Este 30 de septiembre ya entró en la historia contemporánea como la fecha en la que se firmaron los acuerdos de incorporación de cuatro nuevas regiones a la Federación de Rusia: las repúblicas de Donetsk y Lugansk y las regiones de Zaporozhie y Jersón.
El mandatario ruso, Vladímir Putin, se reunió en el Salón de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin con los jefes de las administraciones de estas regiones: Denís Pushilin, de la República Popular de Donetsk; Leonid Pásechnik, de la República Popular de Lugansk; Evgueni Balitski, de la región de Zaporozhie; y Vladímir Saldo, de la región de Jersón.
Tras la firma de los documentos, el presidente ofreció un discurso, que reproduciremos a continuación:
"Estimados ciudadanos de Rusia, ciudadanos de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, vecinos de las regiones de Zaporozhie y Jersón, diputados de la Duma Estatal, senadores de la Federación de Rusia.
Como ustedes saben, en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y en las regiones de Zaporozhie y Jersón se llevaron a cabo una serie de referendos. Se hizo un balance y sus resultados ya son públicos. La gente ha hecho su elección, una elección clara.
Hoy firmamos el decreto para la adhesión a Rusia de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, las regiones de Zaporozhie y Jersón. Estoy seguro de que la Asamblea Federal apoyara las leyes constitucionales sobre la aceptación y formación en Rusia de cuatro nuevas regiones, de cuatro sujetos de la Federación de Rusia, porque así fue la decisión de millones de personas.
Y eso, claro está, es su derecho, un derecho inalienable que está establecido en el artículo 1 de la Carta de la ONU.
Repito, este es un derecho inalienable de las personas, se basa en la unidad histórica; en su nombre vencieron las generaciones de nuestros antepasados, aquellos que, desde los orígenes de la Antigua Rus, durante siglos, construyeron y defendieron Rusia.
Aquí, en Novorossia, lucharon Rumiántsev, Suvórov y Ushakov, mientras Catalina II y Potemkin fundaban nuevas ciudades.
Aquí nuestros abuelos y bisabuelos lucharon hasta la muerte durante la Gran Guerra Patria.
Siempre recordaremos a los héroes de la Primavera Rusa, a aquellos que no aceptaron el golpe neonazi en Ucrania en el 2014, a todos aquellos que murieron por el derecho de hablar su idioma nativo, de preservar su cultura, tradiciones, fe, por el derecho a vivir.
Estos son los guerreros del Donbás, los mártires de Khatyn de Odesa [los 48 opositores al golpe de Estado que fueron encerrados en la Casa de los Sindicatos y quemados vivos] y las víctimas de los ataques terroristas inhumanos perpetrados por el régimen de Kiev.
Se trata de voluntarios y milicianos, de civiles, niños, mujeres, ancianos, rusos, ucranianos, personas de varias nacionalidades.
Se trata del verdadero líder del pueblo de Donetsk, Alexánder Zajárchenko, de los comandantes militares Arsén Pávlov y Vladímir Zhoga, Olga Kochura y Alexéi Mozgovói, del fiscal de la república de Lugansk Serguéi Gorenko. Del paracaidista Nurmagomed Gadzhimagomédov y de todos nuestros soldados y oficiales que sufrieron la muerte durante la operación militar especial. Ellos son héroes. Los héroes de la gran Rusia. Pido que honren su memoria con un minuto de silencio.
Detrás de la elección de millones de residentes en las repúblicas de Donetsk y Lugansk y en las regiones de Zaporozhie y Jersón está nuestro destino común y una historia milenaria. La gente transmitió esta conexión espiritual a sus hijos y nietos.
A pesar de todos los desafíos, llevaron a través de los años el amor por Rusia. Y nadie puede destruir este sentimiento en nosotros.
Por eso, tanto las generaciones mayores, como los jóvenes, los que nacieron después de la tragedia del colapso de la Unión Soviética, votaron por nuestra unidad, por nuestro futuro común.
