Lo que hoy se conoce como Biblia, no es más que el resultado de miles de años de traducciones y reinterpretaciones, de textos escritos por quienes presuntamente acompañaron a Jesús en su vida como profeta.
Cada traductor y cada escritor que ha tenido en sus manos la Biblia, ha gozado de la potestad de cambiar y/o reinterpretar cada uno de sus pasajes.
Thomas B. Thayer, el teólogo universalista más reconocido de Estados Unidos, escribió un libro titulado “El origen y la historia de la doctrina del eterno castigo”, (1855), en el que explica que lo que hoy la Iglesia profesa como Infierno, es en realidad una mezcla de mitología griega junto con una mala traducción.
El Antiguo Testamento se refiere a “Sheol” (hebreo) o “Hades” (griego), cuando describen el lugar al que van todos los muertos.
En ningún momento las escrituras mencionan un lugar tormentoso al que van las almas después de la muerte, simplemente le dan nombre al espacio desconocido y misterioso al que presuntamente van los espíritus, al abandonar sus cuerpos tras la muerte.
“La palabra Infierno, en el Antiguo Testamento, es SIEMPRE la traducción de la palabra hebrea Sheol, que aparece 64 veces en los textos y es traducida diferente cada vez.
Como Infierno 32 veces, como tumba 29 veces y como pozo 3 veces”, explicó Thayer, quien aseguró que el significado original y fidedigno de la palabra Sheol, es en realidad “el lugar o el estado de los muertos”.
Thayer en su libro concluye, que en ningún momento se hace referencia a dolor o castigo después de la muerte, no representa un sinónimo de penitencia o multa por los ‘pecados’ y que jamás fue utilizada por Moisés o los profetas.
Una frase controversial:
Dicha presuntamente por Jesús e interpretada por historiadores y teólogos como “arderás en el fuego del Infierno”, es una de las frases más icónicas del Nuevo Testamento. Jacopo Fo y Laura Malucelli, creadores de “El libro prohibido del cristianismo” (2002), presentan un análisis diferente.
Los autores explican que la Gehena, es un lugar donde los judíos lanzaban sus desperdicios para que posteriormente fueran incinerados. Era considerado un sitio de purificación. No es el Infierno, es un valle ubicado en Jerusalén.
¿Cómo se deshacían de los desperdicios? Quemándolos. Jacopo Fo, explica: “Cuando Jesús habla del fuego de la Gehena, -que en numerosas ocasiones se traduce erróneamente como 'infernus', es decir el lugar que está debajo-, se refiere a un sitio muy preciso donde los judíos tiraban sus desperdicios. La frase hoy, podría traducirse como «te echarán a la planta incineradora»”.
Cada cultura representa al Infierno de forma particular, pero hay detalles convergentes, el fuego, los demonios con cachos y las torturas, suelen ser los elementos más frecuentes.
Cada cultura representa al Infierno de forma particular, pero hay detalles convergentes, el fuego, los demonios con cachos y las torturas, suelen ser los elementos más frecuentes.
¿De dónde sale “el Cielo y el Infierno”?
La ambivalencia del bien y el mal ha existido desde el inicio de los tiempos. Cada cultura tiene su propia versión –el Yin Yang en China por ejemplo-. Jacopo Fo, lo explica así: “En los primeros quinientos años del cristianismo, las cabecillas de la Iglesia (Orígenes, Dícimo, Gregorio de Nis, Jerónimo…), sostuvieron que después de la muerte, había un estado de felicidad y uno de infelicidad.
Todo retomando una creencia de origen griego”.
En la mitología griega, todos los muertos pasan a vivir en las tierras de Hades, el dios del inframundo.
Un lugar en extremo amplio y con múltiples áreas específicas, algunas llenas de virtudes y otras llenas de torturas.
En el inframundo existían diversas áreas, la peor era el Tártaro. Un abismo de más de 65 mil kilómetros de profundidad lleno de neblina donde las almas vagan sin rumbo, rodeadas por un río de fuego.
Representaba el destino de los que más habían ofendido a los dioses.
Dentro de la infinidad del Inframundo, existe un espacio llamado “Las islas de los bendecidos” en la que unos pocos afortunados pueden disfrutar de las bondades de la Tierra sin límite alguno.
