*** Al igual que México, Estados Unidos de América (EE.UU.) está en proceso electoral para la presidencia.
Joe Biden, el actual mandatario, pretende relegirse, y su principal competidor es el expresidente Donald Trump.
Ambas elecciones, la de México y la de EU, ocurrirán en un momento marcado por la guerra de Rusia contra Ucrania, y por el genocidio que Israel emprende contra el pueblo palestino.
En ambos conflictos EU ha intervenido abiertamente en favor de Ucrania y del criminal Benjamin Netanyahu.
A este escenario se suma la configuración de un mundo multipolar en el que Rusia y China son competidores.
Frente a este panorama de reconfiguración global, EE.UU. responde en América Latina con cambios significativos. Derrotados en sus intentos por imponer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, o por sostener a la golpista Jeanine Áñez, en Bolivia, EE.UU. combina la estrategia de mano dura y negociación frente una región con mayor influencia de China.
Especial interés despierta el reciente nombramiento de Daniel P. Erikson, quien fue subsecretario adjunto de Defensa para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU., y quien será a partir de marzo el director del Consejo de Seguridad Nacional para Asuntos de América Latina.
Erikson conoce bien México, sabe de su importancia en las próximas elecciones y buscará incidir en favor de EE.UU., en general, y de Biden, en particular.
Aunque con narrativas, agendas y votantes distintos, ni Biden ni Trump representan un cambio sustancial en su política externa: Biden ha ido asumiendo parte del discurso antinmigrante con el que Trump atrae a miles de seguidores, al tiempo que ambos responden a los señores del dinero y de la guerra, es decir, al complejo militar industrial y sus intereses en el planeta.
En la pugna entre Biden y Trump, hay también aliados mediáticos.
El periódico The New York Times, por ejemplo, es de los favoritos entre los seguidores del Partido Demócrata, mientras los republicanos sienten una mayor simpatía por medios como Fox News.
Es importante identificar el mensaje y el mensajero, pero sobre todo el interés superior al que sirven los dueños.
El constante y en ascenso golpeteo del New York Times contra el Presidente de México, con reportajes que dejan mucho que desear, es un hecho que debe condenarse y también revisarse con cautela: ¿quién realmente es el emisor?
¿Cuáles son los efectos?
¿Cómo utilizan a favor y en contra el mensaje y sus efectos quienes compiten en el proceso electoral en México?
Dos hipótesis habría que considerar: el emisor busca
1) incidir en el proceso electoral mexicano y reorientar las negociaciones regionales, y
2) presionar al gobierno mexicano a que tome partido también por alguna de las fuerzas políticas en EU. Trump, por ejemplo, ya suma abiertamente los apoyos de sus aliados en Argentina y El Salvador, apoyo manifestado abiertamente en la reciente Conferencia de Acción Política Conservadora.
En el actual sexenio, bajo el argumento de la cooperación no sólo se retomó, sino que se reforzó la agenda militarista que viene impulsando EE.UU. desde hace décadas.
En materia económica la dependencia también se ha acentuado: La integración económica, con respeto a nuestras soberanías, es el mejor instrumento para hacer frente a la competencia derivada del crecimiento de otras regiones del mundo, en particular, la expansión productiva y comercial de China.
No olvidemos que mientras Canadá, EE.UU. y México representamos 13 por ciento del mercado mundial, China domina 14.4 por ciento, afirmó el presidente López Obrador en noviembre de 2021 durante la novena Cumbre de Líderes de América del Norte.
Dos años más tarde, para noviembre de 2023, México se había consolidado ya como el principal socio comercial y proveedor de Estados Unidos, logrando un intercambio comercial de 738 mil 400 millones de dólares, lo que representó 15.8 por ciento del comercio total de la principal potencia económica del mundo, de acuerdo con datos publicados en estas mismas páginas.
A lo anterior habría que sumar la numerosa infraestructura que el gobierno de México ha impulsado y que es fundamental para el capital de EE.UU., como el Corredor Interoceánico –deseado por el vecino del norte desde el siglo XIX– o el Tren Maya, proyectos visitados por Ken Salazar, embajador de EE.UU. en México.
Los apoyos que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) da a distintas dependencias del gobierno federal es también un dato a destacar.
Rechazar el intervencionismo imperialista pasa por denunciar los intereses que hay detrás de medios como The New York Times, sin vulnerar la seguridad de sus periodistas, pero pasa también por construir alternativas a la dependencia económica hacia EE.UU., rechazar la agenda militarista y antinmigrante y dejar de poner el territorio nacional y los recursos naturales al servicio de sus empresas e intereses.
Ser antimperialista hoy también es luchar por detener el genocidio en Palestina.