En 1991, en Belavézhskaya Puscha, sin consultar la voluntad de los ciudadanos comunes, los representantes de las élites del partido de aquel entonces decidieron hacer colapsar la URSS, y la gente se vio aislada de su patria. Esto desgarró, desmembró a nuestra comunidad y se convirtió en una catástrofe nacional.
Así como después de la revolución las fronteras de las repúblicas unidas fueron cortadas entre bastidores, así los últimos líderes de la Unión Soviética, contrariamente a la expresión de la voluntad de la mayoría del pueblo expresada en el referendo de 1991, arruinaron nuestro gran país, simplemente avisaron a los pueblos.
Admito que ni ellos entendían lo que estaban haciendo ni las consecuencias que esto inevitablemente traería. Pero ya no importa. No existe la Unión Soviética, el pasado no puede ser cambiado. Tampoco la necesita Rusia hoy en día, no es algo a lo que aspiremos.
Pero no hay nada más fuerte que la determinación de millones de personas que, por su cultura, fe, tradiciones, idioma, se consideran parte de Rusia, cuyos antepasados vivieron en un solo Estado durante siglos.
No hay nada más fuerte que la determinación de este pueblo de regresar a su verdadera patria histórica.
Durante ocho largos años, la gente en Donbás fue objeto de genocidio, bombardeos y bloqueos, mientras que en Jersón y Zaporozhie intentaron cultivar criminalmente el odio hacia Rusia, hacia todo lo ruso.
Ahora, durante los referendos, el régimen de Kiev amenazó con violencia, con la muerte a maestras de escuela, a las mujeres que trabajaban en las comisiones electorales, intimidó con represiones a millones de personas que venían a expresar su voluntad. Pero la gente inquebrantable de Donbás, Zaporozhie y Jersón dieron su opinión.
Quiero que las autoridades de Kiev y sus verdaderos amos en Occidente me escuchen, para que todos recuerden esto: las personas que viven en Lugansk y Donetsk, Jersón y Zaporozhie se han convertido en ciudadanos rusos para siempre.
Hacemos un llamado al régimen de Kiev para que cese inmediatamente el fuego, todas las hostilidades, la guerra que desató en 2014 y regrese a la mesa de negociaciones. Estamos listos para esto, se ha dicho más de una vez. Pero no discutiremos la elección de la gente en Donetsk, Lugansk, Zaporozhie y Jersón.
Ya eso es un hecho. Rusia no los traicionará. Y las autoridades de Kiev de hoy deben tratar este libre albedrío del pueblo con respeto y nada más. Este es el único camino hacia la paz.
Defenderemos nuestra tierra con todas las fuerzas y medios a nuestro alcance y haremos todo lo posible para garantizar la vida segura de nuestro pueblo. Esta es la gran misión liberadora de nuestro pueblo.
Reconstruiremos ciudades y pueblos destruidos, viviendas, escuelas, hospitales, teatros y museos, restauraremos y desarrollaremos empresas, industrias, fábricas, infraestructura, sistemas de seguridad social, pensiones, atención médica y sistemas educativos.
Por supuesto, trabajaremos para mejorar el nivel de seguridad. Juntos hacemos que los ciudadanos de las nuevas regiones sientan el apoyo de todo el pueblo de Rusia, de todo el país, de todas las repúblicas, de todos los territorios y regiones de nuestra gran patria.
¡Queridos amigos, compañeros!
Hoy quiero dirigirme a los soldados y oficiales que participan en la operación militar especial, a los guerreros de Donbás y Novorossia, los que, tras el decreto sobre la movilización parcial, se incorporaron a las filas de las Fuerzas Armadas, cumpliendo con su deber patriótico, a los que, siguiendo el llamado de su corazón, asisten a los puntos de reclutamiento militar.
