La controversia no se ha hecho esperar. Tras la destitución de Dilma Rousseff por el Senado de Brasil, el 12 de mayo su vicepresidente, Michel Temer, asumió la presidencia por los siguientes 180 días.
Su primera decisión en el cargo –formar un gobierno con 24 ministros, todos hombres y blancos– no ha tardado en provocar una fuerte ola de críticas tanto en el seno de la sociedad brasileña como entre los analistas internacionales, ya que queda lejos de reflejar la realidad social del país.
Al margen del hecho de que Rousseff haya sido la primera mujer presidenta electa, Brasil no ha tenido un gabinete sin mujeres desde la época del régimen militar de los años 1974-1979, que entonces presidía Ernesto Geisel.
El segundo Gobierno de Rousseff contó con seis mujeres de un total de 39 ministros.
En el gabinete de Temer tampoco hay presentes ciudadanos negros.
Ello pese a que, según los datos del censo de 2010, la población blanca no representa ya a la mayoría de la sociedad brasileña (47,7%).
Aproximadamente 91 millones de brasileños se consideran blancos, 82 millones de personas se dicen mixtos, y 15 millones, negros.