****Cuando se revelaron las estadísticas de las últimas elecciones en Estados Unidos y se conoció que el 57% de los cubanos que se han nacionalizado habían votado por Trump, la decepción de muchos cubanos en ese país fue enorme.
En realidad los que habían expresado su acuerdo con el magnate no habían medido suficientemente el odio inculcado durante años en la comunidad nacionalista conservadora contra la inmigración. Ahora la realidad dolorosa supera cualquier cálculo.
Habían votado por el hombre que más ha hecho sufrir a la familia cubana.
Le dieron el voto al peor enemigo de su patria, de un modo egoísta e irresponsable. Trump ganó, y lo peor de la emigración cubana es que hizo fiestas, cuando sus desgracias estaban por venir.
Ahora se desata el terror a la deportación, tanto en Miami como en el resto del país, también en Cuba, ante el temor de perder la ayuda familiar indispensable para sobrevivir.
Hubo cubanos (la mayoría) que en medio de la desesperación por huir de las dramáticas condiciones económicas de la isla, vendieron sus casas y propiedades, abandonaron sus trabajos, quemaron las naves, no tienen ya nada material para comenzar de nuevo. Su situación no puede ser peor.
El pánico se apodera ahora de los que llegaron a la tierra de la libertad en busca de una vida mejor y en la mayoría de los casos ayudar a sus familias, con el sueño de un día reunificarse.
A muchos los vimos llorar al abrazar, eufóricos, a la bandera yanqui al llegar al aeropuerto, renegando la bandera del escudo y la estrella solitaria y la patria que los arropó toda una vida.
Otros vaciaron luego en las redes sociales su odio compulsivo contra su nación, mintieron, calumniaron, ofendieron.
Ahora el Tío Sam les recuerda que no son norteamericanos, que no les importan para nada, que la bandera de las barras y las estrellas no es su bandera…
Es el fascismo puro lo que se vuelve contra miles de cubanos que esperan desesperados por la legalización de su situación migratoria. Ese fascismo que dónde quiera que surge es éticamente puro nacionalismo.
Para hacer a los Estados Unidos grande otra vez, no se necesita a los inmigrantes, mucho menos a los cubanos. Eso es lo que demuestra Trump, olvidando que la Unión surgió de la eliminación o asimilación de los habitantes autóctonos y que básicamente el país se formó por inmigrantes de todas partes del mundo.
MAGA como movimiento ultraconservador ha reunido al peor espécimen de la sociedad norteamericana y su líder es él.
Las señales se veían, las alertas estaban, pero aún así el 57% de los cubanos que podían votar lo hicieron por el hombre que firmó los decretos para expulsarlos del país dónde duramente trabajan y hasta hoy soñaban.
Primero, los obligaron a huir con 243 medidas del bloqueo trumpista. Ahora, los perseguirán como animales salvajes por las ciudades yanquis y los enviarán, no se sabe adónde…
Las familias afectadas en la isla quedarán sin el financiamiento que las libraba de la crisis y las penurias actuales. Es un crimen que supera las expectativas.Se les acabó el sueño americano. Han despertado en una terrible pesadilla.
El objetivo es el mismo de siempre, complicar la situación en el país a un nivel tal que estalle en mil pedazos y con ello hacer caer a la revolución, su sueño dorado.
Aspiran a reditar el Maidán ucraniano, o la Siria actual, o cualquier otra revolución de colores en Cuba… De ahí nos viene un peligro inminente que habrá que sortear con inteligencia y carácter.
Teníamos claro que el regreso de Trump era otra vuelta a la tuerca del genocida bloqueo y la agresión, no nos sorprende, aunque esta vez sinceramente, ha ido lejos, bien lejos.
Ahora, el lobby cubano americano, demostrando que toda una vida han lucrado con la desgracia de la familia cubana y han hecho de la contrarevolución un gran negocio, guardan cómplice silencio.
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