Quisiera dirigirme también a sus padres, esposas e hijos, para decirles por qué lucha nuestro pueblo, qué enemigo se nos opone, quién está lanzando el mundo a nuevas guerras y crisis, sacando sangriento provecho de esta tragedia.
Nuestros compatriotas, nuestros hermanos y hermanas en Ucrania —una parte de nuestro pueblo unido— vieron con sus propios ojos lo que los círculos gobernantes del llamado Occidente están preparando para toda la humanidad. Ahora, simplemente se quitaron las máscaras, mostraron su verdadero rostro.
Después del colapso de la Unión Soviética, Occidente decidió que el mundo, todos nosotros, tendríamos que soportar para siempre sus dictados.
Luego, en 1991, Occidente esperaba que Rusia no se recuperara de estas conmociones y se derrumbaría por sí sola. Y sí, casi sucedió, recordamos los 90, los terribles 90, hambrientos, fríos y sin esperanza. Pero Rusia resistió, revivió, se fortaleció, volvió a ocupar el lugar que le correspondía en el mundo.
Al mismo tiempo, Occidente ha estado buscando todo este tiempo, y continúa buscando, una nueva oportunidad para golpearnos, debilitarnos y destruir a Rusia, algo con lo que siempre ha soñado, dividir nuestro Estado, hacer enfrentar a los pueblos entre sí, condenarlos a la pobreza y la extinción.
Simplemente están obsesionados por el hecho de que exista un país tan grande y enorme en el mundo, con este territorio, riqueza natural, recursos, con un pueblo que no sabe cómo —y nunca lo sabrá— vivir bajo las órdenes de otra persona.
Occidente está dispuesto a pasar por encima de todo para preservar el sistema neocolonial que le permite parasitar, de hecho saquear, al mundo a expensas del poder del dólar y los dictados tecnológicos, para cobrar verdadero tributo a la humanidad, para extraer la principal fuente de prosperidad no ganada, la renta de la potencia hegemónica.
El mantenimiento de esta renta es un motivo clave, genuino y absolutamente egoísta. Por eso les interesa la desoberanización total.
De ahí su agresión hacia los Estados independientes, hacia los valores tradicionales y las culturas originarias, los intentos de socavar los procesos internacionales y de integración fuera de su control, las nuevas monedas mundiales y los centros de desarrollo tecnológico. Para ellos es fundamental que todos los países entreguen su soberanía a Estados Unidos.
Las élites gobernantes de algunos Estados aceptan voluntariamente hacer esto, aceptan voluntariamente convertirse en vasallos; otros son sobornados, intimidados.
Y si no funciona, destruyen Estados enteros, dejando tras de sí catástrofes humanitarias, desastres, ruinas, millones de destinos humanos arruinados, mutilados, enclaves terroristas, zonas de desastre social, protectorados, colonias y semicolonias. No les importa mientras obtengan su propio beneficio.
Quiero volver a subrayar: en la codicia, en la intención de preservar su poder ilimitado, es precisamente donde están las verdaderas razones de la guerra híbrida que Occidente, como colectivo, está librando contra Rusia.
Nos desean, no libertad, sino que nos quieren ver como una colonia. No quieren una cooperación en igualdad de condiciones, quieren robar. Quieren vernos no como una sociedad libre, sino como una multitud de esclavos sin alma.
Para ellos, nuestro pensamiento y filosofía son una amenaza directa, y por eso atentan contra nuestros filósofos. Nuestra cultura y arte son un peligro para ellos, por lo que están tratando de prohibirlos.
Nuestro desarrollo y prosperidad también es una amenaza para ellos: la competencia está creciendo. Ellos no necesitan en absoluto a Rusia, somos nosotros la que la necesitamos.
Me gustaría recordarles que en el pasado las pretensiones de dominación mundial en varias ocasiones se han hecho añicos debido a la valentía y la resistencia de nuestro pueblo. Rusia siempre será Rusia. Seguiremos defendiendo tanto nuestros valores como nuestra patria.
