Hernán Cortes y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

¿Podrán sus trajes ocultar el sangriento pasado de las nuevas autoridades sirias?

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***¿Qué papel desempeñan los aliados regionales y las fuerzas externas en el fomento del auge del HTS?

Mientras Siria se enfrenta a un nuevo capítulo tras el colapso del régimen de Bashar Assad, Ahmed Hussein al-Sharaa –conocido como Abu Mohammed al-Jolani– ha emergido como un agente clave del poder en el norte de Siria. 

Al frente de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo con raíces en Al-Qaeda, Al-Sharaa se ha despojado de su imagen militante y se ha puesto trajes a medida en un intento calculado de reposicionarse como un líder pragmático. 

Sin embargo, esta transformación enmascara una historia sangrienta, y el apoyo internacional que permite a HTS plantea preguntas críticas sobre la dinámica más amplia del conflicto sirio.

De agente yihadista a estratega pragmático

Ahmed Hussein al-Sharaa comenzó su carrera como un devoto agente yihadista, ascendiendo en las filas de Al-Qaeda bajo la tutela de Abu Musab al-Zarqawi y más tarde de Abu Bakr al-Baghdadi. 

Su fundación de Jabhat al-Nusra en Siria en 2011 marcó el comienzo de su trayectoria como actor clave en la guerra civil siria. En 2013, Al-Sharaa se separó de Baghdadi, posicionando a su grupo como una fuerza independiente.

Su liderazgo se caracterizó por cambios calculados. En 2017, rebautizó Jabhat al Nusra como HTS, rompiendo los vínculos formales con Al Qaeda y presentando al grupo como una entidad de gobierno local. Si bien estos esfuerzos de renovación de marca fueron ampliamente descartados como superficiales, permitieron que Al Sharaa atrajera tanto el apoyo regional como un grado de tolerancia internacional.

Un legado sangriento construido sobre el miedo

El ascenso de HTS al poder ha estado acompañado de una violencia incesante, dirigida especialmente contra minorías étnicas y religiosas. Bajo el liderazgo de Al-Sharaa, el grupo organizó campañas de terror que consolidaron su dominio mientras devastaban comunidades:

El genocidio yazidí (2014) : Durante la alianza de Al Sharaa con el EI, los combatientes desempeñaron un papel en la masacre sistemática de yazidíes en Sinjar. Miles de hombres fueron ejecutados, mientras que mujeres y niños fueron esclavizados en una campaña que luego fue reconocida como genocidio. 

Los sobrevivientes describieron la brutalidad deshumanizante. “Nos trataron como animales”, dijo un sobreviviente yazidí. “Mataron a mi padre y a mis hermanos y me vendieron en un mercado como si yo no fuera nada”.

La campaña de Afrín (2018) : En el norte de Siria, HTS atacó a civiles kurdos en una campaña de destrucción y desplazamiento. Se quemaron aldeas, se ejecutó a hombres y se sometió a mujeres a una violencia sexual generalizada. 

“Nos borraron”, dijo en su testimonio un sobreviviente kurdo que se negó a ser identificado. “No solo nuestros hogares, sino nuestra historia y nuestro futuro. Lo llaman gobernanza, pero es solo guerra con otro nombre”.

Estas atrocidades revelan un estilo de liderazgo arraigado en el uso del miedo y la división sectaria como herramientas de control. También plantean interrogantes sobre el apoyo regional e internacional que ha sostenido a HTS a pesar de su historia violenta.

El papel de los patrocinadores regionales e internacionales

Si bien el HTS de Al Sharaa se renueva como una entidad centrada en la gobernanza, las operaciones del grupo siguen contando con el apoyo externo. Se dice que sus vecinos regionales, incluidos Turquía y Qatar, han desempeñado un papel importante en la financiación y el suministro de armas al HTS.

 El intercambio de información y el respaldo logístico han permitido al grupo mantener su bastión en Idlib y ampliar su influencia.

El papel de Turquía: Turquía, aliada de Estados Unidos en la OTAN, ha sido acusada de proporcionar armas, fondos y apoyo táctico a HTS con el pretexto de luchar contra las milicias kurdas. Según se informa, la inteligencia turca ha trabajado en estrecha colaboración con los líderes de HTS, utilizando al grupo como fuerza delegada para promover sus objetivos geopolíticos en el norte de Siria.

 Esta relación ha suscitado duras críticas de los grupos de derechos humanos, que advierten de que la participación de Turquía corre el riesgo de normalizar el control de HTS.

Financiación de Qatar: Qatar, que durante mucho tiempo ha sido acusado de financiar a grupos extremistas bajo el pretexto de brindar ayuda humanitaria, también ha sido vinculado a HTS. El respaldo financiero del estado del Golfo ha permitido al grupo mantener sus operaciones y expandir su control sobre territorios en Idlib. 

Si bien Doha niega oficialmente tener vínculos directos con HTS, informes de inteligencia filtrados y declaraciones de grupos de la oposición apuntan a flujos financieros sustanciales de redes qataríes a facciones yihadistas, incluida HTS.

