haber una inscripción previa de quienes quieran participar, un reglamento adecuado para seleccionar caballos y jinetes (…)”
No señor, se equivoca de tiempo, mejor vuelva a concentrarse en su churrasco, ese que antes era casi exclusiva propiedad de esa clase que representa…, y sólo levante la cabeza para ver al señor gordo –el de su relato- que monta un hermoso corcel, pero procure no ver al caballo de inferior calidad que va junto a él…, porque puede que la fantasía de otro tiempo se disuelva en la realidad, pues “a veces la realidad te estalla en la cara, y ya no puedes conciliar el sueño, la niebla se ha evaporado…”; si le aseguro que su fantasía le llega 32 años tarde…, murió con la llegada de la Revolución Popular Sandinista que dignificó a los excluidos que miraban y aplaudían al paso de los caballos de sus recuerdos.
Pero la pregunta más interesante es: ¿si este tipo escribe cosas del estilo en campaña electoral, que decisiones y discurso tendría en el hipotético caso de ocupar la silla presidencial…? mejor aún,
¿Le votaría usted a un tipo con estas ideas?