En el texto que os presentamos nuestro colaborador José Gabriel Zurbano realiza un análisis de la etapa de gobierno del líder socialdemócrata sueco Olof Palme en su contexto histórico (política económica progresista y redistributiva, antiimperialismo e independencia frente a EEUU en política exterior, etc.), comparándola con la deriva hacia la derecha de los actuales responsables internacionales y nacionales de esta fuerza política, la socialdemocracia, que de sus orígenes ligados al movimiento obrero en el siglo XIX ha pasado ha ser desde hace décadas la punta de lanza de la aplicación de duros ajustes neoliberales y antiobreros allá donde ha gobernado o gobierna en Europa Occidental (en la actualidad España, Grecia y Portugal) bajo los dictados del FMI y de los poderes financieros capitalistas. •••
Incluso para los que no coinciden con las premisas de la socialdemocracia porque forman parte del movimiento político mayoritario de la izquierda —en términos globales— a partir de la Segunda Guerra Mundial, el comunismo, la eminencia de la figura de Olof Palme crece con el paso de los años en contraste con las felonías de otros dirigentes europeos o latinoamericanos autoproclamados “socialdemócratas”. •••
Salvando las enormes distancias sociales e históricas que separaban y separan a países como Suecia y Chile, el ejemplo que lega Olof Palme —asesinado en oscuras circunstancias aún sin esclarecer— sólo podría ser comparado en buena ley con la eminente figura de otro gran líder socialista que tuvo el mismo final que Olof Palme e idénticos y poderosos enemigos, el presidente Salvador Allende. [Paco Arnau, editor de Ciudad futura]
OLOF PALME, UN EJEMPLO DE COMPROMISO CON LA ÉTICA Y LA PRAXIS SOCIALDEMÓCRATA
“De Vietnam a Nicaragua, de El Salvador a Palestina, del Sáhara a Sudáfrica, a lo largo de toda la superficie del globo, las banderas cuelgan a media asta en cariñosa memoria de este gigante de la justicia que llegó a convertirse en un ciudadano del mundo, un hermano y un camarada de todos los oprimidos”.
Oliver Tambo (presidente del Congreso Nacional Africano —CNA— en 1986)
“Una persona puede ser asesinada, pero las ideas no. Tus ideas [Olof Palme] vivirán a través de nosotros”.
Anna Lindh (dirigente socialdemócrata sueca opuesta a la invasión estadounidense de Iraq en 2003 asesinada el 11 de septiembre de ese mismo año. Palabras pronunciadas tras la muerte de Olof Palme en 1986)
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Sven Olof Joachim Palme (Estocolmo, 1927-1986), líder del Partido Socialdemócrata de Suecia [“Partido de los Trabajadores” en su denominación histórica original] desde 1969, fue primer ministro de este país nórdico europeo en dos etapas al frente del gobierno: de 1969 a 1976 y entre 1982 y 1986. El 28 de febrero de 1986 —cuando aún ejercía el cargo de primer ministro— fue asesinado por un desconocido mientras paseaba en compañía de su esposa tras salir de un cine. La autoría y el móvil de su asesinato aún están sin resolver judicialmente. En realidad, Palme era un líder incómodo para el imperialismo, el fascismo internacional y los centros transnacionales del poder neoliberal.
Para ejemplo de los que ahora se tildan de “socialdemócratas”, sin serlo en realidad al defender el pensamiento único neoliberal, en su primera etapa como primer ministro Palme mantuvo puntos de vista alternativos, criticando la actuación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, las armas nucleares y la política del apartheid en Sudáfrica. Asimismo defendió el derecho del pueblo palestino a tener su propio estado y a Fidel Castro. También apoyó a Salvador Allende, subrayando su famosa frase sobre la ética socialista “se podrá meter la pata pero no se meterá la mano”.
