Uno de sus principales biógrafos, Modesto Guerrero, contó a APM los entretelones del militar devenido en referente social, el mismo que hacía cantar canciones anarquistas a sus soldados.
Roberto Aguirre | Agencia Periodística de Mercosur /
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Detrás de todo líder político existe un hombre, con sus contingencias y su historia. Sin embargo, el caso del presidente venezolano, Hugo Chávez, abre varios interrogantes: ¿Cómo un militar pudo convertirse en un referente popular? ¿Cómo un integrante de las Fuerzas Armadas, la institución históricamente más reaccionaria de América Latina, devino en un político de izquierda? ¿Cómo un hijo de pobres campesinos, un llanero, un hombre que canta y recita, un orador que puede hablar 5 ó 6 horas de corrido en su programa de televisión, se convirtió en la cabeza de un movimiento de cambio que aglutinó a gran parte del progresismo en la región?
Uno de los principales biógrafos de Chávez, Modesto Guerrero, arriesgó una explicación: “sufrió una transformación subjetiva” que lo convirtió en la persona que es hoy. De paso por la provincia de Neuquén para asistir las Jornadas Nacionales de Estudiantes de Comunicación, “Demoliendo Teles”, que se llevaron a cabo en la Universidad del Comahue, el periodista y escritor venezolano, autor de la biografía “¿Quién inventó a Chávez?”, explicó a APM cómo fue el largo parto del líder popular, el mismo que cuando era militar hacía cantar canciones prohibidas a sus soldados.
¿Cómo describiría al Chávez presidente, en la coyuntura política actual de América Latina?
Chávez es un emergente peculiar, producto de un proceso que se dio en América Latina y en Venezuela. Es una construcción histórica de una personalidad. Chávez era un desconocido en 1992, aún en las Fuerzas Armadas, con la excepción de la inteligencia militar que lo tenía investigado. Desde ese lugar se construyó como líder político. Claro que no es el primer caso en la historia, está el de Napoleón. Pero él solo era un líder militar. En cambio, Chávez se convirtió en un líder político popular, en un caudillo, lo que no es fácil. El presidente venezolano expresa y contiene todas las señales de una América Latina que se está revolviendo contra el imperialismo. Chávez contiene esa señal histórica y le da conciencia, le da discurso, le da voz. Ese es su valor individual.
Esta característica es al menos curiosa, porque él está formado en lo más ortodoxo del Ejército. ¿Qué ocurrió para que, siendo militar, se transformara en un líder popular?
Sufrió una transformación subjetiva. El venía de una formación muy rupestre, un nacionalismo muy rupestre, y fue conformándose con una virtud sobre cualquier otro nacionalista: él se mezclo con el pueblo y los trabajadores en la lucha de clases venezolana. No fue un nacionalista que se quedó sólo conspirando desde las Fuerzas Armadas, o que se dedicó a la institución política del Estado. De hecho, nunca tuvo un cargo en el estado, ni siquiera en un partido político. Él se formó en la lucha de clases venezolana, desde el `92 hasta el `98, cuando ganó las elecciones. La masa con la que se formó, la brea, la musculatura, es la de la lucha de clases. Por eso él se apoya tanto en los trabajadores, en los campesinos y en los barrios pobres y no en la burguesía. Algo tiene que explicar por qué un líder nacionalista que no era clasista no se apoyó en la burguesía. Esto lo distingue de otros líderes.
Quizás una clave sea la recuperación del pensamiento bolivariano. En Argentina, los militares estudian a San Martín, pero no lo rescatan como un referente popular. En cambio, Chávez creó todo un plan de gobierno a partir de la experiencia de Simón Bolívar…
Es cierto, creó una doctrina. Es el segundo o tercer caso en América Latina donde una constitución burguesa –porque esa es su naturaleza- se transforma en un programa político de masas y no sólo en una Constitución de Estado. Se hizo cuerpo y carne de un movimiento social que le dio vida, la aplicó y la realzó. El caso de la burguesía argentina es más complicado. Acá existen escuelas y corrientes enfrentadas, inspiradas en San Martín. Esto, que haya tanta pelea, tantas corrientes, no se da en ningún otro país de América Latina. De hecho hay sanmartinianos de derecha o ultraderecha. Bolívar, en cambio, fue más plebeyo. Aunque tuvo el mismo origen burgués de San Martín, existen características que lo distinguen y permiten transformarlo en referencia revolucionaria aún hoy. Pensemos, por ejemplo, que Rousseau o Montesquieu no podrían convertirse en referencias revolucionarias en la actualidad. Pero Bolívar sí, por dos características: En principio porque tuvo la presunción de que se estaba conformando un imperio. No lo llamo imperialismo, pero lo llamó gran imperio. Era apenas 1823. Segundo, hizo lo que San Martín se negó a hacer porque no le dieron las condiciones locales y él mismo decidió correrse de lo político para ejercer sólo como militar. Bolívar es una mezcla de gran general con gran político. Es el que llevó el proyecto unionista americano, un proyecto que fracasó porque el enemigo lo derrotó, no porque se negara a aplicarlo. Nadie llevó ese desarrollo al máximo como Bolívar y por eso la historiografía se ve obligada a destacarlo. Además, dejó un Ejército más plebeyo. Esto sirve también para explicar a Chávez. El Ejército venezolano que quedó no fue de aristócratas, fue de pequeños propietarios o directamente de no propietarios. Esto nutrió la historia venezolana.
