Pablo Gonzalez

El origen de la guerra en Yugoslavia


La guerra llegó otra vez a Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando tanto Estados Unidos como Alemania decidieron hacerse con el control de las antiguas repúblicas socialistas y soviéticas. En general no tuvieron obstáculos para imponer sus intereses económicos sobre ellas y conducir de paso a sus poblaciones a un declive económico.

  Pero hubo una nación, no dominada por la U.R.S.S., que resistió, se trataba de Yugoslavia, donde vivían los eslavos del sur organizados en varias repúblicas. 

Esta zona de los Balcanes ya había sido motivo de guerras debido a las disputas de las grandes potencias europeas para tenerla como una colonia, ocurrió en la Primera Guerra Mundial y también en la Segunda. 

En ninguna de esas dos guerras Alemania había terminado por hacerse con el dominio de Yugoslavia, al ser derrotada en ambas contiendas. 

Una vez terminada la denominada guerra fría, con la caída de la Unión Soviética, vieron la oportunidad para llevar a cabo lo que venían preparando largo tiempo atrás.

Yugoslavia era diferente a las repúblicas soviéticas, su nivel de vida era más alto, no existía el desempleo y tenía una fuerte economía y unas muy buenas relaciones con otros países, especialmente con el tercer mundo. 

Esto era algo que tanto EE.UU. como Alemania no podían tolerar, su independencia política y económica, ya que la Federación yugoslava se mostraba como un rival con el que tendrían que competir. 

El interés por su dominio, además de por hacerse con sus recursos, se debía a que era una zona muy importante estratégicamente, porque era un lugar de acceso terrestre, o especialmente fluvial a través del Danubio, a las grandes reservas energéticas en Oriente Medio y especialmente a la zona del mar Caspio.

El argumento de que Yugoslavia no era una democracia carece de valor en boca de países como las potencias europeas o EE.UU., porque no era lo que los movía realmente, además de que ni la Unión Europea ni Estados Unidos pueden dar lecciones de democracia a nadie, no hay más que ver como ningunean o desprecian a sus propios ciudadanos.

Yugoslavia no era un país que no se preocupase por su población; y de hecho su nivel de justicia social, seguridad en el empleo y eliminación de la pobreza en los años 70 y principios de los 80 era incluso claramente mejor que el que actualmente están teniendo las nuevas repúblicas, como: Croacia, Bosnia, Serbia o Kosovo. 

Este cambio a peor es el resultado al sometimiento a las imposiciones económicas de Bruselas, Bonn y Washington, que querían mano de obra barata para explotar y materias primas que llevarse; es decir, colonias.

¿Cómo pudo llevarse a cabo esta división de Yugoslavia? 

Utilizando un método viejo, siguiendo la imperecedera táctica de Roma, “Divide y vencerás”, y utilizando la excusa de las “guerras humanitarias”, de “la responsabilidad para proteger” (R2P), para obtener los verdaderos objetivos, los económicos.

 La invasión militar directa del país por una organización como la OTAN hubiese sido muy costosa y con un resultado muy incierto.

Tras la muerte de Tito, Yugoslavia, en los años 80, comienza a seguir las indicaciones del FMI y del Banco Mundial con un resultado desastroso:

A lo largo de los 80, el FMI y el Banco Mundial periódicamente prescribían más dosis de su amarga medicina económica y la economía yugoslava lentamente cayó en coma. 

Desde el comienzo, los sucesivos programas esponsorizados por el FMI aceleraron la desintegración del sector industrial de Yugoslavia, la producción industrial cayó a un negativo 10 % de crecimiento para 1990, y el sucesivo desmantelamiento de su estado del bienestar, con todas las consecuencias sociales predecibles.1

La actuación de ambas organizaciones internacionales no era inocente, pretendían desestabilizar a la federación y crear tensiones entre sus repúblicas:

Los ingresos del Estado que deberían haber ido como transferencia de pagos a las repúblicas y provincias en vez de servir a la deuda de Belgrado con los clubs de París y Londres. Las repúblicas fueron dejadas a su suerte.

Cortando las arterias financieras entre Belgrado y las Repúblicas, las reformas encendieron las tendencias secesionistas que se alimentaron en factores económicos además de en divisiones étnicas.

 La crisis presupuestaria inducida por el FMI creo un hecho económico consumado que allanó el camino para las secesiones de Croacia y Eslovenia en junio de 1991. 1

Se promueve así abiertamente que se abra el camino a la separación de las repúblicas de la Federación yugoslava, se apoya especialmente por parte alemana a Croacia y a Eslovenia. 