Pero ante todo, lo caracterizaban su defensa del pacifismo y el universalismo. A nivel internacional se comprometió profundamente con la problemática de los países del Tercer Mundo, así como en cuestiones sobre la democracia y el desarme. Condenó, a menudo en términos drásticos, los desmanes de dictaduras tanto de derecha como de izquierda. Durante la guerra del Vietnam criticó duramente a EEUU. Realizó una serie de misiones internacionales, siendo mediador de la ONU durante cierto período en la guerra entre Irán e Iraq.
También intervino en África, apoyando por ejemplo al SWAPO (Organización de los Pueblos del África del Sudoeste), guerrilla marxista y movimiento de liberación nacional reconocido por Naciones Unidas como “único y legitimo representante del pueblo de Namibia”, que luchaba contra la ocupación ilegal de su pueblo por parte del gobierno sudafricano del apartheid. Como recuerda José María Mendiluce, “todos los vehículos con que contaba la SWAPO eran de la marca Volvo, puesto que eran los suecos quienes los habían enviado”. Años más tarde la SWAPO ganaría las elecciones, abriendo junto a la Sudáfrica de Mandela nuevas esperanzas en la región austral de África[1].
El poderoso Henry Kissinger (Alemania, 1923), secretario de Estado de EEUU durante la fase final de la Guerra de Vietnam y principal promotor de los golpes de Estado fascistas que sucedieron en Latinoamérica al de Pinochet en 1973, preguntado sobre Olof Palme respondió: «Generalmente me disgusta la gente con la que yo estoy de acuerdo y me gusta la gente que está en desacuerdo conmigo… [y añadió secamente] así que Palme ‘me gusta’ mucho». Por su parte, el primer ministro sueco declaró en 1972 que “los bombardeos [de EEUU] sobre Hanoi [capital de la República Socialista de Vietnam] son una atrocidad histórica comparable al bombardeo de Guernica”. En la imagen de la derecha, Palme se manifiesta en Estocolmo junto a diplomáticos norvietnamitas en contra de la intervención imperialista de EEUU en Vietnam.
El modelo socialdemócrata de Olof Palme
Con este legado, tras la caída del muro de Berlín, los socialdemócratas suecos aparecían como la única cara presentable del socialismo democrático. Por entonces Walter Korpi, colaborador de Olof Palme, trataba de responder a la pregunta ¿Qué distingue a un partido socialdemócrata de otros partidos?[2] Y respondía que era la creación o la constitución de la democracia social. En la década de 1930 y en la posguerra el proyecto socialdemócrata más inmediato fue obviamente el intento de crear un Estado de bienestar con el objetivo de reducir la desigualdad y conseguir el pleno empleo, al tiempo que promover la eficiencia y el crecimiento económico. El éxito del partido socialdemócrata sueco se mide en la disminución de la desigualdad en los ingresos de las diferentes clases sociales.
Las más altas tasas de ingresos familiares disponibles (después de impuestos y transferencias) y de políticas sociales más amplias, se dieron en Suecia, Finlandia y Noruega. Siguiendo estos mismos parámetros las mayores tasas de desigualdad se dan en EEUU e Israel. El diferencial español siempre ha sido muy elevado, como ha estudiado y puesto de manifiesto reiteradas veces el profesor Vicenç Navarro, a quien podemos considerar uno de los principales valedores de estas políticas actualmente en España[3]. Y en la actualidad ese diferencial sigue creciendo por efecto de las políticas neoliberales del gobierno actual de Rodríguez Zapatero.
Cuando los socialdemócratas suecos volvieron al poder con Olof Palme en 1982 se enfrentaron a una situación económica muy difícil. Suecia tenía un enorme déficit presupuestario y problemas en la balanza de pagos con una creciente deuda externa. ¿Qué hicieron? Devaluaron la corona sueca un 16 % para lograr más exportaciones. Esto supuso una disminución en los salarios reales de los trabajadores, pero los sindicatos comprendieron el esfuerzo y el compromiso del gobierno.
