Tras el amordazamiento en Occidente de los medios internacionales rusos, Sputnik y RT, las funciones laborales de los 'periodistas' de la prensa dominante se ampliaron.
Ahora sus tareas incluyen buscar y reportar a sus amos, todos los casos de la penetración de las voces alternativas en el espacio mediático occidental. Una obligación que, aparentemente, no les molesta en absoluto, sino todo lo contrario: les encanta delatar.
Entre estos individuos se encuentra Daniel Iriarte, un personaje que se atreve a llamarse 'periodista', en vez de decir abiertamente que es un chivato.
Desde las páginas del diario El Confidencial 'denuncia' que "la prohibición de la UE no ha bastado para impedir que Rusia siga utilizando la desinformación como herramienta de influencia y desestabilización, sus métodos evolucionan".
En un artículo que no tiene nada que ver con el periodismo, sino que constituye una pura y dura delación a los ‘servicios competentes’ de la UE y EEUU, Iriarte comparte con sus lectores una ‘escalofriante’ historia.
Cuenta que “se topó por casualidad con una publicación en Facebook en la que se enlazaba un artículo de RT en Español”, algo que “resultaba bastante llamativo”, dado que “Meta, la compañía propietaria de la red social, está restringiendo los enlaces a este y otros medios rusos”.
“Al pinchar en el enlace, el misterio quedó resuelto: la dirección web no era la habitual de RT en Español, sino una muy, muy parecida.
Apenas variaba un signo de puntuación, pero esto era suficiente para engañar al algoritmo”, chismea el ‘periodista’, quien también comparte sus ‘traumas’ en Twitter, donde escribe en tono escandalizado que “RT y Sputnik han desarrollado una serie de estrategias para burlar la prohibición de la UE, y están resultando exitosas”. Entre ellas, menciona la publicación de sus contenidos en Telegram.
En autoría con otro obsesionado por los ‘tentáculos de Putin’ –el investigador sénior en el Institute for Statecraft de Londres, Nicolás de Pedro–, Iriarte preparó un informe que aportó a la censura contra Sputnik y RT.
El ‘estudio’ constituye una larga queja, cuyos autores repiten sin parar que ‘el malo Putin’ se esfuerza en “socavar, desorientar, distraer, agitar, debilitar o paralizar al adversario” aprovechando “fortalezas democráticas como el libre flujo de información o el carácter abierto y plural de las sociedades europeas”.
Además, se subraya la inadmisibilidad de la “penetración” de ambos medios en América Latina, otras de las tantas ‘víctimas’ de “operaciones de desinformación” de Rusia.
De hecho, amordazar a Sputnik y RT en la región es otro objetivo que se plantean los autores de su censura en la UE. Entre quienes promueven esta idea se encuentra la cadena Deutsche Welle.
Su trabajadora María Luz Moraleda, cuyo ‘compromiso’ con la ‘defensa’ de la libertad de prensa no es inferior al que tiene su ‘colega’ Daniel Iriarte, ‘investiga’ en su ‘objetivo’ reportaje el fenómeno del éxito en Latinoamérica de lo que califica como “la máquina propagandística del presidente ruso, Vladímir Putin”.
Un ‘reportaje’ que, lejos de responder a la pregunta planteada –es decir, por qué los latinoamericanos prefieren los contenidos de Sputnik y RT a los de Deutsche Welle y otras portavoces de la agenda occidental–, se parece más bien a ladridos de un perro ofendido.
De hecho, uno de los comentarios más neutrales dejados debajo del vídeo sostiene lo siguiente: “Mirar las dos caras de la moneda, simple tomar una u otra es nuestro derecho como audiencia.
Es vergonzoso mirar que no lo permita Deutsche Welle”.