Occidente cuenta con impunidad, cuenta con salirse con la suya. Y en efecto, hasta ahora, se ha salido con la suya en todo.
Los acuerdos en materia de seguridad estratégica van directo a la basura; se declaran los acuerdos alcanzados al más alto nivel político como no existentes; las firmes promesas de no expandir la OTAN hacia el este, tan pronto como nuestros antiguos líderes se las tragaron, se convirtieron en un sucio engaño; los tratados sobre defensa antimisiles y misiles de alcance intermedio y más corto se han violado unilateralmente con pretextos descabellados.
Desde todos lados solo escuchamos que Occidente defiende el orden basado en reglas. ¿De dónde vienen? ¿Quién vio estas reglas?
¿Quién estuvo de acuerdo? Escuchen, esto es solo una estupidez, puro engaño, ¡dobles o ya triples estándares! Simplemente piensan que están tratando con tontos.
Rusia es una gran potencia milenaria, un país-civilización, y no vivirá bajo estas reglas falsas y amañadas.
Justo ha sido el llamado Occidente el que ha pisoteado el principio de inviolabilidad de las fronteras, y ahora decide bajo sus propios criterios quién tiene derecho a la autodeterminación y quién no, quién no es digno de ella. ¿Por qué deciden eso? ¿quién les dio este derecho? Eso no está claro. Ellos mismos se lo dieron.
Es por eso que la decisión de las personas en Crimea, Sebastopol, Donetsk, Lugansk, Zaporozhie y Jersón provoca una ira salvaje en ellos. Occidente no tiene ningún derecho moral a evaluarlo, ni siquiera a tartamudear sobre la libertad de la democracia. ¡No lo tiene y nunca lo tuvo!
Las élites occidentales niegan no solo la soberanía nacional y el derecho internacional. Su hegemonía tiene un marcado carácter de totalitarismo, despotismo y apartheid.
Descaradamente dividen al mundo en vasallos, en los llamados países civilizados; y en todos los demás, quienes, según el plan de los racistas occidentales de hoy, deberían sumarse a la lista de bárbaros y salvajes.
Inventaron etiquetas falsas como "país paria", "régimen autoritario", estigmatizan a pueblos y Estados enteros, y no hay nada nuevo en esto. No hay nada nuevo en esto: las élites occidentales son lo que eran y han seguido siendo: colonialistas. Discriminan, dividen a los pueblos en categorías.
Nunca hemos aceptado y nunca aceptaremos tal nacionalismo político y el racismo. ¿Y qué más es la rusofobia, que ahora se está extendiendo por todo el mundo, si no racismo?
¿Qué, si no racismo, es la perentoria convicción de Occidente de que su civilización, su cultura neoliberal, es un modelo indiscutible para el mundo entero? "El que no está con nosotros, está contra nosotros".
Todo eso suena extraño.
Las élites occidentales incluso trasladan el arrepentimiento de sus propios crímenes históricos a todos los demás, exigiendo tanto a los ciudadanos de sus países como a otros pueblos que confiesen por cosas con las que nada tienen que ver, por ejemplo, por el período de las conquistas coloniales.
Quisiera recordarle a Occidente que su política colonial comenzó en la Edad Media y luego siguió el comercio mundial de esclavos, el genocidio de las tribus indias en América, el saqueo de la India, África, las guerras de Inglaterra y Francia contra China, por lo que se vio obligado a abrir sus puertos al tráfico de opio.
Lo que hicieron fue poner a naciones enteras en las drogas, exterminaron deliberadamente a grupos étnicos enteros para hacerse de la tierra y los recursos, organizaron una verdadera cacería de personas como si estos fueran animales.
Esto es contrario a la naturaleza misma del hombre, a la verdad, la libertad y la justicia.