Durante los siguientes años de la década de los ochenta la economía sueca se recuperó y se mantuvo el pleno empleo. Pero los empresarios rompieron el pacto social, en contra del movimiento obrero. Introducen pactos parciales sectoriales y por grupos de trabajadores. Primando a los más cualificados y al personal directivo y también en el sector publico, lo que origino tensiones entre los sindicatos. Estas políticas socialdemócratas, independientes y justas, se vinieron abajo tras la desaparición violenta de Olof Palme en febrero de 1986, los socialdemócratas perdieron más de un 10% de sus votos tradicionales y poco a poco fueron sustituidos por gobiernos liberales.
El modelo ‘socialdemócrata’ español: ‘sacrificios hoy para más sacrificios mañana’
En esa misma época, en España, los gobiernos de Felipe González, también teóricamente socialdemócratas, evolucionaron de forma diferente. González inauguró una forma de hacer política que ha sentado cátedra en el PSOE, con dogmas como “la obediencia incondicional a las órdenes dictadas por el jefe”[4] y el de que “la política económica que se hace es la única posible”[5].
En los años de los gobiernos “socialdemócratas” de Felipe González disminuyeron los puestos de trabajo en el sector privado y esto no se compensó con su aumento en el público, con lo que creció el paro como síntoma de una economía no competitiva. Ya en 1982 Felipe González veía en la economía española un elemento que sigue presente actualmente en la visión de ZP, como dogma neoliberal: El convencimiento de que si no se obtienen los equilibrios fundamentales (precios, déficit público y sector exterior) vendrá el FMI con las rebajas…
Y así aplicar recortes sobre un estado social insuficiente y aumentar su diferencial frente a Europa; justo lo contrario de lo que es una política socialdemócrata. A partir de la década de 1990 son los gobiernos de Felipe González los que iniciaron políticas neoliberales llevadas luego a la práctica, con mayor convicción —si cabe— por los gobiernos de Aznar. Fue aún en la época de González cuando se decía aquello de que “España es el país donde más rápidamente se puede hacer dinero” (está en las hemerotecas). Pero el resultado de las políticas aplicadas, finalmente, ha sido el aumento del paro y de las desigualdades sociales.
Fidel Castro y Olof Palme conversan en La Habana durante la visita oficial del primer ministro de Suecia a Cuba en 1975. Palme declaró abiertamente su simpatía por la Revolución cubana y consideraba a Fidel “un buen amigo”. [Foto: DPA/Der Spiegel]
Diferencias también en políticas para el desarrollo
En cuanto a política internacional, frente a la independencia de Olof Palme en las décadas de 1970 y 1980, el felipismo, mostró una política claramente seguidista de los Estados Unidos, con manifestaciones como el referéndum para ratificar la permanencia de España en la OTAN o el abandono de la causa saharaui en beneficio del statu quo americano-marroquí en la zona. En España se practicó una política basada en ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles. Aznar también siguió la estela de Felipe González en esto, pero ya en grado superlativo, al presentarse claramente como un lacayo de George W. Bush en la invasión ilegal, fraudulenta y criminal de Iraq.
En el seno del partido socialdemócrata sueco liderado por Olof Palme se crearon las condiciones para proponer alternativas en el campo de la cooperación al desarrollo. Se analizaron los factores exógenos (los sistemas colonialistas y neocolonialistas) y los endógenos (corrupción, falta de burguesías nacionales, etc.), pero denunciando las políticas de los banqueros en los setenta cuando cortejaban a los países del Tercer Mundo con el fin de obtener sus riquezas minerales, petróleo, etc., “vendiendo préstamos, como si vendieran canastas de whisky a un alcohólico”, origen la crisis de la deuda de los ochenta y noventa que ahogó el desarrollo de las economías de esas naciones.
Los socialdemócratas suecos apoyaron a principios de los noventa la propuesta de Samir Amin y del economista ugandés Mamdani a favor de una economía de mercado agrícola reformada y orientada hacia el interior, basada fundamentalmente en la propiedad de la tierra en manos de los pequeños campesinos como base de un proceso acumulativo para “otro desarrollo” que eventualmente crearía efectos vinculantes y multiplicadores en la producción no agrícola, basada en los recursos tanto para los mercados nacionales como extranjeros, y analizar a la vez el significado de la democracia en África y el papel de los Estados en el continente negro, como base para un discurso socialista sobre el desarrollo africano con la debida consideración a las diferencias entre los países del continente.
