
La independencia de España, la separación del fallido imperio del general Iturbide y los intentos de construir la mítica república federal centroamericana, no trajeron ni un sólo minuto de paz a los conglomerados étnicos (autóctonos y foráneos) que por entonces ya pugnaban (impuesta o voluntariamente) por convertirse en “el pueblo nicaragüense”.
Al finalizar el sangriento “Periodo de la anarquía”, el territorio que hoy es nuestro país, era algo más parecido a un enorme cementerio colectivo donde los sobrevivientes restañaban sus heridas a la espera que los patrones los obligaran a marchar a la siguiente guerra.
Nicaragua era entonces una tierra (cruzada de pésimos caminos de mulas y abras de tiempo seco) donde las pocas iglesias y ermitas hacían de escuelas y hospitales.
Al finalizar la llamada “la guerra nacional contra los filibusteros”, el país “libre, soberano e independiente” había sido gobernado por 19 Supremos Directores de Estado, que en tan sólo 16 años sucesivos de gobierno “lograron” llevar a Nicaragua a una guerra contra El Salvador y Honduras y ahogar en sangre varios alzamientos en ciudades importantes.
Eran buenos para la guerra y para consumar la entrega de parte de nuestro territorio a Costa Rica, “negociar” onerosos tratados canaleros con Francia, Inglaterra y con voraces empresarios yanquis, pero sin poder estabilizar un verdadero gobierno nacional, cuya sede anduvo del timbo al tambo entre Granada, León, Masaya y Managua.
Al final, coronaron este periodo infausto para las clases populares del país con otra guerra civil y la consiguiente e infame contratación de la falange de William Walker.
¿Creen ustedes que en medio de estas guerras y estupideces que además de dejar vacías las arcas del Estado, que trajeron más hambre, dolor y muerte para la nación, hubo dinero y tiempo para dedicarlos a la construcción de obras públicas y traer progreso y civilización al país?
Exactamente: No. No hubo.
Sin embargo, las élites libero-conservadoras se enriquecieron, fortalecieron y llegaron entre ellos a acuerdos políticos que dieron como resultado los llamados “treinta años de la república conservadora”, que pese a la relativa estabilidad gubernamental, ausencia de guerras y alzamientos importantes, en realidad no logró el progreso socio-económico tan pregonada y ensalzada por la propaganda conservadora y que en realidad fue un tramo histórico de muchas penurias y exclusión para la población, principalmente los más pobres, entre ellos las minorías raciales, las mujeres y los jóvenes.
Hacia la última década de mandato de los sucesivos siete presidentes conservadores, en el territorio nacional habían (¡en total!) 273 escuelas primarias públicas, atendidas por 303 maestros (22 titulados), dos institutos públicos de secundaria (en Granada y León) con 421 estudiantes y dos universidades también ubicadas en esas dos ciudades principales.
Es para esta época que se crea la primera biblioteca de carácter nacional y el primer hospital de Managua.
El único camino en regular estado del país era el que conducía de León a Granada, propio para montados y carretas.
El proyecto del ferrocarril del Pacifico alzó vuelo en esos años por la necesidad de las familias oligárquicas agro-exportadoras de llevar el café y otros rubros hacia el Puerto de Corinto. Los ramales hacia la Costa Caribe, quedaron solamente en proyectos.
Desde el periodo de gobierno liberal de José Santos Zelaya, pasando por la llamada “restauración conservadora” y el arribo de dictadura somocista, hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, transcurrieron 86 largos años.
Es un periodo de instauración y desarrollo del modelo de producción capitalista. La burguesía agro-exportadora sustituía a los latifundistas conservadores.
Sin embargo, la situación socio-económica de la clase trabajadora nicaragüense, en lo sustancial, no mejoró. Para no extendernos en ejemplo, tomemos como muestra el rubro de la Salud pública:
El 19 de julio de 1,979 todo el país contaba con 28 hospitales y 1311 médicos, la mortalidad infantil era de 120 niños por cada mil nacidos y la Seguridad Social sólo cubría solamente el 8,2% de la población.
