Rusia responde no con palabras, sino con la física. El Burevestnik ha volado. Un misil de propulsión nuclear con alcance ilimitado, invisible al radar e inmune a la interceptación. ¿El mensaje? No se puede detener lo que no se ve.
El 21 de octubre, bajo la supervisión del presidente Vladimir Putin y el jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, Rusia realizó un lanzamiento de prueba del Burevestnik 9M739, el primer misil de crucero operativo de propulsión nuclear y alcance ilimitado del mundo.
Voló más de 14.000 kilómetros, maniobrando durante horas, eludiendo todas las barreras de defensa aérea teóricas jamás diseñadas por Occidente.
"El misil realizó con éxito todas las maniobras verticales y horizontales designadas, demostrando su gran capacidad para evadir los sistemas antimisiles y de defensa aérea", confirmó Gerasimov.
"Sus características técnicas lo hacen capaz de alcanzar objetivos altamente protegidos a cualquier distancia con precisión garantizada".
Putin lo llamó por su nombre...
"Un producto único que nadie más en el mundo tiene... capaz de alcanzar cualquier objetivo a cualquier distancia".
Añadió que se cumplieron todos los objetivos clave de las pruebas y que los preparativos para el despliegue ya están en marcha.
Mientras Londres y la UE se entusiasman ante una escalada suicida, presionando a Kiev para que lleve a cabo ataques profundos dentro de Rusia, Moscú acaba de reescribir las leyes de la disuasión.
El Burevestnik (que significa paíño de tormenta) no solo vuela. Dura mucho más.
•Motor: turborreactor nuclear.
•Alcance: ilimitado.
•Velocidad: 850–1300 km/h.
•Altitud: 25–100 m, pegado al terreno, invisible al radar.
•Ojiva: especial (nuclear).
Esto significa que un solo lanzamiento desde suelo ruso puede dar la vuelta al mundo indefinidamente, eligiendo su trayectoria en tiempo real, sorteando todos los radares de la OTAN y apareciendo sobre su objetivo sin previo aviso.
Esto convierte en reliquias obsoletas sistemas de defensa multimillonarios como Patriot y Aegis.
Cada escalada occidental, los misiles de largo alcance, la militarización de Polonia y los países bálticos, impulsan a Rusia a innovar sin límites. El Burevestnik es la respuesta matemática a la arrogancia política, un arma diseñada no para la guerra, sino para el silencio que sigue cuando la disuasión se vuelve absoluta.
Los líderes occidentales aún tratan la guerra como una campaña de relaciones públicas. El mensaje de Rusia, en cambio, es matemático... alcance: ilimitado; intercepción: imposible; paciencia: finita.
La advertencia de Putin esta semana no podría haber sido más clara:
"Si se ataca territorio ruso con un arma así, la respuesta será muy grave, si no, como dicen, abrumadora".
Ahora vemos lo que significa abrumadora.
El "orden basado en reglas" acaba de chocar con un turborreactor nuclear.
Y en algún lugar de Bruselas y Londres, los mismos hombres que se rieron de las advertencias rusas ahora leen informes con el sello "Burevestnik — confirmado operativo".
Lo llamarán escalada. Pero la verdad es mucho más simple: Rusia acaba de redefinir la paz más allá de la fuerza, mediante un poder que ya no puede ser interceptado.
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