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Nicaragua: “Rubén Darío, nacionalista, antiimperialista”

Conmemoramos y celebramos este 18 de enero el 157 aniversario del natalicio del Príncipe de las Leras Castellanas nuestro inmortal Rubén Darío con una extensa y como siempre monumental jornada que se traduce en un homenaje para el Padre de la Poesía Moderna de parte de una Nicaragua que identifica en su Bardo.

Que deambuló contando sus historias ante públicos tan selectos que lo admiraron y a los que cautivó con su genio y que encantados por su revelación literaria hicieron posible exaltar a través del tiempo la profundidad de la amena y exquisita pluma de quien además se proclamó como el primer gran “ANTIIMPERIALISTA” de un país que como el nuestro es cuna prolífera de otros poetas de oro que brillaron y brillan gracias al fulgurante diamante que representa para nosotros y el mundo Félix Rubén García Sarmiento, a secas Rubén Darío, seguramente el más grande de todos los nicaragüenses.

Félix Rubén García Sarmiento, es a quien popularmente identificamos como nuestro Rubén Darío, sin duda alguna el poeta de mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito castellano, aunque su obra ha sido traducida a diferentes idiomas y es llamado el Príncipe de las Letras Castellanas porque indiscutiblemente es el máximo representante del modernismo literario en esta lengua y es y seguirá siendo para la eternidad el gran referente de la revolución y transformación en la forma de hacer poesía y de hacer de la prosa magia.

Félix Rubén García Sarmiento nos nació en Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, aquí en nuestra Nicaragua, el 18 de enero de 1867 y falleció el 6 de febrero de 1916, a los 49 años de edad, aunque su obra es extensa y en permanente exploración por parte de acuciosos de su pensamiento en el mundo y quien en realidad en más conocido por su seudónimo que por su nombre porque tomó el Rubén del propio adoptando el apellido de uno de sus abuelos la familia de los Dario para firmarse desde entonces como el sonoro e imponente Rubén Dario.

Toda raíz nacionalista que exploremos a lo largo y ancho de nuestra historia es indudablemente grande y profunda y la cofia rompiente que penetra nuestros pensamientos para alimentar la razón por la cual amamos y defendemos a nuestro país está en el ahínco de célebres que como Rubén Dario fueron visionarios, -imagínense desde sus tiempos-, para denunciar, señalar y advertir al agresor y soberbio imperio que se creyó tanto el dueño del mundo que por no tenerlo solo para sí hoy lo destruye.

El análisis del pensamiento político y patriótico de Dario no deja duda sobre la visión que tenía, desde sus tiempos, del mundo convulso y agredido de hoy vivimos, tristemente desagarrado por el águila imperial. Por ejemplo, nuestro gran Salomón de la Selva, en un escrito que sobre Rubén hizo en 1941 dice; “Es pasmoso, al releer a Darío atestiguar hasta qué punto estaba despierto su intelecto a las preocupaciones universales, a las inquietudes sociales, políticas y económicas, viéndolo y previéndolo todo con extraordinario acierto”.

La dimensión que del patriotismo y del nacionalismo tenía Rubén Dario era colosal. Su pensamiento en ese sentido, posiblemente inspirado en la resistencia del General José Santos Zelaya, líder de la revolución liberal de 1893, que depuso 30 años de inocuos, estáticos e invisibles gobiernos conservadores y que fue rebelde contra la intervención imperial en nuestra patria y del que fue embajador como parte de su afición como diplomático, pedestal desde el que proclamaba éticamente, que el servicio exterior había que formalizarlo en función de la patria y no de los gobiernos de turno, estaba marcado categóricamente con un acento de guerrero, de rechazo a la soberbia invasiva de Estados Unidos.

Por supuesto nuestro poeta es antiimperialista y no es que nosotros, los que estamos de este lado de la historia lo estemos haciendo antiimperialista. En un discurso pronunciado por Rubén en una recepción organizada en su honor en el Teatro Municipal de León, el 22 de diciembre de 1907, Dario dejo a quienes le homenajeaban impactados con el categórico mensaje que dejó en función del nacionalismo.

“Podría con satisfacción justa decir que, como Ulises, he visto saltar el perro en el dintel de mi casa, y que mi Penélope es esta Patria que, si teje y desteje la tela de su porvenir, es solamente en espera del instante en que puede bordar en ella una palabra de engrandecimiento, un ensalmo que será pronunciado para que las puertas de un futuro glorioso den paso al triunfo nacional y definitivo”.

“Yo quiero decir ante todo a mis compatriotas, que después de permanecer por largo tiempo en naciones extranjeras, y estudiar sus costumbres, y medir sus vidas, y pesar sus progresos, y apreciar sus civilizaciones, tengo la convicción segura de que no estamos entre los últimos en el coro de naciones que mantendrán el alma latina, con sus prestigios y su alto valor, en próximas y decisivas agitaciones mundiales”.

Rubén Dario excita el valor del nacionalismo y del patriotismo abiertamente en sus poemas, en sus ensayos, en sus artículos periodísticos que desdicen a los profanos y vividores que hacen negocio de su pensamiento.