Lo primero que hizo el gobierno revolucionario al llegar al poder fue crear el Sistema Nacional Único de Salud, cuyo principio fundamental era que la Salud es un derecho de todos y una responsabilidad del Estado, además cambio su filosofía y organización.
En medio de la agresión imperialista (que hizo que más 1,532 médicos y técnicos en salud abandonaran Nicaragua) el gobierno sandinista construyó tres hospitales de referencia nacional, no obstante, llevó de 189 a 606 puestos de atención primaria; logró reducir la mortalidad infantil a 69 infantes por cada mil nacidos, erradicar la poliomielitis, aumentar en casi un 60% el número de nuevos médicos, aumentar de 189 a 600 los puestos de atención médica primaria y elevar la esperanza de vida de 53 a 63 años de vida.
El periodo neoliberal que arranca en 1,990 y que abarca tres gobiernos consecutivos que logran con éxito emular a aquellos gobiernos del primer ciclo conservador y a la dictadura somocista, caracterizados por el enriquecimiento de los gobernantes y sus círculos cercanos a costa del erario público y el tráfico de influencias, además, los logra superar en el nivel de destrucción de la economía nacional y la nula gestión administrativa.
El triunfo en las elecciones presidenciales y legislativas del 2,006 de los candidatos del Frente Sandinista y su coalición electoral, encuentra a un país saqueado, una economía en ruinas en todos sus indicadores principales, el colapso de los servicios públicos, principalmente el suministro de energía eléctrica, la destrucción de la poca infraestructura publica, principalmente las vías de comunicación, salud y educación; el aislamiento de grandes regiones del país, sobre todo la Costa Caribe, además de una gran polarización entre la población, que a su vez es presa de la desesperanza y el abandono.
A partir de enero del 2,007, el Comandante Daniel Ortega y su gobierno inician una febril y efectiva labor de reconstrucción del país. Administrando pocos recursos, pero con sabiduría y justicia trabaja por el restablecimiento de la confianza de los ciudadanos nicaragüense en su gobierno y en sus propias capacidades para emprender la senda del desarrollo inclusivo con las premisas de la reconciliación y la paz.
Se proyectan ambiciosos ejes de desarrollo que parten de la construcción -nunca vista- de infraestructura vial, eléctrica, agua potable y social, además de impulsar grandes planes, proyectos y acciones para mejorar la calidad de vida de todos los nicaragüenses, con énfasis en los más pobres.
La infraestructura económica y social, en las proyecciones del Presidente y su gobierno, no son un objetivo final en sí, sino que son la plataforma sobre la cual se cimentaran los grandes proyectos que relanzaran al país y nuestra sociedad al progreso y el bienestar al menor tiempo posible. Si fuera posible, en esta misma generación de nicaragüenses.
La mayor parte de los nicaragüenses y reconocen estas grandes obras de infraestructura y los planes de desarrollo, así que no los mencionaremos acá, aunque solo señalaremos uno de tantos:
La infraestructura hospitalaria (que no serviría de nada sin el desarrollo de todo el Sistema público de Salud y su proyección) que en sólo 15 años de buen gobierno sandinista ha construido 18 hospitales (15 primarios, 1 departamental y 2 nacionales), proyectándose construir 15 más y habiéndose reconstruido y equipado los ya existentes. Algo nunca visto en nuestro país y que llena de asombro al mundo entero.
¿Por qué este repaso histórico?
Sencillamente porque este mismo gobierno constructor, con visión social y de país, amante del progreso y la paz, su Presidente, Comandante Daniel Ortega y su Vice-presidente, compañera Rosario Murillo, el 10 de enero de 2,022, serán juramentados y seguirán siendo los que conduzcan al país a nuevas victorias, a nuevos hitos en nombre del Frente Sandinista y en beneficio de todo el pueblo nicaragüense.
Edelberto Matus.