Desde la óptica geoestratégica, los ataques a los gasoductos Nord Stream forman parte de un intento de sabotear la integración euroasiática (poder terrestre) y mantener a Europa bajo el control de la angloesfera (poder marítimo) unipolarista, acondicionándola para introducir el nuevo paradigma tecnofeudalista que se busca imponer a través del Gran Reseteo, del Foro Económico Mundial.
El significado de los ataques a los gasoductos Nord Stream, que unen Rusia con Alemania, requiere un abordaje geoestratégico mucho más profundo que el que presentan los medios de masas.
Se trata de un ataque contra el potencial de Alemania y Rusia para reconstruir sus relaciones y formar una alianza estratégica que beneficie a sus ciudadanos y no a la aristocracia europea.
¿Quién se beneficia de un conflicto entre Rusia y Alemania?
La oligarquía británica.
Este argumento tiene su origen en la teoría geopolítica de Sir Halford John Mackinder (1) y la doctrina geopolítica del siglo XX temprano, que identifica la tentativa de una alianza entre Alemania y Rusia como una amenaza existencial para el imperio británico.
En geopolítica, es fundamental entender que la integración económica a través de la energía, el transporte y la capacidad de desarrollo, la integración de Eurasia con Europa occidental a través de Rusia, es una amenaza contra el poder marítimo de Londres.
Actualmente, los británicos siguen siendo una fuerza muy importante por su capacidad marítima. Pero es aún más relevante el control financiero que ejercen desde la Ciudad de Londres, epicentro del nuevo poder imperial de Wall Street, Londres y Bruselas, que trabajan unidos para defender la bancarrota del sistema financiero especulativo y están asustados del potencial emergente del Sur Global, el nuevo orden mundial multipolar, el sector de desarrollo, el asenso de China y la Nueva Ruta de la Seda, la creación de una nuevo sistema financiero basado en la producción física y no en la especulación, etc.
Todo ello representa una amenaza existencial para el orden mundial unipolar basado en el dólar y el petrodólar, que dejará de existir muy pronto debido al idiotismo de las políticas del Gran Reseteo y el Nuevo Trato Verde (un suicidio autoinfligido por Occidente), pero también porque muchas naciones que quieren desarrollarse —como Indonesia, Brasil, Argentina y muchos países africanos— están volteando hacia instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghái, la Unión Económica Euroasiática o el BRICS, porque son instituciones pro-desarrollo que están comprometidas con la inversión en el futuro, la tecnología y nuevas plataformas de infraestructura.
Así, los ataques a los gasoductos Nord Stream adquieren significado más amplio si se les perfila como parte de un intento de sabotear la integración euroasiática (poder terrestre) y mantener a Europa bajo el control de la angloesfera (poder marítimo), acondicionándola para introducir el nuevo paradigma tecnofeudalista que se busca imponer a través del Gran Reseteo, del Foro Económico Mundial.
Notas a pie de página
1. La idea de evitar una alianza en el “corazón” del mundo (así lo llamaba Mckinder en su teoría Heartland) es lo que impulsa a los geopolíticos hoy en día. Su preocupación es que si hay una alianza entre Rusia y China, se reducirá el poder o se recortará el poder de la Ciudad de Londres y de Wall Street para saquear el resto del mundo.
https://www.mentealternativa.com/el-poder-maritimo-anglosajon-principal-beneficiario-de-los-ataques-a-los-gasoductos-nord-stream/