El proyecto de las élites corporativas mundiales de una gobernanza global basada en lo que denominan simbiosis público-privado, precisa para su implementación, que los respectivos virreyes anclados en cada territorio denominado país o nación o estado, renuncien a su capacidad de decisión sobre todas y cada una de las cuestiones que atañen a la construcción, evolución, estructuración o modificación de sus estructuras políticas, económicas, culturales, militares, científicas, educativas y constitucionales.
Hace ya unos años que el Imperialismo S.A. optó por la financiación de las instituciones socialdemócratas para la consecución de estos objetivos, a sabiendas que los grandes cambios son mejores de digerir por una mayoría de la población subalterna si éstos son llevados a término por formaciones que se disfrazan de izquierda para destrozar a la “izquierda”.
Pero la “izquierda”, como bien analiza Ekai Center, “a partir de los años 90, la palabra izquierda, ha ido progresivamente asimilándose con los sucesivos movimientos corporativos de corte posmodernista (posmofeminismo, posmoecologismo, ecofascismo, multiculturalismo…) que no sólo nunca han defendido los intereses populares, sino que han sido evidentes estrategias corporativas destinadas a dividir y manipular a los ciudadanos al servicio de las élites oligárquicas que han inspirado, impulsado y financiado estos movimientos…
Lo que había sido la izquierda terminó así poniéndose al servicio de las élites corporativas desde todos los puntos de vista: sometimiento al neoliberalismo en el ámbito socioeconómico e impulso de las estrategias corporativas en los ámbitos socio-culturales indicados” (1).
Inmensas sumas de dinero cuidadosamente repartido entre los partidos políticos, sindicatos, asociaciones, ongs, medios de comunicación escritos o visuales, redes sociales… han ido realizando un trabajo constante implantando todas y cada una de las propuestas emanadas desde uno de los vértices de dicha élite corporativa: las órdenes impartidas desde el Foro Económico Mundial y sus socios de Mont Pèlerin y Bildelberg en representación de las grandes corporaciones multinacionales.
No es que existan grandes diferencias entre las formaciones políticas “progresistas” y “conservadoras”, tan sólo cuestiones de matiz envueltas en una aparente polémica con perspectivas electorales.
Lo podemos comprobar en nuestra casa si ponemos en paralelo las propuestas socialdemócratas y populares. La diferencia existente es entre los partidarios de la gobernanza global capitaneada por el complejo financiero-químicofarmacéutico-militar, a la cual “izquierdas y derechas” rinden pleitesía, y los capitales nacionales que se muestran remisos a dicha propuesta y defienden un concepto que se pretende borrar de los diccionarios: soberanía, equivalente a poder tomar algunas decisiones sin interferencia foránea.
Los furibundos ataques a Modi, Orban, Ebrahim Raisi, Assad, Ortega, Maduro… bajo calificativos diversos, en una simbiosis perfecta entre los grandes medios de comunicación y las teóricas organizaciones no gubernamentales, de derechos humanos, de ciertos movimientos feministas, de pseudoecologistas, etc., intentan desviar la atención sobre las políticas soberanistas en algunos países, enmascarándolas con las más burdas manipulaciones y financiando intentonas golpistas o creando plataformas ciudadanas ejecutoras de la “guerra híbrida” asimismo financiadas por las élites corporativas a través de sus fundaciones.
El último ejemplo lo tenemos en Irán, como anteriormente lo realizaron en Nicaragua o Bolivia.
Podríamos decir, parafraseando a Andrea Zhok, que el Occidente colectivo “zombificado” está completamente subyugado a un Estado de Ley Marcial en todos los órdenes: políticos, económicos, culturales, científicos y sociales, pues lo único que importa a los inductores de la gobernanza global es ejercer un control total y absoluto en sus áreas de influencia directa y asediar militar y económicamente las zonas en las cuales no pueden interferir directamente.
Aunque Estados Unidos va perdiendo influencia global, tenemos que analizar con esmero su confrontación interna, aparentemente en una disputa electoral entre demócratas y republicanos, pero que la realidad es muy otra, se trata de una confrontación entre el capitalismo “nacional” y el subordinado a las grandes corporaciones, fundaciones y fondos de inversión a los cuales la pérdida de liderazgo industrial autóctono no les importa, puesto que extraen sus beneficios de cualquier lugar del mundo. Se trata de una pugna por la soberanía, aunque parezca una paradoja.
La Casa Blanca de los Estados Unidos dirige todo el hemisferio occidental no mediante la propiedad del trabajo y la producción, sino mediante la administración de toda la información, los gobiernos y los centros de decisión (2).
