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11 de marzo de 2004 en Madrid: ¿fue realmente un atentado islamista?

Una serie de atentados enlutó Madrid hace cinco años. La justicia española concluyó que aquella operación, atribuida sucesivamente a la ETA y después a Al Qaeda, fue de inspiración islamista, aunque no vinculada con redes internacionales.



La prensa española, con el diario El Mundo a la cabeza, está poniendo hoy en entredicho esa conclusión, de evidente carácter político. Como en los casos de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, o los de Bali, Casablanca y Londres, veamos un análisis sobre la cuestión.
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Titulares del diario español {El País}

192 muertos y 1 800 heridos. El atentado de Madrid constituye un verdadero trauma para la sociedad española, sobre todo porque la polémica sobre los verdaderos autores del atentado no ha terminado aún.

El 11 de marzo de 2004, siendo alrededor de las 7 horas y 40 minutos de la mañana, diez bombas estallan en cuatro trenes en el espacio de unos pocos minutos. La fecha parece haber sido escogida cuidadosamente ya que los hechos se producen a sólo tres días de las elecciones generales a las que el Partido Popular (de derecha) del presidente saliente José María Aznar se presenta como favorito. Las sospechas de la prensa y de la mayoría de los españoles se dirigen de inmediato hacia la ETA, el grupo nacionalista vasco, hacia el cual el presidente del gobierno saliente ha predicado una política de fuerza.

Pero al producirse el arresto de un grupo de sospechosos marroquíes, la víspera de las elecciones, las sospechas de la opinión pública van a reorientarse hacia Al Qaeda. El ataque pudiera ser una represalia por la participación de España en la guerra contra Irak, aunque las autopsias demuestran que no hubo ningún kamikaze.

El posterior empecinamiento del gobierno de Aznar en condenar a la ETA es interpretado como el resultado de un cálculo electoral y la votación del 14 de marzo da la victoria al Partido Socialista de José Luís Zapatero. Tres semanas más tarde, el 3 de abril, 7 sospechosos magrebíes «se suicidan» al hacer estallar el apartamento en que se encontraban rodeados por la policía. La instrucción de la investigación durará más de dos años hasta que se abre el juicio por el atentado, en febrero de 2007.

La justicia confirma la tesis del atentado islamista pero los supuestos organizadores del atentado resultan absueltos. Sólo uno de los acusados es encontrado culpable de haber puesto bombas en los trenes y la mayoría de los 29 inculpados son condenados por ser miembros de grupos yihadistas, no por estar implicados en el atentado. El proceso de apelación confirma esa sentencia en julio de 2008.
En España, una intensa polémica se desarrolla aún sobre ese atentado, designado como «11-M». La prensa extranjera prácticamente se ha abstenido de reportar la polarización de los medios españoles en cuanto al tema [1]. Los dos principales diarios de España se oponen, en efecto, con rudeza al abordar los atentados del 11 de marzo.

Según El País (diario atlantista de centro izquierda), no existen dudas válidas sobre la tesis islamista, mientras que para El Mundo (periódico soberanista de centro derecha) la tesis islamista no es más que un montaje policial. El periodista más emblemático entre los defensores de esa opinión es sin dudas Luís del Pino, que trabaja para Libertad Digital, el primer diario numérico de España, y es además el autor de varios libros y documentales de TeleMadrid [2] sobre el tema.

Otros medios, más dispuestos a tratar de desacreditar que a emprender un debate argumentado, califican la posición de Luís del Pino de teoría de la conspiración o de «consparanoia». La división existe incluso entre los escépticos que se oponen a la tesis del atentado islamista. Algunos incriminan a la ETA mientras que otros sospechan de los servicios secretos, tanto de los españoles como de los extranjeros. Nuestro artículo no abordará el tema de los verdaderos autores del atentado sino que se limitará a demostrar que la versión oficial es falsa.
Como la justicia española ha avalado la tesis del atentado islamista, es esencial comenzar por la exposición de esa tesis. Por increíble que pueda parecer, las pruebas que supuestamente la confirman no resisten sin embargo el rigor de un análisis.

Y el comportamiento sospechoso de ciertos elementos del aparato policial indica claramente la existencia de una voluntad de sabotear la investigación. Todas las informaciones expuestas en este artículo provienen de los medios españoles anteriormente citados y de los documentos judiciales oficiales, como el acta de inculpación, las audiencias del proceso y el veredicto.

La piste islamista

La tesis del atentado islamista es la conclusión final de una investigación que se desarrolló a partir de dos pistas. Expondremos aquí la marcha de esa investigación, poniendo énfasis en las pruebas aceptadas por la justicia española [3]. La primera pista de la investigación parte de una bomba que no estalló. Tres de las bombas depositadas en los trenes tenían un defecto y no estallaron. Se supo así rápidamente que las bombas estaban en bolsos de mano o en mochilas. En la mañana del 11 de marzo, los especialistas en explosivos neutralizaron dos de ellas mediante explosiones controladas.

Pero nadie reparó en la tercera mochila y ésta fue depositada junto a los objetos abandonados de las víctimas. Fue en el momento de inventariar dichos objetos que se descubrió la mochila que contenía la bomba, en la comisaría del barrio de Vallecas, durante la noche del 11 al 12 de marzo. Aquella bomba, conocida como «la mochila de Vallecas», se componía de 10 kilogramos de dinamita del tipo «Goma 2 Eco», metralla, un detonador y un teléfono celular (o móvil) que debía desencadenar la explosión a través de la función de despertador. El teléfono contenía una tarjeta SIM que, al ser rastreada a través de la red de venta, permitió determinar dónde se había comercializado.
El rastreo condujo a un establecimiento de Madrid especializado en la venta de artículos telefónicos, perteneciente a un marroquí, Jamal Zougam. Basándose en esos elementos, la policía arresta a Zougam, a dos de sus empleados y a dos indios que supuestamente habían vendido el teléfono. Estos arrestos tienen el 13 de marzo, víspera de las elecciones. Los medios anuncian los arrestos y dan amplia divulgación a las fotos de los sospechosos.

En los días posteriores varios pasajeros del metro dicen haber visto a los detenidos en los trenes atacados. Finalmente, al cabo de varias semanas, la inconsistencia de los testimonios da lugar a la liberación de 4 de los 5 sospechosos. Zougam se mantiene en prisión ya que los testimonios en su contra parecen más sólidos.
La otra pista que sirve de punto de partida a la investigación son las revelaciones de Rafa Zouhier, un narcotraficante marroquí de poca monta, confidente de la Guardia Civil (la segunda fuerza policial de España [4]). A los pocos días del atentado este individuo dijo a la policía, en una conversación telefónica grabada, que abrigaba fuertes sospechas sobre un tal Jamal Ahmidan, alias El Chino.

El Chino es otro traficante marroquí de poca monta y Zouhier lo había puesto en contacto con una banda de Asturias (región del norte de España) sospechosa de traficar, entre otras cosas, con explosivos originalmente destinados a la actividad minera. Un miembro de aquella banda, Emilio Trashorras, confirma a la policía haber proporcionado al Chino explosivos del tipo Goma 2 Eco, afirmación corroborada por un joven gitano que participó en la transacción.

Por otro lado, las comunicaciones entre varios miembros de la banda del Chino estaban siendo interceptadas en el marco de una investigación sobre tráfico de drogas, y las grabaciones confirman que aquellas personas habían viajado a Asturias.
Las dos pistas de la investigación conducen a personajes completamente diferentes. Por un lado, a Zougam, y por el otro, al Chino y su banda. No se descubre ningún vínculo personal entre ambos. La única conexión viene de 7 tarjetas SIM cuyos números aparecen durante el rastreo a través de la red de comercialización de teléfonos. Y vinculan al Chino porque el operador telefónico Amena declara que las tarjetas fueron puestas en funcionamiento por vez primera el día anterior al atentado y en la zona de cobertura de una antena que cubre la casa del Chino.
Al parecer, los explosivos se encontraban en aquella casa y la elaboración de las bombas se desarrolló en ese mismo lugar. Después de su activación, no se registró más actividad de las 7 tarjetas SIM, lo cual parece indicar que fueron utilizadas para hacer estallar las bombas. Se establece así el vínculo entre Zougam y la banda del Chino.
Cerca del mediodía del 3 de abril, o sea tres semanas después del atentado, la policía localiza finalmente la banda del Chino en un apartamento de Leganés, en las afueras de Madrid. Al descubrir la presencia de la policía, los sospechosos se niegan a rendirse y llegan a abrir fuego. Al caer el día, el GEO (Grupo Especial de Operaciones de la policía española) lanza un asalto para tratar de capturar a los miembros del comando terrorista.

Los servicios de inteligencia advierten a la policía que los sospechosos rodeados han realizado varias llamadas telefónicas en las que anuncian que tienen intenciones de suicidarse. La policía fuerza la puerta del apartamento y se produce una explosión en la que mueren los 7 sospechosos y un policía del GEO. Entre los escombros del apartamento aparecen explosivos del tipo Goma 2 Eco, algunos textos y un video reclamando la autoría del atentado, pero las personas que aparecen en el video no son identificables ya que portan máscaras.

Al igual que El Chino, la mayoría de los 7 muertos son narcotraficantes de poca monta. Los demás son miembros de círculos islamistas radicales. La sentencia del juicio establece como conclusión que estas personas depositaron las bombas, con la participación de Zougam, y que planeaban cometer otros atentados en la región de Granada, donde habían alquilado un apartamento.
Cierto número de indicios secundarios corroboran las conclusiones de esa investigación. Entre ellos se menciona una furgoneta Renault Kangoo ya que se trató del primer elemento importante encontrado durante la investigación y su hallazgo provocó numerosas polémicas. Este vehículo se hallaba en el parqueo de la estación del metro de Alcalá, por donde pasaron todos los trenes que estallaron el 11 de marzo. Un conserje del barrio declaró que en la mañana del 11 de marzo había visto tres individuos sospechosos merodeando alrededor de la Kangoo. Estaban prácticamente enmascarados con bufandas y gorros y uno de ellos se dirigió hacia la estación del metro con un bolso.

Hacia el final de la mañana, la policía abre la furgoneta y la inspecciona. Dos perros entrenados en detección de explosivos verifican la Kangoo sin encontrar nada sospechoso. Al encontrarse en la lista de vehículos robados, la furgoneta es trasladada a una dependencia de la policía. Allí, después de una nueva inspección, aparecen en la furgoneta 7 detonadores, un fragmento de explosivo del tipo Goma 2 Eco envuelto debajo de un asiento y, lo más importante, un casete de audio con una grabación del Corán, que tendrá un impacto decisivo en la opinión público española.

El veredicto del juicio concluye que el objetivo del comando terrorista era imponer la ley islámica en Europa mediante la fuerza y que el grupo se inspira en el ejemplo de Al Qaeda, sin estar por ello vinculado a esa organización [5].

Las grietas del veredicto

Acabamos de exponer aquí todas las pruebas importantes que sirvieron de basamento a la tesis del atentado islamista. Todas, sin embargo, están plagadas de elementos sospechosos, como veremos a reanalizarlas una por una. La prueba material fundamental es una de las bombas que no explotó el 11 de marzo: la que apareció en la mochila de Vallecas.

Graves sospechas de falsificación existen, sin embargo, en cuanto a su composición así como en lo tocante a las circunstancias en que se produjo el hallazgo. En primer lugar, la bomba no explotó porque había un cable que simplemente no estaba conectado. El especialista en explosivos encargado de desactivarla declaró en el juicio que aquella «chapuza» no se correspondía con la complejidad del resto del dispositivo [6]. Existe, además, una diferencia esencial entre la composición de la bomba encontrada y las que sí estallaron.

La mochila de Vallecas contenía 640 gramos de tornillos y clavos que debían servir de metralla. Sin embargo, las autopsias revelaron que ninguna de las víctimas había sido alcanzada por proyectiles metálicos [7]. Y, según los policías que las manipularon, las dos bombas desactivadas en la mañana del 11 de marzo tampoco contenían ese tipo de proyectiles. ¿Qué motivó a los terroristas a poner metralla en una sola bomba? Y, finalmente, las circunstancias del hallazgo de la mochila de Vallecas son confusas. Durante el juicio, los especialistas en explosivos explicaron que ellos habían registrado 4 veces todos los objetos abandonados en los vagones y certificaron que era imposible que la bomba encontrada estuviese entre ellos [8].

