Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

La muerte del “Che”


Carta enviada por Cortázar al escritor cubano Roberto Fernández Retamar y a su esposa.

París, 29 de octubre de 1967

Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones.

Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases.

Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente.

La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible.

El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti.

Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas.

No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no.

Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tú sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional.

Y todo esto que te cuento también me avergüenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces.

Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje.

Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa.

Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

Che

Yo tuve un hermano.

No nos vimos nunca pero no importaba.

Yo tuve un hermano que iba por los montes mientras yo dormía. Lo quise a mi modo, le tomé su voz libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra. No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida.

Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,

Julio

************************************************************************

El militar que mató al "Che" recobra la vista gracias a una operación de médicos cubanos

Paradojas de la vida. El hombre que mató al Che Guevara, quien lo vió con vida por última vez, ahora recuperó su visión gracias a la asistencia de médicos cubanos. Así, Mario Terán fue operado gratuitamente de cataratas en un nosocomio de la ciudad de Santa Cruz en Bolivia, que había sido donado por el gobierno cubano y que fue inaugurado recientemente por el presidente de Bolivia, Evo Morales. El ex militar mató al comandante guerrillero el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera, tras ser aprisionado con heridas el día anterior. De acuerdo a lo publicado por la agencia Prensa Latina, el propio hijo de Terán se presentó en el periódico santacruceño "El Deber" con el ruego de que publicaran una nota de agradecimiento a los médicos cubanos que habían devuelto la vista a su padre mediante la Operación Milagro. Terán cumplió órdenes de los generales René Barrientos y Alfredo Ovando, de la Casa Blanca y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), recordó la fuente. El Che ni siquiera cerró sus ojos después de muerto, para seguir acusando a su asesino, que acudió al alcohol para poder cumplir la orden emitida. Por su parte el periódico cubano Granma, recordó que aún herido y desarmado, el Che Guevara tuvo todo el coraje que le faltaba a su asesino para abrirse la raída camisa verdeoliva, descubrirse el pecho y gritarle: “No tiembles más y dispara aquí, que vas a matar a un hombre”. “A cuatro décadas de que Mario Terán intentara con su crimen destruir un sueño y una idea, Che vuelve a ganar otro combate y continúa en campaña”, concluyó el artículo.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter