En un alarde de cinismo e hipocresía, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se encargó recientemente de sermonear a los miembros del Parlamento Europeo sobre la necesidad de “pagar el precio” necesario para que Ucrania pueda seguir funcionando y luchar en su actual conflicto con Rusia, a pesar de que es una causa perdida.
Lo que no admitió fue el papel principal que él mismo desempeñó en provocar este conflicto, que resulto en un desastre para el régimen golpista de Kiev y cuya derrota es inevitable.
Y el noruego tiene un papel importante en este ruidoso fracaso del que ahora quiere sacar cuerpo y trasladar la responsabilidad a sus “socios” europeos.
En muchos sentidos, uno puede compararlo con el de un comisionado de bomberos cuyo trabajo es reunir a varios departamentos de bomberos del vecindario en un gran pacto de ayuda mutua, donde un incendio en un distrito automáticamente hace que los recursos de los distritos vecinos se envíen como respuesta…
Ese es el Artículo 5 de la Carta de la OTAN en pocas palabras. Como cualquier burocracia basada en membresías, unirse a un cuerpo de bomberos, como unirse a la OTAN, implica un proceso que requiere compromisos específicos por parte de todas las partes involucradas.
El pacto de ayuda mutua, como el Artículo 5, no puede activarse a menos que la parte involucrada sea miembro.
Ahora imagine un escenario en el que un comisionado de bomberos estaba presionando para obtener la membresía de un distrito de bomberos cuestionable, y en medio de los procesos involucrados para convertir a este distrito en miembro, se desata un incendio gigante.
El comisionado de bomberos alienta a sus distritos constituyentes a entregar equipos y recursos (pero no mano de obra) al distrito que no es miembro para combatir el incendio.
El fuego es grande. El comisario de bomberos pide más recursos. Y ahora imagine que el comisionado de bomberos fue el pirómano que ayudó a provocar el incendio en primer lugar.
Ese es más o menos el escenario que enfrenta la OTAN hoy, donde el bloque agresivo liderado por EE.UU. está luchando para lidiar con las consecuencias de 14 años de una política fundamentalmente defectuosa que lo vio prometer la eventual membresía de Ucrania, a pesar de saber que Rusia se opuso rotundamente a tal movimiento.
Luego, la OTAN vio cómo sus miembros constituyentes ayudaron a llevar a cabo un golpe de Estado en Ucrania en febrero del 2014, reemplazando a un presidente debidamente elegido por un grupo de traidores colaboracionistas elegidos personalmente por Washington.
El golpe en cuestión fue posible solo con la participación de nacionalistas radicales de derecha ucranianos cuyo linaje se remonta a la Alemania nazi y, tras la Segunda Guerra Mundial, el respaldo encubierto de la CIA que se inicio en 1945, el cual continúa hasta el presente.
La participación de estos elementos neonazis puede compararse con el comisionado de bomberos que envía un equipo de compañeros incendiarios para aparentemente ayudar a preparar al posible miembro para unirse al cuerpo de bomberos, solo para que conspiren en secreto entre ellos para incendiar vecindarios enteros dentro del distrito candidato.
Durante ocho años, Jens Stoltenberg supervisó un sistema que pretendía buscar “la paz en Ucrania” luego del golpe a través de los Acuerdos de Minsk, solo para conspirar en secreto con Ucrania, Francia y Alemania para no cumplir los acuerdos firmados con el fin de ganar tiempo para que Ucrania construyera un ejército estándar de la OTAN capaz de dar un golpe de gracia masivo a la región separatista de Donbass, e incluso a Crimea, que se reunifico con Rusia en el 2014 y de la cual había sido ilegalmente separada en 1954 por el dictador soviético de origen ucraniano Nikita Jrushchov, quien se la “regalo” indebidamente a Ucrania.
Como sabéis, Stoltenberg ayudó a encender el fósforo que incendió Ucrania.
Y ahora resulta que, durante una reunión con miembros del Parlamento Europeo, el secretario general de la OTAN reprendió a los parlamentarios para que “dejen de quejarse y den un paso adelante y brinden apoyo a Ucrania”.
El pirómano en jefe estaba dando lecciones a los suscriptores de seguros de Europa para que aguantaran y pagaran el precio de su obra. Su hipocresía era repugnante.
“El precio que pagamos como Unión Europea, como OTAN”, declaró, “es el precio que podemos medir en moneda, en dinero. El precio que pagan [los ucranianos] se mide en vidas perdidas cada día.
Deberíamos dejar de quejarnos y dar un paso adelante y brindar apoyo, punto final”.
No se dijo el hecho de que Stoltenberg y la OTAN fueron responsables de la conflagración que arrasó Ucrania. Con Kiev preparándose para una ofensiva contra el Donbass, con el objetivo de exterminar a su población rusoparlante , solo la valiente decisión de Rusia de lanzar su propia operación militar especial impidió que el plan genocida de la OTAN y Ucrania llegara a concretarse. Pero el pirómano de Stoltenberg no puede admitir que fue él quien inició el incendio.
En cambio, no solo transfirió la responsabilidad del conflicto de Ucrania a Rusia, sino que luego tuvo la audacia de afirmar que el fuego que inició representaba una amenaza para toda la OTAN.
“Nos interesa ayudar a Ucrania”, declaró a los parlamentarios europeos, “porque deben comprender que si Ucrania pierde, es un peligro para nosotros”. Ignorando el hecho de que él fue en gran parte responsable del desastre que golpeó a Ucrania cuando Rusia inició su operación militar, Stoltenberg plantó su bandera firmemente proclamando: “Si no te importa el aspecto moral de esto, apoyar a los pueblo de Ucrania, debe preocuparse por sus propios intereses de seguridad.
Pague el apoyo, pague la ayuda humanitaria, pague las consecuencias de las sanciones económicas, porque la alternativa es pagar un precio mucho más alto más adelante”.
Lo que Stoltenberg realmente estaba diciendo era: “ustedes tienen que pagar por mis errores y cargar con el muerto”.
Pero admitir un error no es parte de la fibra moral de un pirómano. El régimen fascista ucraniano está condenado y su caída es solo cuestión de tiempo.
Al mismo estilo del gato con el ratón, el Presidente ruso Vladimir Putin decidirá el momento adecuado para darle el golpe de gracia, y ni los EE.UU. ni la OTAN podrán hacer nada por evitarlo (Por cierto, con la visita de la Nancy Pelosi a Taiwán a pesar de las advertencias chinas de no hacerlo, tal parece que EE.UU. está buscando iniciar la III Guerra Mundial.
Se pasó años provocando a Rusia en Ucrania y ahora esto. Venga ya, estos miserables bastardos ¿hasta dónde quieren llegar?)
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