Su origen resulta más dudoso todavía debido a que los objetos abandonados entre los que fue encontrada aquella bomba fueron transportados 3 veces a lo largo de la jornada del 11 de marzo, no siempre bajo la mejor vigilancia [9] y acabaron en la comisaría de Vallecas, contrariamente a lo que había ordenado el juez. Si se agrega a esto los testimonios contradictorios sobre el momento en que fue descubierta [10], el hecho que no se menciona la bomba en los inventarios de objetos abandonados [11]] y el hecho que no hay fotos de la bomba anteriores al momento en que fue desmantelada, la inconsistencia de dicha prueba resulta evidente.
A pesar de lo anterior, el tribunal la utilizó como elemento clave al rendir su veredicto.
La investigación a través de la red de comercialización de teléfonos concluyó que la tarjeta SIM encontrada en la mochila de Vallecas había estado en venta en el establecimiento de Zougam. ¿En qué se basa la investigación para llegar a esa conclusión?

Antes de su venta al consumidor en un establecimiento, las tarjetas SIM pasan generalmente por las manos de 3 o 4 intermediarios. Pero sólo los primeros intermediarios mencionan en sus facturas el número de identificación de cada tarjeta SIM vendida.

Los siguientes sólo anotan la cantidad total de tarjetas SIM. En este caso, no existe una factura que pruebe que la tarjeta SIM incriminada fue vendida a Zougam [12]. Lo único que permite llegar a esa conclusión es el testimonio de su proveedor, que dice recordar específicamente la venta de esa tarjeta SIM entre cientos de otras tarjetas. Aceptemos, sin embargo, ese elemento como prueba suficiente y sigamos examinando el curso de la investigación.
El hecho de haber vendido una tarjeta SIM no hace al vendedor responsable del posible uso delictivo que el comprador pueda darle a dicha tarjeta. Pero Zougam había aparecido como testigo en una investigación anterior sobre terroristas islamistas. Al parecer fue ése el único argumento que motivó su arresto el 13 de marzo, ya que ningún testigo lo había descrito ni lo había identificado antes de aquella fecha.

Un reanálisis del comportamiento de Zougam hasta el momento de su arresto permite comprobar que al parecer cometió una serie de imprudencias realmente increíbles. Primeramente, utilizó una tarjeta SIM en venta en su propio establecimiento para confeccionar la bomba de Vallecas. En segundo lugar, dejó esa tarjeta SIM en el teléfono a pesar de que ésta no era necesaria para el uso de la función de despertador.

Y, en tercer lugar, prosiguió su actividad normal hasta el día de su arresto, en la tarde del 13 de marzo, a pesar de que toda España sabía desde el 12 de marzo por la mañana que la policía había desmantelado una de las bombas. A partir de aquel momento, Zougam tenía que saber que los investigadores tenían en su poder una tarjeta SIM que los conduciría hasta él. Pero no trató de esconderse ni huir. La incoherencia de ese comportamiento lleva a dudar de su culpabilidad.
Los medios dan amplia difusión a los arrestos del 13 de marzo y a las fotos de los sospechosos. Pasajeros de los trenes atacados se presentan espontáneamente para prestar testimonio sobre los sospechosos vistos en los trenes el 11 de marzo.

Algunos de esos testimonios implican a Zougam y constituyen la única prueba de su implicación en el atentado. También se trata en este caso de una prueba increíblemente inconsistente, en relación con la gravedad de los hechos.

El primer problema reside en la difusión de la foto de Zougam a través de los medios, hecho que impide que los testimonios cumplan una regla fundamental: el recuerdo no debe estar influenciado por otras imágenes vistas después de los hechos. Por otro lado, algunos testimonios no concuerdan en cuanto al recorrido que supuestamente hizo Zougam en los trenes, se contradicen en lo tocante a su descripción, a cómo estaba vestido o afirman que depositó un bolso en un lugar donde no explotó ninguna bomba [13].
Finalmente el veredicto de octubre de 2007 sólo tiene en cuenta 3 testimonios que incriminan a Zougam [14]. En el juicio de apelación, en julio de 2008, la corte invalida uno de esos 3 testimonios ya que el testigo había prestado su declaración ante el juez de instrucción en vez de hacerlo ante el tribunal, al que ni siquiera fue convocado, lo cual impidió que la defensa de Zougam pudiera interrogarlo a pesar de las dudas existentes sobre su declaración.

Por ejemplo, según ese testigo el sospechoso se bajó del tren, saliendo al andén, y después volvió al mismo vagón pasando por la puerta que comunicaba con el otro vagón, comportamiento extrañamente indiscreto tratándose de alguien que está poniendo bombas. Sólo quedan, por lo tanto, dos testimonios que acusan a Zougam y los dos provienen de dos amigas rumanas que viajaban juntas. La primera se presentó como testigo tres semanas después del atentado.

En aquel momento su descripción del sospechoso es muy somera: un individuo de 1 metro 80 de estatura, de complexión física media, que llevaba un bolso. Sin más detalles. Pero esa misma descripción se va precisando días después, cuando la policía le muestra una serie de fotos entre las que ella reconoce a Zougam: cabello hasta los hombros, nariz más bien gruesa, barba de chivo, labio inferior más grueso que el superior, etc. Es lícito preguntarse entonces si lo que está describiendo esta testigo no es más bien lo que ve en la foto en vez de lo que recuerda. También van cambiando sus declaraciones sobre otros detalles, como la posición del vagón en el tren.

Al cabo de un año, la testigo recuerda que el sospechoso la empujó, justificando así por qué recordaba su rostro, y dice entonces por vez primera que ella misma viajaba con una amiga, que se convierte así en el segundo testigo acusatorio contra Zougam. ¿Por qué pasó todo ano sin que mencionara a la amiga que viajaba con ella? ¿Por qué esa otra testigo esperó un año antes de manifestarse? ¿Qué podía recordar aún esa nueva testigo al cabo de todo ese tiempo? ¿Puede considerarse su testimonio como independiente del de su amiga?

Y es precisamente sobre la base de esos dos dudosos testimonios que se pronuncia la única condena por la ejecución material del atentado del 11 de marzo. Por su parte, Zougam negó siempre toda implicación en el atentado.
Todas las demás personas que supuestamente pusieron bombas perecieron el 3 de abril en la explosión del apartamento de Leganés, tres semanas después del atentado.

Una importante consecuencia de la muerte de esas personas es que la investigación no reconstruyó el papel exacto de cada una de esas personas en la realización del atentado, concentrando entonces la atención en los inculpados. La justicia reconoce en su veredicto que se ignora cuáles de entre esas 7 personas se dedicaron a poner las bombas y dónde lo hicieron [15].
Lo anterior contrasta con el caso de Zougam, claramente acusado de haber puesto las bombas en el tren que explotó en la estación Santa Eugenia. Después de haber visto el trabajo que costó mantener el expediente de la acusación contra Zougam, se puede pensar que la ausencia de información [sobre las personas muertas en Leganés] resultó paradójicamente beneficiosa para los encargados de demostrar la culpabilidad de esos 7 sospechosos ya que evitó toda confrontación con la realidad.

La investigación se enfocó entonces en demostrar que la muerte de aquellas personas en el apartamento de Leganés fue un suicidio, suicidio que fue utilizado como prueba del fanatismo de los sospechosos mientras que el descubrimiento de documentos que reclamaban la autoría del atentado entre las ruinas del apartamento era interpretado como una confesión póstuma.
Las circunstancias en que se descubre aquel apartamento, en momentos en que los 7 sospechosos se encontraban allí, siguen siendo confusas. Durante mucho tiempo, la policía habló de un tiroteo callejero entre varios de sus agentes y una banda de magrebíes.

El incidente supuestamente desembocó en una persecución que llevó a la banda a refugiarse en el apartamento de Leganés [16]. Pero este episodio desaparece posteriormente del discurso oficial para dar paso a otra explicación. Según ésta, la policía pasó revista a la lista de llamadas de un teléfono sospechoso de pertenecer al comando terrorista.

Al llamar a uno de los números de esa lista, la policía entró en contacto con un propietario que afirmaba haberle alquilado un apartamento en Leganés a un grupo de árabes desde hacía un mes. Esa es la versión del descubrimiento del apartamento que se menciona en el veredicto, en el que se ignora totalmente el episodio de la persecución.
La policía rodea entonces el apartamento, en la tarde del 3 de abril. Hacia las 21 horas, el GEO emprende el asalto, de forma precipitada según los miembros de esa brigada [17]. Pero antes de lograr entrar, estalla el apartamento, causando la muerte de sus 7 ocupantes y de un miembro del GEO. Debido al estado de los cadáveres, se hace necesario recurrir a las huellas digitales o al ADN durante el proceso de identificación. La investigación concluye que se trata de un suicidio colectivo, pero el carácter suicida de la explosión no está tan claramente establecido como se afirma en el veredicto.

Antes del asalto del GEO y la explosión, los vecinos habían oído disparos, gritos e incluso cánticos en árabe provenientes del apartamento. Pero nadie pudo ver claramente a los sospechosos. Y no existen huellas ni registro alguno de los impactos de bala que deberían existir en en el lugar después del intercambio de disparos [18]. El argumento decisivo para sostener la tesis del suicidio es que los sospechosos supuestamente se comunicaron por teléfono con sus familias durante el asedio para despedirse de ellas.

Durante el juicio, el único familiar citado como testigo de esas llamadas fue el hermano de uno de los 7 sospechosos, Abdenabi Kounjaa. Este testigo declaró que no pudo reconocer la voz de su hermano durante la llamada, y que pensó que no era él [19], razón por la cual avisó de inmediato a la policía y no devolvió la llamada a su hermano para convencerlo de no suicidarse. Ese testimonio pone seriamente en duda la autenticidad de las llamadas, sobre si se tiene en cuenta que ningún otro familiar fue citado al juicio como testigo.

El expediente de la instrucción contiene 3 informes sucesivos sobre esas llamadas, pero no aporta mayores aclaraciones sobre el asunto. Cada informe contradice el anterior en numerosos aspectos: los teléfonos utilizados, la identidad de algunos destinatarios de las llamadas y la cantidad de llamadas realizadas a algunos destinatarios [20]. Tantas divergencias justifican las dudas en cuanto a la confiabilidad de tales datos.
¿Realmente se suicidaron los sospechosos? ¿Qué circunstancias determinaron la presencia de estos en aquel apartamento? El 3 de abril hacía ya 4 días que los medios venían anunciando que estaban siendo buscados y que sus fotos habían sido divulgadas.

En ese contexto, reunirse todos en un apartamento de las afueras de Madrid, en vez de escapar cada uno por su lado, resultaba una gran imprudencia. Y ¿por qué esperarían aquellos criminales, que acababan de cometer un crimen masivo, a que la policía evacuara toda la vecindad antes de volar el apartamento? Las incoherencias no se terminan ahí. Quien se interese en los movimientos de los sospechosos entre el atentado y el momento del suicidio se enterará, por ejemplo, de que El Chino estuvo de fiesta con la familia de su mujer 8 días después del atentado, en la misma casa donde supuestamente confeccionó las bombas. El propio perfil de la mayoría de los miembros del comando no se corresponde con el islamismo radical que supuestamente los llevó a perpetrar la masacre y, posteriormente, al suicidio. Cuatro de ellos eran delincuentes de poca monta vinculados al medio del narcotráfico, poco compatible con el islamismo.
El Chino vivía con una española “de sangre”, que se vestía con ropa ligera, y el hijo de ambos iba a una escuela católica [21]. La muerte de aquellos 7 sospechosos permitió, en todo caso, reconstituir un escenario sin entrar demasiado en los detalles, y sin que los acusados pudieran contradecirlo. Por otra parte, periodistas que han tenido acceso al expediente de instrucción [22] ponen en duda el vínculo anteriormente mencionado entre los 7 suicidas y Zougam.

Según esos periodistas, no hay en los documentos que proporcionó el operador telefónico Amena nada que indique que las 7 tarjetas SIM en cuestión hayan sido puestas en funcionamiento en la casa del Chino. La defensa mencionó ese problema durante el juicio sin que los empleados de Amena invitados a declarar como expertos pudieran responder a ello [23].
El último elemento importante a favor de la tesis del atentado islamista es la furgoneta Renault Kangoo.

El veredicto establece que varios miembros del comando terrorista, sin precisar quiénes [24], utilizaron esa furgoneta para llegar con sus bombas hasta la estación del metro. Por lo tanto, el tribunal no tomó en cuenta el testimonio que prestara –durante el propio juicio– el instructor canino que participó en la inspección de ese vehículo. Efectivamente, aunque el instructor canino reconoce que es posible que se haya pasado por alto el pequeño fragmento de explosivo, ese mismo especialista declara que la manipulación de bolsos con decenas de kilogramos de explosivos tendría que haber dejado un rastro de olor dentro del vehículo, rastro que su perro habría detectado [25].