Complicidad estadounidense a través de sus aliados: si bien Estados Unidos ha calificado oficialmente a HTS de organización terrorista, su apoyo indirecto a través de aliados como Turquía ha suscitado controversias. La dependencia de Washington de socios regionales para contrarrestar al EI y la influencia iraní ha contribuido, intencionalmente o no, a la supervivencia de HTS. 

Al hacer la vista gorda ante el respaldo de sus aliados a HTS, Estados Unidos corre el riesgo de socavar su propia agenda antiterrorista.

Estas dinámicas revelan un patrón preocupante: el uso estratégico de grupos yihadistas por parte de las potencias regionales como herramientas para promover objetivos geopolíticos. Si bien estas alianzas pueden servir a objetivos de corto plazo, a menudo se producen a expensas de las poblaciones locales, que son las más afectadas por el gobierno de HTS.

Del uniforme militar al traje: el cambio de marca pragmático

En los últimos años, Ahmed Hussein al-Sharaa ha transformado su imagen pública, cambiando su uniforme militar por trajes occidentales y adoptando la retórica de un estadista. 

Sus apariciones en los medios enfatizan la gobernabilidad y la estabilidad, posicionando a HTS como un contrapeso al ISIS y una fuerza capaz de manejar el norte de Siria.

La calculada transformación de Al-Sharaa refleja los principios expuestos por Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”, donde éste sostiene que los líderes deben equilibrar el miedo y la virtud para asegurarse el poder. Al-Sharaa ha aplicado este pragmatismo con notable precisión, manteniendo su control sobre Idlib mediante la violencia mientras se presenta al mundo exterior como un actor pragmático.

Pero este esfuerzo de renovación de marca plantea preguntas críticas: ¿puede un líder cuyo poder se basa en la supresión del disenso y la persecución de las minorías crear alguna vez una paz duradera?

“Ahora llevan traje, pero nada ha cambiado”,

Un cristiano desplazado de Idlib dijo: “Gobiernan a través del miedo y cualquiera que no se someta desaparece”.

El costo humano del régimen HTS

Para muchos sirios, el ascenso de HTS no representa estabilidad, sino la continuación de la persecución. Los yazidíes, los kurdos, los cristianos y las comunidades seculares siguen siendo vulnerables bajo el gobierno de HTS. Incluso los musulmanes suníes que rechazan la rígida teocracia del grupo se enfrentan a consecuencias brutales.

Los activistas laicos han sido silenciados, las mujeres están sujetas a duras restricciones y los disidentes viven en constante temor. Una sobreviviente kurda captó sucintamente lo que está en juego:

“Te borran, no solo tu cuerpo, sino todo lo que tiene que ver con tu existencia: tu cultura, tu historia, tu identidad”.

El dominio de HTS también ha complicado las labores humanitarias en el norte de Siria. Las organizaciones de ayuda tienen dificultades para satisfacer las demandas del grupo, y hay informes de que se están desviando recursos para sostener las operaciones de HTS en lugar de llegar a los civiles que más los necesitan.

La ilusión de estabilidad

Si bien algunas potencias regionales consideran al HTS como una herramienta pragmática para contrarrestar al ISIS y la influencia iraní, este enfoque corre el riesgo de legitimar a un grupo cuya historia está definida por el miedo y la violencia. Normalizar el HTS podría afianzar su visión teocrática, alienar a las poblaciones locales y socavar la estabilidad a largo plazo en Siria.

El ascenso de Al Sharaa y HTS pone de relieve un desafío más profundo para la comunidad internacional: cómo equilibrar los intereses geopolíticos inmediatos con el imperativo ético de proteger a las poblaciones vulnerables.

 ¿Se podrá lograr la paz y la gobernanza bajo el liderazgo de un hombre que autorizó atrocidades y construyó su poder sobre la base de la persecución de minorías?

Una encrucijada frágil

La transformación de Ahmed Hussein al-Sharaa, de líder yihadista a estadista autoproclamado, ejemplifica las complejidades del fracturado panorama sirio. Si bien su discurso de moderación puede resultar atractivo para quienes buscan soluciones a corto plazo, su legado cuenta una historia diferente.

Para los sirios que han sufrido bajo el régimen de HTS, las promesas de estabilidad suenan huecas. Cualquier paz basada en el miedo y la división no es paz en absoluto. 

La cuestión para la comunidad internacional no es sólo cómo gestionar el ascenso de HTS, sino si el empoderamiento de esos grupos sacrifica los valores necesarios para reconstruir una nación fracturada. 

Mientras las potencias regionales y las alianzas globales prioricen las ganancias tácticas por sobre la justicia a largo plazo, el futuro de Siria seguirá siendo incierto y sus heridas seguirán sin cicatrizar.

Por Mohamed Krit , fotoperiodista y redactor de noticias con especial atención a las cuestiones de los migrantes y los refugiados

https://www.rt.com/news/609548-they-rule-through-fear-syria/

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