En la vida hay algo mucho peor que equivocarse, y es empecinarse en el error.
Como suele equivocarse frecuentemente, Eduardo Montealegre Rivas, un presunto delincuente que evade la Justicia de Nicaragua desde hace 5 años escudándose con la inmunidad que le confiere su cargo de diputado, trata de defender a otro presunto delincuente acusado de ofrecimiento fraudulento de efectos de crédito y estafa agravada por la Fiscalía General de la República, su hermano Álvaro Montealegre Rivas, con su argumento ya trillado que es una acusación de índole política.
Quien es artista para politizar las acusaciones delictivas y evadir el llamado de la Justicia es Eduardo Montealegre Rivas, querellado por mí, por sus graves injurias y calumnias, y también acusado por la Fiscalía General de la República, por sus actos inapropiados observados en 2003 cuando participó en la reestructuración de los CENIs Bancarios y las subastas de los activos de cuatro bancos liquidados.
Esa manía la demostró con sus argumentos poco inteligentes para auto defenderse de sus graves injurias y calumnias que él, en ese momento candidato a alcalde de la Ciudad de Managua, escribió contra mi persona en La Prensa, diario que las publicó el 31 de julio de 2008 sin consultar al ofendido por el inmune, ahora impune, diputado “regalado”, como lo llaman en la jerga política criolla.
El diputado querellado afirmó, en su fallida estrategia de aparecer como un hombre honrado ante la nación nicaragüense, que yo era mangoneado por el Presidente de la República, Daniel Ortega, y su esposa Rosario Murillo, para que lo querellara por su gratuita acusación escrita que yo fui uno de los que quebró al Banco del Café.
Quien es artista para politizar las acusaciones delictivas y evadir el llamado de la Justicia es Eduardo Montealegre Rivas, querellado por mí, por sus graves injurias y calumnias, y también acusado por la Fiscalía General de la República, por sus actos inapropiados observados en 2003 cuando participó en la reestructuración de los CENIs Bancarios y las subastas de los activos de cuatro bancos liquidados.
Esa manía la demostró con sus argumentos poco inteligentes para auto defenderse de sus graves injurias y calumnias que él, en ese momento candidato a alcalde de la Ciudad de Managua, escribió contra mi persona en La Prensa, diario que las publicó el 31 de julio de 2008 sin consultar al ofendido por el inmune, ahora impune, diputado “regalado”, como lo llaman en la jerga política criolla.
El diputado querellado afirmó, en su fallida estrategia de aparecer como un hombre honrado ante la nación nicaragüense, que yo era mangoneado por el Presidente de la República, Daniel Ortega, y su esposa Rosario Murillo, para que lo querellara por su gratuita acusación escrita que yo fui uno de los que quebró al Banco del Café.
En otras palabras, me difamó de ser un defraudador del Estado de Nicaragua.
En público, le riposté que la dignidad personal no se somete a ningún juego sino que se defiende y que si él no entendía ni lo que escribía, pidiera a sus asesores que le explicaran su gratuita acusación escrita.
Y si hubiese sido correcta su acusación que él escribió contra mí, ¿por qué evadió el juzgado penal y no me acusó?
Y si hubiese sido correcta su acusación que él escribió contra mí, ¿por qué evadió el juzgado penal y no me acusó?
Sencillamente no lo hizo por su poca honestidad y valentía, características comunes de la delincuencia, y por ende, de la aún presunta delincuencia de una persona que aspiró a ser creído por los nicaragüenses cuando quiso ser alcalde, pero que por su poca inteligencia prefirió ser lo que hoy es, un presunto delincuente.
Eduardo Montealegre Rivas bien pudo retractarse inmediatamente del daño moral que me provocó, y hubiese demostrado a los nicaragüenses que era una persona honesta y valiente.
Eduardo Montealegre Rivas bien pudo retractarse inmediatamente del daño moral que me provocó, y hubiese demostrado a los nicaragüenses que era una persona honesta y valiente.
Si hubiese sido así, yo lo hubiera felicitado públicamente.
Esto no ocurrió, porque el diputado querellado y también acusado penalmente, decidió cargar con su estigma escudado con su inmunidad temporal que lo envalentona y lo hace sentir el líder político de la oposición.
Otro error del querellado.
http://nestoravendano.wordpress.com/2013/09/13/la-mania-de-politizar-y-evadir-la-justicia/
http://nestoravendano.wordpress.com/2013/09/13/la-mania-de-politizar-y-evadir-la-justicia/