Eduardo Montealegre Rivas |
Por Hamlett
¿Es que hay alguien en Nicaragua que crea que las monjitas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús urdieron una intrincada trama política para afectar a Eduardo Montealegre Rivas acusando a su hermano Álvaro de cometer un fraude agravado por más de medio millón de dólares?
¡Por el amor de Dios!, ¿alguien cree que las monjitas se reunieron en secreto con el ex presidente Arnoldo Alemán y juntos armaron el caso de la estafa encaminada a ser la más grande de la historia, como informa hoy Trinchera de la Noticia?
El jueves pasado cuando leímos las declaraciones de Eduardo Montealegre, el flamante líder de la oposición al reporte Carta Bodán, nos quedamos, como muchísimas personas, con los ojos como platos porque nunca imaginamos que cometería la torpeza de intentar politizar un asunto que nada tiene que ver con la política, sino que con las leyes penales de Nicaragua.
La primera reacción fue consultar la opinión del ex presidente Alemán quien telefónicamente nos dijo que “por respeto” a las hermanas del Teresiano y que para evitar crear una distracción innecesaria y “odiosa” –él usó la palabra- no comentaría las declaraciones sobre la estafa agravada no así en el otro tema esgrimido por Montealegre como una “posible” causa de la demanda contra su “angelical” hermano, cuya estela de estafas y robos se prolongan por 27 años, desde 1986 a la fecha, y se extienden por los estados de La Florida, Texas, California y Oklahoma, en los Estados Unidos, en los que hay cuatro demandas judiciales en contra de este personaje.
Pero, cuando escuchamos durante el fin de semana a varios colegas en dos mesas redondas de los canales 8 y 15 abordar este punto en profundidad y criticar duramente al “líder” de la oposición por sus desafortunadas declaraciones, lo menos que podemos hacer es compartir la crítica con ellos.
Su escondite
Desde que Eduardo se metió a la política lo hemos visto esconderse cuando enfrenta una crisis o su entorno es un prado en llamas. Su predecible comportamiento habitualmente nos lleva a verlo desaparecer ante los problemas. Tras la demanda contra su hermano, que adelantamos en exclusiva el 18 de agosto, Eduardo Montealegre desapareció durante 25 días mientras el escándalo de su hermano, Álvaro, se catapultaba a todos los medios de información, algunos arrastrados por los hechos y aún en contra de sus voluntades.
Ningún político se pronunció en esos días por razones obvias: El que lo hiciera pagaría las consecuencias con una sociedad que respalda ciento por ciento a las monjitas y que no admite que el caso sea llevado a otros foros. La valentía de las hermanas teresianas destapó una olla que inmediatamente mereció el repudio del pueblo. ¿Se imaginan ustedes qué estaríamos diciendo si el primero de los denunciantes hubiese sido el doctor Jorge Tinoco Fonseca, un médico militar que no se mete en política, pero que es hermano del diputado y dirigente del MRS, Víctor Hugo Tinoco, víctima también de Álvaro Montealegre?
¿Habríamos aceptado igual la denuncia y reaccionado con la misma intensidad con que lo hemos hecho alrededor de las monjitas? ¡Por supuesto que no! La “lógica” habría sido marcarlo como un evento político.
Torpeza
Por eso, cuando Montealegre sacó la cara por su hermano usando un argumento torpe y pecaminoso: Culpar a Arnoldo Alemán de la demanda, y decir que este es un asunto clasista, porque el ex mandatario odia a su familia desde que le trabajó a su padre en el extinto Banco Nicaragüense, la respuesta era necesaria y obligada.
¿En qué estaba pensando cuando retorció la acusación de las monjitas y le dio un cariz político intentando justificar la estafa agravada? Doble ofensa a las monjitas a las que no sólo agraviaron negándose a devolverles un dinero destinado a hacer obras sociales, como dar educación a los niños pobres del reparto Schick de Managua o atender gratis la salud de los residentes de los barrios humildes del oriente de la capital, o dar hogar a niñas sin padres en Granada, sino que además las acusan de hacer una trama política.
Lo que sí sabemos y podemos afirmar es que el empresario y político Roberto Bendaña MacEwan ha acusado a su partido político, en especial a Kitty Monterrey, tesorera del PLI y ex miembro de la junta directiva de Almori BPO y Café Don Paco, S.A., de haber lanzado una campaña de filtraciones para sacarlo de la política y quitárselo de encima a Eduardo Montealegre. En el fondo, Montealegre está feliz con la tragedia de su correligionario Bendaña MacEwan a quien, si sale bien de este lío judicial, le será difícil volver a ganarse la confianza de los ciudadanos, o sea, que el caso judicial estás neutralizando a su principal rival en las filas del PLI.
Mañana les cuento
Creo que Eduardito se defendía mejor callado. Pero, ahora que ha cometido el grave error de decir semejante barbaridad contra las monjitas del Teresiano, no queda más que investigar sus afirmaciones y sacar la verdad.
En cuanto a quién fue empleado de quién mañana les cuento, según lo que dijo Alemán, sobre cómo llega Eduardito a ser empleado del presidente de la república. Las interioridades de un episodio del que se ha hablado poco y que esconde una trama más clasista que política.
Mientras tanto las monjas teresianas se mantienen firmes en su demanda. Siguen esperando justicia sin prestarse a ningún juego, que el estafador pretende montar al pedirles un “diálogo”. Que les devuelva su dinero y punto.