Por otro lado, el conserje que llamó la atención de la policía hacia la furgoneta Kangoo declara que le pareció que los individuos eran europeos del este, y la empleada de la estación del metro que le vendió un billete a uno de los individuos afirma que éste hablaba sin acento extranjero [26]. En este punto, resulta nuevamente sorprendente el comportamiento de los sospechosos. ¿Por qué llamar la atención dirigiéndose a la vendedora con el rostro casi enmascarado en vez de comprar el billete en un expendedor automático? ¿Por qué correr riesgos utilizando un vehículo robado sin cambiarle las placas? ¿Y por qué abandonaron los terroristas ese vehículo, sobre todo dejando en él detonadores, explosivos y ropa? Según el acta de inculpación esa ropa contenía muestras del ADN de los sospechosos, pero el veredicto no tuvo esa prueba en cuenta.

Tantos aspectos no aclarados en las pruebas que la sostienen, hacen que la tesis del atentado islamista pierda toda credibilidad. Sobre todo si se tiene en cuenta que este artículo no los menciona todos. En su libro Les Dessous du Terrorisme [27], Gerhard Wisnewski demuestra por ejemplo la incoherencia de los diferentes reclamos islamistas de autoría del atentado. Al aceptar la tesis de la culpabilidad islamista, la justicia española estima de forma sorprendente que esas contradicciones no eran significativas.

La sombra la policía

¿Existen otros elementos que permitan confirmar la tesis del atentado islamista u orientar la investigación en otra dirección? El problema es que los elementos fundamentales de la investigación han sido objeto de negligencias que resultan cuando menos inquietantes. Primeramente, los vagones donde explotaron las bombas fueron destruidos sólo dos días después del atentado [28]. ¿Qué necesidad había de deshacerse tan rápidamente de la «escena del crimen»? En 2006, un tren del metro que había sufrido un accidente en Valencia fue conservado 2 años debido a las necesidades de la investigación. La justicia reconoce en su veredicto que muchas dudas hubieran encontrado respuesta si los vagones se hubiesen conservado por más tiempo [29].
La más importante de esas dudas tiene que ver con la naturaleza del explosivo utilizado. El análisis de las sustancias químicas que se depositaron sobre los objetos que se encontraban cerca de las explosiones hubiera aportado la información fundamental de la investigación. Sin embargo, no se sabe aún con precisión qué fue lo que explotó en los trenes, como se reconoce en el veredicto [30]. Veamos por qué no fue posible determinar el tipo de explosivo utilizado. La primera negligencia está en la selección del servicio que realizó el análisis de las muestras.

La responsabilidad de ese análisis fue puesta en manos de los especialistas en desactivación de bombas, cuyos laboratorios disponen solamente de medios rudimentarios para el análisis de sustancias explosivas. Según el procedimiento habitual es la policía científica la que hubiese tenido que garantizar esos análisis, precisamente porque dispone de medios mucho más avanzados. Los resultados del análisis pericial son también muy imprecisos.

El informe entregado al juez de instrucción señala la presencia de «componentes genéricos de dinamita» en las muestras. Pero no determina el tipo de dinamita, ¿Titadyne, Goma 2 Eco, Goma 2 EC? Más sorprendente aún, ni siquiera incluye la lista de los componentes químicos encontrados. Ante tanta imprecisión, el tribunal acabó ordenando un nuevo análisis pericial en el momento de la apertura del proceso, en 2007.

Desgraciadamente, en el nuevo análisis pericial hubo que utilizar las muestras ya analizadas, al no poder recogerse nuevas muestras debido a la destrucción de los trenes, anteriormente mencionada. Los expertos se quejaron de la poca cantidad de muestras que había conservado la policía y de las graves negligencias que contaminaron aquellas muestras en el transcurso de los análisis anteriores [31]. Finalmente, sus conclusiones no arrojan más luz sobre el tipo de explosivo utilizado ya que en ellas aparece una lista de productos que no corresponde a ningún compuesto de dinamita [32].
Al final de todo ese proceso, se esperaba con especial interés el testimonio de la directora del laboratorio de los especialistas en desmantelamiento de bombas para que contestara a las preguntas sobre el trabajo que había entregado en marzo de 2004. Pero declaró que ella no disponía de los soportes de cromatografía en los que aparecen los elementos químicos [33], ni siquiera disponía de los documentos donde los había anotado durante la realización de su análisis [34]. Provocó sin embargo la sorpresa del tribunal al citar por vez primera el listado preciso de los compuestos químicos hallados explicando que nunca había entregado aquel listado porque nadie se lo había explícitamente [35].

La imprecisión del informe sobre el análisis había dado lugar a una polémica tan grande en toda España durante los 3 años transcurridos entre el atentado y el testimonio de la directora del laboratorio que su explicación es grotesca. ¿Qué crédito puede concederse a esa lista, mencionada únicamente al cabo de 3 años y que corresponde a la composición de la dinamita del tipo Goma 2 Eco?
Sobre la cuestión del explosivo, hay que agregar las dudas que provocó la declaración del jefe de los especialistas en desmantelamiento de bombas que supervisó las operaciones el 11 de marzo. Al ver los daños que habían provocado las bombas, este jefe de especialistas declaró que el visible desgarramiento de las estructuras de los vagones era característico de explosivos de alto poder, de tipo militar, y no de dinamita [36].
Hay que recordar que ciertos explosivos militares no dejan rastros químicos en el lugar de la explosión, lo cual los hace muy difíciles de detectar. Otra fuente de duda es el emplazamiento de las bombas reconstituido en el acta de inculpación [37]. Según ese documento, la mayoría de los bolsos –que contenían 10 kilogramos de explosivo– no estaban escondidos sino que, por ejemplo, habían sido dejados entre dos asientos situados frente a frente cerca de la ventanilla, o en el portaequipaje, o al lado del cesto de basura, o debajo de un asiento plegable (que debería estar cerrado). Sólo una bomba estaba escondida debajo de un asiento no plegable. ¿Por qué los terroristas no trataron de esconder mejor los bolsos? ¿Y cómo es posible que bolsos tan pesados, abandonados en lugares tan visibles, no llamaran la atención de los pasajeros?

Para dar respuesta a esas preguntas varios periodistas emitieron la hipótesis de que las bombas fueran de mucho menor tamaño confeccionadas no con dinamita sino con explosivos de alto poder [38]. La dinamita del tipo Goma 2 Eco encontrada en la furgoneta Kangoo, en la mochila de Vallecas y en el apartamento de Leganés no prueba que ese mismo explosivo fuese utilizado para hacer estrellar los trenes. Las sospechas que pesan sobre esas pruebas hacen pensar que se trataba de elementos destinados a desviar la atención de la escena del crimen, o sea de los trenes.

Un último ejemplo de negligencia: las grabaciones de las conversaciones entre las patrullas de la policía hubieran permitido aclarar el asunto de la persecución que supuestamente tuvo lugar en Leganés. Pero cuando el juez de instrucción pidió esas grabaciones, la policía respondió que no habían sido conservadas [39].
Más grave que las negligencias es la existencia de fuertes sospechas de falsificación de diferentes elementos de la investigación. Ya mencionamos la mochila de Vallecas, la furgoneta Kangoo y las llamadas telefónicas de adiós de los suicidados de Leganés.

Pero existen otros elementos cuya falsificación es tan evidente que el veredicto ni siquiera los tuvo en cuenta, como por ejemplo las conversaciones telefónicas de Rabei Osman, un egipcio que residía en Italia. La policía italiana grabó y tradujo sus conversaciones en 2004, y en una de ellas este individuo supuestamente se atribuía la organización del atentado.

Durante el juicio, nuevas traducidas solicitadas por la defensa mostraron que las frases en las que Osman se atribuía el atentado fueron simplemente inventadas por los traductores italianos [40]. La justicia española se vio por lo tanto obligada a absolverlo de todo vínculo con el atentado, cuando este hombre había sido presentado como el cerebro del grupo islamista. En el veredicto no se designa por lo tanto el organizador del atentado, lo cual provocó la indignación de las asociaciones de víctimas, que presentaron una apelación.
Pero la más notoria falsificación de la investigación es un vehículo Skoda Fabia que la policía encontró cerca de la estación del metro de Alcalá, a 20 metros del lugar donde se encontraba la furgoneta Kangoo. Ese descubrimiento se produjo el 13 de junio de 2004, o sea 3 meses después del atentado. Este segundo vehículo permite reforzar la tesis de que los 7 u 8 terroristas llegaron a Alcalá en auto y también presenta rastros del ADN de uno de los muertos de Leganés.

Sin embargo, numerosos observadores dudan que un vehículo estacionado tan cerca de la furgoneta Kangoo haya podido pasar inadvertido durante 3 meses, más aún teniendo en cuenta que su número de inmatriculación ni siquiera figura en los registros recogidos el 11 de marzo. Esa prueba se mantiene por lo tanto en el limbo hasta junio de 2005, cuando la policía entrega al juez de instrucción el testimonio de un preso chileno.

Este individuo dice haber robado el Skoda y haberlo vendido posteriormente a uno de los muertos de Leganés, en octubre de 2003. Pero esta prueba se ve desacreditada nuevamente en marzo de 2006, cuando un periodista del diario El Mundo da a conocer el testimonio de un vigilante de un barrio de Madrid donde el Skoda fue abandonado en noviembre de 2003. Según este nuevo testigo, el vehículo estuvo durante 3 semanas en estacionamiento indebido y recibió numerosas contravenciones, hasta que desapareció. Al verificar ese testimonio a través de los registros de contravenciones, se pudo comprobar que aquel vehículo estaba implicado en varios delitos, como robos callejeros. Esos delitos habían sido cometidos entre septiembre y octubre de 2003, periodo durante el cual se suponía que estaba en posesión del chileno. Pero hasta entonces la policía, al igual que el chileno, había ocultado totalmente aquellos hechos al juez de instrucción.

Cuando quiso interrogar nuevamente al preso sudamericano, el juez se enteró de que éste había sido extraditado a Chile sin que nadie se lo comunicara. A todas estas contradicciones hay que agregar la incoherencia del comportamiento de los terroristas. Para ir a cometer uno de los peores atentados que nunca se hayan visto en Europa no se les ocurrió nada mejor que utilizar un auto robado, implicado en toda una serie de delitos, que había permanecido abandonado en la calle durante un tiempo, que tenía varias contravenciones, y ni siquiera se les ocurrió cambiarle las placas de inmatriculación.

El tribunal no tuvo por lo tanto más remedio que descartar el Skoda de la lista de elementos de prueba del veredicto [41]. Por otra parte, el ADN encontrado en aquella prueba probablemente falsificada hace surgir dudas en cuanto a los rastros de ADN encontrados en la ropa tan «oportunamente» abandonada por los sospechosos en este caso.
Citemos, para terminar, algunos ejemplos de sospechas de falsificación de testimonios. Emilio Trashorras afirmó que la policía le había pedido que inventara el episodio según el cual fue él quien proporcionó los explosivos al Chino [42].

Este testigo pensaba que gozaría de la condición de testigo protegido y que no tendría más problemas con la justicia. Por su parte, el testigo Hassan Serroukh declaró ante el juez de instrucción que su declaración ante la policía había sido falsificada. Aquel testimonio describía a Zougam como un fanático religioso, cosa que Serroukh dice no haber mencionado nunca [43].
Negligencias, sospechas de falsificación, son numerosas las actuaciones sospechosas de parte de elementos policiales que aparecen en la investigación posterior al atentado. Pero las sospechas se acentúan todavía más al examinar la preparación del atentado presentada en el veredicto. Dos actores claves del atentado son confidentes de las fuerzas de seguridad [44]. El primero, Zouhier, puso al comando terrorista en contacto con un traficante de explosivos. La investigación reveló que la Guardia Civil, que controlaba a este confidente, lo llamó los dos días antes del atentado.
El segundo, Trashorras, es nada menos que el propio traficante de explosivos. Este sostuvo varias conversaciones telefónicas con su contacto en la policía el día antes, el día después y dos días después de haber puesto los explosivos en manos del Chino. Pero el policía asegura que Trashorras no le dijo nada de aquello. Por otro lado, los teléfonos móviles utilizados en la confección de las bombas fueron desbloqueados en un establecimiento perteneciente a un policía de origen sirio, Maussili Kalaji [45].