El inframundo de Hades unifica lo que se conoce como el Cielo, el Infierno y el Limbo.
El fundamento principal del Infierno, es el miedo. Todos los que no cumplan con las leyes de Dios en vida, serán enviados al eterno sufrimiento después de la muerte.
El fundamento principal del Infierno, es el miedo. Todos los que no cumplan con las leyes de Dios en vida, serán enviados al eterno sufrimiento después de la muerte.
¿Un negocio lucrativo? La Iglesia creó el terrorífico 'Infierno'
Las figuras principales de la Iglesia, habían creado un conjunto de reglas –los mandamientos- que debía ser cumplido para vivir conforme a la palabra de Dios.
Pero ¿cómo lograrían que siguieran estos mandamientos? Creando un castigo (el Infierno) y una recompensa (el Cielo).
El Infierno se estableció como un dogma en el primer Concilio Laterano en 1123, aunque ya existía como creencia desde el Concilio de Constantinopla en 543.
Jacopo Fo, explica que:
"La iglesia intuyó que el Infierno podía ser un buen negocio. Los creyentes, asustados por los relatos terroristas del clero, que les hacían imaginar multitud de diablos con horca y látigo, que los atormentarían durante toda la eternidad; compraban miles de indulgencias, encargaban misas para honrar a los difuntos y daban sus riquezas a la Iglesia. Prácticamente la mayor operación de marketing del Medioevo”.
Las indulgencias eran un pago temporal que debían hacer los fieles a la Iglesia con el propósito de quedar libres de pecado. En el Concilio Lateranense de 1215, el papa Inocencio III, declaró el acto de la confesión como una obligación cristiana.
Los sacerdotes eran quienes decidían cuál era el monto que debían pagar por sus pecados.
Las indulgencias eran un pago temporal que debían hacer los fieles a la Iglesia con el propósito de quedar libres de pecado.
En el Concilio Lateranense de 1215, el papa Inocencio III, declaró el acto de la confesión como una obligación cristiana. Los sacerdotes eran quienes decidían cuál era el monto que debían pagar por sus pecados.
John Shelby Spong es un obispo estadounidense retirado. Siendo un teólogo cristiano liberal, asegura que las creencias religiosas actuales están completamente alejadas de lo que debería ser el cristianismo.
Desde que abandonó su carrera religiosa, se ha dedicado a profesar su pensamiento sobre la religión y a ventilar todo tipo de informaciones consideradas “prohibidas”, una de ellas es la visión sobre el Infierno.
“Yo no creo que el Infierno exista, yo creo en la vida después de la muerte, pero no creo que tenga nada que ver con un premio (el Cielo) o un castigo (el Infierno).
La religión está siempre en el negocio del control y eso es algo que muchos no entienden en realidad. Es un negocio que genera culpabilidad y por lo tanto, control.
“Si tienes el Cielo, como una recompensa por tus buenos actos, el Infierno es un lugar donde eres castigado por tu maldad. Eso te da control sobre la población.
Por eso crearon este espacio lleno de fuego, que ha asustado a millones de personas a lo largo de los años y es todo una táctica de control”. Spong expresa su descontento con los mecanismos religiosos que buscan la fidelidad de los creyentes por medio del miedo y la manipulación.
“Todas las iglesias dicen que tienen el poder absoluto. La idea de que Dios puede ser ligado a cualquier sistema religioso, a cualquier libro, a cualquier comunidad hecha por humanos, va más allá de la imaginación”.
Spong explica que las religiones no son más que sistemas hechos por personas en búsqueda de control, de poder y de adoctrinamiento, pues todas guardan preceptos similares: un conjunto de reglas que se debe seguir.
¿En qué cree John Shelby Spong? En que Jesucristo fue un profeta que vino al mundo a explicar cómo todos deberían actuar, de la forma más humana posible. Profesando amor, paz y solidaridad.
“La función de Cristo no es rescatar a los pecadores, sino empoderarte y motivarte a ser profundamente humano”.
https://adictamente.blogspot.com/2022/08/el-infierno-ese-lucrativo-invento-de-la.html