Y como resultado, se vislumbra un amplio sentimiento de inseguridad y desconcierto de una punta a otra del planeta con lo cual se propicia un resurgir de discursos similares a los del nazismo alemán, del fascismo italiano o del tohokai japonés y una aceptación popular, sobre todo en Europa, de las propuestas que claman por la “seguridad” ante todo.
Propuestas que en algunos aspectos entran en contradicción con los presupuestos de la gobernanza global, pues se trata de unas propuestas que incluyen una exigencia de limitar ciertas interferencias externas en las políticas nacionales. Es el renacer de los nacionalismos ante la pérdida de su autonomía y soberanía a manos de la Comisión Europea en el caso de nuestro continente, y de la Organización de Estados Americanos en el caso de Latinoamérica.
Andrea Zhok en su artículo “Preparación del nuevo orden” (3), al analizar las posibilidades de hacer frente a la ofensiva del Gran Reinicio anota: “Las posibilidades de detener el tren en su camino son mínimas.
Lo que sí se puede hacer es prepararse para estar a la altura de las circunstancias, dirigir las piezas que caen libremente para que se asienten como cimientos de un futuro edificio… El sistema de dominación capitalista financiera mundial de base angloamericana es una potencia en crisis, sí, pero sigue siendo la mayor potencia del planeta y ha sobrevivido a otras grandes crisis.
Es capaz de persuadir a casi cualquier persona, de casi cualquier cosa, a través del control capilar de los principales medios de comunicación. Es capaz de sobornar a cualquiera con un precio y de amenazar a cualquiera sin él… Tener una conciencia cultural de lo que es esencial y lo que es contingente aquí es crucial”.
Y hace referencia al llamamiento de Antonio Gramsci desde Ordine Nuovo hace más de un siglo, el 1 de mayo de 1919: “Agitatevi, perché avremo bisogno di tutto il vostro entusiasmo. Organizzatevi, perché avremo bisogno di tutta la vostra forza. Studiate, perché avremo bisogno di tutta la vostra intelligenza” (Anímate, porque necesitaremos de todo tu entusiasmo. Organízate, porque necesitaremos de todas tus fuerzas. Estudia, porque necesitaremos toda tu inteligencia) (4) .
El “anímate” de Gramsci, el “progresismo” lo ha convertido en una vorágine de drogas y alcohol que como ejemplo predica la progre ministra Montero “sola y borracha quiero llegar a casa”.
El “organízate” se ha convertido en una mezcolanza de asociaciones de colorines cuyo objetivo es crear la confusión y enfrentamiento entre la clase obrera, “la trampa de la diversidad” como argumenta Daniel Bernabé (5), dependientes de subvenciones de la Open Society de Soros, Fundación Arcus y similares. Y el “estudia” se ha convertido en una memorización de las estupideces inimaginables impartidas desde la escuela primaria hasta la universidad.
Habrá que empezar a reinterpretar los nombres dados a las cosas para evitar la confusión. Izquierdismo, progresismo, democratismo, considerados antaño como una definición de avance social, se han transformado en entelequias destructoras de la cohesión proletaria, todo a más gloria de los intereses corporativos del Imperialismo S.A.
Debemos recomponer la animación, la organización y el estudio para poner estos tres elementos al servicio del proyecto emancipador y como elementos básicos de confrontación y resistencia ante los retos del moderno capitalismo.
Ánimos para emprender dicha resistencia, organización para cohesionar el proletariado y estudio de nuestra historia clasista para devolver el orgullo de pertenencia a dicha clase social.
Sentirnos orgullosos de ser los Morlocks (6) que, aún viviendo una época de oscuridad, somos el futuro, a diferencia de los Elois que transhumanizados representan la degeneración humana con ropaje progresista.
(1) https://disk.yandex.com/i/loj8pLwp42UmOA
(2) Thorsten J. Pattberg, El colapso moral de Alemania en China
(3) https://www.geopolitika.ru/es/article/preparacion-del-nuevo-orden
(4) http://www.ilmoralista.it/2013/03/26/tempi-bui-ma-la-cultura-salvera-il-mondo/
(5) https://frh.cvg.utn.edu.ar/pluginfile.php/98988/mod_resource/content/0/La%20trampa%20de%20 la%20diversidad_%20c%C3%B3mo%20el%20neoliberalismo%20fragment%C3%B3%20la%20identidad%20de% 20la%20clase%20trabajadora%20%28%20PDFDrive.com%20%29.pdf
(6) H.G. Wells, La máquina del tiempo
https://mpr21.info/progresismo-reaccionario/