¿Es que hay alguien en Nicaragua que crea que las monjitas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús urdieron una intrincada trama política para afectar a Eduardo Montealegre Rivas acusando a su hermano Álvaro de cometer un fraude agravado por más de medio millón de dólares?
¡Por el amor de Dios!, ¿alguien cree que las monjitas se reunieron en secreto con el ex presidente Arnoldo Alemán y juntos armaron el caso de la estafa encaminada a ser la más grande de la historia, como informa hoy Trinchera de la Noticia?
El jueves pasado cuando leímos las declaraciones de Eduardo Montealegre, el flamante líder de la oposición al reporte Carta Bodán, nos quedamos, como muchísimas personas, con los ojos como platos porque nunca imaginamos que cometería la torpeza de intentar politizar un asunto que nada tiene que ver con la política, sino que con las leyes penales de Nicaragua.
La primera reacción fue consultar la opinión del ex presidente Alemán quien telefónicamente nos dijo que “por respeto” a las hermanas del Teresiano y que para evitar crear una distracción innecesaria y “odiosa” –él usó la palabra- no comentaría las declaraciones sobre la estafa agravada no así en el otro tema esgrimido por Montealegre como una “posible” causa de la demanda contra su “angelical” hermano, cuya estela de estafas y robos se prolongan por 27 años, desde 1986 a la fecha, y se extienden por los estados de La Florida, Texas, California y Oklahoma, en los Estados Unidos, en los que hay cuatro demandas judiciales en contra de este personaje.
Pero, cuando escuchamos durante el fin de semana a varios colegas en dos mesas redondas de los canales 8 y 15 abordar este punto en profundidad y criticar duramente al “líder” de la oposición por sus desafortunadas declaraciones, lo menos que podemos hacer es compartir la crítica con ellos.
Su escondite
Desde que Eduardo se metió a la política lo hemos visto esconderse cuando enfrenta una crisis o su entorno es un prado en llamas. Su predecible comportamiento habitualmente nos lleva a verlo desaparecer ante los problemas. Tras la demanda contra su hermano, que adelantamos en exclusiva el 18 de agosto, Eduardo Montealegre desapareció durante 25 días mientras el escándalo de su hermano, Álvaro, se catapultaba a todos los medios de información, algunos arrastrados por los hechos y aún en contra de sus voluntades.
Ningún político se pronunció en esos días por razones obvias: El que lo hiciera pagaría las consecuencias con una sociedad que respalda ciento por ciento a las monjitas y que no admite que el caso sea llevado a otros foros. La valentía de las hermanas teresianas destapó una olla que inmediatamente mereció el repudio del pueblo. ¿Se imaginan ustedes qué estaríamos diciendo si el primero de los denunciantes hubiese sido el doctor Jorge Tinoco Fonseca, un médico militar que no se mete en política, pero que es hermano del diputado y dirigente del MRS, Víctor Hugo Tinoco, víctima también de Álvaro Montealegre?
¿Habríamos aceptado igual la denuncia y reaccionado con la misma intensidad con que lo hemos hecho alrededor de las monjitas? ¡Por supuesto que no! La “lógica” habría sido marcarlo como un evento político.
Torpeza
Por eso, cuando Montealegre sacó la cara por su hermano usando un argumento torpe y pecaminoso: Culpar a Arnoldo Alemán de la demanda, y decir que este es un asunto clasista, porque el ex mandatario odia a su familia desde que le trabajó a su padre en el extinto Banco Nicaragüense, la respuesta era necesaria y obligada.
¿En qué estaba pensando cuando retorció la acusación de las monjitas y le dio un cariz político intentando justificar la estafa agravada? Doble ofensa a las monjitas a las que no sólo agraviaron negándose a devolverles un dinero destinado a hacer obras sociales, como dar educación a los niños pobres del reparto Schick de Managua o atender gratis la salud de los residentes de los barrios humildes del oriente de la capital, o dar hogar a niñas sin padres en Granada, sino que además las acusan de hacer una trama política.
Lo que sí sabemos y podemos afirmar es que el empresario y político Roberto Bendaña MacEwan ha acusado a su partido político, en especial a Kitty Monterrey, tesorera del PLI y ex miembro de la junta directiva de Almori BPO y Café Don Paco, S.A., de haber lanzado una campaña de filtraciones para sacarlo de la política y quitárselo de encima a Eduardo Montealegre. En el fondo, Montealegre está feliz con la tragedia de su correligionario Bendaña MacEwan a quien, si sale bien de este lío judicial, le será difícil volver a ganarse la confianza de los ciudadanos, o sea, que el caso judicial estás neutralizando a su principal rival en las filas del PLI.
Mañana les cuento
Creo que Eduardito se defendía mejor callado. Pero, ahora que ha cometido el grave error de decir semejante barbaridad contra las monjitas del Teresiano, no queda más que investigar sus afirmaciones y sacar la verdad.
En cuanto a quién fue empleado de quién mañana les cuento, según lo que dijo Alemán, sobre cómo llega Eduardito a ser empleado del presidente de la república. Las interioridades de un episodio del que se ha hablado poco y que esconde una trama más clasista que política.
Mientras tanto las monjas teresianas se mantienen firmes en su demanda. Siguen esperando justicia sin prestarse a ningún juego, que el estafador pretende montar al pedirles un “diálogo”. Que les devuelva su dinero y punto.
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http://www.trincheraonline.com/2013/09/17/que-tonteria/