La majestuosidad literaria y poética de Rubén hizo surgir a Darianos, Darianenses y Dariólogos, o como se quieran llamar sus estudiosos, que difunden y comparten su obra, pero entre los que lamentablemente se encuentran quienes han manoseado su pensamiento y eso es aborrecible desde cualquier punto de vista porque solo aquel que es ciego, necio y soberbio puede pretender promocionar la visión ideológica de quien es también nuestro Héroe Nacional, a la par de la bandera de los Estados Unidos.

Rubén Dario tenía un perfil político, pero aborrecía la politiquería a la que consideraba como “el tremendo hervidero de la pasión política”. 

Él nunca tuvo el más mínimo interés presidencial, aunque seguramente con la personalidad, carisma y dimensión que lo acuerpaba, a lo mejor lo hubiera logrado, pero eso sí tuvo cargos políticos; fue diplomático, cónsul, embajador, representó a Nicaragua en diferentes países y esto le permitió una visión amplia para descifrar cómo los países grandes se aprovechan de los más pequeños a los que imponen su voluntad lo que por supuesto espesó su posición antiimperialista.

Respecto a Nicaragua en un artículo que publica en el “París Journal” el 27 de mayo de 1910 dice: “Hay en este momento en América Central un pequeño Estado que no pide más que desarrollar, en la paz y el orden su industria y su comercio; que no quiere más que conservar su modesto lugar al sol y continuar su destino con la seguridad de que, no habiendo cometido injusticia hacia nadie no será blanco de represalias de nadie. Pero una revolución lo paraliza y debilita.

 Esta revolución está fomentada por una gran nación. Esta nación es la República de los Estados Unidos. Y Nicaragua nada ha hecho a los Estados Unidos que pueda justificar su política. Más bien se encontraba segura, si no de su protección, al menos de su neutralidad, en virtud del tratado y de las convenciones firmadas en Washington en diciembre de 1907”.

Aquí decimos quieres más masa lora y lo expreso tan popularmente para que el que tenga oídos oiga y no venga a desnaturalizar la esencia del pensamiento político e ideológico del primer gran antiimperialista de Nicaragua de quien repito es Héroe Nacional.

Ruben Dario nunca perteneció a ningún partido político, pero ideológicamente era un liberal, no liberal de los que ahora dicen que son y no son más que traficantes del oportunismo, sino que era un liberal profundamente progresista, transformador y revolucionario. 

Nuestro poeta, perteneciente al movimiento literario de los Panidas, los inconformes con las propuestas literarias, artísticas y filosóficas de su época y deseosos de una renovación, no quiso ser parte de ningún partido político porque estaba asqueado de las reyertas y confrontaciones que entre los verdes y los rojos existía y fue tanto su rechazo que en un su discurso del retorno en León, de 1907 recordó que él, alejado de las disensiones políticas, había luchado y vivido, no por los gobiernos, sino por la Patria, y para ser más claro dijo: “si algún ejemplo quiero dar a la juventud de esta tierra ardiente y fecunda, es el del hombre que desinteresadamente se consagró a ideas de arte, lo menos posiblemente positivo, y después de ser aclamado en países prácticos, volvió a su hogar entre aires triunfales”. 

Es decir, confiesa que pese a la fama no se dejó encantar y volvió a la patria.

Rubén es poeta y es profeta de las “ínclitas razas ubérrimas” y su legado entonces un magisterio noble por la nacionalidad que nos distingue en el destino que escrito por él desciframos en la libertad que hoy vivimos y defendemos desde una inagotable fuente cultural que resiste la voracidad intervencionista e invasiva del pretendido gran poder del mundo.

Cierro y comparto con la contundencia más violenta y diáfana que del antiimperialismo tiene el pensamiento y obra de Ruben Dario, la “ODA A ROOSEVELT”, un manifiesto de resistencia de Nicaragua para el mundo multipolar del que ahora somos parte:

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que habría que llegar hasta ti, Cazador! Primitivo y moderno, sencillo y complicado, con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.

Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy. Y domando caballos, o asesinando tigres, eres un Alejandro-Nabucodonosor. (Eres un profesor de energía, como dicen los locos de hoy.) Crees que la vida es incendio, que el progreso es erupción; en donde pones la bala el porvenir pones. No.

Los Estados Unidos son potentes y grandes.

Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes. Si clamáis, se oye como el rugir del león. Ya Hugo a Grant le dijo: «Las estrellas son vuestras». (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos. Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón; y alumbrando el camino de la fácil conquista, la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl, que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco, que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió; que consultó los astros, que conoció la Atlántida, cuyo nombre nos llega resonando en Platón, que desde los remotos momentos de su vida vive de luz, de fuego, de perfume, de amor, la América del gran Moctezuma, del Inca, la América fragante de Cristóbal Colón, la América católica, la América española, la América en que dijo el noble Guatemoc: «Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América que tiembla de huracanes y que vive de Amor, hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive. Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol. Tened cuidado. ¡Vive la América española!

Hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo, el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras. Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!


Por: Moisés Absalón Pastora.

Editorial de #DetallesDelMomento del 18 de enero de 2024.

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