¡Qué coincidencia que todos estos colaboradores de los terroristas hayan estado vinculados a la policía! Y sobre todo, qué «suerte» que ninguno de ellos los denunciara antes de que cometieran el crimen. Al parecer, los terroristas también tuvieron suerte en lo tocante a la vigilancia de que eran objeto por parte de la policía. Según consta en documentos policiales, desde enero del año 2003 la policía venía vigilando estrechamente un grupo islamista del que formaban parte varios de los terroristas que morirían en Leganés.


En suma, aquel grupo estuvo bajo seguimiento durante 81 jornadas regularmente distribuidas entre enero de 2003 y febrero de 2004. Esa vigilancia parece haberse intensificado durante la primera quincena de febrero de 2004, pero cesa bruscamente el día 17 de febrero, o sea 11 días antes de la operación de entrega de los explosivos, y 24 días antes del atentado [46]. La misma buena suerte acompañará a los dos cómplices del comando terrorista cuyas conversaciones telefónicas estaban siendo interceptadas en el marco de una investigación sobre tráfico de drogas.

Las escuchas se suspenden bruscamente el 12 de marzo, el día siguiente del atentado [47]. Veamos un primer ejemplo en el que la silueta de la policía se dibuja detrás de los terroristas. Después de la explosión del apartamento de Leganés, varios documentos sobre la ETA aparecen entre las ruinas. Se supo posteriormente que esos documentos provenían del apartamento vecino, parcialmente destruido. Aquel otro apartamento estaba ocupado por un policía que, otra coincidencia más, se dedicaba a la lucha antiterrorista [48].
Todos estos comportamientos sospechosos, antes y después del atentado, vinculados a la evidente inconsistencia de la pista islamista, hacen pensar que los verdaderos culpables se encuentran bajo la protección del aparato del Estado.

Hay que resaltar, sin embargo, que únicamente una reapertura de la investigación permitirá saber si esas sospechas tienen fundamento. Al revelar testimonios que echan por tierra la versión oficial y al absolver a los presuntos organizadores, el juicio no ha hecho más que confirmar la extrema fragilidad de la tesis del atentado islamista.

En todo caso, en el contexto político, el tribunal no trató de establecer con precisión los hechos. Tenía que confirmar que las acusaciones de José María Aznar contra la ETA eran infundadas, como ya había decidido el más amplio de los jurados populares, los electores. El tribunal tenía además que confirmar que las acusaciones de los neoconservadores en contra de Al Qaeda eran también infundadas, cosa que ya había decidido el nuevo gobierno de José Luís Zapatero.


El tribunal señaló que los primeros indicios habían sido falsificados para acusar calumniosamente a la organización vasca ETA, pero no quiso ir más allá en cuanto a las manipulaciones a las que dedicaron ciertos elementos de la policía. Prefirió, de forma nada sorprendente, contentarse con la hipótesis que le era presentada y que era la única que podía restablecer la calma en la sociedad: la hipótesis de la responsabilidad islamista sin vínculo con Al Qaeda.

Documentos adjuntos


Juicio en primera instancia, Audiencia nacional (31 de octubre de 2007).

(PDF - 2.7 MB)


Veredicto de apelación, Tribunal Supremo (17 de julio de 2008)

(PDF - 2.9 MB)

 Mathieu Miquel
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- Auto de procesamiento del 11-M (Pdf en cuatro partes de unos 50 Mgb cada una)
Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
- Grabaciones de video de las audiencias
- Retranscripciones de las audiencias
- Los 192 editoriales que el diario El Mundo dedicó al atentado.


[1] Ver uno de los pocos artículos en francés que menciona la posición del diario español El Mundo: «Espagne - attentats de Madrid: enjeu politique du procès», Latinreporters.com, 13 de febrero de 2007. Este artículo no aborda, sin embargo, la discusión de las pruebas.
[2] Ambos comentarios (Las Sombras del 11-M y 11-M: 1000 Días Después), muy interesantes para un primer acercamiento rápido al trabajo de Luís del Pino, aparecen en esta página del sitio del colectivo por la reapertura de la investigación.
[3] La presentación de las pruebas en el veredicto (2007) se desarrolla en las partes Hechos Probados (página 172 hasta la 228) y Fundamentos Juridicos (página 423 hasta la 722). Esta argumentación está disponible, en francés, en el blog de Jean Chalvidant, autor de La Manipulation: Madrid, 11 mars, el principal libro publicado en francés sobre ese atentado.
[4] A pesar de su reciente incorporación al ministerio del Interior, la Guardia Civil es esencialmente militar.
[5] Veredicto de apelación, páginas 581-582: «La dependencia ideológica respecto de los postulados defendidos por Al Qaeda resulta asimismo del contenido de las reivindicaciones de la autoría de los actos terroristas y del resto del material incautado. Sin embargo no aparece relación alguna de carácter jerárquico con otros grupos o con otros dirigentes de esa organización, lo que permite establecer que la célula que operaba en Madrid, en la medida en que ha sido identificada, no dependía jerárquicamente de otra y por lo tanto puede considerarse a los efectos penales como un grupo u organización terrorista diferente e independiente.»
[6] Testimonio del especialista en desmantelamiento de artefactos explosivos, testigo protegido 64501, 19 de marzo de 2007. «no cuadra la concepción del teléfono móvil, porque, aunque es sencilla es muy ingeniosa, (...) y eso no cuadra con la pequeña chapuza entre comillas de no encintar los cables, ¿no?, porque no es lógico.»
[7] Entrevista con Carmen Baladia, jefa de los médicos legales del 11 de marzo, por Luís del Pino para Libertad Digital TV, 23 de enero de 2008. Título de la entrevista: «Pero ni clavos, ni tuercas, ni tornillos. No había metralla entre nuestros 191 muertos.»
[8] Testimonio del jefe de los especialistas en desmantelamiento de artefactos explosivos de Madrid, testigo protegido 28296, 14 de marzo de 2007. «Lo que sí estoy totalmente convencido es de que después de la revisión de los TEDAX que trabajaron allí, no había ni una sola mochila que contuviese un artefacto explosivo. Y eso se lo puedo asegurar.»
[10] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 24 « Llámame».
[11] Veredicto (2007), página 517: «Lo cierto es que, como pusieron de manifiesto varias partes, en esa relación no aparece la bolsa de deportes que contenía el explosivo.»
[12] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 17 «Los intocables».
[13] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 21 «Déjà vu» [En francés en el texto].
[14] «La Sentencia del 11M. La autoría material (II)», por Lucía Velasco, Asturias Liberal, 1º de septiembre de 2008.
[15] Veredicto de apelación (2008), página 7: «tres miembros de la célula terrorista descrita, sin que se tenga la certeza absoluta de sus identidades, se desplazaron hasta la localidad de Alcalá de Henares en una furgoneta blanca (...) Al tiempo, otros miembros del grupo hacían lo mismo subiendo a los trenes en lugares no determinados.»
[16] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 20 «La busca», párrafo «¿Cómo llegó la Policía al piso de Leganés?».
[17] «Nos llaman héroes (...) y somos tontos por ir donde fuimos», Cadena SER.com, 7 de abril de 2004 (la Cadena SER es la estación de radio de mayor audiencia en España) «Algunos de los agentes de operaciones especiales que participaron en el asalto del piso de Leganés el pasado sábado cuestionan la forma en la que se ordenó el asalto al inmueble. Este es el testimonio íntegro recogido por la Cadena SER.»
[18] «Las piedras de Pulgarcito», por Fernando Mugica, El Mundo, 11 de marzo de 2005: «Trescientas por minuto es la cadencia de disparo de esas armas. Pero en la relación exhaustiva de los Tedax y de la Policía Científica no existen las vainas de los cartuchos presuntamente disparados por esas ametralladoras. ¿Y dónde están los impactos de esas balas? ¿Y la marcación exacta de sus trayectorias, como se hace siempre en cualquier investigación policial?)
[19] Testimonio de Abdelkader Kounjaa, 9 de abril de 2007. El testigo declara 3 veces que no reconoce la voz de su hermano. Veamos: «la voz que tenía… que tenía duda como no si fuera mi hermano. Y le digo: ¿quién es ? Y me dice: Soy Abdulá. Y le digo: ¿quién es Abdulá? Tu hermano.» Es importante señalar que, al ignorar totalmente las dudas expresadas en este testimonio, el veredicto lleva la incoherencia al extremo de citarlo como prueba de la autenticidad de las llamadas de adiós (páginas 568-569).
[20] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 6 «Las llamadas de Leganés».
[21] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 2 «El cuento de El Chino», párrafo «Un terrorista hacendoso».
[22] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 39 «Los registros de Amena», párrafo «¿Qué pasa con las 7 tarjetas?»
[23] Testimonio de los expertos en telefonía, 21 de mayo de 2007. Pregunta de la defensa de Zougam: «¿Podrían indicar ustedes exactamente en qué folio de este informe se encuentra el dato que les permite afirmar que se encendieron esas 7 tarjetas en Morata?» Los expertos no logran aportan una respuesta concreta.
[24] Cf. Veredicto de apelación (2008), página 7, Op. cit.
[25] Testimonio del instructor canino, testigo protegido 28226, 19 de marzo de 2007. Pregunta de la defensa de Zougam: «En el caso de que en esa furgoneta se hubieran transportado 50 o 30 Kilos de explosivo ¿El perro habría detectado ese olor?- Sí, lo habría detectado, inmediatamente lo habría, porque quedan residuos del explosivo y el perro lo habría detectado.» Después otro abogado pregunta si el perro hubiera detectado el olor en caso de que el explosivo estuviera particularmente bien empacado. El testigo responde que la manipulación de una cantidad de explosivo tan grande siempre deja un rostro de olor.
[26] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 5 «Las miguitas del pulgarcito», párrafo «La furgoneta de Alcalá».
[27] Les Dessous du Terrorisme, por Gerhard Wisnewski, editorial Demi-lune. (2007), páginas de la 23 a la 28.
[28] Veredicto, página 476: «los trenes que, como consta en el rollo de Sala, fueron desguazados el 13 de marzo de 2004».
[29] Veredicto de apelación, página 652: «A pesar de ello puede resultar sorprendente una tan apresurada destrucción, que impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad, e incluso su reiteración de haber sido necesaria, de aspectos que pudieran haber resultado de interés para la investigación.»
[30] Veredicto página 538: «No se sabe con absoluta certeza la marca de la dinamita que explotó en los trenes».
[31] «La nitroglicerina no ha venido volando», El Mundo, 4 de junio de 2007, entrevista de uno de los expertos con Antonio Rubio. El experto: «Cuando un químico analiza cualquier asunto, hace una disolución que pasa por unos equipos de medidas y lo que procede es reservarla. Pues aquí no estaban reservadas.»
[32] Veredicto, página 541: «El Tribunal, (...) da por probado que en todos los casos aparecen componentes de la GOMA 2 ECO, lo que indica que ésta dinamita estuvo presente en todos los focos de los trenes, si bien no se puede descartar la presencia de otra u otras marcas de dinamita.»
[34] Ibid. El juez: «O sea, las del 11 de marzo, la del análisis que hace usted el mismo 11 de marzo no las conserva? - Esas mismas no.»
[35] Ibid. El abogado de la asociación de víctimas: «¿Por qué ha esperado hasta hoy para concretarlos y en estos tres años se refería únicamente a « componentes genéricos de dinamita» ? (...) - Perdone, a mí me hablaron de qué componentes había, y digo estuvimos hablando eh, sin que me dijeran detálleme los que le salen a usted en el análisis, a mí eso nunca se me produjo. (...) y yo no recuerdo que se me dijera en ningún caso en estos cuatro años que escribiera los componentes.»
[36] Acta de inculpación, página 53: declaración del jefe de los especialistas en desactivación de explosivos de Madrid: «tenían claro que no era Titadine porque este tipo de explosivo muerde, es decir, que no tiene corte limpio, en cambio un alto explosivo corta totalmente y una vez visto los resultados de las explosiones podía tratarse de un C3 o un C4.»
[37] Acta de inculpación, a partir de la página 78
[38] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 10 «El tiempo debe detenerse», párrafo «Tirando del hilo».
[39] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 20 «La busca»: Respuesta de la policía, 20 de mayo de 2005: «Dando cumplimiento a lo solicitado por ese Juzgado... respecto a los hechos ocurridos en la localidad de Leganés los días 3 y 4 de abril del pasado año, se participa que, dado el tiempo transcurrido, ya no se conservan las cintas de grabación de dicho suceso.»
[40] Veredicto, página 634: «las conversaciones de Rabei Osman EL SAYED AHMED en las que, según las acusaciones, se atribuye la autoría intelectual de los atentados al decir que «el hilo de lo de Madrid fue mio... era mi proyecto más querido, etc.», son claramente equívocas.» Y veredicto, página 720: «DEBEMOS ABSOLVER Y ABSOLVEMOS A (...) Rabei Osman EL SAYED AHMED (...) de todos los delitos de que venía acusado.»

