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Vargas Llosa, la fiesta del Papa y las acciones terroristas de la ultraderecha católica


Joseph Alois Ratzinger, ex soldado de la Alemania nazi, durante décadas gran Inquisidor de la Iglesia de Roma y actualmente conocido como Papa Benedicto XVI (B16 para Maruja Torres), estuvo en Madrid para dirigir un espectáculo: la Jornada Mundial de Jóvenes Católicos Conservadores (JMJC).

La cita, además de escenificar el derroche de dinero público en tiempos de crisis[1] a favor de saraos privados –el papa envió a Somalia 50 mil dólares mientras se gastó en su gira 50 millones de euros- también sirvió para aumentar el culto a la personalidad del pontífice en la línea de recuperar una concepción absolutista del poder primacial vigente antes del vaticano II.

La visita, de quien desde 1981 se hizo verdugo de los que decían lo que él antes pensaba, provocó que diversos sectores de católicos de base[2], así como diversos colectivos sociales y anticapitalistas (más de 45 asociaciones), expresaran su malestar por el gasto público a favor de la visita mientras se congela pensiones o se rebaja el sueldo a los funcionarios y, que esa misma iglesia canonice en tiempo record a Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y sostén del régimen franquista, e ignore a Romero y Ellacuría referencias obligadas de la iglesia Vaticano II, la Teología de la Liberación y la lucha de los más desposeídos en los países del Sur. 

Al acto de papolatría asistió toda la jauría conservadora a favor de la restauración y verdaderos instrumentos de poder:

Legionarios de Cristo, Opus Dei, Neocatecumenales (Kikos), Comunión y Liberación entre otros. 

Y entre estos el presunto terrorista José Pérez Bautista, estudiante mexicano y miembro de la estructura de organización de JMJC como voluntario, que fue detenido antes de gasear con veneno a los participantes en la manifestación contra los gastos del viaje papal.

Pérez aseguró tener 200 litros de ácido clorhídrico, 50 botellas de bromuro de bencilo y “matar maricones en nombre de Dios”.

Mientras que en julio de 2010, el Papa recibió a los miembros de la Fundación Madrid Vivo entre los que se encontraban directivos de Telefónica, Abengoa, FCC, Sacyr Vallehermoso, Iberdrola, banco Santander y el BBVA entre otros; durante su estancia en Madrid no recibió a miembros de los indignados, del Movimiento 15 M, jóvenes desempleados -alrededor del 44% de la juventud española- inmigrantes, mujeres maltratadas, desahuciados, cristianos y cristianas de base.

Optó por las mayores empresas depredadoras y no por los pobres con quienes no se identificó.

No se puede servir a Dios y al dinero.

Quizás lo anterior va acorde con su actual situación financiera. 

Sólo en Irlanda, país de profunda tradición católica, la Iglesia no paga las millonarias indemnizaciones por los abusos sexuales ejercidos por religiosos durante años en los niños que tenían a su cargo en las instituciones católicas. 

La factura total se eleva a 1.360 millones de euros[3].

La Iglesia posee multitud de bienes en Irlanda y controla el 90 % de las escuelas primarias.

Si no consigue el dinero para el próximo mes, su imperio corre el riesgo de tambalearse. 

Por eso está obligada a aliarse con las empresas transnacionales que le puedan ayudar a salir del atolladero.

El pasado 28 de agosto en el diario El País[4], Mario Vargas Llosa, que estudió en un colegio religioso y después en uno militar, publicaba el artículo “La fiesta y la cruzada”. 

El autor de La casa verde (1966) y La Ciudad y los perros (1963) destaca el “bonito espectáculo de Madrid…que se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachos y muchachas”. 

Ni una palabra sobre los numerosos casos de pederastia que, por cierto, el antiguo nazi tampoco aludió ni dio señales de arrepentimiento. 

El sarao que se montó B16 estaba dirigido a los jóvenes. 

Según el Instituto de la Juventud, en los diez últimos años se ha reducido del 30 al 10% el número de jóvenes que se considera practicante; y, según Metroscopia (julio 2011), la confianza que inspiran los obispos en la ciudadanía es la más baja de todas las instituciones del país[5].

