Ayer, 17 de agosto, un grupo de peregrinos católicos
cortó el paso a la Puerta del Sol a una manifestación laica debidamente
autorizada.
Cuando los manifestantes pudieron acceder a la plaza fueron
recibidos con gritos de “esta es la plaza del papa”, así como con rezos
del rosario y demás parafernalia.
El lugar formaba parte del recorrido
negociado y, repito, autorizado.
La policía, lejos de cargar
contra este grupo de integristas que atacaba el derecho fundamental de
manifestación, cargaría y agrediría posteriormente a los manifestantes…
Y
recordemos que unas horas antes, un manifestante laico había sido
apuñalado por un integrista católico, mientras otro planeaba gasear la
manifestación con sustancias tóxicas.
Dado el calor imperante y lo
estrechísimo de la calle por donde discurría el grueso de la masiva
manifestación que iba accediendo a Sol, aquella acción de los
peregrinos, por si misma, podría haber provocado gravísimas
consecuencias.
De hecho, más de un manifestante sufrió
lipotimias.
Algunas mujeres mayores sedesmayaron y no pocos rostros de
niños aparecían peligrosamente congestionados.
Todo ello a causa de este
corte que grupos de fanáticos católicos habían perpetrado sobre el
recorrido de la manifestación legal y que, lamento denunciarlo, la
policía no impidió.
En este sentido, el plan de los integristas
católicos (no olvidemos que el papa viene a España con la intención de
“recatolicar” y “reconquistar” España) se desarrolló de la manera que,
como testigo presencial y directo, narraré a continuación…
La
manifestación había arrancado de la plaza de Tirso de Molina. Risas,
cánticos, baladas de Javier Krahe. Todo hacía pensar en un acto festivo
y, para agradable sorpresa, mucho más multitudinario de lo que se
esperaba.
A lo largo del recorrido, algunos peregrinos atravesaban los
ríos de gente que se manifestaba.
Tal vez buscaban provocar y grabar los
incidentes en móvil para luego difundirlos de manera victimista.
Si
este era su objetivo, no lo coronaron.
Casi nadie les prestó atención.
Sin embargo, el cuartel general del integrismo católico había trazado
jesuíticamente su estrategia de provocación.
Así, un grupo de
peregrinos (que parece ser no fue ni tan siquiera identificado por la
policía), atentando contra el libre derecho de manifestación y
circulación, decidió obstruir el acceso de los manifestantes laicos a la
plaza, como ya referí.
No les importaba si con ello había damnificados o
incluso muertos pues esta actitud les iba a reportar beneficios
propagandísticos saliera como saliera… ¿por qué?
Pues,
sencillamente, si la policía decidía defender el derecho delos laicos a
manifestarse tendría que cargar contra los católicos que conculcaban el
derecho a manifestarse.
Esto los habría servido para presentarse como
“víctimas de Rubalcaba, del “laicismo radical del gobierno”, etc.
Pero
bien sabían que España no puede permitirse el lujo de vapulear
peregrinos (aunque sea legítimamente).
Los vídeos de la policía cargando
contra jóvenes católicos podrían acarrear unas repercusiones
indeseables, al menos en cuestión de imagen internacional.
Y no dudemos
que la propaganda católica los habría exhibido, manipulado y aprovechado
hasta el máximo.
Y como sabían que la policía no cargaría contra
ellos, cortaron impunemente el paso de los manifestantes a Sol.
Poco les
importaba el calor, la sed, el sufrimiento de los manifestantes laicos o
los peligros que su acción significaba para la salud e integridad de
los terceros.
Después de aquella provocación (atentado contra el
derecho de manifestación), los peregrinos aguardaron en la Puerta del
Sol a los manifestantes al grito de “Esta es la plaza del Papa”.
Los
conatos de agresión, los insultos y el ambiente de tensión ya estaban
servidos.
No en vano había sido cuidadosamente preparado por
losfanáticos católicos, entre los que no faltaron insultadores y
agresores.
“Curiosamente” el despliegue policial en Sol, en aquellos
momentos, era inexistente o, al menos, no se notaba.
Una vez que
los católicos crearon aquel caldo de cultivo compuesto de fría
planificación y provocación calculada solo quedaba que los medios de
comunicación afines comenzaran su labor de agitación y propaganda, como
así fue y, además, era de esperar.
Recordemos que el catolicismo siempre
que ha podidoha perseguido y masacrado a cualquier opositor.
Hoy,
por fortuna, ya no pueden.
Pero la intolerancia, la irracionalidad y el
odio forman parte de su ADN. Ayer, este que les habla fue testigo
directo.