[41] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 29 «El Chileno».
[42] «Trashorras: ’La Policía me ofreció dinero para incriminar a Zougam y ’El Tunecino’», El Mundo, 5 de septiembre de 2006, entrevista de Trashorras con Fernando Mugica. «Yo le dije al juez que Jamal Ahmidan a quien conocía como ’Mowgli’, llevaba los explosivos porque así me lo pidió la Policía [...]; fui amenazado y coaccionado para que declarase en ese sentido).»
[43] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 7 «Jamal Zougham, cabeza de turco».
[44] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 9 «Visperas de sangre», párrafo «Quinto enigma: llamadas de cortesía».
[45] Veredicto, página 529: «otros seis [teléfonos] fueron encargados (...) al establecimiento Test Ayman, S.L. por el empleado Cuenca Medina, según las declaraciones coincidentes de (...) y de Ayman Maussili Kalaji, dueño de Test Ayman, S.L.»
[46] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 15 «Un ejercicio de escapismo», párrafos «Con la Policía en los talones» y «El escape».
[47] Los enigmas del 11M, por Luís del Pino, (Libroslibres, 2006), capítulo 9 «Visperas de sangre», párrafo «Cuarto enigma: el tiempo invertido».
[48] Veredicto, página 563: «Consta a los folios 73357 y 73358 una comparencia del funcionario del Cuerpo Nacional de Policía con número 73.158 en la que, tras explicar que hasta julio de 2003 estuvo destinado en el área especial de seguimientos de la comisaría general de información y que vivía en el calle Martín Gaite número 40 de Leganés, reconoce una carpeta con documentos con su nombre y número profesional.»

La pista atlantista

Después de los atentados de Madrid (en el año 2004), y al igual que en los atentados de Londres, la justicia desechó la pista de Al Qaeda y afirmó que los crímenes habían sido perpetrados por terroristas islamistas autónomos. La mitad de la prensa española cuestionó ese veredicto y exploró diversas pistas internas. Después de pasar en revista los hechos, la investigación judicial y el juicio en un artículo anterior, Mathieu Miquel estudia en éste la hipótesis de una operación de las redes stay-behind de la OTAN.

 

El Consejo del Atlántido Norte, reunido en la sede de la OTAN en Bruselas, observa un minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados de Madrid.
©OTAN 

Todo indica que la versión oficial de los atentados cometidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, versión según la cual se trató de una acción islamista no vinculada a Al Qaeda, es en realidad un engaño [1]. Se plantea entonces la cuestión de los verdaderos culpables.

Una investigación seria debería actuar de forma sistemática: establecer una lista exhaustiva de las pistas y seguir después cada una de ellas buscando indicios y móviles.

El objetivo de este artículo es analizar una de esas hipótesis: la de una operación montada bajo bandera falsa por servicios secretos atlantistas. Pero antes, presentemos brevemente todas las pistas que habría que explorar si se reabriese la investigación.

El gran público conoce generalmente dos hipótesis sobre los autores de los atentados de Madrid: Al Qaeda, incriminada por el discurso dominante, y la ETA, culpable designado por José María Aznar, al parecer para justificar su propia política sobre la cuestión vasca. Los periodistas españoles exploraron por lo menos otras 4 pistas sobre servicios secretos que pudieran haber montado la operación bajo bandera falsa.

He aquí las 6 hipótesis sobre los posibles autores de los atentados de Madrid:

- 1. Los islamistas: Es la tesis que defienden los medios dominantes, con excepción de algunos en la propia España, como el periódico El Mundo. El principal libro disponible en francés sobre el tema (La Manipulation: Madrid, 11 mars) defiende ese punto de vista [2]. Es importante saber que el autor de ese libro, Jean Chalvidant, es miembro del comité editorial de la revista neoconservadora Le Meilleur des mondes [3], creada en coordinación con la Foundation for the Defense of Democracies [4] expresamente para servir de vocero a los neoconservadores en Francia y para contrarrestar la influencia de la Red Voltaire y sus colaboradores [5].

A pesar de todas las incoherencias ya señaladas en el artículo anterior, la justicia ratificó la tesis del atentado islamista. Hay que subrayar que entre las conclusiones de la justicia y la idea generalmente admitida por la opinión pública existe una contradicción en cuanto a dos puntos importantes. En primer lugar, el comando no estaba vinculado a Al Qaeda [6].

En segundo lugar, los atentados de Madrid no se cometieron como represalia por la participación de España en la invasión de Irak ya que los preparativos [de los atentados] tuvieron lugar con anterioridad.
- 2. La ETA: Al cabo de 30 años de terrorismo y de varios cientos de víctimas, la organización independentista vasca se consideraba ya moribunda como consecuencia de años de redadas policiales. Apareció, sin embargo, como el culpable habitual y fue condenada en los titulares de los diarios y de los noticieros de televisión antes de que los elementos que apuntaban hacia un atentado islamista cobraran la importancia que hizo que se desechara esta pista. El ascenso al poder de José Luís Zapatero, más favorable a la autonomía de las provincias españolas, pudiera ser el objetivo del atentado.

- 3. Los servicios secretos marroquíes: La mayoría de los inculpados son de nacionalidad marroquí. Las relaciones entre España y Marruecos han registrado episodios de alta tensión. El más reciente, en 2002, fue la disputa por la posesión de la isla Perejil en la que se implicaron tropas de ambos países. La caída de Aznar y el ascenso de Zapatero, considerado más conciliador y oportunamente enemistado con Estados Unidos, pudieran haber favorecido a Marruecos.

- 4. Un sector de los servicios secretos españoles favorable a los socialistas: La primera consecuencia espectacular de los atentados de Madrid fue el ascenso de Zapatero al poder, cuando los sondeos lo daban ampliamente como perdedor de las elecciones. Las sospechosas circunstancias en torno a la manera como se desarrollaron las investigaciones hacen pensar a algunos periodistas que el más alto personaje del Estado se encuentra detrás de ese crimen (aunque no llegó a esa función hasta 5 semanas después de los atentados).
Es a favor de esta tesis altamente subversiva que se inclina, aunque no abiertamente, Luís del Pino, una de las referencias de la investigación periodística sobre los atentados de Madrid, junto con el periodista del diario El Mundo Fernando Mugica [7].

- 5. Servicios secretos contrarios a la «coalición de los voluntarios» que intervino en Irak: La segunda consecuencia espectacular de los atentados fue la retirada de las tropas españolas que se encontraban en Irak, conforme a una promesa que Zapatero había hecho en el marco de una elección que realmente no esperaba ganar.

Esa retirada aparece como una derrota para la «coalición de los voluntarios», aunque posteriormente se verá que es más simbólica que otra cosa. Algunos investigadores sospechan por lo tanto de las potencias contrarias a esa coalición regida por la hegemonía estadounidense: la «vieja Europa» franco-alemana, Rusia o China [8].

- 6. Servicios secretos partidarios de la «guerra contra el terrorismo»: Estos pudieron haber obtenido apoyo de un sector del aparato del Estado español, por lo menos en el momento de orientar la investigación en otra dirección. Es sobre esta tesis, defendida también por el periodista Bruno Cardeñosa [9], que vamos a enfocar la continuación de este artículo, comenzando por la presentación de los indicios que vinculan los atentados de Madrid a Estados Unidos, país cuyo gobierno era el principal promotor de la doctrina de «guerra contra el terrorismo».

Los hechos: implicación de un servicio secreto militar

La mochila de Vallecas y las huellas digitales halladas en la camioneta Kangoo: pruebas acusatorias cuya falsificación por elementos del aparato del Estado sugiere la existencia de vínculos del otro lado del Atlántico

Un primer vínculo entre los atentados de Madrid y los de Estados Unidos aparece a fines de marzo de 2004 con una misteriosa foto de la mochila de Vallecas.

Se trata de la única imagen hasta ahora conocida del elemento central de la investigación, el mismo que ha sido objeto de tanta controversia. En la noche del 11 al 12 marzo de 2004 un agente de la policía científica se presentó en el lugar donde los especialistas en desmantelamiento de explosivos estaban desactivando la bomba de Vallecas.

El objetivo del agente era realizar un reportaje fotográfico a medida que se iba desmantelando el artefacto. Como la bomba no estaba desactivaba aún, el agente se mantuvo alejado, confió su cámara a uno de los especialistas antibombas y vio varios flashes. Al terminar la desactivación del artefacto, el agente quiso acercarse pero, para sorpresa suya, los especialistas antibombas le cerraron el paso. Posteriormente un alto funcionario de la policía le pidió que les entregara la película, de la que nunca más tuvo noticias [10].

Por lo tanto, en marzo de 2004 no se había publicado ninguna foto de la bomba de Vallecas. La nebulosa sobre aquel artefacto se hizo más densa a causa de las contradictorias explicaciones que difundieron los medios de prensa sobre las causas que habían impedido el estallido de aquella bomba. Se dijo que los terroristas habían olvidado activar la tarjeta SIM, después se afirmó que por error habían programado la explosión para las 7h30 de la noche en vez de las 7h30 de la mañana y también que la cantidad de electricidad proveniente del teléfono había sido insuficiente para desencadenar la explosión. Todas esas versiones fueron desmentidas posteriormente.

La explicación más absurda fue la que se dio para el arresto de Jamal Zougam, el único de los sospechosos que supuestamente pusieron las bombas que pudo ser encarcelado. Según esa explicación, el chasis del teléfono [encontrado en la mochila de Vallecas] estaba partido y el pedacito de plástico que le faltaba fue encontrado en la casa de Zougam.

En cuanto a la composición de la bomba, la mayoría de los medios hablaba entonces de un teléfono Motorola modelo Triumph, en vez del modelo Trium de Mitsubishi [11] que finalmente se menciona en la versión oficial.
El 30 de marzo la cadena estadounidense de televisión ABC News difundió la única foto de la bomba que se conoce hasta ahora, foto que retomaron todos los medios españoles sin hacer la menor pregunta. Aquella foto venía a llenar el vacío causado por la desaparición de la película fotográfica de la policía científica [española] y aportaba una nueva imagen de credibilidad a aquella prueba que parecía cada vez más turbia.
Pero la foto da lugar a nuevas interrogantes que todavía siguen sin respuesta. ¿Quién tomó esa foto? ¿En qué circunstancias? ¿Por qué apareció en Estados Unidos, lejos de los medios españoles que tan estrechamente venían siguiendo el caso? Intrigado, Luís del Pino interrogó a los corresponsales de la ABC en España, a quienes se atribuía la foto.

Pero éstos negaron haber sido los autores de aquella foto y precisaron que no sabían cómo la había conseguido la dirección estadounidense de la cadena [12].

El 6 de mayo de 2004 las miradas se vuelven nuevamente hacia Estados Unidos cuando la revista Newsweek revela que un abogado estadounidense, Brandon Mayfield, ha sido arrestado días antes en el Estado de Oregon. Sus huellas digitales habían aparecido en la envoltura de los detonadores encontrados en la camioneta Kangoo que supuestamente habían utilizado los terroristas. Durante todo el mes de mayo, y ante las dudas expresadas por el New York Times, la revista Newsweek mencionará diversas fuentes policiales que garantizan la validez de la prueba.

El 17 de mayo, «Un alto responsable del contraterrorismo estadounidense ha dicho a Newsweek que la identificación de las huellas digitales es irrefutable» [13]. El FBI había identificado la huella poco después del atentado, poniendo entonces a Mayfield bajo vigilancia. Fue el temor de una filtración hacia la prensa lo que llevó a la realización de un discreto arresto. Sin embargo, una sorpresa se produce el 20 de mayo cuando la policía española anuncia que ha identificado la huella como perteneciente a Ouhnane Daoud, un argelino residente en España.

Las autoridades estadounidenses toman nota y Mayfield es liberado ese mismo día con, cosa nada frecuente, excusas públicas del FBI y, posteriormente, una indemnización. El tal Daoud nunca ha sido encontrado, lo cual impide evaluar la validez de su identificación.

Resulta imposible dejar de observar lo oportuna que resultó la identificación de Daoud, un personaje que, después de haber sido pasado por alto durante los 2 meses posteriores a los atentados, es identificado precisamente en las semanas subsiguientes al arresto de Mayfield.

También resulta sospechoso el perfil de Mayfield. Abogado discreto y no muy activo, convertido al Islam, Mayfield había defendido en un caso de derecho familiar a un estadounidense que posteriormente resultó acusado de terrorismo. Pero lo más llamativo es su vínculo con el ejército estadounidense: Mayfield es oficial de la reserva después de haber pasado 8 años en filas, uno de ellos en una unidad de inteligencia [14].

