***Esta imagen satelital de Planet Labs PBC muestra seis bombarderos furtivos B-2 estadounidenses estacionados en Camp Thunder Cove, Diego García, el 2 de abril de 2025.
Aunque oficialmente desplegados para operaciones en Yemen, la presencia de estas aeronaves con capacidad nuclear en el radio de ataque de Irán ha suscitado la preocupación de que Estados Unidos se esté preparando discretamente para apoyar un posible ataque israelí. (Foto: AP)
A medida que aumentan las amenazas de un ataque israelí contra Irán, Estados Unidos está tomando medidas discretas pero inequívocas.
Durante el último mes, Washington ha reubicado discretamente bombarderos estratégicos y escuadrones de cazas en Diego García, un remoto puesto militar estadounidense en el océano Índico, a tiro de piedra de Teherán.
La justificación oficial es la protección de la fuerza. Pero la escala y la naturaleza de los despliegues han suscitado especulaciones de que Washington está sentando las bases para una posible participación militar en una operación liderada por Israel o, al menos, enviando un mensaje a Teherán de que no se interpondrá en su camino.
Hace aproximadamente un mes, la Fuerza Aérea de EE. UU. desplegó seis bombarderos B-2 Spirit en Diego García, un tercio de su flota activa de aviones furtivos con capacidad nuclear.
Estos bombarderos, capaces de volar directamente desde EE. UU. a objetivos en todo el mundo, no requieren un despliegue avanzado para ser efectivos. Por eso, su presencia en una isla remota del océano Índico causa sorpresa.
Según informes, los B-2 se han empleado en ataques anteriores contra objetivos de Ansar Allah en Yemen, aunque con un impacto estratégico limitado.
Tras la conclusión declarada de las operaciones estadounidenses en Yemen, al menos algunos de los B-2 fueron reemplazados por cuatro bombarderos estratégicos B-52, otra plataforma de largo alcance asociada a misiones de demostración de fuerza .
Pero entonces, llegó potencia de fuego adicional. Un escuadrón completo de cazas F-15E Strike Eagle fue enviado a la base. Si bien estos aviones tienen capacidad de ataque, analistas de inteligencia de fuentes abiertas sugieren que probablemente fueron desplegados para la defensa de la base.
Esta evaluación, de ser correcta, subraya que el Pentágono ve a Diego García no solo como una plataforma, sino como un objetivo potencial en una escalada más amplia.
Mientras tanto, señales de inteligencia apuntan a un movimiento real por parte de Israel. Un informe de CNN de este martes citó comunicaciones interceptadas y actividad sobre el terreno que indica que Israel se prepara para atacar instalaciones nucleares iraníes.
Según informes, funcionarios estadounidenses creen que los planes son activos y serios.
En abril, Donald Trump afirmó que Israel lideraría cualquier operación de este tipo. Muchos interpretaron ese comentario como un gesto de apoyo, si no una luz verde, de Washington. Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha advertido repetidamente que su gobierno no permitirá que Irán se convierta en un estado con armas nucleares.
Sin embargo, incluso mientras los canales diplomáticos permanecían abiertos, la introducción de nuevas "líneas rojas" por parte de Estados Unidos parece haber frenado el progreso.
El enviado estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, declaró recientemente que Irán debe detener todo enriquecimiento de uranio, una exigencia no incluida en el acuerdo nuclear original de 2015, el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC).
Las autoridades iraníes rechazaron la medida de plano. El ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, reiteró que el enriquecimiento es un derecho soberano y un asunto innegociable. El ayatolá Seyyed Ali Jamenei calificó las nuevas condiciones estadounidenses de "absurdas".
Y el 22 de mayo, Araghchi lanzó una advertencia más tajante: Irán, afirmó, tomaría "medidas especiales para defender sus instalaciones nucleares" si las amenazas israelíes continuaban. La declaración fue deliberadamente vaga, pero dejó pocas dudas de que Teherán se prepara para contingencias.
Mientras tanto, en Washington, influyentes centros de estudios intensifican la presión para una línea dura.
El Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente (WINEP) ha pedido el desmantelamiento completo de la infraestructura de enriquecimiento de uranio de Irán.
La Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) ha instado a imponer más sanciones. El Atlantic Council argumenta que Estados Unidos debe evitar "revivir el acuerdo de Obama con Irán".
Simultáneamente, Dana Stroul, exfuncionaria de Biden y actual miembro de WINEP, ha argumentado que la actual debilidad de Irán representa una oportunidad para una acción militar. Su opinión refleja un consenso creciente en los centros de estudios de Washington: Teherán es vulnerable y ahora es el momento de atacar.
Estas son las mismas voces que contribuyeron a moldear las intervenciones estadounidenses anteriores en la región. Su resurgimiento actual, junto con despliegues militares tácticos y escaladas retóricas, sugiere un patrón familiar.
Lo que falta en la conversación es un debate público real sobre las consecuencias. No solo para Irán, sino también para los intereses de Estados Unidos, la estabilidad regional y la opinión pública estadounidense.
Una confrontación con Irán tendría consecuencias significativas; sin embargo, pocos en Washington han cuestionado públicamente si tal conflicto beneficia a los intereses nacionales de Estados Unidos, salvo figuras excepcionales como el representante Thomas Massie, quien ha recibido críticas de poderosos grupos de presión simplemente por preguntar si, para empezar, esta es nuestra lucha.
La concentración en Diego García puede interpretarse como precaución. Pero también es un recordatorio de la rapidez con la que la precaución se convierte en política, y la política en guerra, especialmente cuando la moldean agentes, grupos de presión y aliados con intereses muy distintos.
Las guerras no siempre empiezan con votos. De hecho, suelen comenzar con despliegues discretos, lejos de la vista, y aún más lejos del pueblo estadounidense al que finalmente afectarán.
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Robert Inlakesh es analista político, periodista y documentalista, actualmente radicado en Londres, Reino Unido. Ha reportado desde y vivido en los territorios palestinos ocupados y presenta el programa " Archivos de Palestina ". Dirigió " El robo del siglo: La catástrofe palestino-israelí de Trump ".