Y nosotros estamos orgullosos de que, en el siglo XX, fue nuestro país el que lideró el movimiento anticolonial, que abrió oportunidades para que muchos pueblos del mundo se desarrollaran para reducir la pobreza y la desigualdad, para superar el hambre y la enfermedad.
Haré énfasis en que una de las razones de la centenaria rusofobia, la malicia no disimulada de estas élites occidentales hacia Rusia, es precisamente porque no permitimos que nos robaran durante el período de las conquistas coloniales, obligamos a los europeos a comerciar con beneficios mutuos.
Esto se logró mediante la creación de un Estado fuerte, centralizado, en Rusia, que se desarrolló y fortaleció sobre los grandes valores morales de la ortodoxia, el islam, el judaísmo y el budismo, sobre la cultura rusa y la palabra rusa lista para todos.
Ya se sabe que se hicieron repetidamente planes para intervenir en Rusia, e intentaron usar el período tumultuoso a principios del siglo XVII y el período de conmoción después de 1917, pero no lo consiguieron.
Sin embargo, Occidente logró apoderarse de la riqueza de Rusia a fines del siglo XX, cuando el Estado fue destruido. Luego nos catalogaron de amigos y socios, pero de hecho nos trataron como una colonia: billones de dólares fueron desviados fuera del país bajo una variedad de esquemas. Recordamos todo, no hemos olvidado nada.
Y en estos días, la gente de Donetsk y Lugansk, de Jersón y Zaporozhie se han pronunciado a favor de restaurar nuestra unidad histórica. ¡Gracias!
Los países occidentales llevan siglos repitiendo que llevan la libertad y la democracia a otros pueblos. Todo es exactamente lo contrario: en lugar de democracia, lo que dejan es represión y explotación; en lugar de libertad, esclavitud y violencia.
Todo el orden mundial unipolar es inherentemente antidemocrático y no libre, es engañoso e hipócrita de principio a fin.
Estados Unidos es el único país del mundo que en dos ocasiones ha usado armas nucleares, destruyendo las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Que, por cierto, sentaron un precedente.
Permítanme recordarles también que Estados Unidos, junto con los británicos, convirtieron Dresde, Hamburgo, Colonia y muchas otras ciudades alemanas en ruinas sin ninguna necesidad militar durante la Segunda Guerra Mundial.
Y esto se hizo de manera desafiante, sin ninguna, repito, necesidad militar.
Había un solo objetivo, al igual que en el caso de los bombardeos nucleares en Japón, intimidar tanto a nuestro país como al mundo entero. Estados Unidos dejó una huella terrible en la memoria de los pueblos de Corea y Vietnam con bombardeos bárbaros, el uso del napalm y armas químicas.
Hasta ahora, de facto, ocupan Alemania, Japón, la República de Corea y otros países, y al mismo tiempo los llaman cínicamente aliados en igualdad de condiciones.
Me pregunto, ¿qué tipo de alianza es esta? Todo el mundo sabe que los líderes de estos países están siendo observados, a las primeras personas de estos Estados les instalan dispositivos de escucha no solo en sus oficinas, sino también en sus residencias personales.
Esta es una verdadera lástima. Una vergüenza tanto para los que hacen esto como para los que como un esclavo se tragan silenciosa y mansamente esta grosería.
Los directos y groseros llamamientos a sus vasallos, los califican de solidaridad euroatlántica; al desarrollo de armas biológicas, experimentos en personas vivas, incluso en Ucrania, lo llaman una noble investigación médica. Fue con su política destructiva, de guerras y robos, la que provocó el auge colosal de los flujos migratorios de hoy.
Millones de personas sufren penurias, intimidaciones, mueren de a miles tratando de llegar a la misma Europa. Por ejemplo, están exportando ahora el trigo desde Ucrania.
¿Hacia dónde va bajo el pretexto de garantizar la seguridad alimentaria de los países más pobres del mundo? ¿Adónde va? A los mismos países europeos, solo el 5% va a los países más pobres del mundo. ¡Otra vez, otra estafa y un engaño absoluto!