Los dos indicios mencionados tienen que ver con las dos pruebas principales del caso: la mochila de Vallecas y la camioneta Kangoo. Antes de proseguir nuestra investigación, abramos un paréntesis para aportar algunos elementos de reflexión sobre algo que pudiera parecer una contradicción. Ya vimos lo insuficiente que resultan las supuestas pruebas de la investigación: la mochila de Vallecas, la camioneta Kangoo y también los testimonios, los datos telefónicos, etc.

El observador no puede menos que sorprenderse ante el hecho que los protagonistas –sean quiénes sean– puedan haber actuado con tanto amateurismo en cuanto a la fabricación de pistas falsas. Varios investigadores, entre ellos Luís del Pino [15], han propuesto como respuesta a esa paradoja la siguiente explicación: la mochila de Vallecas y las demás pruebas fueron fabricadas de forma precipitada porque «alguien» había previsto que la investigación se basaría en las dos bombas sin estallar encontradas en los trenes aquella mañana.

«Alguien» montó deliberadamente aquellas dos bombas de manera defectuosa y «alguien» incluyó en ellas indicios cuidadosamente escogidos que debían permitir que la policía construyera una investigación aparentemente sólida. Pero los dos artefactos estallaron inesperadamente mientras los expertos realizaban la desactivación, destruyendo así los indicios que «alguien» había incluido en ellos.

Para resolver este imprevisto, «alguien» se vio entonces obligado a improvisar las pruebas que ya conocemos, lo cual explicaría sus imperfecciones. La mochila de Vallecas aparece entonces en una comisaría y en un lote de efectos personales ya verificados anteriormente y que también debería haberse encontrado en la morgue, con los demás lotes de efectos personales. Al mismo tiempo, varios elementos que acusan a los islamistas aparecen en la camioneta Kangoo después de haber sido llevada ésta hasta la comisaría y después de varios registros anteriores durante los cuales no se había encontrado nada.

Las declaraciones que hicieron durante el juicio los expertos que neutralizaron una de ellas confirman esta hipótesis de las 2 «bombas falsas». Los expertos en desactivación de explosivos no encontraron el artefacto en el tren sino en el andén. Y, aunque un policía municipal declaró como testigo que había encontrado aquella mochila en un vagón y la había llevado hasta aquel lugar, es altamente improbable que alguien la dejase sin vigilancia y que los expertos la hayan «redescubierto» allí.
Lo más importante es que el aspecto mismo de la mochila que contenía la bomba les hizo dudar que pudiese venir del tren, ya que todos los objetos sacados de los vagones mostraban huellas de golpes, de humo, etc. [16]
Estos elementos sugieren que aquella mochila había sido puesta en el andén después de las explosiones, no que se encontraba en el tren como las otras bombas. Esta hipótesis parece ser una explicación plausible a la aparente contradicción entre lo poco convincentes que resultan los elementos de la investigación y la posible implicación de un servicio secreto.

Activación y naturaleza de los explosivos: ¿amateurismo o material militar?

Prosigamos nuestro análisis agregando dos elementos que confirman que los atentados de Madrid no fueron obra de una banda de delincuentes sino de organización de tipo militar. En primer lugar, todo indica que las 10 bombas fueron activadas por control remoto a través de sistemas de radiocomunicación, en vez de ser programadas de antemano mediante la función despertador de los teléfonos móviles, como se afirma en la versión oficial.
En efecto, 3 trenes estallaron mientras se encontraban parados en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia; el cuarto tren estalló fuera de Atocha, mientras esperaba la salida del primer tren. A menos que veamos en ello una extraordinaria coincidencia, lo anterior permite deducir que los terroristas querían que las bombas estallaran dentro de las estaciones. Pero es extremadamente difícil obtener ese resultado mediante la simple programación previa de la hora de la explosión.
En primera, porque los teléfonos celulares supuestamente utilizados no permiten un manejo preciso del reloj y de la función de despertador: se pueden programar los minutos pero no los segundos. Y también porque los trenes de los suburbios no son rigurosamente puntuales. En este caso, varios de aquellos trenes circulaban con retraso aquel día.

El del Pozo, por ejemplo, tenía «un par de minutos de retraso» según la declaración de su conductor [17].
Por lo tanto, las explosiones no estaban programadas de antemano sino que fueron desencadenadas «en directo». Los medios de radiocomunicación que ello exige sugieren que se trató de una operación sofisticada, fuera del alcance de una banda de delincuentes de poca monta como la que se describe en la versión oficial.
Dicho esto, ¿por qué se quería que los trenes explotaran dentro de las estaciones? Posiblemente para que quedaran más fácil y discretamente accesibles, lo cual corroboraría la hipótesis de las dos «bombas falsas» introducidas después de las explosiones.

En segundo lugar, todo indica que las bombas se componían de explosivos de uso militar, explosivos «que cortan», no de dinamita como la que se usa en el trabajo de minería, «que muerde», como ya se demostró en el artículo. En la explicación que proporcionó al juez de instrucción, el jefe de los expertos en desactivación de bombas de Madrid menciona incluso el explosivo de uso militar C4 [18].
Recordemos de paso que la policía había interceptado precisamente ese tipo de explosivo en manos de los agentes estadounidenses que trataban de introducirlo discretamente en la cumbre del G8 de junio de 2007 [19].
El origen de la operación es por lo tanto de carácter militar, como confirma Salvador Ortega, pionero de la policía científica en España, entrevistado por Bruno Cardeñosa varios días después de los atentados.
Al ser interrogado sobre los aspectos no aclarados por la investigación en desarrollo, este especialista respondió que faltaban «algunos autores materiales y la cabeza pensante. Porque detrás de esos hechos está la participación de elementos muy sofisticados que sin dudas se encontraban bajo la dirección de alguien de los servicios de inteligencia y militar.
Porque fue además una operación muy costosa» [20].

CMX 2004: ¿simulacro o encubrimiento de la OTAN?

Después de haber demostrado que elementos no identificados del aparato del Estado falsificaron pruebas para orientar la investigación sobre una pista falsa y encubrir una operación de tipo militar, resulta lógico analizar la posibilidad de que los atentados de Madrid hayan sido cometidos por un servicio secreto militar.
Según el ex oficial de inteligencia del ejército estadounidense Eric H. May [21], «la manera más simple de hacer un atentado bajo bandera falsa consiste en organizar un ejercicio militar que simule exactamente el atentado que se quiere cometer» [22].
Al igual que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y los del 7 de julio de 2005 en Londres, los atentados de Madrid coincidieron con un simulacro de ataque terrorista [23]. Desde el día 4 de marzo hasta el día 10 del mismo mes de 2004, la OTAN estuvo realizando su ejercicio anual de gestión de crisis, llamado CMX 2004 [24], y el 11 de marzo las bombas de verdad estallaban en Madrid.
El escenario trazado aquel año por la alianza atlántica era precisamente un gran ataque terrorista de Al Qaeda en países occidentales. En España, participaron en el ejercicio la presidencia del gobierno, el ministerio de Defensa y el CNI (servicios secretos). Pero no se sabe si el ejercicio incluyó la realización de maniobras en la capital española ya que los datos sobre dichas maniobras son confidenciales.
En una de las pocas menciones de aquel simulacro aparecidas en la prensa, el diario español El Mundo escribía lo siguiente: «La similitud del ejemplo diseñado por la OTAN con lo sucedido en Madrid es escalofriante y ha impresionado a los diplomáticos, militares y servicios de Inteligencia que participaron en el simulacro apenas horas antes» [25]. Como los detalles del CMX son información clasificada, se ignora hasta donde llega esa similitud.

Partida precipitada de un equipo de la CIA

Otra coincidencia perturbadora es la escala realizada en España por uno de los aviones clandestinos de la CIA. Los vuelos secretos de la CIA se hicieron célebres durante el escándalo de los secuestros y de las prisiones secretas en Europa utilizados en el marco del programa estadounidenses de «restituciones extraordinarias» [26].
El Boeing 737 inmatriculado como N313P aterriza el 9 de marzo de 2004 en el aeropuerto de Palma, en la isla española de Mallorca, y parte el 12 de marzo, el día siguiente de los atentados de Madrid [27]. Este fue el más grande de todos los aviones utilizado en los vuelos secretos y se trata del principal avión citado en el informe del Consejo de Europa de 2006. Palma se describe en ese informe como una «plataforma de la CIA en el programa de restituciones» [28]
Periodistas del periódico local El Diario de Mallorca, premiados por su investigación sobre los vuelos secretos de la CIA, fueron invitados a los estudios de la Cadena SER, la estación de radio de mayor audiencia en España. A modo de conclusión de la entrevista, estos periodistas declararon «El 11 de marzo de 2004 el Boeing 737 de la CIA estaba en Palma. Al día siguiente partió precipitadamente porque modificó su hora de despegue. Había anunciado que salía para Suecia pero salió para Bagdad» [29].
¿Qué provocó aquel despegue precipitado sólo horas después del descubrimiento de la famosa mochila de Vallecas? Además de aquella precipitación, lo que llama la atención es la presencia misma del avión en territorio español en el preciso momento de los atentados de Madrid.
Según la comisión del Parlamento Europeo sobre los vuelos de la CIA, 125 vuelos secretos de la agencia de espionaje estadounidense aterrizaron en diferentes aeropuertos españoles entre el año 2001 y 2005 [30] (o sea, en unos 1500 días). Las escalas son generalmente de 1 o 2 días [31], la simultaneidad entre ambos hechos implica una coincidencia que merece atención.

La OTAN, sospechoso con graves antecedentes

En un país que desde el restablecimiento de la democracia ha sufrido varios intentos de golpes de Estado militares, no es posible que las fuerzas que añoran el franquismo hayan podido realizar una operación como los atentados de Madrid sin ser desenmascaradas de inmediato.
Pero sí es posible que un servicio secreto militar extranjero haya podido planear esa operación y, de ser necesario, haya logrado reclutar personal dentro de esa tendencia española, que se mantiene sensible al mito de la Reconquista.
En este punto, se hace indispensable retomar las referencias históricas. Al igual que en el resto de Europa occidental, una estructura secreta dirigida por la OTAN se implanta en la España de la posguerra [32] a pesar de que, precisamente debido a su régimen político, ese país no se incorporó a la alianza atlántica hasta 1982.
En su libro de referencia «Les Armées secrètes de l’OTAN»(Los ejércitos secretos de la OTAN) [33], el historiador suizo Daniele Ganser describe esas redes, calificadas como stay-behind (o sea, redes que podían ser activadas tras las líneas enemigas en caso de ocupación enemiga) y conocidas con el nombre genérico de la unidad italiana Gladio (nombre de la espada corta de los antiguos romanos).
Ganser dejó establecido esencialmente cómo esas redes cometieron atentados terroristas bajo bandera falsa en el marco de la «estrategia de la tensión».
El objetivo era justificar un fortalecimiento del aparato de seguridad y suscitar el miedo a los «rojos» para impedir así que los comunistas lograran alcanzar el poder por la vía democrática.
España desempeñaba «un papel crucial en el reclutamiento de los agentes del Gladio» y les servía además de refugio. Dio abrigo, por ejemplo, a Stefano Delle Chiaie, «el más conocido de los terroristas miembros de los ejércitos secretos que combatieron el comunismo en Europa y en el mundo durante la guerra fría», un individuo que tiene en su haber «al menos un millar de operaciones sangrientas, entre ellas alrededor 50 asesinatos».
La red actuaba «contra los militantes comunistas y anarquistas, sobre todo en el medio minero de Asturias y los nacionalistas catalanes y vascos» (aparece aquí el medio de las minas asturianas al que pertenece Emilio Trashorras, principal testigo de cargo contra El Chino y su banda así como colaborador de la policía).
El hombre de confianza de Franco, el almirante Carrero Blanco, gran arquitecto de los servicios secretos españoles, era «su oficial de enlace con la CIA», y su aparato de inteligencia «uno de los mejores aliados de la CIA en Europa» [34].
Aunque fueron concebidos para organizar la resistencia contra una invasión soviética, nada permite pensar que las redes stay-behind hayan sido desmanteladas después del derrumbe del bloque del Este.
El comando estadounidense en Europa (EuCom) y la OTAN mantienen además en España la base naval y de inteligencia de Rota y la base aérea de Morón. Y, finalmente, el comando sur de la OTAN estaba instalando en Madrid el cuartel general de sus tropas terrestres precisamente en el momento de los atentados [35].
Hay que señalar que los servicios secretos de la US Navy y de la US Air Force, respectivamente el NCIS y el OSI, gozaron durante el periodo que nos interesa de una sorprendente libertad de acción en territorio español.
En abril de 2002, José María Aznar y George W. Bush modificaron la convención bilateral de defensa entre España y Estados Unidos.
Esa modificación legalizó por vez primera la presencia en España de los servicios secretos estadounidenses anteriormente mencionados, dotándolos además de prerrogativas policíacas.
La redacción deliberadamente confusa de ese texto les otorgó un amplio margen de maniobra: «las autoridades competentes de los dos países tendrán que establecer las normas que regulen las acciones del NCIS y del OSI en España».
En febrero del año 2006 «el caso Pimienta» evidenció la ausencia de normas reguladoras. El NCIS había secuestrado en territorio español a Federico Pimienta, desertor de los Marines estadounidenses, acción que realizó sin el menor control por parte de las autoridades policiales o judiciales españolas. Sólo como consecuencia de la polémica que engendró esa violación flagrante de la soberanía española se procedió a la redacción de normas como «la acreditación previa de miembros del NCIS y del OSI por las autoridades españolas» y «la comunicación previa de toda operación a las autoridades españolas» [36].

