Pablo Gonzalez

Thomas Sankara, “El Che Guevara africano”


«Prohibió la ablación genital femenina, la poligamia y los casamientos forzados, incluyó a mujeres en alto rangos del gobierno y las alentó a trabajar y seguir estudiando aún embarazadas.

 Mientras fue presidente siguió viviendo en su cuarto de estudiante: Su única posesión: una guitarra y una bicicleta.

 "Imperialismo es que tu plato esté compuesto por productos importados", dijo y se adelantó así al hoy difundido concepto de "soberanía alimentaria". 

Llamó a todos los países africanos a no pagar la deuda externa. 

Su gobierno llevó a cabo una campaña de vacunación de 2.5 millones de chicos contra la meningitis, la fiebre amarilla y el sarampión. 

Instauró que todos los funcionarios consumieran productos locales y se vistieran al estilo autóctono y se burló de las marcas muchos años antes del "No Logo" de Naomi Klein. 

Dejó atrás el nombre colonial "Alto Volta". 

Era joven, africano, militar y marxista. Lo llamaban "el Che africano".

 Fue asesinado por su compañero Blasé Campaoré que de inmediato comenzó una política de acercamiento a Francia, antigua fuerza colonial desde 1898 hasta 1960, y al capital extranjero.

 Su país, que lleva el nombre que él dio, se llama Burkina Faso, significa "patria de hombres íntegros", hoy se debate entre recuperar el legado de Thomas Sankara o elegir un gobierno títere de Francia y el Banco Mundial.

Burkina Faso: 21 diciembre 1949-15 octubre 1987

Thomas Sankara, un mito para muchos africanos

Cuando era adolescente, recuerdo haber visto en "Jeune Afrique" una secuencia de imágenes sobre el asesinato de Thomas Sankara.

 El joven Presidente conocido como "el Che Guevara africano" fue asesinado durante un golpe de estado militar, descuartizado y enterrado en una tumba sin nombre.

 Había sido Comandante de una Academia militar, Secretario de estado de comunicación, Primer Ministro y Presidente de Alto Volta (Burkina Faso) a los 33 años.

Sus padres querían que fuera sacerdote católico pero al final optó por el ejército, acabó confesando las ideas marxistas, adorado por muchos jóvenes africanos como "el Che Guevara africano" y pidiendo una segunda versión de la Biblia para los pobres porque «Entre les riches et les pauvres, il n’ y a pas la même moral.

La Bible, le Coran, ne peuvent pas servir de la même manière celui qui exploite le peuple et celui qui est exploité. Il faudra alors qu’il y ait deux éditions de la Bible, et deux éditions du Coran ».

Thomas Sankara, le petit frère

Sus colegas africanos le consideraban el hermano pequeño (petit frère) y los franceses querían controlar su agenda.

En una ocasión, una periodista francesa le preguntó al presidente Sankara que qué había ido a hacer en Moscú porque esa visita inquietaba a Francia.

 Sankara, sentado al lado del todo poderoso Miterrand, con mucha delicadeza contestó que siempre responde a todas las invitaciones y que si no hace más viajes al extranjero es porque no tiene un avión concorde.

Entonces el Presidente Miettarrand se levantó con su arrogancia paternalista, se apoyó sobre Sankara y dijo que le iba a dar un consejo sobre las relaciones internacionales. 
Más prepotencia, imposible.

Thomas Sankara, un buen comunicador

Thomas Sankara fue uno de los mejores oradores de los dirigentes del continente negro. A penas se le veía leyendo los discursos.

Y casi siempre entusiasmaba a su público.

Es fantástico ver a Sankara animando a los jefes de estados africanos a no pagar la deuda externa: "oye, el que quiera pagar, que coja su avión presidencial y se acerque al despacho del Banco Mundial para ingresar el dinero".

Los jefes de estados africanos reunidos en Adis-Abeba (Etiopia) no sabían dónde meterse. Sus segundos aplaudieron con entusiasmo, sobre todo cuando Sankara reclamó dos versiones de la Biblia y del Corán, una versión para los ricos y una versión para los pobres: No puede haber una misma ética para los pobres y para los ricos.

 La Biblia o el Corán no pueden dirigirse en el mismo lenguaje a un explotador que a un explotado. Sería necesario dos versiones: una versión para los pobres y una versión para los ricos.

Thomas Sankara y la igualdad de género

El joven Sankara promocionó la incorporación de la mujer en los puestos directivos y en el ejército, porque para él no había una diferencia de género sino de oportunidad. De modo que hombres y mujeres debían tener la misma oportunidad para todo.

 En el día mundial dedicado a la mujer (08 de marzo), obligó a todos los hombres a acudir al mercado para saber cuánto cuesta un kilo de arroz y cómo las mujeres se las ingenian para mantener a sus familias: los hombres se cabrearon, las mujeres disfrutaron.

Sentado en el público que se había reunido en la asamblea popular, Thomas Sankara confesó no entender por qué una estudiante embarazada tenía que abandonar sus estudios: “una estudiante que se queda embarazada se la expulsa del colegio.

Pero nadie se molesta en saber si el chico que le ha embarazado no está, por casualidad, en la misma clase. 
De modo que el chico puede seguir “fabricando niños” hasta que termina sus estudios”. Esto no puede ser así.

Como mínimo la chica embarazada tiene que tener la posibilidad de seguir con sus estudios. Por orden presidencial, las niñas embarazadas no debían abandonar sus estudios.

Thomas Sankara y el desarrollo del país

Sankara quería un mercado africano para consumir lo que se produce en África y, en la medida de lo posible, no vivir de las deudas externas que no hacen más que hipotecar el futuro de los africanos. Los funcionarios debían vestir ropa fabricada por los artesanos de Burkina Faso para colaborar con la economía local.

Es divertido ver cómo Sankara discute con un adolescente que lleva una camisa con letras “Harvard”.

El chico le acababa de preguntar al Presidente qué pensaba hacer para luchar contra el imperialismo: “¿Qué quieres que hagas? Tú llevas una camisa con la publicidad norteamericana.

 ¿Tú crees que no tenemos camisas fabricadas en nuestro país y que sean más bonitas que esa?”.

El muchacho se quedó sin habla, que por otra parte es lógico: un adolescente discutiendo con un Presidente, Capitán del ejército, escoltado por sus guardaespaldas militares.

Sankara vendió los Mercedes de los antiguos dirigentes, quitó los choferes para las autoridades y prohibió a sus ministros viajar en primera clase porque no merece la pena gastar los fondos del pueblos por un vaso de champán (el avión despega a la misma hora y llega a la misma, estés o no estés en primera clase).

La política de Sankara de “Une village, un bosque” (un pueblo, un bosque) permitió plantar millones de árboles para luchar contra la desertización del país.

Thomas Sankara, “El Che Guevara africano” 



El Presidente Sankara decía la verdad (virtud vetada en la política servil) y no se comportaba como sus colegas africanos, auténticos caudillos y saqueadores de los fondos públicos.

 Sus políticas de consumir preferentemente los productos locales le enemistaron con las multinacionales, y desde luego no era bien visto por la administración francesa y norteamericana.

 Una vez catalogado como “comunista peligroso” por los gendarmes de la República, su muerte era cuestión de meses.

Los ejecutores de las órdenes de arriba pensaron que descuartizando su cuerpo y enterrándole en una tumba anónima desaparecería el hombre y el mito.

Y consiguieron que ocupara un lugar preferente entre los mártires del neocolonialismo occidental junto a Lumumba.

 Autor: Elie Mividaenmarcha

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