La élite estadounidense, de hecho, utiliza la tragedia de esta gente para debilitar a sus competidores, para destruir los Estados nacionales. Esto también se aplica a Europa, esto también se aplica a la identidad de Francia, Italia, España y otros países con una historia de siglos.
Washington exige cada vez más sanciones contra Rusia, y la mayoría de los políticos europeos están dócilmente de acuerdo con esto. Entienden claramente que Estados Unidos, impulsando el rechazo total de la UE a los portadores de energía rusos y otros recursos, está prácticamente llevando la situación hacia la desindustrialización de Europa, hacia el momento de apoderarse por completo del mercado europeo; entienden todo, estas élites europeas, lo entienden todo, pero prefieren servir a los intereses de los demás.
Esto ya no es servilismo, sino una traición directa a sus pueblos. Pero que Dios les juzgue, es problema de ellos.
Las sanciones ya no son suficientes para los anglosajones, ahora aplican los sabotajes. Increíble, pero cierto: con la organización de explosiones en los gasoductos internacionales de Nord Stream, que corre a lo largo del fondo del mar Báltico, en realidad comenzaron a destruir la infraestructura energética paneuropea. Es que está claro para todos quién se beneficia de esto. Es obvio que el responsable es precisamente quién se beneficia de esto".
La política de imposición de EEUU se basa en la fuerza bruta, en la ley de puño. A veces está envuelta en algo precioso, a veces no, pero la esencia es la misma: la ley del puño.
De ahí el despliegue y mantenimiento de cientos de bases militares en todo el mundo, la expansión de la OTAN, los intentos de forjar nuevas alianzas militares como AUKUS y otras similares.
Se están elaborando nuevas relaciones militares entre Washington, Seúl y Tokio. Todos los Estados que poseen o aspiran a poseer una verdadera soberanía estratégica y son capaces de lanzar un desafío a la hegemonía occidental son automáticamente incluidos en la categoría de enemigos.
En esos principios se basan las doctrinas militares de EEUU y la OTAN, que exigen nada menos que la dominación total.
Las élites occidentales presentan sus planes neocoloniales de la misma manera hipócrita, incluso con la pretensión de ser pacíficos, hablando de algún tipo de contención, y tal palabra engañosa corre de una estrategia a otra, pero en realidad solo significa una cosa: la destrucción de cualquier foco de desarrollo soberano.
Ya hemos oído sobre la contención de Rusia, China e Irán. Considero que los próximos serán otros países de Asia, América Latina, África y Oriente Medio, e incluso los actuales socios y aliados de EEUU.
Sabemos que cuando algo no les gusta, imponen sanciones contra sus aliados: ahora lo hacen contra un banco, luego contra otro; ahora lo hacen contra una empresa, luego contra otra. Es la misma práctica y se ampliará. Apuntan a todos, incluidos nuestros vecinos más cercanos, como los países de la Comunidad de Estados Independientes (СEI).
Al mismo tiempo, es evidente que Occidente ha dado por hecho lo deseado. Al comenzar una guerra relámpago de sanciones contra Rusia creyeron que una vez más podrían enfilar el mundo entero bajo sus órdenes.
Pero resulta que tal perspectiva entusiasma a pocos, tal vez a los masoquistas políticos y admiradores de otras formas no tradicionales de relaciones internacionales. La mayoría de los Estados se niega a cumplir sus órdenes y eligen un camino razonable de cooperación con Rusia.
Está claro que Occidente no esperaba tal desobediencia. Simplemente están acostumbrados a tomar todo por la fuerza, el chantaje, el soborno y la intimidación, y están convencidos de que estos métodos funcionarán siempre, como en el pasado.
Tal autoconfianza es una consecuencia directa no solo del notorio concepto de su propio excepcionalismo, —aunque esto, por supuesto, sigue sorprendiendo— sino también de una verdadera hambre de información en Occidente.
