Mientras Occidente juzga a los oficiales de la ex Yugoslavia, los
serbios de a pie no pueden regresar a sus casas por miedo a ser
asesinados por los albaneses.
La corresponsal de RT Jelena Milincic
escuchó la historia de los serbios que viven en Kosovo en medio de un temor constante.
Ljubisha, un serbio que reside en Kosovo, cuenta que el miedo les
invade cuando se pone el sol: “Anochece, y el miedo se apodera de
nosotros.
Mañana será un nuevo día y no sabemos qué va a ser de
nosotros”.
Al igual que más de 240.000 serbios de la región de Kosovo, Ljubisha
tuvo que huir de su hogar.
Durante el bombardeo de la OTAN los policías
serbios se fueron de la zona y después de esta ofensiva ya no quedaba
ninguno que pudiera protegerlos.
En 1999 muchos serbios se vieron obligados a dejar estas tierras
que fueron el corazón de Serbia, y ahora tienen miedo de volver.
Actualmente las casas abandonadas se encuentran en todo Kosovo como
símbolo del padecimiento de este pueblo.
Por el contrario Ljubisha decidió regresar. Pero, lo que antes era una
aldea tranquila e idílica, ahora es un enclave serbio, rodeado de
albaneses, en la región de Kosovo.
Y sus habitantes viven con temor ante
los posibles ataques extremistas.
“Nos roban, nos maltratan, nos pegan,
no nos dejan vivir”, señala.
Una abuela de 82 años cuenta que los albaneses a menudo les cortan el
suministro de electricidad.
El año pasado lo hicieron en el periodo en
el que los serbios llevan al matadero a sus vacas y cerdos.
Por eso se
quedaron sin la carne que necesitan para alimentarse durante todo el
año.
Además, de esta localidad robaron alrededor de 15 vacas y 5
tractores.
En Kosovo operan varias organizaciones internacionales, como EULEX (la
misión de la UE) o KFOR de la OTAN. Están aquí para garantizar la paz en
la zona.
Sin embargo, los crímenes continúan cometiéndose ante sus
ojos.
La mayoría de los medios occidentales prefieren no cubrir lo que
ocurre aquí.
Muchos vecinos serbios piensan que esto no hace más que
alentar a los albaneses a proseguir impunemente su actividad.
“¡Mundo, despierta! ¡Mira lo que está pasando!
¿Por qué me tengo que ir
de mi propia casa?
Una vez ya me fui del sur de Kosovo.
¿Hasta cuándo
tendré que soportar esto?
¿Hasta que acabe en la tumba? Y si empiezan a extirparnos los órganos
como antes, nadie va a decir nada.
Todos se enteraron de ese caso y
siguen cerrando los ojos ante la verdad”, exclama, mientras llora
desesperada, una vecina serbia de la zona.
Para los serbios Kosovo es la cuna de su espiritualidad, de su
historia, aquí hay más de 1.300 iglesias y monasterios construidos en
los últimos ocho siglos.
Borko Stefanovic, el representante serbio en las negociaciones entre
Belgrado y Pristina, cuenta:
“Los albaneses quieren cambiar la esencia
de las iglesias serbias que quedaron en pie allí.
Quieren que los
serbios reconozcan la independencia de Kosovo.
Están tratando de cambiar
hasta sus apellidos, por ejemplo de Stefanovich a Stefanoviki .
No les
permiten tener matrículas serbias o el carné de identidad serbio, la
policía se los confisca”.
Desde la autoproclamación de su independencia, Kosovo ha sido reconocido
por 77 países.
Entre ellos EE. UU. y la mayoría de los miembros de la
Unión Europea.
Este bloque está presionando a Serbia para que dé su
brazo a torcer y acepte la soberanía de esta provincia separatista.
Por
otro lado ésta no ha sido reconocida por Rusia, China y gran parte de
los países latinoamericanos.
¿Dónde está la solución de este problema?
Hace unos meses Serbia empezó negociaciones con el Gobierno de Pristina.
Las autoridades no descartan una posible división de la zona de la
región kosovar.
El ministro serbio para Kosovo y Metojia, Bogdanovic,
explica:
“La postura del Estado es clarísima.
Nosotros queremos que
Kosovo forme parte de Serbia y no excluimos ninguna propuesta, tampoco
la división de Kosovo.
Pero no fuimos nosotros los que la iniciamos.
Primero queremos que toda esta gente viva en paz.
Que puedan desplazarse
libremente, que no los maten, los quemen, que no haya más derramamiento
de sangre aquí y que no los echen de sus hogares”.
Hasta que llegue ese momento los serbios seguirán viviendo en guetos.
Queda poco espacio hasta para la esperanza.
Y lo único cierto para ellos
es la incertidumbre.
Articulo completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/internacional/issue_28764.html
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