Algo muy diferente a la inoperancia y al actual debate sobre el concepto de “donantes” frente al de “socios” que actualmente prima entre los cuerpos de economistas orgánicos y cooperantes funcionarios, afiliados a partidos teóricamente socialdemócratas como el PSOE, que en demasiadas ocasiones sólo sirven como correas de transmisión de los dogmas del FMI, el Banco Mundial y las grandes empresas nacionales y trasnacionales a las que se financia con los fondos de la cooperación y cuyos mercados se protegen de la posible competencia de aquéllas.
Izquierda: Lugar del asesinato de Olof Palme en las cercanías de una estación de Metro de Estocolmo cuando caminaba sin escolta en compañía de su mujer Lisbet, herida en el atentado. En la actualidad sólo una modesta y escueta placa que reza «På denna plats mördades sveriges statsminister Olof Palme» ["En este lugar fue asesinado el primer ministro sueco Olof Palme"] recuerda el magnicidio. Gene Tatum, ex agente de la CIA, confesó en una entrevista radiada en Los Ángeles que ‘la Agencia’ estuvo implicada en la eliminación de Palme. Derecha: El primer ministro sueco se manifiesta en 1975 por las calles de Estocolmo “Por la libertad de España”.
El asesinato de Olof Palme[6]
El asesinato de Olof Palme sigue sin resolverse. Aún se barajan varias teorías en torno al crimen. En 1988, Christer Pettersson (un alcohólico y toxicómano sueco) fue detenido en relación al caso y luego absuelto por falta de pruebas. El crimen, si no se reabre el caso, habrá prescrito en 2011, 25 años después del magnicidio[7]. Lo que sí se puede apreciar por los sospechosos de su asesinato es el carácter militante, comprometido e integro de Olof Palme.
Algunas teorías señalan que los autores del asesinato pudieron ser los servicios secretos de la República de Sudáfrica; ya que, como hemos visto, por aquel entonces Palme era un decidido luchador contra el régimen del Apartheid al que estaba sometida la población negra de este país africano.
Otros apuntan que pudo ser la CIA o los servicios secretos británicos debido a que —como también se ha podido leer mas arriba— el primer ministro sueco destacó por luchar contra el neoliberalismo que estaban ejecutando en aquel entonces Ronald Reagan y Margaret Thatcher en EEUU y Gran Bretaña, respectivamente.
Hace tres años, el 7 de marzo de 2008, el diario chileno La Cuarta dio la noticia de que el periodista sueco Anders Leopold señalaba como supuesto autor material del asesinato a Roberto Thieme, ex yerno del dictador Augusto Pinochet y ex dirigente del grupo paramilitar chileno de ideología nacionalista-fascista Patria y Libertad. Según Leopold, Thieme habría sido enviado por su ex suegro a cometer el magnicidio. El móvil en este caso sería la oposición activa de Palme al régimen de Pinochet… pero no se ha podido probar.
Otros, como el diario español El País hablaron en su día de un primo-hermano de la mujer de Franco, Fernando Polo… de la misma manera que otros señalan a un ahijado del depuesto dictador portugués Salazar… e incluso otros como Il Messagero, de Italia, tampoco descartan que se trate del biznieto de Benito Mussolini, Nicola di Cari… o de un neonazi alemán. Se ha llegado incluso a acusar del magnicidio a grupos paramilitares partidarios de la dictadura miltar argentina.
Todo lo dicho hasta aquí pone de manifiesto que los que fueron enemigos de Olof Palme lo son también de los valores de la democracia, de la libertad y del compromiso con la socialdemocracia verdadera que él tan bien encarnó.
Texto: José Gabriel Zurbano* / Ciudad futura