Ahogaron la verdad en un océano de mitos, ilusiones y falsedades utilizando una propaganda extremadamente agresiva, mintiendo como Goebbels.
Cuanto más increíble sea la mentira, más rápido la gente creerá en ella, así es cómo operan, según este principio.
Pero no se puede alimentar a la gente con dólares y euros impresos. No se les puede alimentar con esos papeles, y la capitalización virtual e inflada de las redes sociales occidentales no puede calentar un hogar.
Todo esto es importante, lo que estoy diciendo, pero no es menos importante lo que se acaba de decir: no se puede alimentar a nadie con papel, se necesita comida y estas capitalizaciones infladas tampoco pueden calentar a nadie, se necesita energía.
Por eso los políticos europeos tienen que convencer a sus conciudadanos de que coman menos, se bañen menos y se vistan más abrigados en casa.
Y los que empiezan a hacer preguntas justas "¿por qué es así?", son declarados inmediatamente como enemigos, extremistas y radicales. Trasladan la culpa a Rusia, diciendo: "ese es el origen de todos sus problemas". Vuelven a mentir.
Hay algo que quiero destacar, subrayar. Hay muchas razones para creer que las élites occidentales no van a buscar soluciones constructivas a la crisis alimentaria y energética mundial que surgió por su culpa, precisamente por su política mucho antes de nuestra operación militar especial en Ucrania, en Donbás.
No pretenden resolver los problemas de injusticia y desigualdad. Existe el temor de que estén dispuestos a utilizar otras recetas a las que ya están acostumbrados.
Y aquí es necesario recordar que Occidente salió de las contradicciones de principios del siglo XX a través de la Primera Guerra Mundial. El beneficio de la Segunda Guerra Mundial permitió a EEUU superar finalmente los efectos de la Gran Depresión y convertirse en la mayor economía del mundo imponiendo en el planeta el poder del dólar como moneda de reserva mundial. Occidente superó en gran medida la crisis de los años ochenta —y la crisis se agravó también en los años ochenta— apropiándose del legado y los recursos de la Unión Soviética, que al final se derrumbó. Esto es un hecho.
Ahora, para salir de otro nudo de contradicciones necesitan a toda costa dividir a Rusia, a otros Estados que eligen el camino soberano del desarrollo, para robar aún más la riqueza ajena y a costa de ello cerrar y tapar sus agujeros.
Si esto no ocurre, no descarto que intenten llevar el sistema al colapso, al que se le puede echar la culpa de todo o, Dios no lo quiera, que decidan utilizar la conocida fórmula "la guerra todo lo perdona".
Rusia entiende su responsabilidad ante la comunidad mundial y hará todo para hacer entrar estas cabezas calientes en razón.
Obviamente, el actual modelo neocolonial está condenado. Pero, de nuevo, sus verdaderos dueños se aferrarán a este modelo hasta el final. Simplemente no tienen nada que ofrecer al mundo, salvo el mismo sistema de robo y chantaje.
En esencia, escupen al derecho natural de miles de millones de personas, la mayor parte de la humanidad, a la libertad y la justicia, a determinar su propio futuro. Ahora pasaron a una negación radical de la moral, la religión y la familia.
Vamos a responder nosotros mismos a algunas preguntas muy sencillas. Ahora quiero volver a lo que he dicho, también quiero dirigirme a todos los ciudadanos rusos, no solo a los colegas que están aquí sino también a todos los ciudadanos rusos: ¿queremos que el padre número uno, el número dos y el número tres sustituyan a la madre y el padre en nuestro país, en Rusia?
¿Queremos que a los niños en nuestras escuelas desde la primaria se impongan las perversiones que llevan a la degradación y a la extinción? ¿Queremos que se les enseñen que hay otros géneros además del masculino y el femenino y que se les ofrezcan una operación de cambio de sexo? ¿Es esto lo que queremos para nuestro país y nuestros hijos? Todo esto es inaceptable para nosotros, tenemos otro futuro, nuestro propio futuro.