Es que Bolívar comprendió que la alianza con las clases populares era clave para su empresa. ¿Cuánto de esa enseñanza sobrevive en Chávez?
Chávez tiene una contradicción, aunque la ha ido resolviendo. Él no era un hombre de la clase trabajadora ni de los oprimidos. Surgió entre los oprimidos, es hijo de campesinos pobres, pero después ascendió a las clases medias a través del Ejército. Desde el principio de su ingreso a las Fuerzas, comenzó a vivir una contradicción en su existencia, que fue la de vivir conspirando dentro de la institución más reaccionaria del estado burgués. El era un hombre de las Fuerzas Armadas que subvertía el orden dentro de las propias Fuerzas Armadas. Por eso, de madrugada, se iba a escondidas del cuartel, protegido por los guardias amigos, para hacer proselitismo, para convencer a otros de su causa. Esto lo convirtió en una persona cada vez más incómoda para sus superiores, pero también para él mismo. A tal punto él no comprendía lo que era ser militar, que le contestaba a todos sus superiores. Tiene casi 20 causas por contestarle a un superior. Eso no ocurre con ningún militar en su sano juicio. Esa contradicción la resolvió en el `92 cuando se convirtió en un líder político. Intentó un golpe de Estado, fracasó, y se fue preso. Cuando salió de prisión, se fue a vivir a un barrio pobre y a militar con el sindicato más de izquierda que tenía Venezuela en ese momento, que era el sindicato textil de Valencia.
¿Cómo es la persona detrás del líder político?
Muy compleja. Tiene mucho de militar y mucho del militante social que se hizo del `92 en adelante y que tiene la memoria del campesino pobre. El vive sometido a esas tensiones geográficas en su conformación. Se puede encontrar a un Chávez muy simpático y condescendiente con las vanguardias populares, y después a una persona irascible, y hasta grosero con los ministros que no cumplen y se corrompen, o los que no se corrompen pero son ineficaces. Es una ida y vuelta entre una persona que tiene tendencia autoritaria, como todo líder, y a la vez es un hombre democrático por su formación ideológica y política.
Se destaca su carisma político. ¿Cuánto de su construcción como líder social tiene que ver con eso?
El carisma le viene por naturaleza. El es llanero; su formación sociocultural estuvo condiciona por una vida muy activa en la imaginería, en la música, en la canción, en el carisma social. Es heredero de una tradición que además de ser geográfica es biográfica. Su abuelo fue un guerrillero rural, convertido en ícono nacional a través de la memoria campesina. Los campesinos recordaban sus hazañas, las multiplicaban por diez y las convertían en algo casi ficcional y propio de una novela caribeña. Eso le hinchó un poco la imaginación a Chávez. Él se embebió de historia nacional, de Bolívar, y con eso urdió ese carisma que lo llevó a ser un líder militar que, por ejemplo, le hacía cantar canciones prohibidas a sus soldados cuando salían de expedición. Les hacia cantar la “Marcha Negra”, de Ezequiel Zamora, que tenía origen anarquista.
Además, cuando sus soldados cometían errores, les hacía recitar el poema del escritor Andrés Eloy Blanco a su bisabuelo guerrillero. Eso es muy raro: en lugar de obligarlos a hacer sometimientos físicos les hacía esto.
Otro ejemplo. Cada vez que leía un libro de crítica contra el gobierno o la corrupción del gobierno venezolano, o un libro de historia o de marxismo que le gustara, comparaba 15 ó 20 ejemplares y los regalaba firmados por él. Aquí en Argentina una vieja militante peronista me mostró un libro que le regaló firmado por él. Esto también es raro. De su origen llanero viene también esa formación en recitación y canto. De allí fue tomando forma de muchacho carismático. A los 17 años, se ponía a recitar sobre las hazañas de Bolívar. Los que estaban a su alrededor se quedaban dormidos, pero él igual seguía hablando como si lo estuvieran escuchando. Esto lo hace una persona particular.
Más allá de su carisma Chávez tiene grandes capacidades retóricas…
El construyó una retórica que lo convirtió en un caso raro de pedagogo político. En Venezuela, se hace cada 7 días el programa de televisión “Aló presidente”. Cada “Aló presidente” modifica el cuadro mediático de ese día. Hace de todo: muestra libros, cuanta historias, explica economía – ahora que aprendió, porque antes no sabia nada-. Chávez es el vocero nacional: explica políticas desde un medio popular que llega a ocho millones de venezolanos adultos.
Hay un libro que analiza el discurso de Chávez desde la semiología y dice que no es del líder clásico o de grandes oradores, él tiene algo que lo distingue. El de Chávez se parece más al del profeta; usa otros recursos para explicar, compara, hace una vuelta al pasado. Esto se lo facilita su memoria, que es increíble. García Márquez la calificó como memoria de elefante. Puede hablar de un tema dar vueltas y volver al mismo dato una hora después. Ese fenómeno no es fácil de encontrar en la historia. Pero tiene que ver con su condición de campesino, que son muy orales. Cantan, hacen chistes, esto agiliza el discurso. Chávez usa un discurso llano. Ser popular o populista no es lo mismo que ser líder carismático. Menem fue un líder populista. Lo que hace la diferencia es el contenido.
raguirre@prensamercosur.com.ar