El Pentágono ha invertido millones de dólares en la lucha contra los abusos sexuales en sus bases, sin resultados tangible (texto de la AFP).
Aquel día de diciembre de 2018, Amy Marsh celebraba la partida de un año más y, con él, su primer aniversario en la Base de la Fuerza Aérea Travis, en el norte de California, EE.UU.
Había ido a vivir allí en 2017, cuando su esposo, un oficial de origen puertorriqueño, fue desplegado a la base, que pronto se volvió su nuevo hogar.
“Hasta ese día, fue una experiencia muy interesante, porque estas bases son como ciudades a pequeña escala y allí tienes la oportunidad de hacer muchas cosas por la comunidad y de conectarte con otras mujeres, esposas de militares, que también se separaron de sus familias porque se casaron con un miembro del Ejército”, cuenta a BBC Mundo.
Sin embargo, lo que Amy no imaginaba era que esa noche su vida estaba por cambiar, que lo que estaba a punto de suceder casi destruiría su matrimonio, terminaría la carrera militar de su esposo y le dejaría a ambos huellas que, tres años después, aún no han logrado del todo superar.
Algunos recuerdos de esa noche se le hacen borrosos. Recuerda que hubo demasiado alcohol.
“Bebí demasiado”, dice.
Sabe que hubo un “after-party” y que su esposo la dejó a cargo al oficial que él consideraba su mentor, el militar de mayor rango que había sido su ejemplo y guía desde que se mudaran a la base.
“Ese hombre abusó de esa confianza que le tuvo mi esposo y en esa fiesta me agredió sexualmente.
No hubo consentimiento y yo estaba demasiado ebria para reaccionar”, recuerda.
Amy cuenta que después de esa noche fue tanto su trauma que decidió ocultar lo que había pasado.
Cuando el peso de la situación comenzó a afectar su matrimonio, decidió contarle a su esposo lo que había sucedido, dos meses después.
“Fue muy difícil para los dos".
Conversando con el capellán de la base, entendimos que no debíamos callar. Y finalmente decidimos contarlo. Lo reportamos y comenzó una investigación que se prolongó durante aproximadamente dos años. Luchamos de todas las formas que pudimos. Pero no pasó nada“, afirma.
Uno más
La de Amy es solo una de las miles de denuncias que se reciben cada año dentro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos: los casos de hombres y mujeres que aseguran haber sufrido abusos y agresiones sexuales dentro de las bases militares del país.
Es, también, una de las voces de las víctimas que ha llegado incluso al Congreso de Estados Unidos para exigir que se tomen medidas ante lo que muchos ven como un “sistema fallido” dentro del mando militar para traer justicia a estos casos.
“Es un problema de larga data para el que aún no se ha encontrado una solución efectiva”, dice a BBC Mundo el coronel (r) Don Christensen, quien fuera Fiscal General de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y abandonara el cargo para defender a las víctimas de abusos sexuales dentro del Ejército.
“Por años, en las Fuerzas Armadas, los militares han estado más preocupados por proteger a los comandantes y los procesos que por traer justicia a las víctimas y condenar a los presuntos asaltantes. Por eso yo dejé mi puesto y me puse del lado de las víctimas”, dice el también presidente de la ONG Protect Our Defenders (POD).
Un problema extendido
Los reportes de abusos sexuales en el Ejército de Estados Unidos han ido en aumento por años desde 2006.
Según una encuesta anónima realizada por el Pentágono, cerca de 20.000 miembros del servicio militar o sus familiares aseguran haber sido agredidos sexualmente cada año.
Sin embargo, el promedio de los que se atreven a denunciar de ese total es muy pequeño.
De hecho, en 2020 solo se reportaron un total de 7.816 denuncias de agresiones sexuales en las instalaciones militares del país, de las cuales, 6.290 involucraron a oficiales en activo.
Según explica a BBC Mundo Andrew Morral, quien ha estudiado por décadas el tema para la Rand Corporation (un think tank que asesora al Pentágono), se trata de un fenómeno ampliamente extendido en la casi totalidad de las instalaciones militares del país.
“Hay lugares, sin embargo, donde el riesgo es alto -y más alto de lo que se esperaría en función de las características del personal allí-. Hallamos, por ejemplo, que el 34% de los casos de asaltos sexuales contra mujeres ocurrieron en solo cinco bases importantes del Ejército”, señala.
No obstante, de acuerdo con el experto, las soldados, las esposas de los militares y otras mujeres que prestan servicio en las Fuerzas Armadas no son las únicas víctimas de esta situación.
“En la casi totalidad de los casos el riesgo de ser agredido sexualmente está correlacionado con la edad y el rango.
Así, además de las mujeres, los miembros del servicio más jóvenes, los no casados y las minorías sexuales tienen un riesgo especialmente alto”, añade.
En ese sentido, uno de los últimos estudios realizados por Morral sugiere que casi la mitad de todas las agresiones sexuales en las bases militares se realizan contra personas que no se describen a sí mismas como heterosexuales.
“Este grupo parece tener un riesgo especialmente alto, ya que representan solo alrededor del 12% de la población militar, pero es a ellos a quien le ocurre el 50% de agresiones sexuales”, explica.
https://telegra.ph/El-enorme-problema-de-las-agresiones-sexuales-en-el-Ej%C3%A9rcito-de-Estados-Unidos-y-por-qu%C3%A9-es-tan-dif%C3%ADcil-solucionarlo-08-05