Tras el acceso de Klaus Kinkel en 1979 a los servicios de inteligencia alemanes, el BND, comienza a asistir al movimiento nacionalista croata, parte de él correspondiente a los fascistas utaschi: herederos de aquellos sanguinarios que provocaron un genocidio de serbios en los años 40 y que habían estado operando después durante los años 70 y 80 desde el extranjero, con atentados terroristas contra el Gobierno yugoslavo.2 

También dan respaldo para conseguir la liberación de nacionalistas de extrema derecha que están en prisión, como es el caso de Franco Tudjman, el que sería luego puesto como presidente croata. 

De esta forma se crea un servicio de inteligencia propio también en Croacia, independiente de Belgrado. Las armas comienzan ya a suministrarse desde Alemania en los años 80 y se va preparando el camino para la secesión. 3 

Como tantas veces en las guerras, el mundo de los negocios tuvo una parte fundamental y aquí el empresariado alemán presionó a Kohl para que apoyase la separación de Croacia, porque que esto les permitiría entrar más fácilmente en la economía del país y eliminarían también a los competidores yugoslavos. 

En el Frankfurter Allgemeine Zeitung, portavoz del mundo de los negocios alemán, en 1991 se indica que Yugoslavia es “un Estado engendro”. 

El Gobierno de Bonn, en julio de 1991, actúa y lanza el ataque económico para desestabilizar a Yugoslavia, bloquea las líneas de crédito y provoca una situación de bancarrota en la Federación. 

Esto crea serios problemas y tensiones entre las repúblicas, que Alemania agudiza al dar crédito en agosto a las secesionistas. 

Todo ello está amparado también desde la Comunidad Económica Europea (CEE) a la que Alemania, dado su poder económico, ha impuesto su visión e intereses en los Balcanes. Cuando Eslovenia y Croacia declararon su independencia, a finales de junio de 1991, la propia CEE amenaza a Yugoslavia con no darle la ayuda económica si interviene para evitar las secesiones. 3 

Estas secesiones crean un importante problema en la población, sobre todo de Croacia, porque en ella buena parte son serbocroatas y empiezan a temer, con razón, que se repita la persecución y el genocidio de 1941, llevado a cabo contra ellos por los croatas fascistas católicos. 

De hecho, a la declaración de la independencia croata le sigue la declaración de una República Independiente serbia en la Krajina, en la frontera con Bosnia y también en Eslavonia oriental, y de mayoría serbia, que aprobó mantenerse en Yugoslavia en un referéndum en mayo de 1991, con una mayoría de un 90 %. 

Los políticos alemanes pronto hablaron también del derecho de autodeterminación, pero eso sí, válidos para algunos y no para otros. 

Por ejemplo, era correcto para los croatas, pero no para los serbocroatas de la Krajina, o los serbobosnios de Bosnia; no hablaban tampoco nada de los corsos o los bretones en Francia, de los vascos o los catalanes en España o de los kurdos en Turquía, país este último al que Alemania precisamente suministró armas para combatir a la población kurda. 

Se defendía la autodeterminación sí había intereses económicos, si no se combatía. 

El tratar de separar y romper Yugoslavia de esa forma, en repúblicas uniformes, no teniendo en cuenta el carácter multicultural y multireligioso propio de cada una de ellas, era ir decididamente a provocar una guerra civil, que finalmente se produjo. 4 

No debemos olvidar que en Croacia había en torno a un 26 % de personas que tenían un cultura diferente a la croata mayoritaria, siendo un 12 % serbocroatas. 

En Bosnia Herzegovina todavía había mayor variedad: un 44 % de cultura musulmana, un 32 % de serbobosnios y un 17 % de croatas de Bosnia, además de yugoslavos (mezcla de culturas) y otros grupos. 

En Eslovenia el porcentaje de croatas y serbios era menor, algo superior al 2 % en ambos casos, por eso en esta región hubo menos violencia. 