Por lo tanto, el encuentro de Madrid era el espacio idóneo para hablar sobre la juventud, sus problemas, los problemas con la juventud que ha tenido la iglesia (y tiene). 

Sin embargo, ni B16 ni el autor de novelas -que en su día reprochó a la iglesia católica su fanatismo e intolerancia- hicieron mención alguna al caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo que después de abusar sexualmente de un seminarista le dijo: “no te preocupes si tienes remordimiento de conciencia, yo te doy la absolución. 

Lo que has hecho es un acto de caridad[6]”. 

Pero el Premio Nobel –¿que dirá B16, protector de la ortodoxia más firme después del Vaticano II, de este escritor que se casó en su día con su tía Julia Urquidi?- desaprovechó su privilegiada tribuna y no denunció a esa iglesia institución que ocultó por muchos años que Maciel tuvo dos esposas, tres hijos (una de ellas estudió periodismo en la universidad Francisco de Vitoria en Madrid), cometió abusos sexuales a menores, desvió fondos y tuvo tres distintas personalidades y documentación falsa: José Rivas, Raúl Rivas y Jaime Alberto González, un agente de la CIA y un ejecutivo de la industria petrolera.

Recordemos que por muchos años los jerarcas de la Iglesia católica –incluido el actual Papa- consideraron la labor de los Legionarios de Cristo de Maciel ejemplo de trabajo con la juventud.

Vargas Llosa arropa a una institución que está siendo investigada en Holanda por la muerte de 34 niños en un centro católico en 1952 y que la Fiscalía indaga si los fallecimientos tienen relación con casos de abuso sexual. 

Mientras el escribidor destaca al “grupo de energúmenos al que se vió arrojando condones a unas niñas” no dice ni pío de las acciones terroristas del ultraconservador católico. 

¿Qué hubiese dicho el escribidor si un ultra de izquierda o un piojoso anarquista como gustan llamar los ultraconservadores católicos hubiese atentado contra las hordas fundamentalistas asentadas en el campamento militar de Cuatro Vientos? 

Además de ningunear la acción terrorista que había puesto en marcha un miembro de la organización de la visita del Papa, Vargas no hace mención al caso del sociólogo, ex religioso, autor de varios libros y activista, Martín Sagrera, que fuera chaveteado por un fundamentalista neoconservador católico en una de las principales arterias de la capital.

En esta misma línea hace alusión a “las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos…” sin referirse para nada a los y las católicas que se acercaron espontáneamente a participar en las distintas asambleas convocadas por el 15M para discutir sobre el papel de los católicos en esta sociedad, cómo abordar problemas sociales comunes y, sobre todo, cómo participar como católico en política y los movimientos sociales. 

Toda una lección y una alternativa al sarao mediático montado por B16.

Pero en su escrito, tal como si fuera una novela, el ex alumno del Colegio Militar Leoncio Prado va mucho más lejos en su afán por negar la realidad.

Dice que “Todo transcurrió en paz, alegría y convivencia simpática” mientras se me cruzan las brutales imágenes de la policía cargando contra los manifestantes contrarios a los gastos de la visita papal y la apertura de expedientes a dos policías y dos de sus mandos por agredir a una menor de 17 años. 

Este hecho, reconocido por todos los estamentos políticos, no tiene espacio en el escrito del Nobel de literatura.

El escritor ensalza “el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse…” y también al Papa, el más severo en castigar a quien defiende, incluso de forma hipotética, el fin del celibato y la ordenación de mujeres que a implicados en pedofilia.

El escritor hispano-peruano concede a la Iglesia institución el cuidado de los valores éticos sin denunciar al Arzobispo Cipriani, el escudero de Fujimori, violador de los derechos humanos, sentenciado y condenado además por corrupción.

Y si de ética estamos hablando hubiera venido bien que B16 hubiese expresado su condena al régimen franquista y su arrepentimiento por el papel de la iglesia durante y después de la guerra civil. 

Y Vargas Llosa podría haber recordado en su escrito este y otros temas aún pendientes que tiene la jerarquía eclesiástica.

La ética de Jesús señala que no sólo lo que mata es condenable sino lo que irrite al hermano. 

¿Es ético que los que acudieron a la JMJC les haya costado el billete de metro 50 céntimos y los que no acudieron a la “fiesta” que dice Vargas Llosa y que sostienen el transporte hayan tenido que pagar 1,50 euros?

