No lo tiene fácil Benedicto XVI para salir indemne del Reino Unido. Sus palabras y gestos, sus acciones y omisiones, serán analizados con severidad por una opinión pública en la que su visita despierta muchos recelos, cuando no abierta hostilidad.
Como amargo aperitivo, la víspera de la llegada del Papa se produjo un incidente diplomático –magnificado quizás por la prensa británica–, protagonizado por el cardenal alemán Walter Kasper.
Como amargo aperitivo, la víspera de la llegada del Papa se produjo un incidente diplomático –magnificado quizás por la prensa británica–, protagonizado por el cardenal alemán Walter Kasper.
Muy cercano a Joseph Ratzinger, el purpurado fue hasta julio pasado el responsable de las relaciones ecuménicas y, por tanto, un contacto privilegiado con los anglicanos. En unas declaraciones al semanario germano Focus, Kasper dijo que, al llegar al aeropuerto londinense de Heathrow, uno tiene a veces la sensación de haber aterrizado en "un país del Tercer Mundo". El cardenal también afirmó, en tono crítico, que Gran Bretaña está marcada por "un nuevo y agresivo ateísmo".
El Vaticano matizó que Kasper no había hablado en tono despectivo, y que la referencia tercermundista aludía simplemente al carácter multicultural de la sociedad británica. Sea como fuere, el cardenal, de 77 años, no viajará en el séquito papal, como estaba previsto. Según la Santa Sede, la razón es un problema de salud (un ataque de gota) y nada tiene que ver con las declaraciones. Pero en el Reino Unido se desconfió de esta versión. La noticia sobre los comentarios y la renuncia de Kasper a viajar fue muy destacada en los telediarios y en las ediciones digitales de la prensa.
El principal diario escocés, The Scotsman, apuntaba ayer a la relativa frialdad de la acogida al Pontífice, comparada con el entusiasta recibimiento a Juan Pablo II, hace 28 años, una visita que coincidió con la guerra de las Malvinas. El periódico abría su portada destacando que 35.000 asientos –sobre los 100.000 previstos– quedarán vacíos hoy en la misa que oficiará Benedicto XVI en Bellahouston Park, en Glasgow. Se calcula que en toda Escocia hay 850.000 católicos, pero parece que sólo una minoría ha decidido asistir al acto.
El Papa comienza su visita en Edimburgo, la capital de Escocia. Según el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, se trata de un gesto hacia la reina Isabel II, que pasa el verano en su finca de Balmoral. El encuentro entre Benedicto XVI y la soberana británica se celebrará en el palacio real de Holyroodhouse.
Hasta el último momento el Vaticano ha mantenido la ambigüedad sobre un encuentro –que extraoficialmente se da por seguro– del Papa con víctimas de curas pederastas. La Santa Sede no quiere confirmar esta reunión por respeto a la privacidad y los sentimientos de las víctimas, y para evitar convertir el acto en un circo mediático. Se adoptó la misma táctica en el pasado cuando Benedicto XVI se encontró con víctimas de abusos sexuales en Estados Unidos, Australia y Malta.
El Vaticano matizó que Kasper no había hablado en tono despectivo, y que la referencia tercermundista aludía simplemente al carácter multicultural de la sociedad británica. Sea como fuere, el cardenal, de 77 años, no viajará en el séquito papal, como estaba previsto. Según la Santa Sede, la razón es un problema de salud (un ataque de gota) y nada tiene que ver con las declaraciones. Pero en el Reino Unido se desconfió de esta versión. La noticia sobre los comentarios y la renuncia de Kasper a viajar fue muy destacada en los telediarios y en las ediciones digitales de la prensa.
El principal diario escocés, The Scotsman, apuntaba ayer a la relativa frialdad de la acogida al Pontífice, comparada con el entusiasta recibimiento a Juan Pablo II, hace 28 años, una visita que coincidió con la guerra de las Malvinas. El periódico abría su portada destacando que 35.000 asientos –sobre los 100.000 previstos– quedarán vacíos hoy en la misa que oficiará Benedicto XVI en Bellahouston Park, en Glasgow. Se calcula que en toda Escocia hay 850.000 católicos, pero parece que sólo una minoría ha decidido asistir al acto.
El Papa comienza su visita en Edimburgo, la capital de Escocia. Según el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, se trata de un gesto hacia la reina Isabel II, que pasa el verano en su finca de Balmoral. El encuentro entre Benedicto XVI y la soberana británica se celebrará en el palacio real de Holyroodhouse.
Hasta el último momento el Vaticano ha mantenido la ambigüedad sobre un encuentro –que extraoficialmente se da por seguro– del Papa con víctimas de curas pederastas. La Santa Sede no quiere confirmar esta reunión por respeto a la privacidad y los sentimientos de las víctimas, y para evitar convertir el acto en un circo mediático. Se adoptó la misma táctica en el pasado cuando Benedicto XVI se encontró con víctimas de abusos sexuales en Estados Unidos, Australia y Malta.
Las reuniones siempre se conocieron a posteriori. A pesar de que personas con responsabilidad en la organización del actual viaje dan por descontado que habrá un encuentro, probablemente en Londres y con un grupo de diez víctimas ya seleccionadas, el portavoz del Vaticano, en la rueda prensa previa al viaje y a preguntas de este diario, insistió: "No está previsto en el programa.
No digo si será o no será". Este estilo tan oblicuo, que se acepta en Italia y en el Vaticano como algo natural, choca con la cultura anglosajona.
El diario The Independent, a propósito del misterio, se preguntaba en primera página si el Papa tiene una "agenda secreta" en su viaje y "un plan secreto para pedir perdón".
FUENTE:
http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20100916/54004429002/un-incidente-diplomatico-enturbia-la-llegada-del-papa-al-reino-unido.html
FUENTE:
http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20100916/54004429002/un-incidente-diplomatico-enturbia-la-llegada-del-papa-al-reino-unido.html