La búsqueda del móvil

Si la OTAN estuviera implicada en atentados como los de Madrid, la decisión estratégica de recurrir a la acción secreta hubiese tenido que contar con el aval del Comité de Coordinación de los Aliados y presentar un objetivo preciso. La concepción táctica de cada operación, incluyendo la de Madrid, hubiera estado exclusivamente en manos de Estados Unidos y del Reino Unido, sin poner al tanto a los Aliados.
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El general James L. Jones era el comandante supremo de la OTAN en 2004. Hoy es consejero de Seguridad Nacional del presidente de los Estados Unidos.
©OTAN
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En otras palabras, si los responsables de los servicios secretos aliados hubiesen dado su consentimiento para un montaje de la «guerra contra el terrorismo», el general James Jones (SACEUR) [37], el embajador Nicholas Burns (Estados Unidos) [38] y el embajador Peter Ricketts (Gran Bretaña) [39] pudieron haber decidido el ataque contra Madrid a espaldas del gobierno español, posiblemente requiriendo el concurso de elementos de aparato estatal español en la realización de la operación.
La decisión de recurrir al terrorismo tendría que haber estado vinculada a la estrategia general de la OTAN, no a intereses políticos, aunque es posible que intereses políticos inmediatos hayan podido falsear la evaluación de la pertinencia de una operación en particular.
Visto de ese ángulo, sería erróneo interpretar una implicación de los servicios secretos atlánticos en función de las elecciones legislativas españolas o de la elección presidencial estadounidense. Ello equivaldría a enfocarse en una cuestión secundaria dejando pasar por alto el elemento fundamental de la cuestión.
La OTAN se abstiene de intervenir en la vida política de los Estados miembros cuando todos los competidores políticos son favorables a los intereses de la alianza atlántica (como en el caso del Partido Popular y el Partido Socialista españoles y el del Partido Republicano y el Partido Demócrata estadounidenses). La visión de la OTAN es mucho más amplia.
Además, es erróneo considerar que para la alianza atlántica era negativo que el Partido Popular perdiera el poder en España (Aznar no había querido presentar nuevamente su candidatura) y que las tropas españolas se retirasen de Irak.
El gobierno socialista [español] es un socio privilegiado para los laboristas que ejercen el poder en el Reino Unido. Una semana después de su elección, Zapatero declaraba que su «prioridad absoluta era la lucha contra el terrorismo». Por otro lado, el contingente español en Irak sólo tenía el noveno lugar en materia de efectivos (1 300 hombres, o sea menos del 1% de las tropas de la coalición en ese país). Además, su retirada se vio compensada por una implicación más importante de España en Afganistán.
Numerosos autores españoles se han interrogado sobre las razones que llevaron a los terroristas, quienes quiera que fueren, a actuar durante las elecciones legislativas. [Esos autores] han resaltado la manera en que las reacciones de los diversos protagonistas estuvieron determinadas en función de los intereses de cada cual. Pero eso no nos proporciona información alguna sobre las intenciones de los terroristas.
Si la operación se hubiese realizado por orden de la OTAN, el contexto electoral permitiría reforzar la teoría del «choque de civilizaciones»: o sea, musulmanes no vinculados a Al Qaeda tratan de destruir la democracia y las instituciones occidentales. Esa fue precisamente la versión de los atentados de Madrid que adoptó la justicia española. La misma que adoptó la justicia británica sobre los atentados de Londres [40].
Si la decisión de poner en escena un terrorismo islámico fue adoptada por el Comité de Coordinación de los Aliados, esa decisión pudo aplicarse los días 15 y 20 de noviembre de 2003 en Estambul, el 11 de marzo de 2004 en Madrid y el 7 de julio en Londres [41]. Para tener validez, nuestra hipótesis debería explicar esos crímenes en conjunto.
¿Podían los objetivos que la OTAN se planteaba en aquel momento haber motivado ese tipo de intervención?
En 2004, la OTAN se encuentra en plena reorganización. Por un lado, parece en expansión: se prepara para la entrada de nuevos miembros; está implicada en la estabilización de Kosovo; garantiza la seguridad de la navegación en el Mediterráneo y en las aguas del cuerno de África; está desplegada en Afganistán y comienza a hacerlo en Irak; está conformando una Fuerza de Intervención Rápida capaz de defender sus intereses en cualquier lugar del planeta.
Pero por otro lado, la OTAN atraviesa una grave crisis: después de haber aportado en 2001, por primera vez en toda su historia, la asistencia de sus miembros a uno de ellos que había sido víctima, según los países miembros, de una agresión extranjera, ese mismo tema está siendo centro de graves divergencias en 2003.
Francia y Bélgica han negado que Irak pueda representar una amenaza terrorista para Estados Unidos, mientras que Turquía ha prohibido a Estados Unidos la utilización de su espacio aéreo y de las bases de la OTAN en territorio turco en el ataque contra Irak.
En pleno crecimiento, la OTAN se ve amenazada por un posible desmembramiento. Desunidos, sus miembros se implican en Irak «a la carta».
El único medio de reunificarlos consiste en iniciar nuevas acciones comunes en el marco de la «guerra contra el terrorismo».

Recrudecimiento del contraterrorismo entre los Aliados

En primer lugar, la OTAN refuerza su control sobre la población extendiendo a Europa las disposiciones de la Patriot Act. En la introducción de su libro La Fin de l’Etat de droit [En español, El fin del Estado de derecho. Nota del Traductor.], el sociólogo Jean-Claude Paye describe de la siguiente manera la reacción de la Unión Europea ante los atentados del 11 de marzo en Madrid:
«En ocasión de los atentados del 11 de marzo de 2004 en España han aparecido en nuestras pantallas de televisión una serie de especialistas del terrorismo que hacen una amalgama entre Al Qaeda, la ETA y diferentes tipos de refugiados políticos, haciendo así del “terrorismo” un término genérico que va a reemplazar al conjunto de situaciones concretas.
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Para el diario francés Le Monde, los atentados de Madrid demuestran que Al Qaeda amenaza Europa. El diario reedita en primera plana su consigna del 11 de septiembre de 2001: «Todos somos madrileños (edición del 13 de marzo de 2005).
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Una de las medidas unánimemente reclamada para conjurar ese peligro multiforme fue la instauración inmediata de la orden de arresto europea. La orden de arresto europea permite la entrega casi automática, por un Estado miembro [de la UE], de una persona requerida por una autoridad judicial de otro Estado miembro. En relación con los procedimientos de extradición, la orden de arresto europea elimina todos los controles políticos y judiciales que tienen que ver con el fondo y con la legalidad del pedido presentado, así como las posibilidades legales de oponerse a dicho pedido.
O sea, el pedido de arresto se satisface de forma incondicional y es legitimado por los demás países, sin entrar a analizar la legalidad del mismo ni su conformidad con los principios de un Estado de derecho.
La orden de arresto europea debía entrar en vigor el 1º de enero de 2004. Aprobada a nivel de la Unión Europea y ya incorporada a la mayoría de las legislaciones nacionales, esta medida estaba tardando sin embargo en entrar en funcionamiento. Una de las primeras consecuencias de los atentados cometidos en Madrid el 11 de marzo fue el fin de la resistencia que aún se mantenía a la utilización de la orden de arresto europea así como el recrudecimiento de medidas incontrolables, adoptadas en el marco de la cooperación judicial y policial entre los países europeos.
Es de temer entonces una aceleración del proceso de suspensión de las garantías constitucionales, ya en marcha después del 11 de septiembre. Las primeras medidas en ese sentido tienen que ver con el fortalecimiento de la cooperación policial y judicial. Una “capacidad de inteligencia” tendrá como función el análisis de los datos de inteligencia proporcionados por los servicios secretos y los cuerpos policiales de los Estados miembros.
Se trata también de adoptar legislaciones que permitan que los investigadores de varios países puedan trabajar en equipos comunes y de ratificar una convención de ayuda mutua judicial en materia penal. También se prevé favorecer los intercambios de datos: huellas digitales y características biométricas.
El Consejo de Jefes de Estado y de gobierno también quiere llegar, antes de 2005, a la instauración de pasaportes y de documentos de identidad que contengan datos tales como la fotografía del iris del ojo y las huellas digitales. Las compañías aéreas también estarían obligadas a comunicar a las autoridades aduanales y policiales europeas un conjunto de informaciones sobre sus pasajeros. Esta medida ya estaba en funcionamiento, para proveer información a las autoridades americanas, en los vuelos transatlánticos.
Todas estas medidas, como los pasaportes o documentos de identidad que incluyen un chip electrónico con datos biométricos, están en discusión desde hace tiempo. Los atentados son simplemente una oportunidad para eliminar la resistencia ante esas medidas liberticidas. Pero si las aplicamos a los atentados de Madrid, la eficacia de esas medidas resulta altamente discutible ya que las personas arrestadas estaban viviendo en España desde mucho antes y no viajaban a través de fronteras.
Por lo tanto, no podían ser detectadas a través de esos medios. Sin embargo, esas medidas son perfectamente adecuadas para un manejo policial de las poblaciones. La organización Statewatch ha demostrado que entre las 57 medidas previstas por el Consejo de Jefes de Estado y de gobierno reunido los días 25 y 26 de marzo de 2004, hay 27 proposiciones que no tienen nada o muy poco que ver con el terrorismo.
El objetivo de esas disposiciones no es garantizar la vigilancia de determinados grupos sino la vigilancia sobre la población a través del control de las comunicaciones» [42].
Jean-Claude Paye demuestra que este control sobre la población se realiza para informar no sólo a las instituciones de los Estados miembros de la Unión Europea sino también a las autoridades estadounidenses. «El desarrollo de la cooperación transatlántica en el marco de la lucha contra el terrorismo revela el carácter orgánico del derecho penal en la formación de la estructura imperial.
La Unión Europea se somete a la hegemonía estadounidense en materia de organización del control de las poblaciones. En cuanto a Estados Unidos, sus exigencias tienen que ver más bien con la capacidad de sus instituciones policiales o judiciales para evadir las estructuras formales de los poderes ejecutivos y judiciales europeos.» [43]

