Desde 2001, en Afganistán los residuos y desechos de miles de soldados
han generado millones de kilogramos de sustancias tóxicas que
contribuyen al agravamiento del caótico y peligroso entorno de la
invadida nación.
La tecnología de
Estados Unidos, al frente de las fuerzas de la Organización del Tratado
del Atlántico del Norte (OTAN, consiste en flotas de aviones,
helicópteros, vehículos, equipamiento e instalaciones de todo tipo.
Los
propios afganos, como la agencia Kabul Press, mencionan que el panorama
al respecto "es escalofriante, pues todos los desechos se han
enterrado, depositado o quemado secretamente en las vastas tierras
afganas.
La publicación estadounidense Air
Force Times señaló en este sentido:
"Cada vez más profesionales
sanitarios creen que las fosas para quemar residuos están causando una
oleada de enfermedades respiratorias y de otro tipo, tanto entre las
tropas relevadas o entre los propios pobladores".
Fuentes
del Pentágono declararon que entre Irak y Afganistán funcionan
actualmente 84 fosas "oficialmente establecidas" y que serán sustituidas
por incineradores, pero admiten que sus efectos en el medio ambiente y
al ser humano "no pueden calcularse a corto plazo."
Demandas
interpuestas por excombatientes, tanto de Irak como de Afganistán,
puntualizaron que Estados Unidos "ha ignorado las leyes internacionales y
estadounidenses relacionadas con la protección del medio ambiente y que
la consecuencia ha sido una extendida contaminación de alto riesgo por
aire, suelo y aguas superficiales y subterráneas de todo Afganistán."
El caos de la contaminación
Datos
comprobados demostraron que en el 2001, durante los intensos bombardeos
contra las montañas en la región afgana de Waziristán, se lanzaron
explosivos altamente tóxicos, incluidas municiones y bombas de uranio
empobrecido.
Los miles de soldados invasores en
territorio afgano ocupan centenares de diversas instalaciones y emplean
sofisticadas técnicas cuyos residuos son peligrosos para la salud
humana, incluso para los propios militares.
Afganistán, un país con una
economía prácticamente inexistente y una infraestructura de salud
sumamente escasa, enfrenta una contaminación que en medio de ese caos,
adquiere una gravedad incalculable.
Los
expertos subrayan el daño que causan la fuga y derrame de carburantes,
disolventes, materiales de construcción que contienen sustancias
dañinas, fluidos para descongelar combustibles, aceites usados y
aditivos para aires acondicionados y otros numerosos equipos.
A
estos elementos se unen los desechos electrónicos, plásticos,
sanitarios, municiones e incluso radiactivos; aguas negras y otros
materiales utilizados ampliamente en grandes bases militares como la de
Bagram.
Publicaciones como el Houston
Chronicle, Los Angeles Times o The New York Times, han documentado estas
cuestiones, cotidianamente denunciadas por la insurgencia en general y
los talibanes.
Pedro Blas García es Jefe de la Redacción de Asia de Prensa Latina.
Fuente original: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=318851&Itemid=1