El último criminal de guerra serbio ha sido capturado. Pero el Tribunal de La Haya ni siquiera quiere considerar las acusaciones dirigidas a la OTAN durante la guerra en Yugoslavia. Según Antonio Cassese “una justicia dirigida sólo contra los criminales de los países vencidos.”
Y en tercer lugar, luego del arresto por parte del Tribunal Penal Internacional de los super buscados Radovan Karadzic y Ratko Mladic, por crímenes cometidos en la ex Yugoslavia, le ha tocado el turno a Goran Hadzic, el ex presidente de la República Serbia de Kragina en territorio croata, el último que aún se hallaba libre, detenido a causa de haberse traicionado, según parece, por haber intentado vender un Modigliani.
Pero sería mejor llamarlo “el cuarto” para no olvidar la captura, detención y misteriosa muerte del mayor acusado, Slobodan Milosevic.
Todos rigurosamente serbios. Así al menos, sería de esperar, que se considerara terminada la coartada que hasta aquí quiso excluir a Serbia de la Unión europea hasta haber arrestado a todos los criminales de guerra.
Y sin embargo en Bruselas repiten que todavía no.
Aunque haya terminado al menos, con el arresto de Goran Hadzic, la historia judicial de la guerra fratricida e interétnica que se desarrolló en 1991 en Europa, devastando a Yugoslavia un Estado legítimo reconocido por las Naciones Unidas.
Tendría ganas de decir: sepultémosla, los malos están presos…
Y sin embargo no. Porque precisamente esta última detención autoriza precisamente a esperar que el Tribunal Penal Internacional (TPI), un desconcertante tribunal ad hoc, realice un balance sin falsedades sobre la ex Yugoslavia.
Un balance por otra parte maliciosamente intentado ayer –pero con un despunte de honestidad histórica- en las páginas de La Repubblica, por Antonio Cassese que fuera primer y acreditado presidente del TPI
¿Qué es lo que sostiene Cassese?
Que el tribunal ad hoc de La Haya ha realizado un proceso ecuánime, que ha recogido pruebas rigurosamente aun habiéndose visto obligado a dirigirse a las autoridades estatales, que ha investigado y procesado a los verdaderos culpables, es decir a los máximos responsables militares y políticos.
Está todo bien ¿entonces?
No, el mismo Antonio Cassese, que no escatima elogios a la actuación de los jueces de La Haya, se ha visto obligado a admitir que “hay una sola mancha que afecta la buena imagen del Tribunal sobre la ex Yugoslavia: el procurador que ingresó en 1999, frente a las acusaciones contra las fuerzas de la OTAN por los presuntos crímenes de guerra cometidos durante aquel año contra ciudadanos serbios, no quiere siquiera iniciar las primeras investigaciones, con el objeto de descubrir si esas acusaciones son fundadas”
Tanto que Antonio Cassese concluye de manera irrevocable: “ La justicia del Tribunal ha sido por lo tanto una justicia dirigida sólo contra los criminales de los países vencidos”
Parecen procesos ecuánimes, justos y rigurosos.
Por qué la procuradora de aquel momento Carla Del Ponte rechazó simplemente incriminar a los líderes occidentales de la alianza Atlántica (los varios Massimo D’Alema y Tony Blair, Bill Clinton, para entendernos) como presentes en aquellos países que lanzaron una campaña de 78 días de bombardeos aéreos, sembrando misiles y bombas de racimo en las ciudades serbias y kosovares y provocando tantos muertos civiles.
Según los datos de la misma autoridad filo-occidental de Belgrado, unas 3.500 víctimas. Un estrago que nadie ha pagado ni pagará.
Aceptando las versiones de los inocentes “efectos colaterales”, cuando en realidad se trataba –como demostró una investigación de Amnistía Internacional- de una verdadera y real campaña de terror desde lo alto del cielo para aislar al régimen de Belgrado.
Ahora Antonio Cassese reconoce que aquellos crímenes se estaban investigando y que los líderes occidentales que obtuvieron gran parte de sus éxitos políticos a causa de aquella experiencia bélica serían procesados.
Otros detalles particulares que Cassese no comenta.
El primero, que no solo la OTAN no ha sido procesada, sino que recogió las pruebas para procesar a algunos líderes serbios a partir de Milosevic.
¿Qué Tribunal por más internacional que sea puede ser imparcial si las pruebas “objetivas” son recogidas por quien es parte de la causa por el mismo delito, aunque sea el “vencedor”?
Lo que silencia en segundo término es lo “políticamente correcto” de los crímenes cometidos por la parte musulmana de Bosnia.
Está bien que esté Ratko Mladic en La Haya pero ¿por qué Naser Oric, el comandante musulmán de Sbrenica, responsable de los crímenes que probablemente provocaron la matanza de Sbrenica, sigue libre y tranquilo en Bosnia?
Además, ¿puede antonio Cassese explicar quién pagará por los crímenes cometidos en Bosnia Herzegovina por las milicias muyaidines llegadas de Afganistán para ayudar a las tropas de Alja Izetbegovic que debido a un acuerdo con los EE.UU. y Arabia Saudí, todas o casi todas se hicieron repatriar gracias a los salvoconductos de Sarajevo respaldados por las inteligencias occidentales?
Para no hablar del ridículo tira y afloja del Tribunal de La Haya sobre los crímenes cometidos contra civiles serbios por las milicias albano-kosovares en Kosovo: todos los líderes de Pristina son responsables, pero nadie encuentra la forma ni la oportunidad –ahora se ocupará la misión Eulex– de arrestar a Hashim Thaqi el primer ministro de una nación que nació gracias a los bombardeos atlánticos y al desprecio de los acuerdos internacionales.
El hecho más grave aún es que los “vencedores” de la última guerra balcánica, todas las cancillerías europeas, resultan inocentes.
Además del crimen que consideramos más grave: haber reconocido que la independencia de esos Estados se proclamó sobre bases étnicas.
Como hicieron Eslovenia y Croacia, justificando así la guerra fratricida y dando paso a la masacre en Bosnia donde se habían refugiado todas las etnias como en una pequeña Yugoslavia.
Por lo tanto el arresto de Goran Hadzic, el último criminal serbio buscado, plantea la amarga conclusión de que la existencia de la misma Justicia Internacional es imposible si está en manos de los poderosos de la tierra. Antonio Cassese concluye efectivamente su intervención recordando que hasta los tribunales ad hoc, aunque con muchas limitaciones se desempeñaron en su momento, porqué ahora es el de La Haya el único Tribunal Penal Internacional para los crímenes de guerra y contra la humanidad.
También parecen sentirse con autoridad para recurrir los EE.UU.
Me falta decir que los EE.UU. que están pidiendo a la ONU que derive al Tribunal Internacional los criminales internacionales de turno, no reconocen el cuestionado tribunal, temeroso de tener que pagar por los propios crímenes de guerra últimamente cometidos en Irak y Afganistán.
La crónica nos informa de que ha sido Louise Arbur, la embajadora estadounidense en la ONU y primera procuradora del Tribunal sobre la ex Yugoslavia, la que ha pedido al Consejo de Seguridad que deriven a Muhamar Gadafi al Tribunal Penal Internacional al comenzar el nuevo conflicto líbio. Con la buena paz de los vencedores que siembran el mundo de guerras y esconden la mano.
Traducido para Rebelión por Susana Merino