Repito, la dictadura de las élites occidentales está dirigida contra todas las sociedades, incluidos los propios pueblos de los países occidentales. Es un desafío para todos. Esta negación total del ser humano, la destrucción de la fe y de los valores tradicionales, la supresión de la libertad adquiere las características de una religión al revés, el satanismo puro y duro.
En el Sermón de la Montaña, Jesús, denunciando a los falsos profetas dijo: "Por sus frutos los conoceréis". Y estos frutos venenosos ya son evidentes para la gente, no solo en nuestro país sino en todos los países, incluyendo a muchas personas en el propio Occidente.
El mundo ha entrado en una etapa de transformaciones revolucionarias que tienen carácter fundamental. Se están formando nuevos centros de desarrollo que representan a la mayor parte, es importante, a la mayor parte de la comunidad europea.
Están dispuestos no solo anunciar sus intereses, sino defenderlos. Perciben el mundo multipolar como una posibilidad de reforzar su soberanía y, por lo tanto, de adquirir verdadera libertad, perspectiva histórica, el derecho a un desarrollo independiente, creativo, auténtico, a un proceso armonioso.
En todo el mundo, también en Europa y en EEUU, como ya he dicho, contamos con mucha gente que nos apoya, es un apoyo que sentimos. En los más diversos países y sociedades ya está en marcha un movimiento de carácter libertador, anticolonial, dirigido contra la hegemonía unipolar. Su intensidad irá en aumento. Y será esta la fuerza que determinará la futura realidad geopolítica.
¡Estimados amigos!
Hoy estamos luchando por un camino justo y libre, en primer lugar, para nosotros mismos, para Rusia. Estamos luchando para que la dictadura y el despotismo se queden para siempre en el pasado.
Estoy convencido de que los países y los pueblos entienden que la política basada en la exclusividad de quien sea, la política orientada a suprimir otras culturas y pueblos es de naturaleza criminal y que hemos de pasar esta vergonzosa página. El quebrantamiento en marcha de la hegemonía occidental es irreversible. Insisto en que ya no se vivirá como antes.
El campo de batalla, al cual nos condujo el destino y la Historia, es el campo, donde luchamos por nuestro pueblo, por una gran Rusia histórica. Por una gran Rusia histórica, por las futuras generaciones, por nuestros hijos, nietos y bisnietos.
Hemos de defenderles de la esclavitud, de los monstruosos experimentos dirigidos a mutilar su conciencia y su alma.
Hoy luchamos, para que a nadie nunca se le ocurra que se puede tachar a Rusia, a nuestro pueblo, nuestra lengua, nuestra cultura, a tachar todo esto de la Historia.
Hoy necesitamos consolidar a toda la sociedad y la base de esta unión solo puede ser la soberanía, la libertad, la actitud constructiva, la justicia. Nuestros valores son el amor por el prójimo, la misericordia y la compasión.
Me gustaría concluir mi discurso con las palabras del verdadero patriota Iván Ilyín: "Si considero que mi Patria es Rusia, quiere decir que amo, contemplo y pienso a la rusa, canto y hablo a la rusa, confío en las fuerzas espirituales de mi pueblo.
Su espíritu es mi espíritu, su destino, mi destino, sus sufrimientos, mi pesar, su florecimiento, mi alegría".
Estas palabras entrañan una gran elección espiritual que hicieron durante más de 1.000 años de la existencia del Estado ruso muchas generaciones de nuestros antepasados.
Hoy esta elección la hacemos nosotros, la han hecho los ciudadanos de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, los habitantes de las provincias de Zaporozhie y Jersón.
Han elegido estar con su pueblo, con su Patria, de tener con ella un futuro común, de vencer junto con ella. ¡La verdad es nuestra, Rusia es nuestra!
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