No obstante, fue en Eslovenia donde comenzó precisamente la violencia militar, al ejecutar la policía eslovena, en junio de 1991, a varios soldados del Ejército yugoslavo; no fue por tanto Serbia la que comenzó las agresiones militares, como se suele dar a entender. 3

 Pero como eran principalmente los serbios, aunque también había una buena parte de croatas y musulmanes, como el propio Abdic, los que preferían mantenerse unidos como Yugoslavia, por las razones ya comentadas de su presencia en casi todas las repúblicas y el miedo que había a la represión que se podía ejercer contra ellos y que finalmente se dio, fueron demonizados por la prensa alemana, por la del resto de Europa y por la de EE.UU., que ya habían decidido partir la Federación:

Fue la prensa alemana quien lanzó la satanización de los serbios. El conjunto de los media europeos les siguieron desde que sus gobiernos se alinearon con Bonn.3

Los medios de comunicación se encargaron de falsificar la realidad y de hacer que las poblaciones occidentales odiasen a los serbios, presentándolos como a los nuevos nazis, consiguiendo con ello un pretexto ideal para justificar una actuación militar.

No obstante, los hechos eran bastante diferentes y los nazis seguramente estaban en otro lado. Un dirigente de extrema derecha llamado Franco Tudjman, que era el nuevo dirigente de Croacia, había declarado que era “feliz de que su mujer no fuese serbia ni judía”. 

Él se encargó también de recuperar los símbolos fascistas y cambió los nombres de las calles en honor a luchadores contra los nazis por otros vinculados al nazismo y al clerofascismo de la Croacia de mediados del siglo XX. 

En la nueva Constitución croata, proclamada en diciembre de 1990, se hablaba del “Estado nacional del pueblo croata y de los otros”, dejando el término despectivo de “otros” para: serbios, judíos, zíngaros u otras etnias. Europa y sus medios de comunicación callaron ante semejante barbarie, que, esta sí, recordaba al nazismo. 

Y ya desde la creación de Croacia como estado independiente empieza el acoso y discriminación contra los serbocroatas de la Krajina, que son mayoría en la región. 

Esto conduce finalmente a que en agosto de 1995, en una enorme operación militar, la Operación Tormenta, dirigida y apoyada por el ejército norteamericano, los militares croatas invadan la región de la Krajina y expulsen o maten a sus habitantes naturales, los serbocroatas. 

Se calcula que fueron expulsadas unas 250.000-300.000 personas y fueron asesinadas algo más de 2.500, constituyendo la mayor limpieza étnica en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.5 

Los datos están comprobados con claras evidencias, a diferencia de lo ocurrido en Srebrenica , y sus habitantes expulsados todavía no han podido apenas regresar.6 

El suceso de Srebrenica, ocurrido unos días antes, en julio de 1995, y que comentaremos en otro artículo, está curiosamente enlazado con este, ya que sirvió de justificación y de pantalla ocultadora para un ataque masivo contra los serbios, fuesen estos serbocroatas, serbobosnios o solamente serbios.

Esta locura en la que se empezaba a convertir la ya ex Yugoslavia fue denunciada por algunos políticos que todavía conservaban algo de sensatez, es el caso del que era Ministro de Asuntos Exteriores francés, Roland Dumas, que dijo en Liberation el 21 de junio de 1993:

A causa de divergencias internas, la CEE se lanzó de forma prematura y precipitada a reconocer a repúblicas de la ex Yugoslavia sin contar con que, en esas condiciones, eso iba a forzar la explosión de la Yugoslavia en miniatura que era Bosnia-Herzegovina (…) 

Por sus presiones en favor de la independencia de Croacia y de Bosnia, las responsabilidades de Alemania y del Vaticano son evidentemente aplastantes.3

Mikel Itulain.

Nota: el texto y las citas correspondientes están basados en la obra de Mikel Itulain, Justificando la guerra.

PS: Sobre los suceso de la masacre-s de Srebrenica tienen el siguiente informe:


Notas:

1. Michel Chossudovsky. Dismantling Yugoslavia, Colonizing Bosnia. 'The Other Face of the European Project, Alternative Forum to the European Summit, Madrid, 1995.
2. Utasha timeline. Pavelic Papers.
3. Michel Collon. El juego de la mentira. Las grandes potencias, Yugoslavia, la OTAN y las próximas guerras. Hiru. 1999. pp.120-145.
4. Diana Johnstone. Breaking Yugoslavia. Global Research. 10.3.2010.
5. Carl Savich. Krajina. La verdad sobre la limpieza étnica al pueblo serbio. Kosovo no se vende. 29.11.2008.

6. Amnesty International. Croatia: Operation “Storm” – still no justice ten years on, 2000. [Aunque Amnistía Internacional emita este informe posteriormente, tiene una responsabilidad innegable en la barbarie desatada en Yugoslavia: La guerra contra Yugoslavia, otro borrón más de Amnistía Internacional].

http://miguel-esposiblelapaz.blogspot.com/2012/10/el-origen-de-la-guerra-en-yugoslavia.html

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