Tengo entendido que usted tiene intención de volver a España el 18 de
agosto.
En nuestro país recibimos unos 53 millones de turistas al año,
que contribuyen a nuestra economía con lo que van dejando en hoteles y
chiringuitos.
Esos turistas pagan de su bolsillo sus vacaciones y viajes
de negocios, por lo que no entiendo que su viaje cueste más de 50
millones de euros y usted no pague un solo céntimo, pues 25 millones lo
pagamos todos los españoles a través del dinero público del Estado y el
resto es aportado por empresas privadas, con las consiguientes
desgravaciones.
En otras palabras, señor Ratzinger, usted tiene el mismo
derecho que cualquier otro turista a visitar España, pero debería
pagarlo de su bolsillo o abstenerse de viajar de gorra.
De hecho, señor Ratzinger, muchos
españoles no han podido viajar este verano por la sencilla razón de que
su economía no se lo permite.
En nuestro país hay cinco millones de
parados, 300.000 familias han perdido sus casas en los últimos tres años
y planea diariamente la zozobra sobre la cabeza de muchas familias.
Usted vive en palacios de otro planeta y viste ropajes de otro eón, pero
debería cortar con esa mala costumbre de que sus viajes sean costeados
también con el dinero de toda esa gente.
¿Le parece aún poco que el
catolicismo español reciba anualmente más de 10.000 millones de euros de
los presupuestos generales del Estado?
¿Tiene usted alguna noción de
qué es un pobre cuando lo declara bienaventurado?
La ostentación de
tanta riqueza en un solo día es un insulto para muchos españoles, señor
Ratzinger.
Si me lo permite, haga llegar de mi parte a los organizadores del
evento que se les ha colado un gazapo, porque en realidad deberían
haberla llamado Jornada Mundial de la Juventud Católica, en lugar de
Jornada Mundial de la Juventud, a secas, pero es que ustedes tienen la
manía de pensar que su mundillo es el universo entero, por lo que muchos
de los que no estamos en su sintonía nos quedamos asombrados ante su
carencia de tino y matización.
Dicen que “La cara es el espejo del alma”.
¿No lo veis?
Otra cosa que me llama la atención es que, cada vez que viene usted a
España, nuestros representantes políticos e institucionales esconden en
un cajón la Constitución.
Mal que les pese a usted y a sus hijos
dilectísimos, España es constitucionalmente aconfesional y ninguna
confesión tiene carácter estatal.
Sin embargo, seguramente los más altos
cargos de los tres Poderes institucionales de España están ya
preparando sus mejores galas para recibirle, dando la espalda así a toda
la ciudadanía que no tiene nada que ver con sus creencias y sus ritos.
De hecho, en ese próximo viaje que no paga usted y sí pagamos todos los
españoles están implicados la Jefatura del Estado y los máximos
representantes del Gobierno, Parlamento y Poder Judicial. Probablemente,
si su maestro Jesús de Nazaret levantara la cabeza, todos ellos y usted
a la cabeza saldrían bien calientes y avergonzados de todo ese mercadeo
de poderes y prebendas.
Llama la atención además que su visita requiera la presencia de diez mil
agentes de seguridad, amén de otros miembros del ejército y de la
legión rindiéndole honores de Jefe de Estado.
Voy a descartar que usted
sea un sujeto tan peligroso como para concitar a tanta policía junta,
pero, insisto, si su maestro Jesús de Nazaret hubiese contado con
semejante cantidad de gendarmes y soldados a su vera, el catolicismo no
contaría con el símbolo de la cruz, pues en vez de crucificado,
Jesucristo habría muerto en la cama, como tradicionalmente hacen todos
ustedes.
Como a usted y sus secuaces todo les parece poco, van a disponer
gratuitamente de polideportivos, centros públicos de enseñanza y
personal de la Administración para acoger a los “peregrinos” que viajan
para verle a usted y asistir al evento, pero sus obispos y adláteres van
a cobrar de 10 a 18 euros por turista devoto por dormir en esos locales
que han recibido gratis.
Creo que ustedes van a instalar también
confesionarios en el Parque del Retiro.
Puestos, pueden poner
confesionarios también en la casa de Campo, donde encontrarán hombres y
mujeres algo ligeros de ropa que les informarán muy bien de lo que es
realmente la vida.
Me parece además vergonzoso, entre
otras muchas cosas, que usted haya condenado el uso de anticonceptivos
en países subdesarrollados con millones de personas enfermas de sida,
que sea el jefe supremo de una institución netamente misógina y
homofóbica, que aún no ha suscrito la Carta Universal de los Derechos
Humanos.
¿Por qué no se ha opuesto nunca expresamente a las guerras
preventivas?
¿Ha vendido algo de sus tesoros para paliar la actual
hambruna en el cuerno de África?
Aún está a tiempo, señor Ratzinger.
Vaya a una agencia de viajes y cómprese un billete como todo quisque,
amén de un frasco de crema protectora, que en la playa pega el sol de lo
lindo.
Un saludo
Fuente: http://www.attac.es/