La «guerra contra el terrorismo» se extiende a África

El general Jones, comandante supremo de la OTAN y además gran jefe de las fuerzas estadounidenses en Europa (EuCom), se da a la tarea de crear un comando ad hoc para las fuerzas estadounidenses en África (AfriCom). Para justificar ese despliegue, que inquieta a los africanos, Jones no pierde ocasión de denunciar el peligro terrorista en ese continente. Esa misma argumentación servirá para meter a la OTAN en África. Es importante observar que la extraña decisión del Tribunal Supremo de atribuir los atentados de Madrid a terroristas islámicos no vinculados a Al Qaeda favorece esa perspectiva ya que esos islamistas son originarios del norte de África.
Durante su gira africana de julio de 2003, el presidente Bush advirte: «No dejaremos que los terroristas amenacen a los pueblos africanos, ni que utilicen África como base para amenazar el mundo» [44]. Los responsables estadounidenses multiplican las declaraciones en las que afirman que Al Qaeda se ha implantado en el desierto del Sahel, lo cual ponen en duda numerosos observadores. A principios de marzo de 2004 es el comandante en jefe adjunto de las fuerzas estadounidenses en Europa (EuCom, que también supervisa África en ese momento) quien advierte que miembros de Al Qaeda están tratando de establecerse «en la parte norte de África, en el Sahel y el Magreb. Están buscando un santuario como en Afganistán, cuando los talibanes estaban en el poder.
Necesitan un lugar estable para equiparse, organizarse y reclutar nuevos miembros» [45].
Los días 23 y 24 de marzo de 2004 una reunión sin precedente de los jefes de los estados mayores de 8 países del norte de África y del Reino Unido tiene lugar en la sede del EuCom, en Stuttgart, por iniciativa de Estados Unidos. En aquel momento todas las miradas se dirigían hacia el norte de África, particularmente hacia Marruecos, donde el GICM (Grupo Islámico Combatiente Marroquí) es considerado sospechoso de encontrarse detrás de los atentados de Madrid.
Se decide la puesta en práctica del TSCTP (trans-saharian counterterrorism partnership), ambicioso plan de entrenamiento de los ejércitos africanos para la lucha antiterrorista por parte de Estados Unidos [46]. Estos planes de entrenamiento permiten a Estados Unidos establecerse en suelo africano dirigiendo discretamente los ejércitos locales. La selección de esta estrategia de despliegue responde a la necesidad de disminuir las pérdidas militares causadas por las invasiones de Afganistán e Irak.
Los atentados de Madrid se produjeron en el momento preciso para que Washington y Londres impusieran el TSCTP a esos 8 países africanos. Los atentados habían creado un clima de incertidumbre debido esencialmente a un rumor que anunciaba el próximo desembarco del ejército estadounidense en el norte de África, como en las invasiones de Afganistán y de Irak.
Varios periódicos españoles, argelinos y marroquíes alimentaban aquel rumor, que resultaría falso [47].
Por ejemplo, el importante diario español La Razón escribía el 21 de marzo de 2004: «Unidades de las fuerzas especiales estadounidenses y tropas militarizadas de la CIA se esperan en los próximos días en la región del Sahel (norte del Sahara). Participarán en la mayor operación antiterrorista realizada por Estados Unidos desde la guerra de Irak. Se prevé que los combates duren varias semanas. Los ejércitos de los países de la zona, que ya han aceptado abrir su espacio aéreo a la US Air Force, participarán en los combates bajo las órdenes de los estadounidenses (…)
El comienzo de la operación militar, decidido como consecuencia de los atentados de Madrid el 11 de marzo pudiera coincidir con (…) el 26 de marzo próximo» [48]. Este rumor de desembarco tiene toda la apariencia de una maniobra de intoxicación tendiente a forzar la mano a los dirigentes africanos sobre la cuestión del TSCTP.
La llegada de consejeros militares estadounidenses y británicos podía en efecto parecer a los dirigentes africanos un mal menor, comparada con un desembarco del ejército estadounidense en sus países.
En todo caso, la OTAN como tal no quiso implicarse en el TSCTP. Fue solamente a partir de 2005 que los Estados miembros aceptaron enviar tropas a África, en apoyo a las operaciones de la Unión Africana en Sudán y Somalia. Los atentados de Madrid, presentados como un castigo contra Aznar por su implicación en la guerra de Irak (lo cual fue desmentido mucho más tarde por la justicia), permitieron integrar indirectamente la guerra contra Irak a la «guerra contra el terrorismo» en lógica continuación a las mentiras que el secretario de Estado Colin Powell profiriera en su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU [49].
En cuanto a la ola de atentados islámicos en Europa, esta se interrumpió con la operación frustrada en Barcelona, en enero de 2008 [50].

Conclusión

Al término de este análisis podemos afirmar que la decisión del Tribunal Supremo [español] no responde a la realidad sino a exigencias políticas. Elementos del aparato estatal español intervinieron para falsificar elementos probatorios y orientar la investigación hacia una pista prefabricada, la pista islamista. Los atentados fueron perpetrados por una organización militar que disponía de cómplices dentro del aparato del Estado.
La OTAN, cuyo pasado terroristas está fehacientemente demostrado, disponía del conocimiento, de los medios logísticos y tenía además un móvil para realizar esa operación. Si se abriera una nueva investigación judicial, el sospechoso principal debería ser la OTAN.

 Mathieu Miquel
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[1] «11 de marzo de 2004 en Madrid: ¿fue realmente un atentado islamista?», por Mathieu Miquel, Réseau Voltaire, 19 de octubre de 2009.
[2] La Manipulation: Madrid, 11 mars, por Jean Chalvidant, ediciones Cheminements, 2004. El autor ha presentado sus argumentos en su blog.
[3] Sitio de la revista Le Meilleur des mondes.
[4] «Los trucos de la Foundation for the Defense of Democraties», Red Voltaire, 18 de agosto de 2005.
[5] Cf. primer número de la revista.
[6] Veredicto de apelación del juicio sobre los atentados, páginas 581-582.
[7] Fernando Mugica, autor de unos 40 artículos intitulados «los huecos negros del 11 de marzo» publicados en el diario español El Mundo, es el precursor de la crítica de la versión oficial en la prensa. Aunque nunca se ha inclinado por una pista en particular, Mugica escribió el 11 de marzo de 2005 en su artículo intitulado «Las piedras de Pulgarcito»: «El trabajo de campo efectuado para un amigo, escritor de éxito, en torno a una posible novela me llevaron a investigar a finales del otoño de 2003 todos los datos que rodeaban a los atentados del 11-S en Estados Unidos (…) No voy a desvelar mis conclusiones sobre el 11-S, pero sí puedo afirmar que sin ese trabajo nunca hubieran surgido los agujeros [negros del 11 de marzo].»
[8] Ernesto Mila defiende esta tesis en su libro 11-M los perros del infierno (Pyre, 2004) donde ofrece además un testimonio desde dentro de los medios de extrema derecha sobre la estrategia de la tensión que se puso en práctica durante la guerra fría.
[9] Bruno Cardeñosa ha escrito también sobre las falsedades del 11 de septiembre, ver «Periodistas españoles afirman que ningún avión se estrelló en el Pentágono», por Sandro Cruz, Red Voltaire, 13 de septiembre de 2004.
[10] Testimonio de este agente de la policía científica durante el juicio, testigo protegido 17054, 3 de mayo de 2007.
[11] Así lo hizo el diario El País, en sus ediciones de los días 13, 14, 19 y 24 de marzo de 2004.
[12] «Historia de la mochila numero 13», por Luís del Pino, El Mundo, 19 de marzo de 2006.
[13] «An American Connection», por Michael Isikoff, Newsweek, 17 de mayo de 2004.
[14] Ibid. y «Arrest in Bombing Inquiry Was Rushed, Officials Say», por Sarah Kershaw y David Johnston, New York Times, 8 de mayo de 2004.
[15] Los enigmas del 11M, por Luís Del Pino, (Ediciones Libroslibres, 2006), capítulo 11 «Atando cabos».
[16] Testimonio de uno de los mineros durante el juicio, testigo protegido 54868, 19 de marzo de 2007.
[17] Acta de inculpación del juicio sobre los atentados, página 4.
[18] Acta de inculpación del juicio sobre los atentados, página 53.
[19] «La police allemande déjoue une tentative d’attentat états-unienne contre le G8», (La policía alemana neutraliza un atentado estadounidense contra la reunión G-8) Réseau Voltaire, 11 de junio de 2007.
[20] «11-M Claves de una conspiracion», por Bruno Cardeñosa (Espejo de tinta, 2004), página 123.
[21] Su retrato: «Capitaine Eric H. May», por Alan Miller, Réseau Voltaire, 9 de junio de 2009.
[22] «False Flag Prospects, 2008 - Top Three US Target Cities», por Eric H. May, Globalresearch.ca, 23 de febrero de 2008.
[23] «Londres: ¡la misma situación se desarrollaba simultáneamente en forma de ejercicio!» y «Ejercicios de simulación que facilitan atentados», Red Voltaire, 13 de julio y 13 de septiembre de 2005.
[24] Comunicado de prensa de la OTAN, 1º de marzo de 2004.
[25] «La OTAN simuló un atentado en Europa con 200 muertos», por Carlos Segovia, El Mundo, 14 de marzo de 2004.
[26] «La CIA "directement responsable" des "restitutions extraordinaires" de prisonniers en Europe, selon les députés européens», Réseau Voltaire, 14 de junio de 2006.
[27] «La investigación halla en los vuelos de la CIA decenas de ocupantes con estatus diplomático», por Andreu Manresa, El País, 15 de noviembre de 2005.
[28] Allégations de détentions secrètes et de transferts illégaux de détenus concernant des États membres du Conseil de l’Europe, informe del senador Dick Marty al Consejo de Europa, Réseau Voltaire, 12 de junio de 2006. Ver la parte intitulada «La "toile d’araignée" mondiale».
[29] «El Diario de Mallorca gana el premio Ortega y Gasset de periodismo», Cadena Ser, 12 de abril de 2006, la grabación de esta entrevista puede escucharse a través de Internet.
[30] «Un informe de la Eurocámara eleva a 125 los vuelos de la CIA que hicieron escala en España», El Mundo, 15 de junio de 2006.
[31] «La investigación halla en los vuelos de la CIA decenas de ocupantes con estatus diplomático», por Andreu Manresa, El País, 15 de noviembre de 2005.
[32] «Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de julio de 2001.
[33] «Les Armées secrètes de l’OTAN», por Daniele Ganser (Demi-lune, 2007). Este libro está siendo publicado en forma seriada a través de la Red Voltaire.
[34] «Les Armées secrètes de l’OTAN», por Daniele Ganser (Demi-lune, 2007), capítulo 7.
[35] Sitio oficial del CC-Land-Madrid.
[36] «Defensa rechaza que los servicios secretos de EE UU actúen por su cuenta en suelo español», 16 de abril de 2006, y «España autorizará a los espías de EE UU a actuar bajo supervisión en territorio nacional», 18 de febrero de 2007, por Miguel González, El País. Es de notar que, durante el periodo 2004-08, Estados Unidos firmó numerosas convenciones con sus aliados para que los servicios secretos estadounidenses puedan actuar a sus anchas en dichos Estados. Ver, por ejemplo, en el caso de Francia: «Francia autoriza a los servicios de Estados Unidos a actuar en su territorio», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de mayo de 2005.
[37] El general Jones, quien rechazó dos veces el puesto de secretario de Estado en la administración Bush, ha sido nombrado consejero de seguridad nacional de la administración Obama.
[38] El embajador Burns, actualmente en un semiretiro, es hoy en día centro de una polémica. Según una serie de documentos publicados por el movimiento Hamas, Burns fue uno de los principales organizadores del envenenamiento del presidente palestino Yaser Arafat.
[39] Peter Ricketts, ex presidente del Comité Conjunto de Inteligencia, ha sido nombrado secretario general del Foreign Office.
[40] «Attentats de Londres: le rapport officiel écarte la piste "Al Qaïda"», Réseau Voltaire, 10 de abril de 2006.
[41] «Londres vuelve a la "estrategia de la tensión"», por Thierry Meyssan; «Atentados de Londres: Rachid Aswat es un agente británico», Réseau Voltaire, 15 de julio de y 8 de septiembre de 2005.
[42] «La Fin de l’État de droit», por Jean-Claude Paye (La Dispute, 2004), desde la página 13 hasta la 15.
[43] Ibid, page 12.
[44] «Activisme militaire de Washington en Afrique», por Pierre Abramovici, Le Monde Diplomatique, julio de 2004.
[45] «Enquête sur l’étrange "Ben Laden du Sahara"», por Salima Mellah y Jean-Baptiste Rivoire, Le Monde Diplomatique, febrero de 2005.
[46] Presentación del TSCTP en el sitio web del comando de las fuerzas estadounidenses en África.
[47] Ver especialmente los artículos «Des soldats US dans le Sahel», por Lounés Guemache en el diario argelino Liberté, 17 de marzo de 2004; «EEUU lanza en el Sahara una gran operación antiterrorista tras los atentados del 11-M», por Pedro Canales, La Razón, 21 de marzo de 2004; «Les USA se préparent à mener une grande opération contre le terrorisme au sud du Sahara» en el diario marroquí Al Ahdath al Maghribiya, 22 de marzo de 2004.
[48] «EE UU lanza en el Sahara una gran operación antiterrorista tras los atentados del 11-M», por Pedro Canales, La Razón, 21 de marzo de 2004.
[49] «Discours de M. Powell au Conseil de sécurité de l’ONU» (Discurso de Colin Powell en la ONU), Réseau Voltaire, 11 de febrero de 2003.
[50] «De cómo los servicios secretos españoles de Zapatero impidieron una nueva ola de atentados de Al Qaeda-CIA en Europa», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 8 de febrero de 2008.


por Mathieu Miquel

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