¿Es ético que mientras se niegan recursos a la educación pública se cedan los colegios públicos para un sarao privado y confesional en un Estado aconfesional?

¿Es ético que se dé una orden por los canales oficiales –inmediatamente retirada ante la presión y el escándalo de la opinión pública- para no cobrar los servicios de salud pública que demanden los cachorros de B16 y se cobre a los inmigrantes sin papeles?

Cuando el autor de Los cachorros dice: 

creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos”, es que defiende un modelo de iglesia autoritario y neoconservador basado en el modelo tridentino de 1542. 

Dios no estuvo en Madrid, señor Vargas Llosa, porque sencillamente hubo actos de papolatría y estoy seguro que los jóvenes no marchaban de la mano del Santo Padre porque una de las pancartas que se exhibieron durante la visita del jerarca decía: “Cuidado con los niños que viene el Papa”. 

La religión –y en este caso la católica- está asociada al poder. Ahora y siempre. 

El poder es incompatible con la solidaridad o la misericordia. 

El caso de Maciel es paradigmático. 

Tuvo poder en la Iglesia. Mucho poder. 

Y tuvo poder en la sociedad. 

Fue amigo del Papa que acabó con el comunismo, del gran contrarreformista contemporáneo de la Iglesia que acabó con las esperanzas del Concilio Vaticano II.

Y fue también amigo de la derecha global, que le aplaudió entusiasta, desde Aznar a Fox. 

Para todos ellos, para ese lobby neoconservador, la Iglesia católica debía ser el referente cultural, moral y político de la sociedad. 

El problema es que Maciel, uno de esos hombres santos inspirados por Dios para implantar esa teocracia católica en la Tierra, era pederasta, polígamo, morfinómano, malversador de fondos, plagiaba los libros de otros y abusaba de sus hijos, y creó una congregación religiosa que suponía la cima de su poder temporal, en la que ingresaron cientos de jóvenes amantes de Cristo, gente buena y desinteresada[7]”.

Los cristianos de base defienden la vuelta al evangelio y la jerarquía se niega a convocar al Concilio Vaticano III porque estamos asistiendo a una deriva involucionista -que viene después de Pablo VI (1963/1978)- que incluye a las grandes empresas transnacionales que, con una mano depredan los recursos naturales de los países del Sur, violan derechos humanos y sindicales y con la otra dan su óbolo al patriarca de la Plaza de San Pedro, bajo la sombra de escritores mercenarios que tienen la función de distraer y ser altavoces del espectáculo.

No nos engañemos. La Iglesia como institución ha sido beligerante con un Gobierno, el de Zapatero, que ha dado más dinero que nadie a las huestes de la jerarquía romana. 

En Madrid todos los representantes de las instituciones públicas y privadas defensoras del libre mercado y la Reforma Constitucional que aboga por incluir una “regla de estabilidad presupuestaria” doblaron la cerviz ante el Papa. 

Y por lo visto el escritor Mario Vargas Llosa también. Hubo un sector de la sociedad, en las que había cristianos y no cristianos, que no fueron sumisos ni al soberano de Roma ni al de Madrid ni al Gobierno ni al capital.


[1] En tiempos de crisis también crecen los ricos en España y en el mundo. Los grandes patrimonios (más de 815.000 euros en activos de inversión) crecieron en España un 12,5% en 2009 respecto a 2008, en línea con la media europea. En total, el número de individuos ricos llegó a 143.000. En el mundo, esta cifra vivió un repunte en 2009 tras la caída del año anterior hasta alcanzar los 10 millones de grandes patrimonios, que aglutinan una riqueza de casi 32 billones de euros. El País, 23 de junio de 2010.
[2] Para más información ver: el documento Los mecenas de Rouco http://forocurasdemadrid.org/
[3] El País, 29 de agosto de 2011. Pág. 20
[4]http://www.elpais.com/articulo/opinion/fiesta/cruzada/elpepiopi/20110828elpepiopi_13/Tes
[5] Éxodo Nº 109. Junio 2011. Página 3
[6] La confesión. Jesús Rodríguez. Debate. Pág. 240
[7]La confesión. Jesús Rodríguez. Debate. Pág. 361.

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