(PL) A escasos días de anunciar su plan de reelegirse en la presidencia de Estados Unidos, a Barack Obama la situación se le presenta compleja con amenazas de parálisis gubernamental y desacuerdo sobre Libia.
En el caso de la nación norafricana, por ejemplo, un sondeo del Centro Pew divulgado la víspera encontró que el 46 por ciento de sus compatriotas reprueba el manejo de la crisis, contra un 41 por ciento que la aprueba.
Otra muestra del descontento surgió cuando altos mandos militares expresaron su escepticismo sobre la posibilidad de que la revuelta en Libia logre derrocar al líder de esa nación, coronel Muamar el Gadafi.
Es poco probable que los rebeldes logren sacarlo del poder, dijo este jueves en una audiencia del Senado el general Carter Ham, jefe del comando estadounidense para África.
Llama la atención que incluso en el campo de los conservadores hay preocupación por la intervención en un país que dicen no es vital ni para la seguridad nacional ni para los intereses económicos de Estados Unidos, según los críticos.
Otra muestra del descenso de Obama en los sondeos indica que cincuenta y nueve de cada 100 de sus compatriotas le reprochan el manejo que hace del déficit fiscal, mientras que 56 reprueba su gestión económica.
Pese a algunos avances, está latente todavía la amenaza de una parálisis de la administración a partir del sábado ante la falta de acuerdo sobre el presupuesto entre los republicanos de la Cámara de Representantes y la bancada demócrata.
No obstante los esfuerzos del mandatario, su vicepresidente Joseph Biden, y el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid, los encuentros con el titular republicano de la Cámara, John Boehner, no resultaron en un pacto presupuestario.
No hay acuerdos sobre las cifras, no hay acuerdos sobre las cuestiones políticas, aseguró Boehner a los periodistas después de una reunión de 90 minutos en la Casa Blanca.
Si no hay un acomodamiento entre ambas agrupaciones para financiar los seis meses que restan al actual año fiscal que termina el 30 de septiembre, los servicios no esenciales de la administración cerrarían, lo que puede tener graves consecuencias sobre una economía que trata de recuperarse y unos 800 mil funcionarios federales verán sus salarios suspendidos.
Esta situación puede afectar las aspiraciones de Obama aunque también habría que ver el impacto sobre una oposición reacia a ceder en sus exigencias para recortar el déficit fiscal a costa de los sectores más empobrecidos del país, estiman comentaristas políticos.
En el caso de la nación norafricana, por ejemplo, un sondeo del Centro Pew divulgado la víspera encontró que el 46 por ciento de sus compatriotas reprueba el manejo de la crisis, contra un 41 por ciento que la aprueba.
Otra muestra del descontento surgió cuando altos mandos militares expresaron su escepticismo sobre la posibilidad de que la revuelta en Libia logre derrocar al líder de esa nación, coronel Muamar el Gadafi.
Es poco probable que los rebeldes logren sacarlo del poder, dijo este jueves en una audiencia del Senado el general Carter Ham, jefe del comando estadounidense para África.
Llama la atención que incluso en el campo de los conservadores hay preocupación por la intervención en un país que dicen no es vital ni para la seguridad nacional ni para los intereses económicos de Estados Unidos, según los críticos.
Otra muestra del descenso de Obama en los sondeos indica que cincuenta y nueve de cada 100 de sus compatriotas le reprochan el manejo que hace del déficit fiscal, mientras que 56 reprueba su gestión económica.
Pese a algunos avances, está latente todavía la amenaza de una parálisis de la administración a partir del sábado ante la falta de acuerdo sobre el presupuesto entre los republicanos de la Cámara de Representantes y la bancada demócrata.
No obstante los esfuerzos del mandatario, su vicepresidente Joseph Biden, y el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid, los encuentros con el titular republicano de la Cámara, John Boehner, no resultaron en un pacto presupuestario.
No hay acuerdos sobre las cifras, no hay acuerdos sobre las cuestiones políticas, aseguró Boehner a los periodistas después de una reunión de 90 minutos en la Casa Blanca.
Si no hay un acomodamiento entre ambas agrupaciones para financiar los seis meses que restan al actual año fiscal que termina el 30 de septiembre, los servicios no esenciales de la administración cerrarían, lo que puede tener graves consecuencias sobre una economía que trata de recuperarse y unos 800 mil funcionarios federales verán sus salarios suspendidos.
Esta situación puede afectar las aspiraciones de Obama aunque también habría que ver el impacto sobre una oposición reacia a ceder en sus exigencias para recortar el déficit fiscal a costa de los sectores más empobrecidos del país, estiman comentaristas políticos.