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La influencia sionista en América Latina a través de Estados Unidos

Sionismo
***Uno de los objetivos del binomio Israel y Estados Unidos es la influencia política, económica, mediática y cultural del sionismo en América Latina.

El sionismo se usa en América Latina como un instrumento para intentar ejercer una dominación estadounidense y fragmentar una posible unidad latinoamericana, región a la que considera su “patio trasero”. 

El militarismo, los negocios y la ideología del sionismo han estrechado relaciones con los gobiernos de derecha latinoamericanos.

En la actualidad, con el apoyo a gobiernos de ultraderecha, pretenden impedir el incremento de la influencia de China, de Rusia y del BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, este año se incorporaron Arabia Saudita, Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos).

Igualmente existen casos de países con mayor soberanía o que rechazan de manera más explícita estas influencias.

El sionismo, la judeofobia y el imperialismo

La “política de persecución” de Israel ante una supuesta judeofobia, que existe, se ha usado como arma para obstruir toda crítica a la política exterior israelí y hacia los palestinos.

Por ejemplo, la declaración de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA) intenta asemejar las críticas al sionismo y a su política exterior belicista con opiniones negativas sobre el judaísmo.

Por ello es necesario distinguir lo que serían las posturas antijudías de las antisionistas y de las antiisraelíes. 

La primera posición es racista, la segunda anticolonialista y la tercera sería algo semejante a una perspectiva antiestadounidense, en el sentido de que expresa un rechazo genérico al imperialismo que encabeza esa potencia.

Como explica Michel Prior en su libro “La Biblia y el colonialismo.

 Una crítica moral”, desde su concepción a finales de 1890, el sionismo coincidió en varios aspectos con los nacionalismos y los colonialismos europeos del siglo XIX. 

Acompañó el accionar colonialista e imperialista del Reino Unido hacia Medio Oriente (para evitar su unificación) y en detrimento del desarrollo de América Latina hasta mediados del siglo XX.

A partir de la década de los 70, Israel es un país que podemos denominar coimperial, que actúa en consonancia con las prioridades geopolíticas del imperialismo estadounidense. 

Con esa finalidad, colabora en la presión financiera y en conjunto con las embajadas estadounidenses hacia América Latina.

El sionismo amparó golpes de Estado, sustentó la imposición neoliberal y apoya el intento actual estadounidense de recuperación frente al ascenso de otras potencias.

La injerencia del sionismo en las dictaduras de América Latina

Uno de los espacios por los que el militarismo del sionismo permea sus ideas es a través de los medios.

Varios medios informativos latinoamericanos representan un aval ultraderechista a las políticas de Israel sostenidas por Estados Unidos al mostrar noticias e imágenes sobre Medio Oriente descontextualizadas con la consiguiente deshumanización de los palestinos, que actuarían sin discernimientos ni motivos.

Otro es que, históricamente, Israel entrenó y vendió armas a fuerzas militares o del Estado, como en las dictaduras en Paraguay (1954-1989), Guatemala (1963-1966 y 1982-1985), Chile (1973-1990) y Argentina (1976-1983), Ecuador (1976-1979), Nicaragua (1937-1979), El Salvador (1931-1979 y la guerra civil hasta 1992).

También, acompañó esta política imperialista con imposiciones neoliberales en un accionar conjunto con Estados Unidos.

Esto lo investigó Israel Shahak en el libro “El Estado de Israel armó las dictaduras de América Latina”, en el que detalla el accionar de Tel Aviv en las dictaduras latinoamericanas.

Destaca cómo les proporcionó armas en los años 70 y los 80, y cita a comentaristas europeos: “Estas personas (mujeres, niñas, religiosas, sacerdotes) cayeron bajo las balas de las Uzi, de las Galil; esta aldea fue bombardeada por los aviones Arava construidos en Israel”.

También en el diario El País de España, Julio Huasi en 1983 se refirió a una Cumbre en Nueva Delhi sobre la injerencia militar israelí en Latinoamérica, allí afirma: “La intromisión militar de Israel en América Latina, por acuerdo expreso con Estados Unidos, fue condenada por el centenar de miembros del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) […] 

Las ventas de armas y el entrenamiento proporcionado por los asesores de Tel Aviv a los regímenes militares de América Latina se estima actualmente en unos 3.000 millones de dólares.”

Ideología y sionismo en la ultraderecha reciente en América Latina

El sionismo está en estrecha relación con los gobiernos de ultraderecha y con los establecidos a través de los llamados golpes blandos (o lawfare) y en las persecuciones políticas.

Son ejemplo de esto los casos del Lava Jato en Brasil, vinculado al golpe de Estado contra Dilma Rousseff y al encarcelamiento de Lula da Silva, o las causas abiertas contra Rafael Correa en Ecuador y contra Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Fernando Lugo en Paraguay, o Pedro Castillo en Perú.

Los gobiernos de ultraderecha instituidos mediante esas maniobras políticas buscaron apoyo en Israel y Estados Unidos. El gobierno dictatorial de Jeanine Áñez en Bolivia (2019-2020) pidió la contribución israelí para “combatir al terrorismo de izquierda”.

De esta forma, el influjo del sionismo en América Latina se mantiene a través del militarismo. Israel siguió entrenando a las fuerzas represivas de la región, sobre todo, durante los gobiernos más conservadores. Israel es el décimo exportador de armas del mundo –y de tecnología de espionaje como la aplicación Pegasus– y noveno importador.

En lo ideológico, se puede advertir en cómo colaboró en la instauración del neoliberalismo, en sus relaciones cercanas con las dictaduras y con los gobiernos de derecha que los continuaron.

Los principales representantes, Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei en Argentina, buscan alejarse de la influencia tanto china como rusa, y se alían con Estados Unidos e Israel.

El sionismo en América Latina es un elemento indisociable de la Doctrina Monroe de Estados Unidos. Es decir, intentar dominar “América (el continente) para los americanos (estadounidenses)”, y considerando el centro y sur de este continente, de manera despectiva, su “patio trasero”.

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